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Disputa por el Esequibo (I): Raíces históricas del reclamo entre Venezuela y Guyana

La región del Esequibo es un territorio en disputa desde la descolonización entre Venezuela y el Imperio Británico, posteriormente Guyana.

Primera parte – Segunda parte

Por Néstor Prieto y Alejandro López

La región del Esequibo, o Guayana Esequiba, abarca más de 159.000km2 de tierra al oeste del río Esequibo, un territorio mayoritariamente selvático que goza de 435km de costa bañada por el mar Caribe al norte. Aunque es administrada por la República Cooperativa de Guyana desde su independencia -antes lo fue por el Imperio británico- es un territorio reclamado por Venezuela desde el s. XIX y uno de los últimos enclaves, el mayor en tamaño, cuya soberanía aún se encuentra en disputa, en el continente latinoamericano.

El Esequibo representa dos tercios del territorio total de Guyana, y alberga a poco más de 280.000 habitantes de los menos de 800.000 que forman el pequeño país sudamericano, una tercera parte de su población. Venezuela, por su parte, considera como propia la región desde su independencia.

Retrospectiva histórica

Origen colonial del conflicto

La disputa del Esequibo hunde sus raíces en la época colonial, momento al que debemos retrotraernos para comprender los orígenes del conflicto. La región del Esequibo fue explorada por primera vez en 1499 por navegantes españoles. La llegada a este territorio se enmarca dentro de la política de expansión española tras el descubrimiento “del nuevo mundo” por parte de Cristóbal Colón en 1492.

El río que da nombre a la región se debe precisamente al conquistador sevillano Juan de Esquivel, uno de los primeros en explorar la zona, lo que le valió para que el río quedase bautizado con su apellido, Esquivel. Finalmente, la pronunciación de indígenas y europeos terminó dando paso a “Esequibo”, nombre que aún conserva.

La presencia española en la zona fue sustancialmente menor que en otras partes del continente, donde la existencia de reservas minerales llevó a la metrópoli a ejercer una política activa para asentar su dominio y hacer una eficaz explotación de los recursos naturales. De esta forma, no se encontrarán grandes asentamientos coloniales en la región del Esequibo en los primeros siglos tras la llegada española a América. Los historiadores coinciden en señalar que en la primera mitad del s. XVII comenzarán a desarrollarse plantaciones de yuca y otros cultivos aunque, como mencionaba anteriormente, no podemos hablar de una presencia estructurada del Imperio español.

Paralelamente Países Bajos, motivada por el potencial comercial que ofrecía la región, se asentará en varios puntos de la costa caribeña al este del río Esequibo, fundando ciudades que posteriormente se convertirían en colonias estables neerlandesas, caso de las principales ciudades de Guyana y Surinam. Pero los holandeses no limitaron su presencia a este territorio y comenzaron a atacar posiciones españolas al oeste del río Esequibo (1623), consiguiendo en varias ocasiones establecer control efectivo sobre el territorio y explotarlo económicamente.

Las tensiones entre España y Países Bajos se resolvieron con el Tratado de Münster, parte de la paz de Westfalia; ello supuso el fin de la guerra entre ambos y el reconocimiento tácito de las respectivas posesiones españoles y neerlandesas, cuya frontera sería el río Esequibo. Al este del río se encontraba la Guayana Neerlandesa, que ocupaba parte de la actual República Cooperativa de Guyana y la totalidad del actual Estado de Surinam.

En 1777, el Imperio español creará la Capitanía General de Venezuela como entidad territorial. Se trataba de una reorganización de su territorio colonial. La Capitanía incluía como propio la Guyana Esequiba y estableció como frontera oriental entre las colonias españolas y neerlandesas el río Esequibo desde su nacimiento hasta su desembocadura en el océano Atlántico.

Esta división se recogió en varios mapas y escritos. En 1779, el Intendente General de la Capitanía General se refirió a la frontera con el dominio holandés de la siguiente forma:

“Los límites de la dicha Provincia de Guayana que da principio por la parte oriental de ella a barlovento del desemboque en el mar del río Orinoco, en el confín de la Colonia Holandesa de Esequibo.”

No obstante, pese a reconocerse nominalmente el control por parte de la Capitanía General de Venezuela del Esequibo, lo cierto es que no existía un dominio eficaz sobre el conjunto del territorio. No se había descubierto ningún tipo de metal precioso en la zona y lo frondoso e inhóspito de su selva hizo que el decadente imperio español no estableciese en la zona una gran presencia.

Entre finales del XVII e inicios del XIX, Reino Unido pondría en práctica una política expansionista hacia las posesiones neerlandesas y españolas en la región. En el caso español, los ataques británicos llegarían incluso a ocupar parte de lo que hoy es la República de Venezuela; no obstante, el Tratado de Amiens de 1802 devolverá esos territorios continentales a España, no así la Isla de Trinidad, la cual quedará bajo dominio británico.

