“Deberíamos quitar el tapón, permitir que todo el Gobierno Chino se cuele por el desagüe” – Clarence E. Gauss, embajador estadounidense en China de 1941 a 1944.
Chiang Kai-shek, Generalísimo del Ejército Nacional Revolucionario
El general que lideró al ejército republicano a la victoria y que terminó por cimentar el control del Kuomintang durante el nacimiento del frágil republicanismo chino, el general que derrotó a los ejércitos japoneses durante su fallida invasión de China, el hombre que modernizó China.
El general que perdió la guerra, el general que hubo de exiliarse a Taiwán, el general que vendió a su pueblo, el autócrata que casi destruyó el sueño de Sun Yat-Sen, el hombre que vendió el mundo.
¿Cómo llegó el hombre que había vencido a las coaliciones de los señores de la guerra del norte, a los japoneses y los reductos secesionistas a verse confinado a una pequeña isla junto al país que una vez gobernó?
¿Cómo pudo su antaño más acérrimo defensor convertirse en el hombre que acabó con el dominio del Kuomintang en la República?
La figura más polémica de la historia moderna de China. Es por tanto que cabe hacerse la pregunta. ¿Quién fue Chiang Kai-shek?
Viaje al Oeste, sueño en el pabellón rojo
“Vivimos en el presente, soñamos con el futuro y aprendemos verdades eternas del pasado” – Chiang Kai-shek.
Chiang Kai-shek nació en 1887 en un pequeño pueblo llamado Xikou, hijo de un acaudalado vendedor de sal, que era un monopolio estatal, era un niño enfermizo, soberbio y con una constante necesidad de atención. Con un gusto por la soledad y el campo, al cual acostumbraba a vagar a expensas de las quejas de sus tutores que le tenían por mal alumno.
La suerte de su familia cambió cuando cumplió 7 años pues su padre falleció y sus hermanos arrebataron toda la herencia a la madre de Chiang, tercera esposa del mismo, esta retomo su antiguo oficio de costurera y se mudó junto a sus tres hijos a una pequeña casa de la villa que antaño gobernaron.
Poco después de la muerte de uno de sus hermanos, su madre decidió centrarse en el pequeño Chiang, al cual le proporcionó una educación espartana y le inculcó sus sueños de grandeza con los que esperaba que algún día su pequeño hijo llegara a ser uno de los grandes hombres de la historia.
Esta dirige su vida durante toda su adolescencia, llegando a forzarle a un matrimonio con una muchacha analfabeta de la villa, con la cual le forzó a tener hijos bajo la amenaza de que se suicidaría si esto no ocurría a la tierna edad de 14 años.
Tras el nacimiento de su hijo, Chiang partió a Japón, seguido por su madre, en la cual comenzó a estudiar las innovadoras tácticas militares con las cuales los nipones habían puesto de rodillas a los Qing años antes. Fue allí donde se sucedieron sus inclinaciones anti manchúes cometiendo el revolucionario acto de afeitar la coleta que estos obligaban a llevar a sus súbditos como muestra de sumisión.
Como la mandó enviar a su pueblo, para difundir el shock entre aquellos campesinos, el Imperio decidió no proveerle de la carta de recomendación que le hubiera permitido tomar un mando en el ejército.
Esto provoco que Chiang comenzara a establecer relaciones con el crimen organizado, en concreto con “La Hermandad Esmeralda” que se dedicaba al tráfico de opio. Esta amistad la mantuvo hasta en su época de gobernante siendo esta mafia una de las principales financiadoras de su gobierno y a la vez una de sus mayores fuentes de corrupción, que en última instancia acarrearía su derrota en la guerra civil.
Más allá del Yangtsé, el hombre que asaltó el Cielo
“El Cielo no puede tener dos soles” – Chiang Kai-shek.
Sería durante la llamada “Expedición al Norte” que sucedió de 1926 a 1928 que Chiang acabó por consolidar su dominio sobre China y ante todo el Kuomintang. Ocurrió tras años de disputas internas contra su rival del ala izquierda del partido, Wang Jingwei, que había formado el “Gobierno de Wuhan” rival al “Gobierno de Nankín” liderado por Chiang Kai-shek. Más debido a que este último contaba con el mando del ejército nacional revolucionario acabó por imponerse al ala izquierda que estaba primordialmente compuesta por intelectuales y políticos de profesión.
