El gobierno de Pedro Castillo sufre su primera gran crisis a escasos dos meses de la juramentación de su gabinete. Guido Bellido, hasta el miércoles 6 de octubre Presidente del Consejo de Ministros, ha presentado su dimisión a petición de Castillo. Una decisión que visibiliza una tensión que Perú Libre y el Presidente arrastran desde antes incluso de ganar las elecciones del 11 de abril.
La decisión, justificada como un giro hacia la “gobernabilidad”, desata las tensiones en el seno del gobierno, donde desde hace tiempo tiene lugar una batallada soterrada y visible por la influencia en el ejecutivo. El movimiento podría representar la ruptura definitiva Castillo-Cerrón, que ya ha cargado contra el Presidente.
Un gobierno con tres almas
La sorpresiva victoria de Castillo en primera vuelta agrupó entorno a su candidatura tres sectores que aún hoy, ya en el gobierno, pueden diferenciarse con claridad.
Por un lado, el propio soporte partidario que sostuvo las aspiraciones presidenciales del maestro cajamarquino, la fuerza política Perú Libre. Un partido, hasta entonces minoritario, autodenominado “marxista-leninista” y cuya dirección se alinea con los planteamiento del Socialismo del s. XXI. Al frente de la formación se encuentra el exgobernador de Junín, Vladimir Cerrón, que inhabilitado por corrupción vio frustrada su aspiración de ser el candidato presidencial en 2021. Es ahí cuando entra en juego el nombre de Pedro Castillo, líder sindical del entorno político de Perú Libre pero sin militancia en el partido.
En segundo lugar, el propio entorno del presidente. Apoyado por organizaciones sindicales del mundo de la educación, gracias a las cuales saltó a la escena pública durante las huelga magisterial de 2017. El maestro, con un liderazgo tibio, muestra un perfil mucho menos ideologizado que la cúpula de Perú Libre. De hecho, su carácter pragmático generó contradicciones evidentes durante la campaña electoral entre él y Cerrón; una realidad que solo ha hecho que agravarse. Uno de los principales apoyos ha sido el sindicato FENATE (Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú), del que proviene Castillo y que ha cerrado filas entorno a su figura en las primeras fricciones generadas.
Por último, la insuficiente estructura partidaria de Perú Libre y la inexperiencia del candidato fue paliada por una serie de alianzas poselectorales que apoyaron al maestro frente a Keiko Fujimori en el balotage del 6 de junio. Organizaciones políticas de la izquierda peruana pasaron a engrosar el equipo de campaña de Perú Libre, destacando sobremanera la figura de Verónika Mendoza y su entorno, Nuevo Perú y la candidatura Juntos por Perú. Mendoza representa lo que Cerrón y el núcleo duro de su formación denominó “la izquierda caviar”, una fuerza progresista distanciada de la estela del chavismo y con arraigo en las grandes urbes frente al peso provincial de Perú Libre. Mención aparte merece también el Frente Amplio, otra coalición de izquierda peruana que había colaborado y roto tanto con Mendoza como con Cerrón. Ambas fuerzas gozan de un mayor bagaje político y muestran un perfil político diferenciado en materia ecologista, feminista, productiva e internacional.
Para ampliar: Convulsión política en Perú, Castillo vs Fujimori
Giro a la “gobernabilidad”, o mejor dicho a la moderación
El primer gabinete de Pedro Castillo trató de conjugar esta complicada ecuación con equilibrios imposibles que no tardaron en dar problemas. Al frente del ejecutivo situó a Guido Bellido, cercano el núcleo duro de Perú Libre, y cuya figura fue criticada desde el inicio por la oposición y buena parte de la prensa por sus supuestos vínculos con Sedero Luminoso. El Presidente aguantó los primeros envites contra su primer ministro, pero las disputas internas acumuladas en este tiempo habrían pesado más en su decisión final.
La filtración de chats donde el entorno de Bellido criticaba abiertamente a otros miembros del ejecutivo -especialmente al titular de Economía y Exteriores- o las declaraciones marcando un perfil propio respecto a Castillo habrían motivado el giro. También pesaron las acusaciones de homofobia y misoginia que perseguían al premier, criticado por el entorno de Nuevo Perú y el Frente Amplio.
Su sustituta será Mirtha Vásquez, congresista por el Frente Amplio en la pasada legislatura. Aunque no milita, sus posicionamientos confluyen a la perfección con los de la formación que lidera Marco Arana. Vásquez cobró protagonismo durante su efímera presidencia del Congreso entre el 17 de noviembre de 2020 -en plena crisis institucional tras la renuncia de Vizcarra y el gobierno en falso de Manuel Merino- y el 27 de julio de este año. Tiempo suficiente para que su figura se consolidase ante la opinión pública, ya que su papel en la presidencia del legislativo contribuyó a frenar la inestabilidad política coincidiendo con la presidencia de Sagasti.
También en el entorno de Vladimir Cerrón se ubicaría Ciro Gálvez, en Cultura e Iván Merino, en Energía y Minas. Ambos han caído en la reestructuración por perfiles independientes sustancialmente más moderados. Castillo intentó contrapesar la jugada con el nombramiento de Luis Barranzuela Vite, abogado de Perú Libre, que ahora estará al frente del Ministerio de Interior y representaría la cuota cerronista en el gobierno.
