Al este de las montañas del Cáucaso, en la costa occidental del Mar Caspio, se encuentra la república del Daguestán, una de las regiones más heterogéneas, pobres e inhóspitas de todo el territorio ruso. Marcada por los sucesivos conflictos regionales y la expansión del integrismo religioso, la república del Daguestán se enfrenta en la actualidad a dos problemas fundamentales: por un lado, la situación de pobreza e inestabilidad que atraviesa la región desde la caída de la URSS a principios de la década de los 90; y, por otro, el creciente malestar entre la población local ante la nueva política de reclutamiento forzoso decretada por el ejecutivo de Vladimir Putin el pasado mes de septiembre.
Las sucesivas manifestaciones que tendrían lugar en el Daguestán en respuesta a dicha medida abren el interrogante de hasta qué punto puede dicho descontento reavivar el radicalismo islámico en la región, la cual se habría visto castigada por la fuerte presencia de grupos yihadistas en los últimos años en su territorio. Con este telón de fondo, factores como la aplicación de sanciones internacionales contra Rusia, la falta de recursos estatales, o el estancamiento del conflicto en Ucrania son sólo algunas de las posibles causas que podrían enardecer los ánimos islamistas en la región, alimentando con ello el esparcimiento del terrorismo yihadista en todo el Cáucaso Norte.
La República del Daguestán: evolución histórica y contexto post-soviético
Con una superficie similar a la de Costa Rica y una población inferior a la de Bosnia-Herzegovina, la república del Daguestán, en la costa occidental del Mar Caspio, constituye uno de los 85 sujetos o entidades territoriales del mapa político de Rusia.
El término Daguestán, que nace como mezcla del lexema túrquico dag (‘montaña’) y del sufijo persa -stan (‘tierra’, ‘país’), alude a una de las más de 20 repúblicas que vertebran la estructura federal rusa. Su capital, Majachkalá, se erige como uno de los principales núcleos económicos y estratégicos de la región, además de representar un destacamento clave para las maniobras militares del Kremlin en el Mar Caspio.
De población mayoritariamente musulmana, el Daguestán no formaría parte oficial de Rusia hasta bien entrado el siglo XIX, cuando fuerzas imperiales rusas se hiciesen con parte del control de su territorio hacia el año 1820. En 1844 se fundaría la primera capital de la región, Petróvskoye, que daría lugar posterior a la actual Majachkalá.
Desde entonces, la república del Daguestán se ha encontrado políticamente sometida al control de Moscú, formando ésta ya parte de la entonces conocida como República Autónoma Socialista Soviética del Daguestán desde 1921. Con la caída definitiva de la URSS setenta años más tarde, los movimientos secesionistas en el Daguestán y la vecina Chechenia no tardarían en sucederse, alcanzando su máxima expresión con la declaración unilateral de independencia chechena en noviembre de 1991.
Dicha declaración supondría el origen de la primera guerra ruso-chechena en el año 1994, momento en que el ejecutivo de Boris Yeltsin decidiese atacar territorio checheno con el fin de “restaurar el orden constitucional” en la zona. Como resultado de esta intervención, numerosos combatientes muyahidines liderados por el ‘emir’ Ibn al-Khattab vendrían a luchar junto a sus hermanos musulmanes en Chechenia, asentándose en la región de forma indefinida hasta el fin provisional del conflicto en el año 1996.
Pese a la entrada de combatientes yihadistas en la región durante los años de conflicto, es importante señalar el carácter esencialmente laico de la lucha secesionista en el Cáucaso, al menos durante ese período. Ambas regiones, Chechenia y Daguestán, poseen lazos culturales, religiosos e históricos muy fuertes, compartiendo éstas además su pasado convulso bajo el régimen soviético y la influencia del fundamentalismo islámico en la zona. Bajo esta premisa, sería un año antes de la declaración de independencia chechena cuando uno de los principales líderes del Partido del Renacimiento Islámico de Tayikistán o IPR, Ahmed-Kadi Akhtaev, se asentase en la república del Daguestán en el año 1990.
