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República Centroafricana: entre la guerra civil y la guerra subsidiaria

Por Jorge González Márquez

La capital de República Centroafricana, Bangui, se encuentra bajo asedio. Las fuerzas de la alianza de grupos rebeldes conocida como la “Coalición de Patriotas por el Cambio” (CPC) se encuentran a menos de 100 km de la ciudad y la amenaza de nuevos ataques contra la carretera que une la urbe con la frontera de Camerún, como el ocurrido el pasado 18 de enero, provoca que el combustible y los alimentos comiencen a escasear.

Las Fuerzas Armadas de República Centroafricana (FACA) en la aldea de Mpoko Ngbodo, ubicada cerca de Bangui, poco después de un enfrentamiento con la Coalición de Patriotas por el Cambio (CPC). 29/01/2021

Hacia una tercera guerra civil

La situación en el país ha empeorado considerablemente desde la celebración de las elecciones del 27 de diciembre de 2020 en las que el presidente, Faustin-Archange Touadéra, renovó su mandato tras recibir el 53’16% de votos. Estos comicios estuvieron cargados de polémica, ya que se celebraron a pesar de los numerosos llamados a su aplazamiento, y esta polémica no ha hecho más que crecer tras la publicación de los resultados electorales al hacerse público que, a pesar de que la misión de Naciones Unidas en el país (MINUSCA) afirmó que se había dado una participación masiva a nivel nacional, lo cierto es que en ellas tan solo participo el 35’25% de la población. Esto ha facilitado que tanto la oposición política como las facciones rebeldes no reconozcan el resultado de las elecciones.

Para expandir: Elecciones en República Centroafricana: crisis entre las urnas y la rebelión

La suspensión de las elecciones, al menos de manera temporal, era uno de los objetivos planteados inicialmente por la Coalición de Patriotas por el Cambio, aunque, tras su fracaso, la alianza rebelde parece haber modificado su estrategia. Todo parece indicar que los rebeldes tienen ahora como objetivo la caída directa del gobierno, ya sea por su renuncia o tras la captura de Bangui, algo que se ha visto en reflejado en el repunte drástico de la violencia armada en el país desde principios de 2021.

A lo largo del mes de enero los rebeldes de la CPC han lanzado ataques por todo el territorio provocando que las fuerzas de seguridad centroafricanas y sus aliados, incluyendo a la MINUSCA, se vean forzadas a dispersarse por todo el país. Esto ha facilitado que grupos de combatientes de la CPC se aproximen a la capital llegando incluso a lanzar ataques contra la misma, como el del pasado 13 de enero, a lo que el gobierno ha respondido declarando el estado de emergencia, desplegando al ejército en la ciudad e imponiendo un toque de queda a nivel nacional.

Las fuerzas de seguridad de República Centroafricana y sus aliados repelen un ataque de la Coalición de Patriotas por el Cambio en Bangui. 13/01/2021

Pero, como ya indicábamos antes, los combates se han extendido por todo el país y las fuerzas rebeldes han llegado a capturar algunas ciudades, como Bangassou en el sureste del país, y a atacar rutas de suministros clave como la carretera que une Bangui con la frontera camerunesa, la RN3. Esta carretera, que permaneció cerrada durante casi un mes, fue reabierta el 12 de enero cuando el gobierno alcanzó un acuerdo con la MINUSCA para que esta utilizara sus vehículos blindados para escoltar a los convoyes de mercancías hasta la capital.

Sin embargo, y a pesar de su innegable centralidad, es importante recordar que este conflicto no es exclusivamente de carácter militar. La presentación de cargos contra el ex-presidente François Bozize, acusado de ser el principal apoyo de la coalición rebelde, ha supuesto un punto de inflexión político que ha dañado las relaciones entre el gobierno y la oposición. Bozize, quien desde la formación de la CPC solo ha aparecido en público en una ocasión, estaría siendo investigado actualmente por acusaciones que incluyen rebelión, conspiración, asesinato, ataque a la seguridad interna del estado, asociación criminal y robo con agravante lo que hace poco probable que se vaya a producir algún tipo de reunión formal de reconciliación en el futuro próximo.

Más de 200.000 personas se han visto desplazadas por la violencia en República Centroafricana desde diciembre de 2020. Al menos 105.000 habrían huido a otros países convirtiéndose en refugiados. Vía: UNHCR

Indudablemente el país atraviesa un momento de crisis particularmente delicado.  El colapso de los acuerdos de paz de 2019, los cambios en el panorama político y la reorganización de los actores armados han deteriorado la situación en el país hasta el punto de haber hecho que sea posible que hablemos del estallido de una tercera guerra civil en República Centroafricana.

Atrapados en la guerra subsidiaria

Sin embargo, las diversas y complejas dinámicas internas que mantienen vivo el conflicto civil no son, en su conjunto, el único elemento que mantiene al país en esta situación de crisis ya que este conflicto interno está directamente entrelazado con una guerra subsidiaria entre potencias extranjeras, entre las que destacan Francia y Rusia, que alimenta directamente la refriega y dificulta enormemente la resolución del conflicto.

