Portada | Entrevista a Esteban Hernández: “En términos europeos, la izquierda no está”

Entrevista a Esteban Hernández: “En términos europeos, la izquierda no está”

Esteban Hernández (Madrid,1965) periodista y analista político, actualmente escribe en El Confidencial donde analiza la situación socieconómica, además de la política española. Hernández se muestra muy crítico con la izquierda a la que considera que no ha entendido el contexto en el que vive la sociedad actual, de ahí su fracaso. También es autor de varios libros, “El fin de la clase media” (2014), “Nosotros o el caos: así es la derecha que viene” (2015) y el que acaba de publicar “El tiempo pervertido: derecha e izquierda en el siglo XXI”.

Le entrevistamos en Descifrando la Guerra para que nos pueda dar claves del panorama político y socieconómico de hoy, y sobre todo que nos puede esperar en el futuro.

-En el año 1979 Margaret Thatcher se convierte en Primera Ministra de Reino Unido, un año después llega a la presidencia de Estados Unidos Ronald Reagan. Es el punto de partida de un capitalismo desregulado que desemboca en la concentración de la riqueza en cada vez menos manos y por consecuencia en un aumento de la desigualdad. ¿Qué pasó en esos años para que surgiera ese nuevo capitalismo? ¿En qué punto estamos ahora después de pasar esta durísima crisis económica? ¿Este es el inicio de una nueva etapa en el capitalismo?

Se unieron varios factores, que señalaré por encima. El primero, la debilidad creciente de los regímenes comunistas, que estaban perdiendo la guerra fría con EEUU, lo cual permitía mayor margen de maniobra al capitalismo. La segunda, la crisis del petróleo del 73, y la ruptura del crecimiento de los años del Estado de bienestar. Y la tercera una ofensiva neoconservadora que supo aprovechar el malestar social creciente para llegar al poder. Con Thatcher y Reagan se crea una nueva cultura ligada a la competencia, a la liberación de trabas para los individuos con iniciativa y energía, y se rompen los grandes consensos surgidos tras la posguerra. El capital financiero encuentra nuevos caminos para desarrollarse y es entonces cuando empieza a fraguarse lo que se llamaría globalización, completamente ligada al aumento de esta clase de capital. Aquello fue el inicio de una nueva etapa en el capitalismo, y este instante es el inicio de otra nueva fase, diferente de la anterior.

Margaret Thatcher y Ronald Reagan

En esa época se implantó el discurso “Todos somos clase media”, ¿qué implicaciones tuvo?¿Es cierta esta afirmación? ¿Dónde está la clase obrera en todo esto?

Sí, fue cierto, a pesar de que en la estructura social había más clase obrera. Hay que tener en cuenta dos factores, el relacionado con el aumento del nivel de vida generalizado, que significaba que, había un gran parque de vivienda pública que permitía adquirir pisos que se pagan en 5, 10 años con un solo sueldo. Una señora de la limpieza tenía la esperanza fundada de enviar a sus hijos a la universidad y que esa formación les sirviera para tener un empleo que les elevase en la escala social, como ocurría. En España, en los 70, el libro de gasolina no llegaba a los 18 céntimos de euro, y el transporte público en una ciudad como Madrid costaba 9 céntimos un billete de ida y vuelta. La energía estaba barata y los bienes esenciales también. Es decir, eras de clase obrera, pero tu mentalidad era de clase media, había un impulso aspiracional fuerte y un deseo de ascender de clase social, si no en tu persona, en la de tus hijos. Eso conformó un espíritu de la época que trascendía las situaciones materiales existentes. Hoy estamos ante el proceso inverso, en el que buen parte de la clase media está cayendo a niveles materiales de la obrera, si no en su persona en la de sus hijos, y eso está transformando también la forma de pensar.

Viendo el panorama actual (Brexit, ascenso de la extrema derecha, empeoramiento de las condiciones de vida de la sociedad) ¿qué futuro le ves a la Unión Europea? ¿Crees qué podrá sobrevivir la UE tal y como la conocemos? ¿o por el contrario experimentará profundos cambios?

