“América ha vuelto” afirmaba Joe Biden en febrero. Estas palabras del nuevo mandatario estadounidense fueron interpretadas, con considerable alivio, en muchas capitales europeas con la vuelta a la normalidad tras el “lapsus” de la administración Trump. Sin embargo, esta ilusión no duraría. El colapso del gobierno y ejército afganos, la gestión de la retirada de tropas de la OTAN y la reacción a estos acontecimientos del 46º presidente estadounidense parecen estar reabriendo las heridas en la relación transatlántica.
El discurso de Joe Biden
Tras la debacle de Afganistán y las imágenes de caos en el aeropuerto de Kabul, todo el mundo esperaba el discurso del Presidente de los Estados Unidos Joe Biden. Biden realizó un alegato, que probablemente marcará su presidencia, en el cual no solo no hizo autocrítica por su gestión, sino que se reafirmó en su decisión de la retirada. El mandatario estadounidense culpó al gobierno afgano del desastre y aseguró que los soldados afganos “no tenían voluntad para luchar”. Palabras muy duras que no se corresponden con la realidad, pues desde 2015 es el ejército afgano quien llevaba el peso de los combates, por no hablar que el número de bajas que acumulan, más de 60.000, dan fe de la lucha que han mantenido contra los talibán.
Para ver más; Declaraciones de Joe Biden tras la caída de Kabul
En su discurso Joe Biden mostró un nulo interés por el futuro de los afganos que quedan atrás. Criticable sin duda, cuando se ha estado interviniendo en Afganistán durante 20 años. El mandatario estadounidense además “revelaría” el verdadero objetivo que tenía Estados Unidos en el país afgano. La principal razón de la intervención estadounidense, en palabras de Biden, fue la de acabar con una base del yihadismo, no la de crear un estado-nación donde se respetaran los derechos humanos. Puede que el mandatario tuviera un ataque de sinceridad, o de alguna manera quisiera justificar el desastre de la retirada, pero en realidad, es que en unas pocas líneas, Joe Biden ha dado un vuelco al discurso en política exterior de Estados Unidos de los últimos 70 años (o más), basado en la promoción de la democracia y los derechos humanos en el mundo.
El discurso de Biden tiene muchas similitudes con los de su antecesor, Donald Trump, podríamos decir incluso que claramente sigue la máxima del “America first”. De hecho, la declaración parecía mucho más dirigida al público estadounidense que al mundo, por ejemplo, se reafirmó en que había dos opciones, o retirarse de Afganistán, o mantenerse estancado en una “guerra interminable”. Término que utilizó mucho Trump durante su Administración. Más allá de eso, Biden ha asegurado que su Administración no pudo “anticipar” la debacle afgana a manos de los talibán. Recordemos que en 9 días, 33 de las 34 capitales de provincia cayeron. En realidad, parece que la Administración Biden sí fue avisada de lo que podía pasar. El New York Times, y varios medios estadounidenses más, han publicado que la inteligencia estadounidense hizo varias estimaciones en julio sobre la situación de Afganistán. Se predijo un colapso rápido del ejército si los talibán empezaban a tomar una ciudad tras otra, como finalmente ha pasado. También se previó la estrategia talibán de conquistar el norte para así aislar al ejército afgano, impidiendo la llegada de suministros. No sólo eso, sino que ya en abril, el mando militar intentó disuadir a Biden para que no realizara una rápida retirada de Afganistán, argumentando sobre la necesidad de mantener una modesta presencia en el país. Según estos reportes, la Administración Biden decidió ignorar las advertencias.
Para ver más; La crisis de Afganistán
Lo cierto es que la hemeroteca deja en muy mal lugar a la Administración Biden. El 8 de julio Biden rechazó la toma inminente de Afganistán por los talibán, debido a la presencia de “300.000 soldados afganos bien equipados”, además el mandatario estadounidense negaría los informes de inteligencia que sugerían un rápido colapso del ejército afgano. También negaría que se pudieran repetir las imágenes de la retirada estadounidense en Saigón de 1975, ciertamente aquí parece estar acertado, ya que las escenas que se han visto son incluso peores que las de Saigón. El día 7 de julio, el Secretario de Estado, Antony Blinken, declararía; “Nos quedamos, la embajada se queda, nuestros programas se quedan. Si hay un deterioro significativo en la seguridad … no creo que vaya a ser algo que suceda de un viernes a un lunes”. Esto puede que sea uno de los mayores desastres al que se ha enfrentado Estados Unidos en su historia reciente, más incluso que la retirada de Iraq. La consecuente respuesta de la Administración Biden solo ha conseguido dañar aún más la reputación del gigante norteamericano.