Por su parte, la agresiva política expansionista británica contra Países Bajos culminó con el Tratado de Londres de 1814, donde los neerlandeses ceden sus dominios a Reino Unido, convirtiéndose estos en la Guyana Británica.

La independencia de Venezuela y el inicio de la disputa

En 1810 comenzará la Guerra de la Independencia de Venezuela liderada por Simón Bolívar contra la metrópoli española. En 1819 tiene lugar el Congreso de Angostura, donde el movimiento independentista proclama la creación de la Gran Colombia, cuyas fronteras quedaban definidas en Art. 2 de la Ley fundamental de la República:

“Su territorio será el que comprendían la antigua Capitanía General de Venezuela y el Virreinato del Nuevo Reino de Granada, abrazando una extensión de 115 mil leguas cuadradas, cuyos términos precisos se fijarán en mejores circunstancias…”.

Representación de la batalla de Carabobo de 1821. Una victoria decisiva de las fuerzas de Bolívar para lograr la independencia de la Gran Colombia. Cuadro de Martín de Tovar y Tovar (1887).

Por tanto, desde el nacimiento mismo de Venezuela como país se reivindicará como propio el territorio hasta entonces controlado por España, incluyendo la Guayana Esequiba al oeste del río. La pretensión venezolana descansa sobre el principio jurídico del Uti possidetis iuris, “como poseéis de acuerdo al derecho, así poseeréis”; que exige que los territorios descolonizados asuman íntegramente las fronteras que controlaba la metrópoli, evitando así guerras o conflictos entre los nuevos Estados nacientes.

Este principio ha sido aplicado desde el s.XIX de manera importante en los procesos de independencia de las nuevas naciones latinoamericanas, y posteriormente en las del continente africano. La Corte Internacional de Justicia ratificó este extremo en el conflicto fronterizo entre Burkina Faso y Malí.

[Uti possidetis] es un principio general, que está lógicamente relacionado con el fenómeno de la obtención de la independencia, dondequiera que ocurra. Su objetivo evidente es el de evitar que la independencia y la estabilidad de los nuevos estados esté en peligro por luchas fratricidas provocadas por el cambio de fronteras tras la retirada de la potencia administradora.

No obstante, como hacíamos referencia más arriba, el territorio Esequibo era de iure perteneciente a la corona española –pues así lo recogían las normas y mapas publicados por la metrópoli-, pero no existía un control de facto eficaz sobre el mismo, algo con lo que toparían las fuerzas independentistas de Bolívar.

Este hecho fue aprovechado por Reino Unido, quien comenzó a realizar incursiones al oeste del Río Esequibo, asentándose colonos británicos en el territorio de la Guayana Esequiba al no encontrar en la zona un Estado sólido que lo impidiese. La política expansionista británica no se dio solo aquí, sino que coincide con la ocupación de las Malvinas a Argentina.

Ante este escenario, el libertador Simón Bolívar, ordenó en 1822 a su Ministro en Londres, José Rafael Revenga, presentar una denuncia oficial a las autoridades británicas, en los siguientes términos:

“Los colonos de Demerara y Berbice tienen usurpada una gran porción de tierra que según los últimos tratados entre España y Holanda nos pertenecen de este lado del Río Esequibo. (…) que dichos colonos se pongan bajo jurisdicción y obediencia de nuestras leyes o se retiren a sus antiguas posesiones”.

La protesta cayó en saco en roto y Reino Unido mantuvo su presencia al oeste del río Esequibo. Contradictoriamente, Reino Unido reconocerá en 1825 a la Gran Colombia como Estado soberano. En 1830 Venezuela se separa de la Gran Colombia y recoge sus fronteras en la Constitución, definidas como las que conformaban la antigua Capitanía General de Venezuela, lo que incluía de iure –ya que la presencia británica no desapareció- el Esequibo. Reino Unido reconoce también la independencia de esta república.

Hasta ese momento, aunque Reino Unido tenía presencia en la Guayana Esequiba, nunca había reivindicado formalmente como parte de su dominio este territorio. No obstante, el conflicto territorial se oficializaría en 1835, cuando Reino Unido encarga al naturalista prusiano Robert Schomburgk la exploración del territorio y la elaboración de una línea fronteriza. Los resultados del especialista se denominarán “Línea Shomburgk” y serían utilizados por el Imperio británico para reclamar el territorio.

En 1835 Schomburgk comunicó una primera línea que incluía como demarcación el Río Moroca, es decir, tomaba 4,290 km2 del territorio Esequibo. No obstante, Schomburgk continuó realizando exploraciones y ofreciendo al Reino Unido datos para redefinir su frontera colonial. En 1840 se publicaría una nueva Línea Schomburgk que esta vez incluía más de 141.000 km2 que los británicos reivindicaron como propios.