A corto plazo no preveo ninguna ruptura. A medio sí es posible, e incluso por el lado alemán. La UE tiene un doble problema que está interrelacionado. De una parte, su aliado principal, EEUU, con quien ha desempeñado un papel subordinado, pero del que las élites europeas salían beneficiadas, se ha vuelto en su contra y quiere renegociar las condiciones  en términos mucho más favorables para EEUU. Esto es lo que explica la hostilidad de Trump hacia Alemania y la UE y sus continuas declaraciones de que somos un enemigo económico. En esa tarea, una UE débil conviene a Trump, y eso explica la presencia de Bannon en Europa. Hay que recordar que las élites estadounidenses, en especial las ligadas a las finanzas creen que en Europa todavía se vive demasiado bien y que tenemos que hacer esfuerzos a la baja en nuestro nivel de vida para ser competitivos en la economía.

El antiguo asesor de Donald Trump, Steve Bannon / Fuente: The Independent

Por otra parte, existe un debilidad interior porque buena parte de la población europea ha salido perjudicada del proceso de la globalización, y más especialmente tras la crisis, y todavía más en lo que se refiere a los países del sur. Una sociedad poco cohesionada siempre deja sentir sus tensiones internas, y en la UE estas se han manifestado, de momento, en formas de populismos de derecha y de extremas derechas que quieren recuperar soberanía nacional. 

Esas debilidades internas y externas acaban uniéndose, y dejan un panorama bastante dudoso. La UE no es una potencia militar, tampoco lo es en política exterior, está demasiado fragmentada en lo que se refiere a la cohesión entre países, y las desigualdades dentro de estos se multiplican. La UE es un gigante débil. En estas circunstancias lo primero que debería hacerse es tapar la debilidad interna mediante medidas que posibilitasen la cohesión, pero las élites europeas se niegan sistemáticamente, lo cual reproducirá las tensiones. No, la UE no tiene buena pinta.

Al hilo del crecimiento de estos movimientos de derecha nacional populista ¿por qué sus ideas calan en las sociedades actuales? ¿acaso su programa no es perjudicial para sus propios votantes?

Es complicado de explicar, porque hay diferentes factores que influyen, pero como línea general cabe decir que las derechas han leído mejor la situación de hartazgo y desesperanza, así como de la pérdida de legitimidad de las instituciones, y eso les ha permitido proponer una salida por la vía nacional que da esperanza a muchos perdedores de la globalización.

-¿Dónde está la izquierda en todo esto? ¿qué tiene que hacer la izquierda para conectar con la sociedad y volver al centro del tablero?

En términos europeos, la izquierda no está. La socialdemócrata se halla en sus horas más bajas y otras opciones no parecen ser tenidas en cuenta. Tsipras no es de izquierdas, hay una opción de contención en Portugal, aquí tenemos un gobierno, el de Sánchez, que tiende a centrarse más que a ir hacia la izquierda, y Melenchon tampoco es una opción de gobierno. Queda Corbyn, pero poco más, y ya no está en la UE. De modo que podemos certificar su conversión en una fuerza poco relevante electoralmente. En cuanto a lo que puede hacer, debería ser un buen momento para recobrarse, porque las tensiones materiales van a estar muy presentes en los próximos años y esa es una línea que debería aprovechar. Pero para eso debería conocer bien la sociedad en la que se desenvuelve, saber cuáles son los temores, deseos y aspiraciones de sus posibles votantes, y a partir de ese conocimiento, tejer iniciativas apoyadas tanto en aspectos materiales como en los culturales. Porque creo que ni con unos ni con otros, ni con la forma en que se interrelacionan, están acertando. Eso, como dices, lleva a la paradoja de que parte de la clase obrera y buena parte de la clase media estén votando a opciones políticas que les perjudican en lo material.

El Líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn/ Fuente: CNN

-Más que buenas medidas tú siempre has argumentado que lo que necesita la izquierda es tener una perspectiva de la correlación de fuerza ahora mismo ¿nos podrías extender esta idea?

