A las 4 de la mañana hora española, Vladimir Putin anunciaba el inicio de una operación especial contra Ucrania con el objetivo de “desmilitarizar y desnazificar” el país, dando inicio a una invasión no-limitada desde cuatro frentes: de Belgorod a Jarkov, de Crimea a Jerson, de Lugansk a la zona del oblast controlada por las fuerzas ucraniana y desde Bielorrusia hacia Kiev por el este del Dniéper.
¿Cuáles han sido las primeras reacciones internacionales?
La Unión Europea cierra filas entorno a sanciones más duras
Dentro de lo esperado, la Unión Europea condenó el “ataque bárbaro” de Rusia contra Ucrania calificando de “cínico” las explicaciones dadas desde Moscú para justificar su intervención. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció que implementarían nuevas sanciones dirigidas contra “sectores estratégicos” de la economía rusa asegurando que el club comunitario no permitirá que Putin “derribe la arquitectura de seguridad” en el continente. En Bruselas el ritmo es frenético desde que se confirmaron los primeros bombardeos y ya ha sido convocada de urgencia una cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno de la que se espera se confirme un nuevo paquete de sanciones. En la misma dirección apuntó el alto representante de la UE para la política exterior, Josep Borrell quien dijo que “estas están entre las horas más oscuras para Europa desde la Segunda Guerra Mundial”.
No obstante, en el seno de la UE conviven distintas sensibilidades. La posición más heterodoxa es la húngara, que en varias ocasiones ha criticado la posición europea; a mediados de febrero, cuando la crisis se encontraba en un nivel sustancialmente menor, Orban afirmó en un multitudinario mitin que “la estrategia de la UE con Rusia ha fracasado y las sanciones son un callejón sin salida”. No obstante, Budapest no ha roto la unidad europea y además de aprobar el primer paquete de sanciones tras el renacimiento ruso de las Repúblicas de Donestk y Lungansk aseguró esta misma mañana que sería parte “de la respuesta común”.
Los principales países de la UE se han condenado con vehemencia el ataque ruso. El canciller alemán Olaf Scholz consideró que “esta es la guerra de Putin” y exigió la completa retirada de las tropas. En palabras de Scholz, “Putin ha cometido un grave error con esta guerra” por el que pagará “un amargo precio”. Desde Francia, Macron suscribió las palabras de su homologo alemán y se solidarizó con Ucrania asegurando que “trabaja con sus socios y aliados para poner fin a la guerra”. El presidente español Pedro Sánchez ha cancelado su agenda oficial y ha convocado al Consejo de Seguridad, posteriormente se espera que se desplace hasta Bruselas para coordinar la respuesta europea. Aunque sin duda la posición más dura ha sido la polaca, el primer ministro Mateusz Morawiecki pidió “responder inmediatamente a la criminal agresión de Rusia a Ucrania. Europa y el mundo libre tienen que detener a Putin. El Consejo Europeo de hoy debe aprobar las sanciones más duras posibles. Nuestro apoyo a Ucrania debe ser real”. Especialmente relevante, asimismo, es la postura de Finlandia, que ha calificado la ofensiva rusa como “un ataque a todo el orden de seguridad europeo”. Cabe recodar que Helsinki ha defendido en numerosas ocasiones su derecho legítimo a “solicitar la membresía de la OTAN”, medida que, si bien es poco probable que suceda en la actualidad, podría ser vista por Rusia como una seria amenaza para su seguridad.
La comisaria europea de Interior de los veintisiete, Ylva Johansson, aseguró que la UE está “lista” para recibir migrantes ucranianos. Las estimaciones de población que podría desplazarse por el conflicto varía, aunque la embajadora de EEUU ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, habló de “una nueva crisis de refugiados” con “hasta 5 millones” de ucranianos afectados. Los cuatro países de la UE que tienen frontera terrestre con Ucrania se han mostrado dispuestos a acoger población desplazada; se trata de Rumania, Polonia, Eslovaquia e incluso Hungría, cuyo presidente, Viktor Orban, es conocido por su rechazo abierto a la política migratoria europea. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha mostrado su preocupación por las “consecuencias devastadoras” del conflicto.
Un día después del inicio de la invasión, la Unión Europea anunciaba sanciones contra Rusia.