Fue de esta manera que tras una tácita alianza con el Partido Comunista Chino (al cual más tarde traicionaría) Chiang pudo presentarse como un hombre del pueblo que apelaba a todos los sectores de la naciente República de China y consiguió la suficiente legitimidad como para que cualquier oposición interna hubiera de acabar rindiéndose e integrándose a las órdenes del Caudillo que consiguió unificar el país, si bien brevemente.
Fue así que el 29 de diciembre de 1928 lideró a los revolucionarios republicanos a derrotar al pro-japonés “Gobierno de Pekín” y su generalísimo Zhang Zuolin, Chiang Kai-shek consiguió establecer la primacía del “Gobierno de Nankín” que pasaría a liderar como Generalísimo del mismo.
Una vez asumido un mandato indiscutible sobre el Kuomintang y la nación, habría de casarse con Soong Mei-Ling, hermana del difunto Dr. Sun Yat-Sen, padre de la república, lo cual le aseguró la legitimidad a ojos de los continuistas y a pesar de su conversión al cristianismo (requisito de su esposa para acceder al matrimonio) hizo lo posible por restaurar los valores confucionistas a través del “Movimiento de la Nueva Vida” el cual enmarcó dentro de su campaña anticomunista con el fin de crear una ideología unificada en China que permitiera al partido ejercer el control y la “educación” de la misma población bajo el republicanismo y los tres principios del pueblo del Kuomintang.
En un principio el gobierno de Nankín dio paso a una época dorada donde la industrialización, la sanidad y el desarrollo de la nación avanzó viento en popa, con grandes saltos que comenzaron a vislumbrar un gran cambio para la nación china, recién salida del llamado “siglo de la humillación” donde fue incapaz de adaptarse a las cambiantes condiciones del mundo y sufrió bajo los llamados “tratados desiguales” a los que le sometieron las potencias europeas y el Imperio Japonés.
Mas sin embargo, todo esto fue obra de un habilidoso grupo de burócratas y ministros que ocuparon el gobierno en un primer lugar. Desgraciadamente para el Kuomintang, este fue incapaz de superar al cada vez más influyente Chiang que gozaba de un extenso apoyo popular ademas de comandar a uno de los ejércitos más numerosos que jamás se habian visto en el país.
Chiang fue siempre un hombre temperamental. Desde su más tierna infancia el pequeño Chiang demostró un comportamiento irascible y terco incapaz de aceptar sus propios equívocos, una actitud que sin duda repercutirá en las posteriores decisiones que tomó el caudillo.
Los numerosos ejércitos que habían combatido durante esta época revolucionaria ahora se encontraban sin un enemigo común que les unificara, lo que provocó que la mayoría de antiguos leales generales se apropiaran sus propios feudos, recolectaran sus propios impuestos y de facto actuaran como fuerzas independientes al cada vez más débil gobierno central.
Las tensiones corrían altas. El Kuomintang controlaba los centros urbanos del país, sin embargo las campañas de educación política del gobierno comenzaron a inculcar los ideales democráticos en el país que comenzaron a contrastar con el estilo de gobierno cada vez más autoritario que promulgaba Chiang Kai-shek. Cada vez más paranoico y abnegado en su mantenimiento del poder mandó incluso detener a Hu Hanmin, uno de sus primeros aliados e ideólogo principal del ala derecha del Kuomintang, cuando este trato de advertirle de que si continuaba por el camino dictatorial acabaría perdiendo todos sus apoyos.
Ante las muestras de desafío de los generales, Chiang optó por el ataque, negándose a cualquier tipo de pacto o tregua con cualquiera de ellos comenzando así la llamada “Guerra de las llanuras centrales” contra el señor de la guerra Yan Xishan y sus aliados en el sur.
Esta guerra supuso la movilización de más de un millón de tropas en un país que acababa de ser devastado por un largo periodo de guerras civiles, las miles de bajas tuvieron como consecuencia que las fronteras del país carecieran de guarnición. En especial la de Manchuria, situación que rápidamente fue aprovechada por el Imperio Japonés, que usó la oportunidad para conquistar la zona y establecer el estado títere de “Manchukuo” bajo el control nominal de Puyi.
Los efectos de la devastadora guerra supusieron el mayor lastre del gobierno nacionalista, que hubo de arrastrar la consecuencia de que el conflicto en sí mismo no acabó por destronar a estos señores de la guerra sino temporalmente. Pues al movilizar a tantas tropas el problema hubo de repetirse de nuevo y provocó que se sucedieran constantes conflictos a pequeña escala entre los generales, lo cual arruinó aún más si cabe a la naciente república.
