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Somalia cierra 2021 con un intento de golpe de Estado

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Tropas favorables al Primer Ministro Roble en las calles circundantes al Palacio Presidencial de Mogadiscio. Fuente: Somalia News.

Por Alejandro López.

Somalia se enfrenta a un choque entre el Presidente Mohamed Farmaajo y el Primer Ministro Roble, siguiendo la tónica de lo vivido desde el fin de su mandato en febrero de 2021, pero alcanzando unas dimensiones donde en ambos bandos se pueden advertir acusaciones de “golpe de Estado”.

Suspensión de las elecciones… de nuevo

Durante el mes de septiembre se pudo avanzar en las primeras de las elecciones programadas, las del Senado, a pesar de que en el acuerdo de junio –posterior a la crisis de la extensión presidencial- estaban previstas para julio de 2021. De hecho, originalmente, en el acuerdo de septiembre de 2020 estaba previsto abordarlas en diciembre, cuando expiraba su mandato. No solo no fue así sino que hasta octubre de 2021 no se pudo proceder a la renovación del Congreso.

Para saber más: Crisis constitucional en Somalia: Extensión presidencial.

Sin embargo, la elección del Congreso no sería tan sencilla como la del Senado. Hay que tener en cuenta que la aritmética del Senado es favorable al conglomerado no formal oposición-PM, especialmente gracias a la figura de su líder: Abdi Hashi, también líder del Consejo Nacional de Salvación con los opositores y las regiones no alineadas con Mogadiscio –Jubalandia y Puntlandia-. Una vez resuelta en junio la cuestión del procedimiento de elección de los parlamentarios de Somalilandia, región de la que el propio Hashi proviene, todo siguió rodado dentro de los parámetros de una elección indirecta y censitaria liderada por los ancianos de los clanes regionales.

El Congreso está liderado por un perfil muy cercano al Presidente, Mohamed Mursal. Farmaajo no ha sido partidario de este sistema de elección, como se ve en su intento de abril de 2021 por subvertir el acuerdo de septiembre de 2020, y la renovación de esa cámara podría ser problemática para los intereses de diversos líderes. Es por ello que los comités electorales convenidos con todas las regiones durante los meses anteriores a la elección han tenido un especial protagonismo en la resolución de disputas.

La oposición llegó a criticar la legitimidad de las elecciones al Congreso por la posible “interferencia y manipulación” en al menos 24 escaños. Tras un nuevo retraso –estaban programadas para tener lugar entre el 10 de agosto y el 10 de septiembre-, las elecciones del Congreso se reprogramaron para el intervalo del 15 de noviembre al 24 de diciembre. Ante el parón dado en Jubalandia, Puntlandia y HirShabelle, así como las mencionadas acusaciones de fraude, el Primer Ministro Roble habría decidido suspender a 7 miembros del órgano regulador el día 18 de diciembre de 2021.

El enésimo episodio definitivo

Como tantas otras veces en 2021, la cuestión electoral sería aprovechada por los actores políticos para dirimir sus cuitas de poder desde una interinidad impostada. Un episodio aparentemente menor, como durante la crisis previa por el asesinato de una agente de inteligencia, encendía una mecha en las altas esferas. En esta ocasión el jefe de la Marina, Abdihamid Mohamed Dirir, acusaba al Primer Ministro Roble de apropiarse de unos terrenos públicos del ejército en la zona costera de Mogadiscio. El PM intentó destituirle ante las acusaciones y el Presidente se negó.

Los puentes entre Roble y Farmaajo, esenciales para salvar la crisis de la extensión presidencial en abril-mayo de 2021, se rompieron del todo en la crisis de la agente de inteligencia de septiembre-octubre de 2021. Tras las encarnizadas luchas por la legitimidad de los nombramientos del liderazgo en la Agencia de Seguridad Nacional e Inteligencia (NISA) y el Ministerio de Seguridad, ahora se asomaba el mismo problema en el liderazgo de la Marina.

Para saber más: El asesinato de la espía que rompió el gobierno federal de Somalia.

Tras aquella crisis, en octubre, el Ministro de Seguridad, Abdullahi Mohamed Nur, quedó del lado de Roble. Nur prohibió al jefe de la Marina que abandonase Mogadiscio tras realizar su acusación de robo de propiedad pública para usos personales.

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Abdullahi Mohamed Nur, Ministro de Seguridad (segundo por la izquierda), tomando posesión ante el Primer Ministro, Mohamed Hussein Roble (primero a la derecha). Fuente: Horn Observer.