El objetivo prioritario de Akhtaev no será otro que la fundación de una institución coránica en el Daguestán conocida como Islamia. La creación de esta institución supondrá la primera toma de contacto del denominado movimiento wahhabista con la cultura y sociedad daguestaníes, permeando así entre la población local desde entonces.
De acuerdo con algunos autores, la rápida expansión del integrismo islámico en el Daguestán tendría su razón de ser en dos factores: por un lado, el empobrecimiento de la sociedad rural daguestaní tras la caída de la URSS, la cual hallaría respaldo ideológico y espiritual en este movimiento; y, por otro, el rechazo de la población local a los nuevos valores occidentales, introducidos por el gobierno ruso durante la Perestroika.
Con el fin temporal de la guerra de Chechenia en 1996, se celebrarían nuevas elecciones en la región en octubre de ese mismo año, resultando en la elección del líder militar Aslán Masjádov como nuevo presidente. De carácter moderado, Masjádov procurará, al menos en sus inicios, la secularización de la república y el fin del terrorismo en Chechenia. No obstante, factores como el creciente arraigo del wahhabismo en la región o la invasión del Daguestán por parte de insurgentes yihadistas chechenos en agosto de 1999, supondrán la lenta caída de éste, convirtiéndole en enemigo público del Estado hasta su muerte a manos del ejército ruso en el año 2005.
La rápida respuesta del Kremlin a la invasión yihadista del Daguestán no acabaría sin embargo con el germen del islamismo en el Cáucaso, permaneciendo éste activo de forma intermitente hasta nuestros días.
Influencia del wahhabismo en el Daguestán: origen de la insurgencia yihadista
Como hemos mencionado anteriormente, la doctrina wahhabista sería introducida en las distintas repúblicas del Cáucaso Norte a principios de la década de los 90, por medio de la infiltración de células islamistas financiadas activamente por organizaciones del Golfo Pérsico. Uno de los principales artífices en la expansión de esta doctrina será Bagautdin Kebedov, fundador de la denominada Asociación Islámica de Daguestán, cuyo principal objetivo será la divulgación del wahhabismo y la secesión daguestaní de la recién formada Federación Rusa.
Entre los meses de agosto de 1996 y septiembre de 1999, numerosos episodios de violencia tendrán lugar entre musulmanes ‘moderados’ y wahhabíes dentro de la población daguestaní, propiciando así la llegada de combatientes yihadistas chechenos a Daguestán en agosto de 1999. La invasión, liderada por una coalición de yihadistas chechenos y daguestaníes de la zona, llegaría pronto a su fin gracias a la rápida acción de la contraofensiva militar rusa, las desavenencias internas entre grupos y al decisivo rechazo de la población daguestaní a la presencia de yihadistas en su territorio. Todo ello supondría la caída de la autodenominada República Islámica Independiente del Daguestán, así como la prohibición definitiva del wahhabismo en septiembre de 1999.
Pese al relativo éxito de Moscú en su intento por acabar con el fundamentalismo islámico en el Cáucaso, la llegada del nuevo siglo iba a traer consigo una serie de ataques terroristas perpetrados en distintas partes de Rusia, tal y cómo sucedería con la crisis de los rehenes del teatro Dubrovka de Moscú en el año 2002 o el sitio a la escuela de Beslán en el año 2004. El trauma causado por estos ataques, junto a la muerte del presidente Masjádov a manos de fuerzas militares rusas en marzo de 2005, terminaría por solidificar las bases de esta insurgencia, dando paso así a la instauración del Emirato Islámico del Cáucaso en el año 2007.