- El 70% del sistema bancario ruso y empresas estatales ven restringido el acceso al mercado de capitales.
- Depósitos de las élites rusas en Europa y prohibición de invertir en UE.
- Limitaciones a la transferencia de tecnología, como refinado de petróleo.
Las sanciones deben concretarse hoy, pues son líneas generales y hay discusiones. Por ejemplo la industria italiana de bienes de lujo no se verá afectada por la oposición de Roma, pues estas exportaciones italianas a Rusia alcanzan un valor superior a mil millones euros.
Más sorprendente han sido las sanciones aplicadas contra varios altos cargos del gobierno ruso: el Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, y su Ministro de Exteriores, Sergey Lavrov. También se sanciona a los miembros del Consejo de Seguridad y de la Duma.
Estados Unidos lidera las sanciones contra Rusia
La madrugada ucraniana coincidía con la noche estadounidense. Eran las 22:00h en Washington cuando se oficializaba la invasión rusa; poco tiempo después el presidente Joe Biden realizaba una primera declaración con un tono duro donde afirmaba que “Estados Unidos y sus aliados y socios responderán de un modo decisivo. El mundo hará que Rusia rinda cuentas”. Lo dijo tras hablar por teléfono con el presidente ucraniano Zelensky, a quien aseguró que la situación era “injustificada y no provocada (…) una guerra premeditada que traerá una pérdida catastrófica de vidas y sufrimiento humano”.
Biden busca encabezar las sanciones a Rusia y para ello ha convocado una reunión del G7 donde espera acordar nuevas medidas con sus socios. De hecho, EEUU ha sido el interlocutor frente a Rusia durante toda la escalada en detrimento de la UE, un rol que previsible buscará mantener durante esta nueva fase del conflicto. No obstante, la Casa Blanca descartó cualquier intervención militar en Ucrania. “Nos coordinaremos con nuestros aliados de la OTAN para garantizar una respuesta fuerte y unida que disuada cualquier agresión contra la Alianza. Esta noche, [la primera dama] Jill y yo oramos por el pueblo valiente y orgulloso de Ucrania”.
Cabe mencionar que la administración Biden está centrada especialmente en contener el creciente poder de China en la región Asia-Pacífico, un objetivo a largo plazo, y por ese motivo no quiere involucrarse en exceso en la crisis ucraniana desplegando soldados estadounidenses.
Horas después de su primera declaración, Joe Biden ha anunciado nuevas sanciones contra Rusia en coordinación con la Unión Europea, Canadá, Reino Unido, Japón y Australia:
- Bloquear a las empresas estatales rusas en los mercado de deuda
- Congelar los activos rusos en Estados Unidos
- Bloquear la mitad de las importaciones de alta tecnología, claves para la industria militar
- Limitar la capacidad de Rusia para hacer negocios en dólares, libras, euros y yenes
- Bloquear el acceso al sistema financiero de Estados Unidos a cuatro grandes bancos rusos, incluido el VTB
- Sanciones a élites rusas y sus familias
La OTAN activa su plan de defensa, pero descarta intervenir en Ucrania
El puzzle quedaría incompleto sin la OTAN. El Consejo del Atlántico Norte, máximo órgano decisorio de la alianza militar, se reunió de urgencia este jueves tras la activación del artículo 4, invocado cuando uno de los países miembros se siente amenazado. Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Eslovaquia han buscado la reunión del órgano para “garantizar la seguridad nacional”.
Tras el cónclave la posición atlantista ha sido la esperada. A la condena a Rusia y la llamada a retirar sus tropas se sumaba la advertencia de que no se admitiría ningún ataque contra los países miembro. “La OTAN seguirá tomando todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad y defensa de todos los aliados. Estamos desplegando fuerzas defensivas terrestres y aéreas adicionales en la parte oriental de la Alianza, así como activos marítimos adicionales”. Para ello activó su plan de defensa con el que aumentará el despliegue militar en los países fronterizos, lo que calificó como “medidas adicionales para fortalecer aún más la disuasión y la defensa en toda la Alianza. Nuestras medidas son y seguirán siendo preventivas, proporcionadas y no escalatorias”.