La lucha entre los dos titanes

Farmaajo aprovechó ambas cuestiones para volver a situar sobre la mesa su disconformidad con el proceso electoral tras diversos e improbables éxitos que Roble había extraído en los meses previos. Ante las mencionadas susceptibilidades que surgieron entre las regiones y la oposición con el órgano regulador electoral, Roble convocó un Consejo Consultivo Nacional donde abordar los problemas que existieran y tratar de acelerar las elecciones.

En primer lugar, Farmaajo decidió declarar el “fracaso del Primer Ministro en su mandato para llevar al país a elecciones”, ya que “el Primer Ministro [suponía] una seria amenaza al proceso”. Esta declaración oficial y la convocatoria de su propia conferencia consultiva regional tenían el ánimo de relevar a Roble de la dirección electoral que le fue adjudicada como arreglo a la crisis que Farmaajo creó en abril con la extensión de su mandato. Un retorno a sus postulados podría devolver el escenario a enero-febrero de 2021, cuando las posturas inflexibles de Farmaajo impidieron cualquier tipo de acuerdo con Jubalandia, Puntlandia y la oposición incluso sobre el formato de negociación, el lugar o los temas a tratar.

Tan pronto como se anunció esta posibilidad, Puntlandia y Jubalandia, dos de las regiones que habían parado las elecciones por irregularidades, anunciaron su asistencia al Consejo Consultivo organizado por Roble. La oposición, mediante una declaración del ex presidente Hassan Sheikh Mohamed, también apoyó a Roble. Además, Puntlandia terminaba de enviar el día 26 de diciembre sus 10 primeros escaños en las elecciones al Congreso, uniéndose a los que ya estaban en proceso de las otras 4 regiones. El propio Roble avanzó nuevos movimientos: nombraba un nuevo Ministro de Defensa, Abdulkadir Mohamed Nur, y un nuevo Ministro de Justicia, Hassan Hussein Haji. Especialmente crítico podía ser el nombramiento de Nur en Defensa para mover a Dirir, jefe de la Marina, y asegurarse el control de las fuerzas armadas si había algún conflicto. Farmaajo realizó simultáneamente un movimiento en la misma dirección: ascendía a Farhan Qarole, jefe de la policía de Mogadiscio, del rango de teniente coronel al de brigadier, saltándose el rango de coronel. En caso de un choque en Mogadiscio como el que se dio con las fuerzas de la oposición en abril, Roble buscaba asentar su poder en las fuerzas armadas y Farmaajo en las fuerzas de seguridad, especialmente en las asentadas en la capital.

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Mohamed Hussein Roble (centro) con los nuevos ministros de Justicia, Hassan Hussein Haji (derecha), y Defensa, Abdulkadir Mohamed Nur (izquierda). Se puede observar cómo se ha retirado el retrato del Presidente Farmaajo de la pared de la oficina. Fuente: Oficina del Primer Ministro.

¿Golpe de Estado?

Aunque la acusación contra Roble ya llevaba unos días, curiosamente no fue hasta que el PM decidió cambiar las cúpulas de Justicia y Defensa que Farmaajo tomó la decisión. El Presidente ordenó el 27 de diciembre la suspensión de Mohamed Hussein Roble como Primer Ministro por “presunta corrupción” y “uso indebido de terrenos públicos” mientras durase la investigación abierta ante los hechos señalados desde la Marina. Efectivamente, Farmaajo puso el foco en el nombramiento de Nur en Defensa, ya que consideraba que dicho cambio suponía una interferencia en el proceso. De nuevo, la crisis constitucional se abría camino al no poder dirimirse si el Presidente en funciones podía suspender al Primer Ministro. Sus rivales políticos y parte de su gabinete calificaron este movimiento de Farmaajo como un intento de “golpe de Estado indirecto”.

A continuación, Farmaajo buscó garantizarse el favor de las fuerzas armadas mediante la orden al comandante del Ejército Nacional de Somalia (SNA), Odowa Yusuf Rage, de que suspendiera a Dirir como jefe de la Marina, siguiendo el código de conducta. Además, cada facción desplegó sus tropas en Mogadiscio, los leales a Farmaajo tomaron la entrada a la Oficina del Primer Ministro y se trató de impedir el paso a Roble al edificio, haciendo expresa su destitución –temporal o no-. Pero la intentona militar que bloqueó la Oficina del PM con barreras de arena y un despliegue de efectivos fracasó. Roble consiguió entrar en su oficina y condenó las declaraciones de Farmaajo y su “intento fallido de apoderarse militarmente de la Oficina del PM”, calificando su intento de inconstitucional.

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Mohamed Hussein Roble, Primer Ministro, momentos después de acceder a su oficina. Fuente: Oficina del Primer Ministro.

