El pasado sábado, 14 de enero, la prensa alemana se hizo eco de que la ministra de Defensa alemana, Christine Lambrecht, iba a presentar su dimisión con carácter inmediato. Tras apenas un año en el cargo la responsable de las Fuerzas Armadas ha optado por abandonar una cartera ministerial que ha acabado siendo mucho más conflictiva y difícil de lo que inicialmente se preveía.
Desde que asumiera la dirección del Ministerio, en diciembre de 2021, Lambrecht se había visto envuelta en una serie de escándalos políticos. Una suma de declaraciones poco afortunadas y de falta de experiencia en cuestiones militares afectaron seriamente a su imagen pública. Sus rivales políticos no desaprovecharon las distintas oportunidades que han ido surgiendo para desacreditarla y cuestionar su capacidad para gestionar las Fuerzas Armadas alemanas. En fechas recientes las encuestas le daban un índice de aprobación muy bajo entre la opinión pública germana.
Pero si ha habido una cuestión que ha complicado su gestión ministerial, esta ha sido la guerra de Ucrania. Desde el inicio de la contienda Lambrecht, al igual que el sector socialdemócrata del gobierno de coalición, ha rechazado el envío de armamento pesado para apoyar al gobierno de Kiev. Una postura que no ha estado exenta de críticas por parte del gobierno ucraniano y de algunos países miembros de la OTAN. En el ámbito interno, no faltaron las críticas a esta posición. De hecho, empezaron a emerger tensiones dentro del gabinete con uno de sus socios, «los Verdes», defensores de una mayor implicación germana en la guerra.
En fechas recientes la última cuestión espinosa en la que se vio envuelta Lambrecht fue el envío de carros de combate Leopard 2 a Ucrania. Esta arma ha sido solicitada en repetidas ocasiones por las autoridades de Kiev, y algunos socios europeos de Berlín han exigido que se les autorice poder enviar estos tanques a Ucrania. Las presiones externas e internas se habían venido acumulando desde hacía días, pues Lambrecht mantuvo su rechazo al envío de los Leopard 2. Esto no constituía ninguna novedad, ya que desde verano se habían venido realizando peticiones similares.
La caída de Christine Lambrecht supone la primera crisis de gobierno para el «gabinete semáforo» que lidera Olaf Scholz, tras un año difícil en lo político, en lo económico y en lo social. Su salida deja entrever que el gobierno germano no es inmune ni a las implicaciones ni a las consecuencias de la guerra de Ucrania. Scholz ha escogido a Boris Pistorius, ministro de Interior en la región de Baja Sajonia, como sucesor de Lambrecht. Durante la última década Pistorius ha ganado notoriedad por su posición en temas de seguridad, terrorismo islámico, grupos extremistas, etc.
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