En total se elaborarían varios mapas donde Reino Unido fue ampliando progresivamente su control sobre el Esequibo, llegando a incluso a reclamar en la última de las versiones parte del territorio actualmente controlado por Venezuela.

Evolución de las pretensiones británicas en el Esequibo. En total se trazaron hasta cinco “líneas Shomburgk”. Mapa elaborado por Néstor Prieto.

El gobierno venezolano atravesará durante toda la segunda mitad del s. XIX, e incluso principios del s.XX,  un periodo de gran debilidad política. La profunda inestabilidad social y económica, que alternaba periodos más o menos estables con otros de crisis total, tuvo también su reflejo en una diplomacia vacilante e intermitente. De esta forma, Venezuela en 1840 se mostró dispuesta a renunciar a fijar la frontera en el río Esequibo y reconocer los asentamientos británicos del Pumarón y Moroco; y propuso una negociación a Reino Unido que finalmente nunca se celebró.

Conforme avanzó el siglo, Reino Unido fue asentándose en los territorios que reivindicaba como propios, aunque hubo periodos de coexistencia que frenaron la expansión de los británicos. Con la reclamación de 1887, donde se incluían poblaciones bajo control histórico  español y venezolano, el gobierno de Venezuela decidió romper relaciones diplomáticas.

El laudo arbitral de París y la titubeante diplomacia venezolana del s.XX

En este contexto y ante la escalada de tensión, surge la figura mediadora de EEUU, potencia emergente y antigua colonia británica a la que recurre Venezuela esperando recibir ayuda para desatascar el conflicto territorial.

En 1895 Estados Unidos se ofrece como mediador en el conflicto, lo que terminará desembocando en el Laudo Arbitral de París de 1899. No obstante, las presiones británicas para concurrir al proceso obligaron a Venezuela a no representar directamente sus intereses y estar representados en el proceso por norteamericanos, algo que los venezolanos aceptaron. El jurado del Laudo quedaría por tanto conformado por dos representantes británicos, dos estadounidenses (en representación de Venezuela) y un juez imparcial ruso.

Fotografía de los representantes del Tribunal que dirimió el Laudo Arbitral de París sobre la soberanía del territorio Esequibo. 1899.

Entre junio y octubre de 1899 se reunió el Tribunal Arbitral, que alcanzó un acuerdo por unanimidad por el que se trazaba como línea limítrofe las actuales fronteras, donde Venezuela apenas mantendrá un 10% de lo que se denomina la región del Esequibo, quedando bajo su dominio solamente los territorios más occidentales que reclamaba Reino Unido según la última Línea Shomburgk. Por el contrario, el fallo del Laudo otorgó a Reino Unido 159.000km2 de territorio al oeste del río Esequibo.

El fallo generó la reacción de otros países, como Brasil y Países Bajos, quienes consideraron que la decisión excedía su margen de acción al pronunciarse sobre la navegación de ríos, una competencia que afectaba a estos terceros países y sobre la que no podía pronunciarse el Laudo. También varias autoridades políticas y juristas alertaron sobre lo excesivo del fallo. Venezuela se quejó formalmente, aunque finalmente asumió el resultado y colaboró en la demarcación de la nueva frontera. En este momento el país seguía caracterizado por la inestabilidad arriba mencionada.

El conflicto permaneció hibernado durante décadas. Conforme el Estado venezolano ganó robustez y estabilidad, comenzó a cuestionar el resultado del Laudo en distintas instancias internacionales, aunque no llegó a desconocer el resultado.

La situación cambiaría radicalmente en 1949, ya que uno de los cuatro Consejeros norteamericanos que representó a Venezuela en el laudo arbitral de París de 1899, el abogado Severo Mallet-Prevost, hizo publicar a título póstumo un Memorándum donde se ponían de manifiesto un gran número de irregularidades en el proceso –desde presiones, actitud parcial del juez ruso, negociaciones paralelas, etc-, lo que a su juicio viciaba el resultado del Laudo.

Esta noticia permitió a Venezuela retomar su reivindicación territorial e impugnar el resultado del Laudo Arbitral de París de 1899. Tras recabar información comenzó una campaña para reabrir legalmente su pretensión.

No obstante, la posición diplomática venezolana fue contradictoria y sufrió importantes bandazos en estos años. Hasta la aparición del Memorándum la reivindicación había cesado ante instancias internacionales, Reino Unido había seguido ejerciendo soberanía sobre el territorio y Venezuela había incluso abierto un consulado en territorio Esequibo. Este último hecho, llevado a cabo por el gobierno militar de Marco Pérez Jiménez en 1957, sería posteriormente oficializado por el siguiente presidente del país, Romulo Betancourt. Pese a que finalmente dicho Consulado tuvo una vida muy corta, la creación del mismo generó importantes consecuencias jurídicas en el conflicto, pues establecer una misión diplomática en un territorio -representación de un país ante otro-, supone presumir la soberanía sobre dicho territorio del Estado en cuestión.