Uno de los puntos clave para Roble en su llegada a la oficina fue contar con tropas leales, apoyo de las fuerzas de la Unión Africana, la figura del jefe del SNA -el mismo Odowa Yusuf Rage que Farmaajo intentó manejar- y al Vice PM, Khadar Gulaid, quien podría haberle sustituido si era suspendido. Asegurar todos esos apoyos permitió a Roble darle la vuelta a lo que en un contexto constitucional podría haberse calificado de “autogolpe” por parte de Farmaajo, ya que según la Constitución es el Presidente quien puede nombrar al Primer Ministro pero debe ser el parlamento quien lo censure.

¿Contragolpe?

La evidencia de la permanencia de Roble en el cargo, devolvía la iniciativa a los rivales de Farmaajo. El Ministro de Seguridad, Abdullahi Mohamed Nur, ordenó el cierre de la calle que daba salida al Palacio Presidencial, Villa Somalia, y conectaba con el aeropuerto. El PM Roble puso el SNA bajo su mando directo, advirtiendo de que tomaría medidas contra quien se opusiera a su control de las fuerzas armadas. Junto a este mensaje velado contra Farmaajo, cabía esperar o un paso atrás del Presidente y la cesión ante la fortaleza de Roble o una escalada retórica que, esta vez inevitablemente, conduciría a una escalada militar. Las acusaciones contra Farmaajo crecían y Roble le señalaba por alterar las elecciones para poder “continuar ilegalmente en el cargo”.

El despliegue militar continuó durante las siguientes horas en torno a Villa Somalia. Los líderes del clan Habar Gidir, al que pertenece Roble, se reunieron para ofrecerle apoyo y seguridad, así como le dieron un ultimátum a Farmaajo para abandonar Villa Somalia en el plazo de 24-48 horas (en función de la fuente). Las tropas opositoras fueron más allá y aseguraron que no se retirarían hasta capturar vivo a Farmaajo. El Ministro de Defensa, Abdulkadir Mohamed Nur, ordenó al SNA que persiga a los organizadores del golpe de Estado y no obedezca a Farmaajo, considerándole responsable del mismo. El propio jefe del SNA, Odowa Yusuf Rage, anunció la destitución del Comandante de la Guardia Presidencial.

La presión internacional volvió sobre Farmaajo, especialmente desde Estados Unidos, del mismo modo que había ocurrido en su intento de extender su mandato en abril, exigiendo que acepte a Roble en la consecución de un proceso “electoral creíble”. Para el día 28 de diciembre, las aguas se calmaron con la retirada de efectivos favorables al PM del bloqueo de las principales calles y en torno a Villa Somalia. Aunque se anticipaba la salida de Farmaajo o, al menos, su perfil bajo frente al intento previo de eliminar el poder electoral de Roble, lo relevante era la puesta en marcha del Consejo Consultivo Nacional para avanzar en las elecciones, ya que en la práctica suponía la continuidad del plan de Roble y el fracaso de Farmaajo. Para ese cónclave, llegaron a Mogadiscio Ahmed Qoor Qoor, líder de Galmudug, Ali Gudlawe, líder de HirShabelle, Said Abdullahi Deni, líder de Puntlandia y Ahmed Madobe, líder de Jubalandia. Su homólogo en el Suroeste, Laftagareen, rechazó su asistencia, siendo uno de los perfiles más favorables a Farmaajo del panorama político regional. Qoor Qoor trató de mediar ante la oposición a pesar de ser un líder más cercano a Farmaajo. De hecho, Jubalandia seguiría a Puntlandia enviando el listado de sus 6 correspondientes escaños al Congreso. Finalmente Laftagareen, líder de Suroeste, cedió y acudió al cónclave, una vez empañadas totalmente las pretensiones de su aliado Farmaajo. Tanto fue así que Roble crearía al empezar el año 2022 un comité de 5 miembros para investigar el intento de golpe de Estado, calificado como “incidente”, del 27 de diciembre.

El proceso electoral presumiblemente podría avanzar, lenta y tortuosamente, pero con la incógnita de cuál sería la siguiente piedra y cuál sería el destino de Farmaajo. ¿Caería tras tantos esfuerzos por mantenerse en el centro del poder? En ese caso, ¿ocurriría mediante un contragolpe o cedería ante la presión? ¿O quizás Farmaajo encontraría un nuevo movimiento político con el que imponerse frente a sus rivales? Desde Suroeste se oyeron movimientos favorables a darle apoyo militar, pero su base política parecía insuficiente para tal aventura. El Presidente se vería obligado a ceder de nuevo, como en la crisis de mayo de 2021, la iniciativa al PM y a las regiones para seguir residiendo un día más en Villa Somalia. Y estos acordarían un nuevo calendario para lo que quedaba del Congreso: febrero de 2022. Con las amenazas de un choque armado, un golpe de Estado exitoso o un contragolpe alejadas del tablero. Por el momento.

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