Los cambios materializan, sin duda alguna, un distanciamiento del presidente de Vladimir Cerrón, que pierde influencia. Horas antes de conocerse la remodelación completa del Ejecutivo el líder de Perú Libre ya advertía que el nuevo gabinete “debe excluir a derechistas, caviares y traidores. Es momento que Perú Libre exija su cuota de poder, garantizando su presencia real o la bancada tomar posición firme. Nuevo Perú y Frente Amplio ya fueron servidos”.
Cambio de gabinete debe excluir a derechistas, caviares y traidores. Es momento que Perú Libre exija su cuota de poder, garantizando su presencia real o la bancada tomar posición firme. Nuevo Perú y Frente Amplio ya fueron servidos.
— Vladimir Cerrón 🇵🇪 (@VLADIMIR_CERRON) October 6, 2021
Toda una declaración de intenciones que no amedrentó a Castillo. En total se han producido cambios en siete carteras: Trabajo y Promoción del Empleo, Cultura, Educación, Energía y Minas, Interior y Producción.
En Trabajo, el cuestionado Íber Maraví -cuyo nombre aparece vinculado a Sendero Luminoso según declaraciones obtenidas bajo tortura por la policía peruana en los 80- finalmente cae del gobierno tras semanas de tensión. Su lugar ocupa un peso pesado de la facción “magisterial”, la congresista Betssy Chávez Chino, que ha criticado abiertamente las posiciones de Cerrón, apoyando públicamente a Ministros señalados por este como el titular de Justicia, el jurista independiente Aníbal Torres, que ha sido ratificado por el presidente para continuar en el cargo.
Otro cambio importante está en el Ministerio de Educación. La salida del prestigioso pedagogo Juan Cadillo León estaría motivada por la perdida de confianza del grupo de congresistas “magisteriales”, que según varios medios presionaron a Castillo para que la cartera fuese ocupada por alguien del entorno de la FENATE, como finalmente ha ocurrido. El nuevo titular, Carlos Gallardo Gómez es fundador del sindicato.
En el gobierno permanecen pesos pesados como el Ministro de Economía, Pedro Francke, con un perfil “moderado” alejado de las tesis intervencionistas de Cerrón. De hecho Francke, que colaboró en el pasado con Mendoza y Nuevo Perú, fue juramentado días después que el resto del gabinete por sus discrepancias con Bellido. Otro perfil “técnico” que ha sido una apuesta personal de Castillo es el titular de Salud, Hernando Cevallos Flores, reputado en el campo de la Sanidad y adscrito al Frente Amplio.
Incertidumbre parlamentaria y división de la bancada
Este viaje a la moderación política abre varias incógnitas, pues el intento por dar mayor estabilidad al gabinete puede escindir al sector cerronista del gobierno de Castillo, una ruptura que el maestro ni desea ni puede permitirse.
El ejecutivo necesita de mayorías en el Congreso para aplicar buena parte de sus políticas. La reestructuración acerca posiciones a fuerzas como el Partido Morado, el socioliberalismo de Acción Popular e incluso el liberal Alianza para el Progreso; fuerzas que no están instaladas en la oposición frontal y se han mostrado dispuestas a dejar hacer al gobierno de Castillo. A ello se suma el apoyo de Juntos con el Perú con sus escasos 5 escaños.
Falta por ver el papel del resto de la oposición en el hiperfgramentado Congreso peruano. El fujimorismo de Fuerza Popular -segunda fuerza- ya ha dejado clara su intención de forzar una repetición electoral y transmite insistentemente a la opinión pública la idea de “ingobernabilidad e incapacidad” para justificar su postura. En situación similar se encuentran los ultraconservadores de Renovación Popular. Ambas fuerzas coquetean con la idea de vacancia presidencial y no ya han dejado claro que no dudarán en usar todas las herramientas disponibles para desgastar al gobierno desde el parlamento.
Pero al mismo tiempo esta apuesta por la “gobernabilidad” amenaza con romper la unidad de la bancada de Perú Libre, la mayoritaria con 37 asientos, e igualmente divida internamente. Por un lado, el sector cerronista agrupa a una decena de miembros y está encabezada por el propio Bellido y Waldemar Cerrón -hermano del exgobernador de Junín-. Frente a ellos el ala magisterial, encabezada por la nueva Ministra de Trabajo, agrupa con claridad a cinco representantes.
El resto de la bancada se mueve en una calculada ambigüedad, evitando posicionarse claramente con ninguno de estos dos grupos abiertamente enfrentados.
🔴✏️La Bancada Parlamentaria de Perú Libre no acepta al nuevo gabinete, pero tampoco será elemento obstruccionista para el gobierno.#WaldemarCerronCongresista #FuerzaNacidaDelPueblo #BancadaPerúLibre pic.twitter.com/m2w0W6y2Pj
— Waldemar Cerrón Rojas (@rojas_cerron) October 7, 2021
Evitar la fractura total dependerá de los próximos movimientos de Castillo, que ha evitado referirse ante la prensa sobre sus tensiones con la cúpula de Perú Libre. Cerrón por su parte ha llamado a reforzar el partido y en su entorno la idea de traición se repite como un mantra; no obstante, su fracción en el Congreso ha marcado distancias asegurando por boca del portavoz Waldemar Cerrón que “no acepta el nuevo gobierno” pero no serán “obstruccionista”.
En todo caso, la jugada de Castillo será puesta a prueba el próximo mes. La designación de un nuevo primer ministro y remodelación del gobierno debe ser sometido a una moción de confianza ante el parlamento, por lo que el éxito en las nuevas alianzas y la unidad parlamentaria de Perú Libre tendrán su primer reto antes de que acabe el año.
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