La traumática desintegración de la Unión Soviética precipitó una serie de acontecimientos en Corea del Norte. Aisló al pequeño Estado socialista, quedando a merced de sus propias limitaciones internas y de las presiones del bloque de Estados Unidos y sus aliados. Aceleró el proceso de reclusión que hoy dibuja a uno de los más herméticos sistemas del planeta, además de reforzar las tendencias autárquicas de su modelo económico. Aunque quizá el elemento más decisivo que tuvo lugar en el país asiático fue su definitivo viraje hacia la militarización nacional desarollando la conocida como doctrina Songun. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué podemos esperar al respecto?
La doctrina Songun [선군정치] había sido desarrollada por Kim Il-sung durante los años de la ocupación japonesa, aunque fue especialmente profundizada por Kim Jong-il. Según dicha idea, el ejército debe tener prioridad en los asuntos del país y centralidad en la vida nacional, por cuanto asegura la supervivencia del modelo. Su traducción sería algo similar a “política de prioridad militar”. El contexto internacional forzó al Estado norcoreano a tomar esta decisión como vía para su propia supervivencia. El ejemplo de la absorción de la República Democrática Alemana por parte de la Alemania del Oeste, capitalista y aliada del eje pro Washington facilitó la decisión.
En Corea del Sur, los sectores conservadores, anticomunistas y adscritos a la agenda norteamericana se encontraban ya diseñando la adhesión del norte bajo su modelo capitalista. Los ideólogos de esta estrategia pensaban que era cuestión de tiempo el colapso de la República Popular Democrática y una reunificación de la Península en favor de su estrategia de dominio en el Este de Asia. La Corea socialista, según está perspectiva, estaba destinada a ser otro ex país comunista que quedase bajo su égida. No obstante, erraron en sus predicciones.
En el ideario desarrollado por el Partido del Trabajo para abordar esta etapa convulsa se encuentra parte de la explicación para el no abandono del modelo político y económico norcoreano. Uno de los más importantes elementos de su corpus teórico-ideológico es la ya mencionada doctrina Songun. El pensamiento militar en Corea del Norte parte de un concepto arraigado en la cultura popular nacional: uriminzokkiri (우리 민족끼리). Este concepto –que además da nombre a una agencia de comunicación estatal norcoreana– viene a postular que el pueblo coreano (norte y sur) debe decidir su destino autónoma y conjuntamente, sin injerencia extranjera de ningún tipo. Semejante lineamiento quedó asentado como declaración conjunta entre ambas Coreas en el año 2000 de la mano de los dirigentes Kim Dae-jung y Kim jong-il.
Cumplir esta intención y trasladarla al ámbito militar es un objetivo declarado por el gobierno norcoreano a través de –entre otros– los escritos de sus líderes. El propio Kim Il-sung escribió en 1972 que “ambas partes deben unir fuerzas para autodefenderse de la agresión exterior [y que] la autodefensa de nuestra República es, en todos los casos, para rechazar la invasión extranjera contra nuestra nación”. Así, Corea del Norte declara aspirar a una gestión conjunta de los asuntos militares entre las dos Coreas en el marco de la reunificación. Y, para el mientras tanto, quiso dejar claro también que “el Norte y el Sur abogan cada cual por la autodefensa, pero esa autodefensa no debe utilizarse por una parte contra la otra”.
A su vez, la doctrina Songun se centra en la autodefensa frente a Estados Unidos, percibido por Pyongyang como agresor imperialista. En el marco de la configuración del mundo unipolar que diseñaron los dirigentes estadounidenses tras la desintegración del bloque soviético y la incorporación de China a los circuitos internacionales del capital, la autodefensa fue puesta en el centro.
El mandatario Kim Jong-il diagnosticaba en el año 2003 un reforzamiento e impulso de la presión estadounidense: “en la década de los 90 […] las fuerzas reaccionarias imperialistas intensificaron la ofensiva contra las fuerzas antiimperialistas de proindependencia. Especialmente, el imperialismo norteamericano, convertido en la única potencia del orbe, ejercía del modo más siniestro la política de agresión y guerra para ver realizada su ambición de dominar el mundo”.
¿Cómo debía responder Pyongyang ante este escenario de supremacía norteamericana? En el mismo texto, Kim convenía lo siguiente: “la confrontación entre nosotros y los imperialistas es un duelo de fuerzas y el frente militar antiimperialista se ha convertido en el frente principal de nuestra revolución, en su vía respiratoria número uno, que decidirá la existencia del país, la nación y el socialismo”. Y añadía con dureza que “para salvar el destino del país, la nación, y conducir al triunfo la revolución era indispensable reforzar el Ejército Popular mediante la concentración de los esfuerzos en los asuntos militares y apoyarnos en él”. Es decir, que la justificación para la militarización se encontraba en la intensificación de la influencia regional estadounidense y la consiguiente necesidad de la consolidación militar para la propia supervivencia.
Puede deducirse de las líneas anteriores que, luego de la desintegración de la URSS, Pyongyang se vio a sí mismo desprotegido frente a Estados Unidos y sus aliados, que ya disponían de tropas en Corea del Sur y llevaban a cabo políticas de presión diplomática y económica. En ese sentido, la proliferación nuclear se entendía como la forma más viable de persuasión ante la imposibilidad de vencer al bloque enemigo en una guerra convencional. Es importante recordar que, por el momento, el país no ha amenazado ofensivamente a ningún otro Estado con sus armas nucleares, aunque ha reiterado en numerosas ocasiones su voluntad de emplear su armamento nuclear ante cualquier avanzada del eje estadounidense más allá del Paralelo 38.
¿Qué podemos esperar de la doctrina Songun en un futuro? En realidad, el contexto internacional debería ser fundamental. Si Pyongyang dio prioridad a lo militar en el marco de una dominación internacional de Estados Unidos, es posible que un posible avance en dirección multipolar cambiase las tornas. Si Corea del Norte siente que actores como China o Rusia equilibran la balanza global y limitan la capacidad real de acción de Estados Unidos en su estrategia, quizá el Estado norcoreano perciba un ambiente menos hostil y de algunos pasos hacia la desmilitarización. Esto ayudaría a destensar la Península Coreana. No obstante, el desarrollo de la política nacional surcoreana será importante en este sentido. En cualquier caso, ni el escenario multipolar es seguro, ni lo sería que Pyongyang se perciba más segura en él. En tal contexto, su postura dependerá del grado en el cual confíe en la robustez ideológica y material de China, Rusia y otros actores.
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