Acuerdo de Ginebra: la reactivación de la disputa

Pese a todo, el abrumador contenido del Memorándum y la creciente presión sobre Reino Unido para proceder a la descolonización de la Guyana Británica, facilitó la celebración de múltiples reuniones bilaterales -entre ambos países- y trilaterales –contando con las autoridades del enclave colonial-, las cuales allanaron el camino para retomar la disputa.

Finalmente, en 1966 y tras años de contactos se celebró el Acuerdo de Ginebra, que incluye a los gobiernos de Venezuela, Reino Unido y de la colonia de la Guayana Británica. En él, se afirma la existencia de una “controversia” y se compromete a los países en la búsqueda de una solución pacífica de la misma. El acuerdo crea también una comisión mixta venezolano-guyanesa para desarrollar la negociación. El texto permitió reactivar legalmente la reclamación venezolana, aunque no determinaba plazos temporales para alcanzar una solución, ni tampoco una vía específica.

Uno de los puntos más polémicos del Acuerdo fue el papel que jugaría Reino Unido que, aunque firma el acuerdo solo figura nominalmente; su participación quedaba recogida de forma vaga y poco precisa, lo que de facto supuso que Reino Unido se desentendiese del conflicto una vez concedida la independencia a Guyana; una decisión ya tomada antes de la firma del acuerdo y que se materializó el 26 de mayo de ese año. El recién nacido Estado recibió como herencia de su metrópoli la controversia territorial, y la responsabilidad de resolver el conflicto ante Venezuela en la célebre comisión mixta. La República Cooperativa de Guyana, nombre que recibiría la antigua colonia, continuó ejerciendo soberanía sobre todo el territorio que era controlado por Gran Bretaña, incluido el Esequibo.

Venezuela reconoció de manera inmediata la independencia del país, aunque expresando reservas sobre el territorio en disputa. Algo conflictivo a ojos del Derecho Internacional, pues suponía reconocer la soberanía de un Estado que estaba controlando de facto el territorio que reclamaban.

Las delegaciones venezolana y británica firman el Acuerdo de Ginebra. 1966.

Firmado y ratificado el Acuerdo de Ginebra se aplicó su articulado. En los dos meses siguientes a la firma, sendos gobiernos nombraron a sus respectivos representantes para la Comisión Mixta, la cual tenía cuatro años para alcanzar un acuerdo satisfactorio; de no llegar, el Artículo IV del Acuerdo obligaba a recurrir a uno de los medios de solución pacífica de controversias que contempla el Art. 33 de la Carta de Naciones Unidas.

Lo cierto es que el ambiguo marco negociador junto con las tensiones entre Guyana y Venezuela y su creciente desconfianza mutua, destacando la revuelta Rupununi o la anexión venezolana de islote de Anacoco, hicieron que la negociación entrase en vía muerta y se cumpliesen los cuatro años encomendados a la Comisión Mixta para la búsqueda de una solución sin acuerdo, era el año 1970.

Es en este punto cuando se ve necesario implementar un nuevo tratado internacional que desbloqueara la situación. El resultado sería el Protocolo de Puerto España, firmado ese mismo 1970 y que bloqueaba durante doce años el poner en marcha soluciones para el arreglo de la controversia. Este tiempo se supone que estaba encaminado a permitir que ambos países mejorasen sus relaciones bilaterales y pudiesen retomar las negociaciones en mejores condiciones.

Cumplidos los doce años, Venezuela decidió no renovar el acuerdo, proponiendo resolver el conflicto en negociación directa, algo rechazado por Guyana, que planteó otras vías de solución como acudir a tribunales internacionales. Finalmente, en 1983, ambos acordaron elegir la figura del Secretario General de la ONU como mediador en la solución del conflicto.

Sería en 1987 cuando se concretaría la nueva fase en la que entraba la “controversia” y el papel del Secretario General de la ONU, al acordar ambos países poner en marca el método de buenos oficios. Pero este escenario tampoco reportaría avances significativos en la resolución de la disputa, siendo el gran revulsivo la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela, quien rompería el estancamiento del conflicto promoviendo una política de cooperación con Guyana sin abandonar la pretensión sobre el Esequibo.

 

Bibliografía:

Nuestra Guayana Esequiba, (1969) Schacht Aristeguieta E., Venezuela Caracas

Reseña de “Geografía Física del territorio en reclamación: Guayana Esequiba” de Faustino Morales

Papers of FAO in South America, Chapter III- British guayana. 1927-1965

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