También recordaron el carácter “incuestionable” del Artículo 5 de la OTAN, que establece que el ataque a un país de la Alianza equivale a un ataque contra todos ellos. No obstante, esa fórmula no es aplicable a Ucrania, que pese a haber recibido armamento y formación de los países occidentales no pertenece a la organización.
En una extensa declaración de este mismo mediodía, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, recordaba que la Alianza “no tiene tropas en Ucrania y no tiene planes de desplegar ninguna”. Una declaración que no es novedosa, pues durante toda la crisis tanto la Casa Blanca como su alianza militar han descartado la intervención armada en el conflicto. La respuesta occidental pasa por las sanciones económicas y diplomáticas consciente de que una implicación sobre el terreno escalaría el conflicto hasta niveles incontrolables. Rusia enfatizó que ante una eventual participación de terceros actores “respondería con contundencia”.
Reacciones de los países asiáticos
Numerosos países asiáticos también se han pronunciado tras el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania. El más relevante, sin lugar a dudas, es China, que ha vuelto a mostrar su apoyo a las demandas de seguridad de Moscú, criticar a Estados Unidos por sus políticas agresivas en Europa del Este y pedir a todas las partes una solución diplomática del conflicto. “Con respecto a la definición de una invasión, creo que deberíamos volver a cómo ver la situación actual. El tema de Ucrania tiene otros antecedentes históricos muy complicados que continúan hasta hoy. Puede que no sea lo que todos quieren ver”, ha declarado la portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores de China.
Qué papel juega el gigante asiático para paliar las sanciones occidentales impuestas contra Rusia será clave para comprobar hasta qué punto apoya Beijing a Moscú. No obstante, es una posición un tanto complicada para China: si se acerca demasiado a Rusia podría perjudicar sus relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea, actores clave para su estructura económica y comercial. Asimismo, siempre ha visto con cautela los apoyos a los movimientos independentistas, las injerencias en los asuntos internos de terceros países o las intervenciones militares por las posibles interpretaciones que podría tener en Xinjiang, el Tíbet o Taiwán. De hecho, el embajador chino en Kiev, Fan Xianrong, declaró recientemente que “a pesar de que existen algunas diferencias relacionadas con la historia, el régimen, la cultura y otros aspectos, ambas partes [China y Ucrania] siempre se adhieren a los principios de no injerencia en los asuntos internos y al principio de apoyo mutuo de la soberanía y la integridad territorial”.
India, que hasta la fecha ha optado por mantener un perfil bajo, también está en una situación diplomática compleja. Mantiene unas relaciones amistosas con Rusia, país que le suministra alrededor del 70% del equipo militar, pero tampoco quiere perjudicar sus relaciones con Estados Unidos, necesarias para, entre otros objetivos, contener el poder del gigante asiático en la región del Indo-Pacífico. Se rumorea que el primer ministro indio Narendra Modi intentará presionar a Vladimir Putin para que ponga fin a la intervención militar en Ucrania, pero a priori parece poco probable que coseche resultados puesto que Nueva Delhi no tiene la influencia necesaria para poder forzar a Rusia a dar marcha atrás en una cuestión que es considerada como un interés estratégico para el Kremlin.
Asimismo, India estaría explorando nuevas alternativas para sortear las sanciones impuestas por Occidente a Rusia, principalmente en lo que respecta a la importación de fertilizantes rusos, de los cuales India tiene una gran dependencia. Nueva Delhi además ha llamado al cese de la violencia, aunque evitando condenar la actuación rusa.
Turquía ha sido uno de los países que más ha criticado la ofensiva rusa pese a mantener unas relaciones estables y pragmáticas -como se ha visto en las guerras de Libia, Siria o Nagorno Karabaj- con Moscú. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha considerado la intervención como “contrario al derecho internacional; un duro golpe para la paz y la estabilidad de la región”. El líder turco, asimismo, ha mantenido una conversación telefónica con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski para mostrar su apoyo y reiterar su llamado a “resolver los problemas a través del diálogo en el marco de los Acuerdos de Minsk”. El motivo de esta sintonía es porque Ucrania es un importante socio comercial de Turquía, especialmente en materia de seguridad. El pasado 3 de febrero, cuando el ejército ruso continuaba desplegando tropas en el flanco occidental, Ankara y Kiev firmaron un Acuerdo de Libre Comercio y alcanzaron un total 8 convenios en distintas áreas, entre ellas una ampliación de la producción de los UAVs Bayraktar turcos en Ucrania. Está por ver cómo responde Turquía a la petición realizada por el embajador ucraniano en Ankara, Vasly Bodnar, de cerrar el “espacio aéreo a los aviones rusos y los Dardanelos y el Bósforo a los barcos rusos”.
