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Nueva Caledonia todavía podría convertirse en un nuevo Estado

Hace dos semanas se celebró un referéndum sobre la independencia en Nueva Caledonia. El no a la independencia se impuso con un 58,3% de votos, mientras que el sí cosechó un 41,7%. Pero, como os contaremos al final del artículo, Nueva Caledonia todavía podría convertirse en el Estado número 194 en el mundo (si nos atenemos a los países miembros de Naciones Unidas).

Dicho referéndum fue acordado hace 30 años en el Acuerdo de Nouméa (1998), cuando el territorio estaba encaminándose hacia una guerra civil entre los canacos y los colonos. El censo electoral se circunscribió a los residentes en el territorio de manera continua desde el año 1994, aunque no hubiesen nacido en el archipiélago.

Ejerciendo el derecho al voto – Theo Rouby (AFP)

Por un lado, están los canacos, un pueblo autóctono de Nueva Caledonia. Estos son el principal apoyo del sí y suponen un 39% de la población. Culpan a Francia de las enormes desigualdades que sufre el territorio; por ejemplo, los nativos tienen una tasa de paro 20% más alta. Por otro lado, están los europeos (mayoritariamente franceses), que suponen un 27% de la población y son mayoritariamente partidarios de continuar bajo el paraguas de Francia. Creen que, tras la independencia, el país pasaría a estar bajo la influencia de China. Finalmente, el 34% restante está integrado por mestizos e inmigrantes asiáticos de diversas procedencias entre las que destacan países como Vietnam o Indonesia, así como los territorios de ultra mar franceses Tahití y Wallis. Esta enorme diversidad dificulta la existencia de una conciencia nacional clara.

Resultados definitivos del referendum sobre la independencia en Nueva Caledonia (Le Monde)

El voto se encuentra notablemente marcado por la distribución geográfica. El rechazo a la independencia se impuso con más ventaja en el sur del territorio, que es la región más próspera del archipiélago, donde residen la mayor parte de los colonos. En el sur se encuentra la capital del territorio, Nouméa, donde viven 2/3 de sus 270.000 habitantes. Mientras que, en el norte el no obtuvo menos votos, siendo esta la región más pobre, donde residen la mayoría de los canacos.

El territorio, como se explicará a continuación, goza ya de una gran autonomía. Además, tiene representación en el Senado y la Asamblea Nacional: dos senadores y dos diputados, respectivamente.

Cabe destacar que el referéndum se enmarca dentro del proceso de descolonización, amparado por la ONU, que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XX. La ONU estableció que el derecho a la autodeterminación de los pueblos debía culminar con un referéndum en el que la población local pudiese decidir si quería o no formar un Estado independiente. Los últimos ejemplos fueron los referéndums de descolonización llevados a cabo en Comoras (1974) y en Yibuti (1977) por la propia Francia. Actualmente existe una lista de territorios no autónomos (elaborada por la ONU) en la que figuran todos los territorios que todavía están pendientes de descolonización. Nueva Caledonia figura en esta lista junto a otros territorios como el Sáhara Occidental o las Islas Malvinas.

DE COLONIA A COLECTIVIDAD DE ULTRAMAR SUI GENERIS

En 1774 el explorador británico James Cook llegó a la isla y decidió nombrarla Nueva Caledonia (nombre en latín que designaba a la región que actualmente corresponde a Escocia), dado que la costa le recordó a Escocia, donde había nacido su padre.

Posteriormente, en 1853 Francia tomó posesión del archipiélago. Nueva Caledonia fue convertida en cárcel para disidentes y delincuentes comunes por Napoleón III. Allí se enviaron, condenados a trabajos forzosos, a los involucrados en la Comuna de París o en la revuelta de la región de Cabilia, situada en Argelia.

Los canacos fueron paulatinamente desplazados hacia el norte del archipiélago, concentrándolos en reservas, mientras que los colonos y los prisioneros liberados fueron estableciéndose en el resto del territorio, quedándose con las tierras más fértiles. Una vez cumplida la pena, las autoridades daban tierras a los presidiarios, participando entonces en la colonización.

