Italia es uno de los países fundadores de la Unión Europea y la tercera economía de la zona euro, es decir, es uno de los actores más importantes del bloque europeo. Ahora, en Roma gobernará la extrema derecha capitaneada por Giorgia Meloni, líder de Fratelli d´Italia. Sin embargo, a pesar de lo que podría parecer, Meloni no cambiará las líneas maestras de la política exterior de Italia, al menos no sustancialmente: las relaciones con la OTAN, la postura respecto a Bruselas y el Mediterráneo.
Italia y la OTAN
Las relaciones con la alianza atlántica son uno de los pilares de la política exterior de Roma. En los últimos años, no obstante, los vínculos con la OTAN han sido cuestionados por diversos partidos que han integrado las sucesivas administraciones italianas, especialmente el Movimiento Cinco Estrellas y la Lega. Cuando ambos partidos formaron gobierno en 2018 revisaron la relación con la organización para profundizar relaciones con potencias como Rusia y China. Con Pekín se reforzaron los lazos económicos, y, de hecho, Roma se unió a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) durante la visita de Xi Jinping al país. Por otra parte, Moscú siguió siendo un socio energético clave para Italia, algo que ha cambiado con el estallido de la invasión de Ucrania.
Sin embargo, con la caída del gobierno de Conte I (Movimiento Cinco Estrellas y Lega) y la llegada del gabinete Conte II (M5S más Partido Democrático), las alianzas tradicionales italianas volvieron a resurgir debido a la nueva postura euroatlántica. Esta misma línea seguiría reforzándose tras la caída del gobierno Conte II y la llegada de Mario Draghi como primer ministro. Draghi, que lideraría un gobierno de concentración, mantendría una política claramente alineada con la OTAN y la Unión Europea. De hecho, a pesar de la dependencia energética con Rusia, Roma buscaría con resolución otras opciones en el mercado como muestra del apoyo a la iniciativa europea y atlántica de la estrategia de presión contra Moscú tras la invasión.
Con Giorgia Meloni se espera que esa continuidad continúe. Fratelli d´Italia es un firme defensor de la OTAN y la propia Meloni ha defendido el envío de armas y la imposición de sanciones a Moscú. Asimismo, la formación ha defendido la política de la alianza atlántica de aumentar al 2% del PIB el presupuesto en defensa. Sin embargo, dentro de la futura coalición de derechas nos encontramos dos versos disonantes,
Matteo Salvini líder de la Lega, y Silvio Berlusconi líder de Forza Italia. El primero históricamente ha tenido una postura favorable a Rusia y tras la guerra en Ucrania ha sido crítico con las sanciones europeas a Moscú, argumentando que hacen más daño a Europa. El segundo siempre ha mantenido una relación personal de amistad con el presidente ruso Vladimir Putin y ha llegado incluso a justificar la invasión. Si bien es previsible que haya tensiones internas respecto a esta cuestión, se espera que Meloni sea quien domine la política exterior de Italia y que sus ideas prevalezcan por ser la figura fuerte del partido, por la debilidad de la Lega y por la capacidad de adaptación de Berlusconi.
Bruselas y Roma, una relación complicada
Como se ha destacado anteriormente, Italia es uno de los países fundadores de la Unión Europea y la tercera economía del bloque. Pese a de su indudable importancia en Europa, lo cierto es que Roma tiene una relación complicada con Bruselas. Debido a la crisis económica de 2008-2012 y las posteriores políticas austeras, el sentimiento antieuropeísta creció considerablemente en Italia. Esta indignación fue aprovechada por la Lega de Salvini que llevó a cabo un discurso muy claro de confrontación contra Bruselas y el euro, llegando a pedir la salida de la UE. El partido de Salvini, no obstante, suavizaría considerablemente su postura con respecto al proyecto europeo.
Los asuntos europeos tienen relevancia en el discurso italiano. La gestión de los Fondos de Recuperación, por ejemplo, llegó a tumbar el gobierno Conte II. En los primeros prolegómenos de la pandemia del coronavirus llegaría a crecer considerablemente el movimiento antieuropeísta propiciado por la lenta respuesta de Bruselas y la cerrazón de los demás Estados miembros. De hecho, en aquellos días de marzo, llegarían a desfilar por Roma las fuerzas armadas rusas, además de presenciar las imágenes de la llegada de material sanitario procedente de China. Sin embargo, tras la posterior contundente respuesta europea, el sentimiento antieuropeísta volvería a diluirse.
Con Draghi como primer ministro, las relaciones con Bruselas llegarían a un momento álgido. El ex presidente del Banco Central Europeo, de hecho, se convirtió en uno de los principales líderes europeos. Cabe destacar el pacto del Quirinale con la Francia de Emmanuel Macron, atrás quedaba la crisis diplomática que aconteció cuando el ministro de Exteriores Di Maio decidió hacerse una foto con un líder del movimiento de los chalecos amarillos. El eje Roma-París fue una apuesta fuerte para relanzar las relaciones entre ambos países.