El 31 de octubre de 2007, el entonces presidente de la autoproclamada República Chechena de Ichkeria, Doku Umárov, anunciaría en un comunicado oficial a una agencia de noticias independentista chechena, la abolición de la República y la proclamación de un Emirato islámico en el Cáucaso. Con la instauración oficial de éste como nuevo emir, la insurgencia independentista chechena pasaría a adoptar un carácter esencialmente religioso, alejado así de la tradicional lucha laico-nacionalista. Una de las principales notas de este movimiento será su evidente vocación pancaucásica, al buscar integrar hasta cinco provincias o vilayats distintos como parte integral de su territorio.
Entre sus ideales principales, el Emirato perseguirá la expulsión definitiva de Rusia del Cáucaso así como la aplicación estricta de la sharia, convirtiendo al Cáucaso en un Estado islámico independiente de facto dentro de sus fronteras.
Pese al triunfo inicial del Emirato sobre el Estado ruso, será en los años posteriores a la creación de éste cuando se produzcan dos hechos decisivos para el desarrollo del mismo: el recrudecimiento del conflicto en Iraq con motivo de la lucha contra Estado Islámico, y el estallido de la guerra en Siria. Ambos conflictos, que coparán la atención de los principales medios internacionales, provocarán la movilización de miles de combatientes yihadistas hacia tierras de Oriente Próximo, debilitando así la composición y estructura interna del Emirato durante los años de conflicto.
Como consecuencia de este éxodo masivo de fuerza local, Umárov y los suyos perderán capacidad de atracción de nuevas fuentes de financiación yihadista, convirtiéndose así en “causa periférica de la yihad global” hacia el año 2015.
No obstante, no será hasta los meses previos a la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi en el año 2014, cuando el gobierno ruso emprendiese una nueva cruzada decisiva contra los diferentes grupúsculos yihadistas esparcidos en la región, dando como resultado la práctica disolución del Emirato del Cáucaso al año siguiente.
De acuerdo con algunas estimaciones, entre 2.200 y 2.400 mercenarios rusos procedentes del Cáucaso se enrolarían en los conflictos de Iraq y Siria entre los años 2011 y 2015, aumentando este número hasta los 10.000 en el caso de Turquía en ese mismo período. El contacto de estos mercenarios con organizaciones terroristas como Al-Qaeda o Estado Islámico (ISIS) contribuiría a la progresiva inmersión de estos grupos en sus lugares de origen. Será con ayuda de éstos además cómo dichas organizaciones logren tender sus redes de captación en el Cáucaso, consiguiendo así la atracción de jóvenes locales para la causa terrorista.
Situación política actual y reporte de yihadismo en el Cáucaso
En los últimos meses, el Daguestán ha vuelto a atraer la atención de los principales medios internacionales tras las recientes protestas organizadas contra la movilización parcial obligatoria decretada por el ejecutivo de Vladimir Putin en todo el país. Como respuesta a dicha medida, alrededor de un centenar de personas serían detenidas en la capital daguestaní, Majachkalá, el pasado mes de septiembre. La república de Daguestán constituye actualmente la región rusa más afectada por la guerra de Ucrania en términos relativos, al erigirse ésta como la primera en número de fallecidos en combate tras los primeros meses de conflicto.
Además, la nueva llamada a filas por parte de Rusia habria desatado un nuevo foco de críticas e inestabilidad entre las distintas sociedades del Cáucaso Norte, las cuales se sentirían maltratadas por el gobierno central en su constante nutrir de efectivos al ejército ruso. Igualmente existiría entre la población local un descontento generalizado en relación a las deficitarias políticas del Kremlin sobre la región, siendo en este sentido las repúblicas de Daguestán y Chechenia las más afectadas por el conflicto de Ucrania dentro de su economía. Según un informe de The Borgen Project, las altas tasas de pobreza y de desempleo, junto a la falta de desarrollo de la región, habrían hecho del Daguestán un “campo de cultivo” ideal para la proliferación de jóvenes yihadistas en los últimos años en la zona.