Asimismo, los canacos fueron aplastados en varias tímidas revueltas entre las que destacaron las de los años 1878 y 1917. Entre los años 1850 y 1920 la población canaca además de perder sus tierras vio su población reducida a la mitad. Durante la Segunda Guerra Mundial el territorio fue parte de la Francia Libre liderada por Charles de Gaulle. Entre 1942 y 1945 el territorio albergó una base militar estadounidense y tuvo un papel importante en la Batalla del Mar del Coral (1942) entre los japoneses y los norteamericanos. A partir de 1946 Nueva Caledonia perdió el estatus de colonia y pasó a ser considerado un territorio de ultramar.

Más de 100 años de luchas y protestas por parte de los canacos culminaron en la conocida “crisis de la cueva de Ouvéa” (1988), que puso en jaque a la administración francesa. El FLNKS (Frente de Liberación Nacional Canaco Socialista), guerrilla independentista canaca que nació en 1984, asaltó una gendarmería en Fayaoué matando a cuatro gendarmes y tomando a 27 como rehenes. Tras liberar a 11 de ellos, los independentistas se llevaron al resto a la cueva de Gossanah, situada en la isla de Ouvéa. Los militantes del FLNKS exigían poner fin a los comicios regionales y negociar con un mediador francés un referéndum real de autodeterminación supervisado por Naciones Unidas. Tras 15 días de secuestro, el gobierno francés lanzó la ‘Operación Víctor’ con el objetivo de rescatar a los gendarmes. Se ordenó la intervención de las fuerzas especiales y el Grupo de intervención de la Gendarmería Nacional. Dicha intervención acabó con la vida de 19 canacos y dos gendarmes franceses. Además, hubo acusaciones de ejecuciones sumarias contra algunos independentistas al finalizar la Operación. La crisis se produjo en plena campaña presidencial en la metrópoli, disputada por Jacques Chirac y François Mitterrand.

Militares franceses inspeccionan la entrada a la cueva de Gossanah en Ouvéa el 6 de mayo de 1988 AFP

Mitterrand fue reelegido tres días después de la masacre. Michel Rocard, nuevo primer ministro, reinició las negociaciones entre los lealistas (leales a Francia y contrarios a la independencia) y los independentistas. La posición independentista estaba representada por el líder canaco del FLNKS Jean-Marie Tjibaou, mientras al frente de la representación lealista estaba Jacques Lafleur, descendiente de una adinerada familia de colonos. Unas semanas más tarde se firmaron los Acuerdos de Matignon (1988). Estos concedieron una gran autonomía al territorio, algo bastante poco común en el centralista sistema francés. Además, el texto estableció la promesa de un referéndum de autodeterminación en 1998.

Pese a que Jean Marie Tjibaou fuese asesinado un año más tarde junto a su compañero Yeiwene Yeiwene (ambos del FLNKS), el proceso siguió adelante. En mayo de 1989 ambos fueron disparados, durante un evento conmemorativo de la masacre de Ouvéa, por Djubelly Wéa, que consideraba la firma de los acuerdos una traición. Wéa era miembro del Frente Unido de Liberación Canaca (FULC), un partido independentista más radical que se opuso a los Acuerdos de Matignon. Con la pérdida de Jean Marie Tjibaou, la causa independentista recibió un duro golpe debido a la irreparable pérdida de su carismático líder.

Pasada una década, en el año previsto para el referéndum, se firmó un nuevo pacto. El Acuerdo de Nouméa (1998) profundizó los traspasos de competencias y pospuso la votación para una fecha a precisar entre 2014 y 2018. Concretamente, el Acuerdo preveía el traspaso progresivo de todas las competencias salvo la defensa, la seguridad interna, la justicia, la política exterior y la moneda, que seguirían estando en manos de Paris. Además, el Acuerdo permitió a Nueva Caledonia acceder al estatus de colectividad sui generis de ultramar, reforzándose aún más la autonomía.