Francia, la antigua metrópoli de República Centroafricana, ha sido tradicionalmente el principal actor internacional en el país y durante la mayor parte de su historia ha tenido en el mismo un papel fundamental puesto que su apoyo, o la falta del mismo, ha sido decisivo para el ascenso y la caída de los diversos gobiernos que han controlado el territorio desde su independencia. Pero en los últimos años, especialmente a partir de 2016, Francia ha perdido gran parte del poder y la influencia que tenía en el país y esto es debido a que la llegada al gobierno de Faustin-Archange Touadéra vino seguida poco después del desembarco de la Federación Rusa en el país.

Para expandir: El eje Bangui – Moscú: en el corazón de la “Rusáfrica”

En los últimos años la influencia de Moscú ha crecido enormemente en República Centroafricana a costa de desplazar a Francia de su posición, cuasi monopolística, de principal proveedor de seguridad para el país. Aunque sería temerario afirmar que Rusia ha adquirido el papel que tenía antes Francia, especialmente debido a las dificultades que supone para esto el embargo de armas impuesto sobre el país desde 2013, es indudable que Moscú está haciendo todo lo posible para asentar su posición como uno de los principales proveedores de seguridad para el país, ya que el papel de Moscú en este ámbito abarca: entrenamientos para las fuerzas de seguridad, envío de cargamentos de armas para las FACA, despliegue de “contratistas privados” para proveer de seguridad a las principales figuras del gobierno etc.

En diciembre de 2020 Rusia envío personal adicional a República Centroafricana para reforzar la seguridad en el país de cara a las elecciones. Entre estos refuerzos se encontraban cuatro helicópteros de transporte rusos que fueron utilizados para patrullar los alrededores de Bangui. 26/12/2020.

El incremento de la influencia de Rusia en el país no ha sentado bien en París y ambos países se han enzarzado en una disputa multidimensional por la influencia sobre el mismo. Esta disputa abarca numerosas esferas, desde la diplomática hasta la militar, incluyendo acciones como puedan ser las recientes campañas de desinformación lanzadas por ambos países en las semanas previas a las elecciones o el sabotaje de iniciativas diplomáticas.

Antes de continuar es importante que señalemos dos cuestiones de relevancia:

  1. Francia y Rusia, a pesar de tener un papel central, no son los únicos países involucrados en este conflicto proxi ya que en este también participan activamente, aunque en menor medida, países africanos como Chad y Ruanda.  
  2. Tanto Rusia como Francia tienen lazos independientes, al margen del gobierno, con diversos grupos armados rebeldes.

Volviendo a la disputa entre Francia y Rusia existen algunos indicios de que esta quizá haya llegado a su punto más álgido con el reciente estallido de las hostilidades entre el gobierno, apoyado sobre el terreno por Rusia, y la CPC:

El más formal de estos indicios lo encontramos en el comunicado publicado el pasado 30 de enero  por la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos, una organización internacional que incluye a la mayoría de los países del centro de África, en el que se afirmaba “Las fuerzas rebeldes están recibiendo armas y otros medios cada vez más sofisticados para llevar a cabo sus acciones contra la población y las autoridades legítimas de la República Centroafricana”. Esto podría ser interpretado como que actores externos, no necesariamente estatales, están respaldando a esta coalición monetaria o armamentísticamente, pero el dato por sí mismo dista mucho de ser una prueba concluyente.

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Mini cumbre de la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos (ICGLR) celebrada el 29 de enero en Luanda. Vía: Ministerio de Exteriores de Rwanda

Otra señal de que esta rebelión podría estar recibiendo apoyo extranjero es la reciente captura de combatientes chadianos, cuya ciudadanía ha sido reconocida por el gobierno, en las filas de la CPC tras los últimos combates en las cercanías de Bangui. Esto tampoco tendría por qué significar gran cosa ya que existe un largo historial de colaboración entre los grupos armados de República Centroafricana y sus homólogos de los países vecinos como pudieran ser Sudán, Sudán del Sur, Camerún, República Democrática del Congo o Chad.

La situación toma un giro distinto cuando averiguamos que el gobierno chadiano ha pedido públicamente la extradición inmediata de los combatientes, que el gobierno de la República Centroafricana ha enviado un delegado a Chad y que circulan imágenes difundidas por canales prorrusos, y supuestamente extraídas del teléfono de uno de los combatientes capturados, que de ser ciertas mostrarían la presencia de zonas de avituallamiento, entrenamiento o reagrupación en territorio chadiano en las cercanías de una base militar francesa. Pero aún con todo lo anteriormente mencionado no podemos llegar a afirmar que existan pruebas que no dejen lugar a dudas, pero sin duda hay suficientes indicios como para afirmar que hay lugar a la sospecha.

Con todo esto tenido en cuenta, y aunque este último ejemplo sea inconcluyente, resulta innegable la existencia de una intensa competición franco-rusa en República Centroafricana y, por lo tanto, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que esta crisis tiene elementos tanto internos como externos que dificultan su resolución agravando la fragilidad propia del país y dando lugar a un escenario incierto que podría verse alterado gravemente por cualquier alteración del equilibrio de poder sobre el terreno.

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