Para ser fuerte electoralmente necesitas tener base social y un discurso muy potente. Ambas cosas. Si tienes el discurso pero no tienes fuerza real, no podrás transformar nada. La izquierda necesita reconstruirse a pie de tierra y por arriba. Porque si no, puedes tener grandes ideas, en el caso de que existieran, y no podrían llevarse a la práctica. Para ser fuerte fuera, necesitas ser fuerte dentro.

-Te quería preguntar sobre movimientos sociales como el Mayo del 68 y el 15M, cuando se produjeron abrieron una ventana de esperanza para parte de la sociedad, pero  al final desembocaron en una ola reaccionaria ¿cómo es posible esto?

Son momentos distintos. El primero se desarrolla poco antes de la reacción conservadora de los 70, y desde luego impregnó la época con sus ideas. El mayo del 68, así como la contracultura americana, cambiaron muchas cosas, pero en lo cultural, y buena parte de sus ideas reaparecieron con otra pátina en muchas formas de estructuras empresariales, de organización del trabajo y de costumbres sociales, pero eran también utilizadas para transformar la sociedad en términos más favorables al capitalismo financiero. El 15 M fue otra cosa, menos profunda, más espectacular, menos densa. Y dio lugar a pocas cosas. En España ha sido Podemos su expresión, y ya hemos visto su fracaso. Y fuera a casi nada. Incluso en EEUU, con aquello de Wall Street, no tuvo traducción política en forma de partidos. Las mayores esperanzas de la izquierda son Sanders y Warren, y ninguno tiene nada que ver con el 15 M, como tampoco Corbyn. La continuación del 15 M fue parte de esa lectura social errónea que los activistas realizaron, y que creyeron que la sociedad era como ellos simplemente porque ellos encabezaron el movimiento. Las tensiones que había de fondo, y los deseos de las poblaciones no eran más horizontalidad y más democracia, y esos errores los estamos pagando ahora.

La Puerta del Sol de Madrid durante el 15M / Fuente: El Español

-¿Qué opinión te merece el fenómeno de los chalecos amarillos? ¿Es una respuesta a las políticas neoliberales y de austeridad propulsadas desde Bruselas o por el contrario forma parte de esta ola reaccionaria?

No conozco bien el movimiento, pero por lo que sé, tiene aspectos de los dos elementos que citas, por contradictorio que pueda parecer, y además tiene un componente de gente no politizada a través de partidos ni de sindicatos. Es un movimiento amplio que todavía no se ha expresado políticamente de forma unitaria, pero que responde a aspectos claros de las tensiones que nos atraviesan, con esa contraposición entre mundo rural y urbano, de autónomos, trabajadores y pequeños empresarios hartos de pagar siempre los platos rotos, de clases medias en declive y de clase trabajadora perdedora, que me parece lógico y sano que salga.

– Y por último, una pregunta sobre geopolítica. Vivimos actualmente en un orden mundial multipolar ¿en qué puede beneficiar a la izquierda este nuevo momento actual? ¿la multipolaridad debilita  la posición europea y en definitiva nos perjudica directamente? En relación con el apoyo que da la izquierda a Rusia o a China en ocasiones ¿no es verdad que esa posición en definitiva es perjudicial para nuestros intereses?

En principio, la recomposición geopolítica no beneficia en nada a la izquierda. La perjudica, porque recompone en términos nacionales y de bloques lo que antes era una cuestión social e ideológica. Ni Rusia ni China proponen una ideología alternativa al capitalismo estadounidense, ni tampoco la quieren generar, simplemente son otra fuerza más y diferente que encontrará aliados y prescindirá de ellos según les convenga. En ese sentido, todo gira hacia regímenes más autoritarios, también en Europa, para hacer frente a los enemigos exteriores. Eso es EEUU con Trump, cuya prioridad es la guerra con China, eso es Rusia y China, pero eso son también Brasil, Argentina o la Venezuela de Maduro, que ha taponado la democracia para cerrar filas y resistir al enemigo. Es por tanto un elemento imprescindible de la izquierda conocer cual es el nuevo mapa geopolítico para introducir en un contexto que no le favorece ideas de su tradición y no convertir la guerra de clases en una guerra de naciones, como ha ocurrido en otros momentos de la historia, y no para bien.

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