Japón, que mantiene una disputa territorial con Rusia en las islas Kuriles, también ha criticado la invasión y ha anunciado que impondrá sanciones similares a las anunciadas por Reino Unido y Estados Unidos “en el primer tramo”. Corea del Sur, por su parte, ha mostrado su predisposición a sancionar a Rusia pese a mantener en un principio una posición más ambigua y declarar que solo lo haría si se produce una invasión total de Ucrania. “El uso de las fuerzas armadas que causan bajas humanas no puede justificarse bajo ninguna circunstancia”, ha declarado el presidente surcoreano Moon Jae-in. No obstante, Seúl no está considerando aplicar un paquete de sanciones de forma unilateral, según informa la agencia de noticias Yonhap. Esto se debe principalmente por dos motivos: porque se celebran elecciones presidenciales el próximo mes y porque Corea del Sur siempre ha evitado perjudicar en exceso las relaciones bilaterales con Rusia. Del mismo modo, es interesante la postura crítica de Taiwán, que ve un paralelismo entre la ofensiva rusa en Ucrania y la posible invasión que puede llevar a cabo el Ejército Popular de Liberación (EPL) en un futuro. Taipéi anunció el jueves que unía a sus socios de ”ideas afines” para sancionar a Rusia, incluyendo imponer un control de las exportaciones en el sector de los semiconductores.
Por otro lado, Australia también se ha sumado a sus aliados y ha impuesto sanciones a Rusia. “Aplicaremos sanciones financieras a otras 25 personas y 4 entidades que han sido responsables de la agresión inaceptable y no provocada. Impondremos restricciones que limitarán las inversiones australianas en otras cuatro instituciones financieras”, ha declarado el primer ministro Scott Morrison.
América Latina ambivalente: del apoyo a Rusia a Estado Unidos pasando por llamadas a la desescalada
El continente americano no es ajeno a lo que ocurre al otro lado del Atlántico. En América Latina la guerra en Ucrania pone de manifiesto los complejos equilibrios geopolíticos que vive la región. Por un lado, Cuba, Venezuela y Nicaragua han apoyado a Rusia; la mayor de las Antillas evitaba el término invasión y aseguraba que “el gobierno de Estados Unidos lleva semanas amenazando a Rusia y manipulando a la comunidad internacional”. Con mayor vehemencia se manifestó Caracas, quien por boca de su Canciller Félix Plasencia asegura que “la paz de Rusia es la paz del mundo”, pidiendo a la población “máxima alerta ante las campañas de manipulación que pretenden allanar el camino para la agresión multiforme” contra Moscú. Por último, Managua, que ya apoyó el reconocimiento ruso de Donestk y Lugansk, aseguró comprender las inquietudes de seguridad de Putin.
Por otro lado, un importante número de países mostraban su preocupación y llamaban a la desescalada con condenas tibias o inexistentes. Es el caso de gigantes como Perú, Argentina o Brasil, -estos dos últimos países han celebrado reuniones de alto nivel con Rusia el último mes- quienes conscientes de no tener un papel determinante en el conflicto han buscado no generar tensiones con un socio poderoso como Moscú. La posición más sonada fue la de la Cancillería brasileña, que pidió “buscar una solución negociada” que “considere los legítimos intereses de seguridad de Rusia y de Ucrania y la necesidad de respetar los principios de la Carta de las Naciones Unidas”.
El otro gran actor regional, México, aseguró que “no aceptamos que un país invada otro, ya que es contrario al derecho internacional”. En una línea mucho más dura, los principales aliados de EEUU en la región han seguido la retórica de Biden hablando de invasión criminal. Guatemala llama a consultas al embajador ruso y Colombia habla de “incuestionable situación contraria al Derecho Internacional”.
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