Durante todo este tiempo el avance japonés continuaba de manera inexorable, sus ejércitos se armaban en las fronteras preparándose para la futura guerra sino-japonesa. Y a pesar de todo, Chiang decidió centrarse en la erradicación del Partido Comunista por encima de cualquier otra amenaza ya fuera la japonesa o la de los generales rebeldes. El gobierno de Nankín empleó casi todos sus recursos en las llamadas “campañas de acorralamiento” con las que progresivamente trataba de erradicar a la guerrilla roja.
Llegando a emplear hasta a un millón de tropas para provocar la rendición del recién creado Soviet de Jiangxi que contaba con tan solo 150.000 tropas del Ejército Rojo, que quedaron aplastadas ante la superioridad numérica y material del Ejército Nacional. Y aun a pesar de este hecho, un contingente consiguió escapar hacia el norte liderado por Mao Tse-Tung, que acabaría por convertirse en el mayor de los dolores de cabeza para el obstinado general.
La guerra de las planicies, la campaña de acorralamiento, la perdida de Manchuria, todo esto provocó que la dorada década de Nankín llegara a su fin. El país estaba arruinado, el sueño de una China libre parecía acabar de la mano del mismo hombre que lo comenzó años atrás. El Generalísimo Chiang Kai-shek.
Su obsesión por destruir el Partido Comunista no hacía más que crecer, los ejércitos no paraban de aumentar y las ofensivas contra la guerrilla eran continuas. Los señores de la guerra, que tantas vidas habían costado derrotar, de nuevo florecían continuamente en la campiña china.
Sus generales cada vez se encontraban más disgustados con que el viejo caudillo ignorara el crecimiento del problema japonés, cuyo ejército era cada vez más osado y hostigaba cualquier guarnición cercana a Manchuria. Fue en esto que, en uno de sus viajes a la provincia de Xi’an para comandar personalmente a las tropas en la renovada ofensiva anticomunista, Chiang fue traicionado y secuestrado por sus propios hombres. Le forzaron a crear un segundo frente unido con el Partido Comunista en vista de la inminente invasión japonesa. Esto no gustó al Generalísimo. que tras ser puesto en libertad tomó consecuencia del acto y encerró al principal conspirador, Zhang Xueliang, y le mantuvo bajo arresto domiciliario durante más de 50 años. Incluso tras el exilio a Taiwán se aseguró de que fuera transportado para asegurar que su enemigo jamás conocería la libertad mientras él viviera.
El mandato arrebatado, una canción para terminar
“Mao es un hombre extraño, cuya personalidad es como el Tao, a veces es el Yin, a veces es el Yang. Tiene un exterior suave como el algodón, pero como el mismo, oculta agujas afiladas en su interior. No creo que pueda conseguir nada, al final será aplastado bajo mi puño” – Diario de Chiang Kai-shek, octubre de 1945.
Es el año 1950. La guerra civil ha terminado y la China continental ahora está en manos de los comunistas que han proclamado la “República popular”. Chiang Kai-shek se encuentra en Taiwán junto a un reducto de la República de China, zona a la que mandó transportar 200 millones de dólares en preparación de una eventual retirada.
A pesar de que fue formalmente destituido durante la guerra, Chiang ha vuelto a retomar el mando y ahora gobierna bajo decreto gracias a “Las provisiones temporales contra la rebelión comunista”, que ahora sí anulaba completamente la Constitución a la que anteriormente debía guardar un mínimo de respeto.
“El Área libre de la República de China”: designación oficial de la zona que aún permaneció décadas bajo el control del Kuomintang es más un barracón militar que una nación-Estado, donde la población nativa de la isla es brutalmente oprimida por el nuevo régimen que llegó a prohibir cualquier emisión de radio o televisión en su lengua nativa. El gobierno de Chiang Kai-shek llegó a ejecutar a más de 30.000 civiles, intelectuales y activistas taiwaneses en juicios sumarísimos y a encarcelar a más de 130.000 habitantes en el periodo que hoy en día es conocido como “Terror blanco” en la República.
Cabe destacar que durante este periodo el Generalísimo poseía la capacidad de revisar cualquier sentencia judicial, como así hizo en 1950 cuando mandó ejecutar a tres hombres que originariamente fueron condenados a 10 años por especulación financiera.