EL ORO VERDE

Nueva Caledonia es el más rico de los Departamentos de Ultramar franceses, si bien el coste de la vida es más alto que en la metrópoli. El país vive de las subvenciones del gobierno francés (en torno a 1.200 millones de euros anuales), del turismo y de la explotación del níquel, al que algunos llaman oro verde. El archipiélago posee alrededor de un 25% de las reservas mundiales de níquel, mineral del que están hechas las monedas de uno y dos euros. Además, ha sido clasificado este año como el 5º mayor productor mundial por el International Nickel Study Group (INSG). La minería del níquel supone un 20% del empleo privado. La distribución de los diferentes empleos evidencia la desigualdad territorial y socioeconómica existente. Mientras que las minas se encuentran en el norte del país (de mayoría canaca), la gran mayoría de las fábricas se sitúan en el sur (de mayoría europea). Si bien está situación comenzó a revertirse en los años 90, la desigualdad continúa siendo evidente.

Por tanto, la economía neocaledonia es muy dependiente del níquel y su crecimiento fluctúa según la cotización del mineral. Esta industria representa el 90% de las exportaciones de Nueva Caledonia. Los compradores del mineral son principalmente fabricantes de acero para producir hacer inoxidable; aunque puede que también se convierta en uno de los componentes esenciales para la fabricación de baterías para vehículos eléctricos. El comprador más importante es China, mayor consumidor de níquel del mundo; allí se dirigen un 53,7% del total de las exportaciones (datos del 1º semestre de 2018). Hace tan solo tres años las exportaciones dirigidas a China suponían solo un 30%, siendo este progresivo aumento de la influencia china en la economía neocaledonia el temor de los anti independentistas. Los siguientes compradores más destacados son Corea del Sur (11,1%), Japón (8,3%) y Taiwán (6,3). España se sitúa en el quinto puesto, suponiendo un 3,9% de las exportaciones.

La mina de niquel de Koniambo en Nueva Caledonia – AFP

La Société Le Nickel (SLN), una filial de la multinacional francesa Eramet, ha sido el operador histórico del mineral en el archipiélago. Durante más de 100 años ha explotado las minas de níquel neocaledonias, aunque en la actualidad ya no es la única. En los años 80 nuevas empresas como la brasileña Vale o la anglo-suiza Glencore entraron en el negocio. Esta última explota junto con la Société Minière du Sud Pacifique (SMSP), controlada por independentistas canacos, la mina de Koniambo, una de las más grandes del archipiélago.

La SMSP está controlada por la Provincia Norte de Nueva Caledonia, gobernada desde hace décadas por los partidos independentistas canacos. Estos compraron en 1990 la compañía a Jacques Lafleur, adinerado representante de los lealistas en los Acuerdos de Matignon (1988). El FLNKS condicionó la firma de los Acuerdos a esta operación, que tenía como objetivo romper las desigualdades territoriales existentes e intentar redistribuir los beneficios de la explotación del níquel hacia la Provincia Norte.

Además, el presidente de la Provincia Norte de Nueva Caledonia, Paul Néaoutyine, ha hecho una visita oficial a China en julio de este año. Néaoutyine fue acompañado de los representantes de las compañías SMSP y NMC. Esta visita se produce tras la firma de un acuerdo de asociación a finales de marzo entre SMSP y la compañía metalúrgica china Yangzhou Yichuan. En dicho acuerdo SMSP pasa a ser el accionista mayoritario, con un 51% de las acciones, de una planta metalúrgica situada en la ciudad de Yangzhou (China) con el compromiso de suministrar 600.000 toneladas de mineral al año.

LOS DIFERENTES ACTORES EN EL CONFLICTO

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se mantuvo neutral en el referéndum, si bien el gobierno esperaba poder seguir manteniendo el territorio bajo control. Macron visitó en mayo de este año el archipiélago, donde llevo a cabo un discurso reconociendo los “dolores de la colonización” y ofreciendo mayores derechos a los caledonios. Además, participó en una ceremonia en memoria de los muertos en la masacre de Ouvéa (a manos de gendarmes franceses), siendo la primera vez que un presidente francés se atrevía a poner los pies en dicho lugar.