Por otro lado, según un reciente informe publicado por Human Rights Watch, la guerra de Ucrania habría ocasionado una grave ola de represión política en toda Rusia, especialmente dirigida contra periodistas, miembros de la oposición y activistas civiles, y cuyo objetivo primordial será silenciar cualquier tipo de subversión política contra el Estado. Tal situación se habría producido de forma semejante en la república de Chechenia, donde su excéntrico líder y mano derecha de Putin, Ramzan Kadyrov, habría cometido numerosas violaciones de derechos humanos en los últimos años con el fin de contener a la guerrilla yihadista y acallar así a la disidencia de la República.
A día de hoy, Kadyrov representa uno de los principales apoyos políticos y militares de Putin en la guerra de Ucrania, tal y cómo se traduce del envio de tropas de élite chechenas – los denominados ‘kadyrovtsy’ – a territorio ucraniano el pasado mes de marzo. A cambio, el mandatario checheno se estaría beneficiando de concesiones del gobierno de Moscú para perpetuarse en el poder político y conseguir así el control militar sobre la insurgencia islamista en Chechenia.
En lo que atañe a la república de Daguestán, ésta continuará siendo una región muy inestable y expuesta a los distintos vaivenes geopolíticos ocurridos en la región. En este sentido, de acuerdo con la agencia de noticias Caucasian Knot, la región del Daguestán habría liderado el ranking de ataques terroristas ocurridos en Rusia entre enero y octubre del año pasado, superando así a otras regiones como Chechenia, Moscú e Ingusetia, amenazadas también por el terror yihadista.
En un comunicado emitido el pasado 13 de febrero, la embajada estadounidense en Moscú alertaba a sus ciudadanos de viajar o permanecer en territorio ruso, aduciendo entre otros motivos la presencia de “grupos terroristas locales y transnacionales” junto a “individuos de ideología extremista” que pudieran atentar en su territorio. Por su parte, el ejecutivo de Moscú reconocería el pasado mes de diciembre la existencia de hasta 120 crímenes de inspiración terrorista en el año 2022, de los cuales 64 se traducirían en ataques, según fuentes oficiales del gobierno ruso.
Finalmente, aspectos como la falta de escuelas de instrucción coránica en la región, junto a la demanda de más recursos estatales destinados a financiar la educación islámica en la zona, estarían alimentando las dormidas aspiraciones de grupos yihadistas en el Cáucaso, constituyendo ésta una de las principales causas de preocupación interna para la estrategia política de Rusia.
El terrorismo yihadista, una amenaza latente en el Cáucaso
La región del Cáucaso Norte, y por extensión la república del Daguestán, continúan albergando en la actualidad problemas de inseguridad y amenaza terrorista en buena parte de su territorio. Tal situación de inseguridad se deberá en buena medida a una miríada de motivos que se remontarán a tiempos anteriores a la caída de la URSS y a la posterior primera guerra ruso-chechena de 1994. Así, factores como el empobrecimiento crónico de la región, la falta de recursos, o la continua sensación de conflicto entre la población local, constituyen sólo algunas de las principales causas que habrían permitido el florecimiento de la ideología yihadista en un territorio tradicionalmente muy inestable.
Con una población de más de 18 millones de personas, la región del Cáucaso Norte concentra en la actualidad a la mayor parte de la población musulmana de Rusia, una cifra que continúa aumentando de forma incesante hasta nuestros días. En este contexto, el estallido de la guerra en Ucrania, y más concretamente la nueva medida de reclutamiento forzoso habrían reavivado la chispa del yihadismo en la región, derivando esto en una mayor opresión por parte del ejecutivo ruso, así como en nuevos ataques según los últimos índices de actividad terrorista en la zona. Todo ello, aunado a un creciente deseo entre su población de vivir bajo la ley islámica, habrían convertido al Daguestán en un campo de cultivo perfecto para la proliferación del yihadismo en Rusia, en lo que podría catalogarse como el nuevo renacer del fundamentalismo islámico en el Cáucaso.
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