Es el año 1960, ha pasado una década desde el fin de la Guerra Civil pero el objetivo de Chiang Kai-shek, que continúa gobernando Taiwán como autócrata a sus 72 años, continúa siendo el mismo: la reclamación de la China continental.
Es así que se funda el “Proyecto Gloria Nacional” destinado a convertir en una realidad esta ambición del Generalísimo, aprovechando la mala situación que está pasando el gobierno comunista tras el fracaso del Gran Salto Adelante. Las fuerzas armadas del Kuomintang comienzan a prepararse para un nuevo asalto contra el Ejército Rojo.
Se fundan diversas organizaciones y agencias destinadas a ayudar en la futura batalla. Aunque sin mucho éxito, llegando muchas a ser redundantes las unas con las otras como, por ejemplo: existía una agencia dedicada a buscar la posibilidad de obtener apoyo estadounidense para el proyecto y al mismo tiempo existía otra dedicada exclusivamente a impedir que los estadounidenses obtuvieran información alguna de la operación.
Evidentemente esto era imposible de ocultar a los estadounidenses, que decidieron pasar un listado semanal de los vehículos anfibios que poseía el ejército de la República de China, además de establecer una vigilancia aérea casi constante de sus campos de entrenamiento, pues los Estados Unidos se oponían a cualquier posible enfrentamiento con la República Popular de China, que había comenzado a distanciarse de la Unión Soviética de Khruschev.
Esto no detuvo a Chiang Kai-shek, que decidió proceder a pesar de los continuos avisos por parte de sus oficiales de que la operación sería “imposible bajo cualquier circunstancia”. La respuesta de Chiang a esto fue que el ejército simplemente debía entrenar bajo condiciones más extremas.
Cientos murieron en las sesiones de entrenamiento durante los constantes simulacros de “ataque comunista” y cinco embarcaciones anfibias fueron volcadas por el violento oleaje de las aguas donde el Generalísimo les obligaba a entrenar.
Se sucedieron más de catorce batallas navales donde los nacionalistas sufrieron cientos de bajas produciéndose la última y más numerosa de estas batallas en “la campaña de la isla del Dongshan”, donde diez mil soldados del ejército nacional se enfrentaron a los once mil del Ejército Rojo resultando en una catastrófica derrota de las fuerzas del Generalísimo con más de dos mil bajas y un millar más de tropas capturadas.
Tras este enfrentamiento el proyecto continuó siendo un gasto para el erario público, aunque ya con más reservas ante la evidencia de que la reconquista jamás podría ser llevada a cabo por medio de un enfrentamiento directo con los comunistas pasando a un enfoque que trataría de infiltrarse en el territorio controlado por el PCCh, aunque también sin éxito alguno.
El 5 de abril de 1975, 26 años desde su exilio a Taiwán, Chiang Kai-shek falleció tras sufrir un fallo renal agravado por problemas de corazón. Un mes de luto fue declarado y acabó siendo sucedido en el cargo por su único hijo biológico Chiang Ching-Kuo, el cual comenzó el proceso de apertura y democratización de la sociedad taiwanesa.
En sus 50 años de gobierno autocrático se estima que Chiang fue responsable de 6 a 20 millones de muertes producto de las decisiones que tomó durante su gobierno en la Chuna continental, el periodo de la guerra contra Japón y más tarde en el exilio en Taiwán, donde su gobierno provocó la muerte de 5.000 a 28.000 personas, según cifras reconocidas por el actual gobierno que controla la isla de Taiwán.
Y aun con todo esto Chiang es ciertamente responsable de ser quien fraguara el republicanismo como el indiscutible sistema de la nación china y que incluso dio los primeros pasos hacia la modernización del país durante su primera década de gobierno.
Con todo esto solo cabe, por tanto, hacerse una pregunta. ¿Fue Chiang un hombre que amaba China o únicamente a sí mismo?
Lo único que podemos afirmar con seguridad es que Chiang Kai-shek cambió la historia del mundo.
Para bien o para mal.
Suscríbete y accede a los nuevos Artículos Exclusivos desde 3,99€
Si escoges nuestro plan DLG Premium anual tendrás también acceso a todos los seminarios de Descifrando la Guerra, incluyendo directos y grabaciones.
Apúntate a nuestra newsletter
Te enviaremos cada semana una selección de los artículos más destacados, para que no te pierdas nada.