¿Y qué postura tiene Fratelli d´Italia respecto a la UE? El partido de Meloni ha mantenido una postura más reformista respecto a Europa, es decir, quería cambiar el proyecto europeo desde dentro, volver a la “soberanía de las naciones”, además de cambiar las políticas identitarias. Una postura que siempre le ha acercado al grupo de Visegrado, liderado por Polonia y Hungría. Fratelli hace hincapié en que Roma debe defender sus intereses nacionales en el bloque comunitario, adoptando una posición más asertiva.
La coalición de derechas ha prometido no tocar los pilares de la política exterior de Draghi: la relación atlantista, la estrategia europea hacia Ucrania y la estructura económica. De hecho, la victoria de Meloni ha sido recibida con relativa calma en Bruselas. El choque de Italia con las instituciones europeas se podría dar sobre las cuestiones del aborto, derechos LGTBI o inmigración, más que que sobre cuestiones como el “soberanismo”. Meloni tampoco gozará de mayor poder de presión para renegociar el Fondo de Recuperación: Italia necesita el dinero y solo ha recibido una pequeña parte de lo que le corresponde. Además, Bruselas podría cortar el grifo si Roma se aleja demasiado de la hoja de ruta.
En cuanto a las alianzas europeas, es esperable que Roma se alinee más con Budapest y Varsovia. Eso sí, a pesar de la afinidad, la Italia de Meloni defenderá sobre todo sus intereses nacionales. Hay que tener en cuenta que Visegrado está muy dividido en estos momentos por la posición hacia Rusia. El gobierno polaco mantiene una política muy dura hacia Moscú, al contrario que Viktor Orbán. Roma, en este caso, se alinearía más con las posiciones polacas. Debido a su postura en la guerra de Ucrania, Polonia ha ganado gran influencia en Europa, haciendo que Bruselas mire hacia otro lado en su conflicto con Varsovia para aumentar la presión sobre Hungría.
El Mediterráneo, patio trasero de Italia
El Mediterráneo es una de las principales prioridades de la política exterior de Italia. La preocupación de Roma por el Mediterráneo tiene muchas aristas: la migración, la seguridad energética, la lucha de contra el terrorismo y el crimen organizado, así como su interés en un Mare Nostrum estable, pacífico, próspero y seguro. La política italiana pasa por mejorar el diálogo y la cooperación con los países de la región con el objetivo de salvaguardar sus intereses energéticos y desarrollar el comercio y la integración económica en la región. En ese sentido, Italia se centra en las relaciones con Libia, Argelia y Marruecos, entre otros.
Libia es uno de los países más importantes para Italia, por una parte, por el flujo de los migrantes y por otra, por la seguridad energética. La migración es una cuestión de primer orden en Italia, algo que tiene mucha relevancia en las dinámicas internas. Las guerras civiles en Libia han propiciado una gran inestabilidad, provocando que el país sirva de plataforma para la llegada de inmigrantes a las costas italianas. Los partidos populistas de derechas y la extrema derecha, como la Lega y Fratelli, han aprovechado este hecho para hacer bandera y sacar rédito político. De ahí la importancia que tiene para Roma el poder controlar estos flujos. En el otro lado está la cuestión energética, y es que Libia es un exportador importante de hidrocarburos para Italia. ENI, la empresa energética italiana, asimismo, tiene grandes intereses en el país norteafricano.
Otra de las prioridades que ha tenido la política exterior de Italia en el Mediterráneo ha sido su relación con Argelia. Uno de los grandes éxitos de Mario Draghi ha sido la de sellar una importante alianza energética con Argel. El movimiento de Roma ha sido doble: reducir la dependencia del gas ruso tras la guerra de Ucrania y sustituir a España como socio preferente de Argel.
Antes de la invasión rusa, el 40% del gas que importaba Italia provenía de Rusia. Tras el comienzo del conflicto, Roma comenzó a buscar nuevos socios para reducir esa dependencia, poder tener mayor margen de maniobra para presionar a Moscú y asegurar el suministro ante posibles interrupciones. En la actualidad, según datos del gobierno, Italia ha conseguido disminuir las adquisiciones de gas ruso a la mitad gracias a los nuevos contratos con Egipto, Azerbaiyán y sobre todo Argelia. Este éxito ha sido fruto de meses de reuniones bilaterales que han convertido a Italia en el principal socio europeo de Argel. Según el nuevo acuerdo, la energética argelina Sonatrach aumentará los envíos de gas en 4.000 millones de metros cúbicos, un incremento del 113%.
Italia ha sido muy inteligente al aprovechar la crisis diplomática en la que se han sumado Argel y Madrid tras el cambio de postura español respecto al Sáhara. Sabiendo de su posición de fuerza debido al contexto geopolítico, Argel ha decidido virar hacia Roma y ofrecerle mejores condiciones que a España.
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