Tras los acontecimientos ocurridos en Afganistán, ya empiezan a surgir voces que dudan de la fiabilidad de Estados Unidos como aliado. Pero quizás no es ese el punto. Lo cierto es que lo que se ha demostrado es que Afganistán no es de interés vital para Washington. Lo muestran los últimos años, con la administración Trump negociando con los talibán, marginando al gobierno afgano de paso, y ahora con la precipitación de la retirada, a pesar de que los talibán incumplen el “acuerdo de paz”. Los hechos demuestran además la hipocresía de Biden cuando declaró que ponía los derechos humanos en el centro de su política exterior, los afganos ya han descubierto que esto no es verdad. Por otra parte, es interesante mirar la reacción de China, que ha utilizado lo ocurrido en Afganistán para señalar a Taiwán. De todas formas, no debería ser la isla quien debería preocuparse, sino los aliados periféricos de Washington como los kurdos-sirios e iraquíes. Esta crisis ha manchado, no tanto la fiabilidad de Estados Unidos, sino su imagen de competencia y capacidad de previsión.
¿Se acaba la luna de miel entre Europa y Joe Biden?
La retirada de Afganistán ordenada por Estados Unidos, más el discurso de Joe Biden han causado mucho revuelo entre sus aliados europeos. Varios medios del Viejo Continente señalan como en Europa ha habido cierto “desencanto” e incluso una sensación de traición, por la actuación de Washington en la crisis. Incluso aquellos que veían con esperanza la elección del demócrata Biden, como Alemania. Algunos políticos europeos temen que este hecho acelere lo que empezó Donald Trump, la degradación de las relaciones transatlánticas.
En Europa la retirada de Afganistán ha sido vista como un fracaso de una magnitud histórica. Político cita al mismo candidato por la CDU a las elecciones alemanas, Armin Laschet, que describe la situación como “la mayor debacle que ha sufrido la OTAN en su historia”. AFP, por otra parte, informa de una reunión de la canciller Angela Merkel con los líderes de su partido en la que señala que la retirada estadounidense se debía a “factores domésticos” y que la marcha de Washington de Afganistán no dejaba otra opción a sus aliados que seguirle también. El Alto Representante de la UE, Josep Borrell también criticó las declaraciones de Joe Biden; “El presidente Biden dijo el otro día que nunca había sido el objetivo de la intervención en Afganistán la construcción de un estado. Bueno, esto es discutible. Hemos hecho mucho para construir un estado en Afganistán. Un estado que pudiera garantizar el estado de derecho, el respeto de los derechos y libertades fundamentales, especialmente los de mujeres y niñas”.
Lo cierto es, que el mayor aliado de Estados Unidos en Europa, Reino Unido, también ha sido muy crítico con la retirada. Desde Londres han expresado su asombro por la gestión de la crisis, además de discutir la decisión estadounidense de no dejar ningún contingente militar en Afganistán. Reino Unido teme que el país afgano vuelva a convertirse en una base operativa del yihadismo, como antes de la intervención en 2001. Político cita a personalidades dentro del gobierno británico que señalan que “Biden es mucho más parecido a Trump de lo que le gustaría reconocer”. A pesar del enfado británico, no se espera que Londres dé un giro de tuerca a su relación con Washington, ni a su política exterior. Lo que queda claro, aún así, es que el liderazgo estadounidense ha quedado seriamente cuestionado.
La Unión Europea tiene que reflexionar. La incapacidad de dar una respuesta coordinada y rápida a una situación de crisis, especialmente a una que podría haberse visto venir con una cierta antelación, muestra una vez más las flaquezas del bloque. Como dice Borrell, la Unión Europea corre el riesgo, una vez más, de volverse irrelevante. Esta crítica también debe ser aplicada a la relación con Estados Unidos ¿hasta qué punto puede Europa permitirse simplemente a seguir y reaccionar a las decisiones de un aliado que actúa por su cuenta? La crisis afgana debe servir como un punto de inflexión para aquellos que soñaban con el “América ha vuelto”. América, y el mundo, ha cambiado. Las reglas de juego internacional son diferentes y las prioridades de este. El periodo de ensoñación de la paz hegemónica está llegando a su fin. Las implicaciones geopolíticas del desastre de Afganistán están aún por ver, pero lo que queda claro es que serán trascendentes, y Europa debería estar preparadas para afrontarlas, de momento, parece no ser el caso.
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