El presidente de la República en el acto conmemorativo de la masacre en Ouvéa – AFP

Posteriormente, tras la victoria, Macron ha manifestado que “el diálogo es el único camino posible” entre las dos grandes sensibilidades dentro de la isla. Además, manifestó su “orgullo” por la votación que interpretó como “una muestra de confianza en Francia, en su futuro y en sus valores”. Macron ofreció durante la campaña convertir a Nueva Caledonia en un nuevo Estado asociado (al estilo de Puerto Rico) si esta decidía continuar siendo parte de Francia. Esta propuesta ya fue planteada en 1985 y ha sido apoyada por numerosos expertos. Ahora habrá que ver si Macron cumple su promesa, que implicaría aumentar todavía más el grado de autonomía, pero manteniendo al territorio bajo dominio francés.

Mitin electoral del FLNKS apoyando el sí a la independencia – lnc.nc

Si bien los independentistas no han obtenido la victoria, han argumentado que el resultado es “una nueva etapa” hacia la separación del Estado francés, dado la disminución del apoyo unionista en detrimento del apoyo a la independencia. Según el líder independentista Alosio Sako, “el pueblo se ha despertado” y están “a dos palmos de la victoria”. Sako ha puesto como ejemplo los resultados en la capital, feudo anti independentista donde los partidarios de la separación nunca habían superado el 10% de los votos y recientemente han estado a punto de alcanzar el 20%. Según él estos factores dan fuerzas a la causa independentistas para reclamar una nueva votación en dos años, tal y como se acordó en los Acuerdos de Nouméa.

Nouméa (Nueva Caledonia), abril 2015. Manifestantes denuncian la política del gobierno y la posibilidad de la independencia. AFP – FRED PAYET

Por su parte, los lealistas, si bien han admitido que el resultado ha sido menos decisivo de los esperado, han negado el avance de la opción independentista, sosteniendo que el rechazo a la independencia es masivo. Además, los partidarios de continuar siendo parte de Francia esgrimen que, de convertirse en un país independiente, Nueva Caledonia podría seguir los pasos de otros países de Oceanía que, tras su independencia, no han logrado despegar económicamente. Igualmente, argumentan que los independentistas no están explicando a los neocaledonios cómo sustituirán los fondos que Francia cede al territorio cada año.

¿QUÉ DEPARA EL FUTURO?

En el Acuerdo de Nouméa (1998) se pactó que, si el referéndum celebrado en 2018 tenía un resultado negativo, los electores podrían tener dos nuevas oportunidades más para votar. La siguiente votación sería en 2020 y, de salir de nuevo el no, un último referéndum en 2022.

Una futura victoria del sí abriría un lento proceso de transición hacia la independencia y la creación de un nuevo Estado. El FLNKS ha propuesto que el nuevo país se pasase a llamar Nueva Caledonia Canaca y que este adoptase la bandera del FLNKS como bandera nacional. Además, ha sugerido que el futuro nuevo Estado debería nacionalizar la industria del níquel y desmantelar el actual sistema económico que considera una “economía de explotación”. El presidente de la Unión Caledonia, Daniel Goa, ha afirmado que “mientras todavía quede un canaco en pie, él seguirá luchando por su libertad”.

En conclusión, podemos afirmar que el futuro de Nueva Caledonia todavía está en el aire y que, por tanto, no se debe descartar ningún escenario. Los independentistas, como ya han declarado, seguirán intentando ganar adeptos y lucharán por la independencia hasta la última votación. Es previsible que intenten articular un discurso nacional más transversal que logre aglutinar al resto de sectores del pueblo neocaledonio y no solo a los canacos. Por su parte, Francia y los lealistas seguirán desarrollando alternativas a la total independencia del territorio para lograr un encaje en el que la población canaca pueda sentirse más representada y seguirán insistiendo en los beneficios de mantener las relaciones con la metrópoli. Además, habrá que estar atentos en la influencia que pueda tener en el conflicto la profundización de las relaciones con China. En definitiva, lo único que podemos tener claro es que, independiente o no, el futuro de Nueva Caledonia seguirá ligado al oro verde.

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