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Crisis en el Este de Europa: ¿rumbo hacia una nueva guerra?

Por segunda vez en menos de un año la prensa internacional, especialmente la anglosajona, está advirtiendo sobre la posibilidad de una nueva guerra en Europa. Titulares como “Estados Unidos advierte a los aliados de una posible incursión rusa mientras las tropas se acumulan cerca de Ucrania” o “¿Se está preparando Rusia para invadir Ucrania?” han aparecido en repetidas ocasiones en diversas publicaciones durante las últimas semanas al igual que ya lo hicieran durante la anterior escalada de tensiones ocurrida en abril de este mismo año. En honor a la verdad no es, en absoluto, la primera vez que vemos este tipo de titulares puesto que han aparecido en numerosas ocasiones desde el comienzo de la crisis ucraniana en el ya distante 2014. Sin embargo, esta vez la situación es diferente y los motivos para hacer sonar las alarmas son notablemente más consistentes.

Para expandir: Ucrania: ocho años de crisis (I)

La acumulación de tropas de abril

Durante los meses de marzo y abril de 2021, las fuerzas armadas rusas llevaron a cabo un importante despliegue de material militar en las regiones fronterizas con Ucrania incluyendo la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014. En ese periodo aparecieron en redes sociales y prensa decenas de pruebas visuales, tanto videos como fotografías, que mostraban claramente que dicha acumulación de material militar se estaba llevando a cabo y la escala masiva del mismo. Esta acumulación de tropas coincidió además con un notable incremento en los combates en la región ucraniana del Donbas que, desde 2014, se encuentra parcialmente controlada por insurgentes respaldados por Rusia.  

El contexto y las dimensiones de esta movilización, que según las autoridades ucranianas estaba estimada en más de 120.000 tropas, provocó un considerable incremento de las tensiones en la región puesto que esta acumulación de tropas, “ciertamente más grande que la de 2014” según oficiales estadounidenses, habría permitido a Rusia lanzar una operación a gran escala contra Ucrania si es que esto hubiera sido ordenado desde el Kremlin.

No sería hasta el 22 de abril cuando, tras la finalización de unos ejercicios militares a gran escala en la península de Crimea, las tensiones comenzaron a disminuir puesto que el Ministerio de Defensa anunció que las pruebas de verificación de capacidades para el invierno habían sido un éxito y que las tropas pronto regresarían a sus bases permanentes. Sin embargo, el ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu, señaló que buena parte del material desplegado se mantendría en la región hasta los ejercicios Zapad 2021 que se celebrarían en septiembre y semanas más tarde oficiales estadounidenses indicaron que la desmovilización solo había sido parcial y que más de 80.000 tropas continuaban en las cercanías de Ucrania.  

Siendo este el caso ¿cuál fue la razón para esta disminución de las tensiones? y, de forma más general, ¿por qué llevó a cabo Rusia esta movilización? El debate continúa a día de hoy, sin embargo, una de las posibilidades más ampliamente debatidas, y que da respuesta a ambas preguntas, es que el movimiento ruso es un claro ejemplo de diplomacia coercitiva.

El concepto de la diplomacia coercitiva, propio del ámbito las Relaciones Internacionales, se podría resumir en el aprovechamiento de la amenaza del uso de la fuerza para conseguir que la otra parte, el adversario, actúe o no actúe de una determinada manera. Y la principal razón por la que esta motivación se considera como una de las más factibles detrás del movimiento ruso es porque tan solo un poco más tarde, el 16 de junio de 2021, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente estadounidense, Joe Biden, se reunieron durante más de tres horas en Ginebra donde acordaron relanzar el diálogo sobre control armamentístico y comenzar conversaciones en materia de ciberseguridad entre otras cuestiones.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, se reúnen para la cumbre Estados Unidos-Rusia en Ginebra, Suiza, el 16 de junio de 2021. Sputnik / Mikhail Metzel

Sin embargo, existen claros indicios de que, si “sentar a Estados Unidos a la mesa y negociar” era el objetivo del Kremlin, los resultados no parecen haber sido satisfactorios para Moscú, puesto que meses más tarde, a partir de octubre de 2021, la movilización militar a comenzado de nuevo y la acumulación de tropas ha continuado de nuevo.

La escalada de noviembre

Esta segunda movilización masiva de tropas comenzó en un punto poco esclarecido entre los meses de octubre y noviembre de 2021 y, a pesar de un cierto escepticismo inicial, provocó un nivel de alarma notablemente superior entre las autoridades ucranianas y occidentales puesto que esta vez la situación es diferente.

Las razones iniciales para justificar esta alarma, cuando son tomadas de manera individual, son numerosas, así que trataremos de agruparlas en dos grandes conjuntos:

Sin embargo, estas primeras señales de alarma sobre Ucrania pronto dieron paso a otras que enmarcan más claramente los objetivos del Kremlin y que quizá también indican hasta qué punto podrían estar dispuestas a llegar las autoridades moscovitas.

Campo militar de Yelnya, en las cercanías de Pogonovo, Oblast de Smolensk, Rusia. 9 de noviembre de 2021.

La segunda reunión Putin – Biden y los Acuerdos enviados a la OTAN

El 7 de diciembre de 2021, y tras semanas de especulaciones, se produjo una segunda reunión, esta vez en formato de videollamada, entre los mandatarios ruso y estadounidense durante la cual, según el comunicado oficial estadounidense, se habló principalmente sobre la escalada de tensiones en Ucrania, pero también sobre el dialogo sobre Estabilidad Estratégica, ciberseguridad y otras cuestiones como Irán. Tras la reunión el presidente ruso anunció que Rusia enviaría una propuesta a Estados Unidos para establecer un diálogo en materia de seguridad y, efectivamente, eso harían tan solo una semana más tarde al enviar dos borradores de acuerdo, Rusia – OTAN y Rusia – EEUU, para que estos fueran evaluados.

Para expandir: Rusia lanza su órdago: análisis de los borradores de acuerdo Rusia – OTAN y Rusia – EEUU

El contenido de estos tratados, que se conoció tras su publicación en prensa, es breve, pero trascendental. En los mismos Rusia propone una reestructuración del orden europeo en materia de seguridad que de llevarse a cabo íntegramente, algo que se considera prácticamente imposible ya que varios de los puntos son vistos como inaceptables por parte de las capitales occidentales, supondría revertir la mayor parte de los avances llevados a cabo por la OTAN en Europa desde 1997 y detener la ampliación de la organización.  

La tensión continúa, puesto que el despliegue militar ruso continúa en marcha, pero esto podría cambiar en tan solo unas semanas puesto que ya se ha decidido la fecha en la cual se celebrarán las tres reuniones clave para la resolución de esta crisis: el 10 de enero (Estados Unidos – Rusia), el 12 de enero (OTAN – Rusia) y el 13 de enero (OSCE).

El resultado de estas reuniones es, cuando menos, incierto en estos momentos, pero independientemente de cuál sea el mismo todo parece indicar que lo que ocurra durante esa semana resultará clave para el futuro de la seguridad colectiva europea.

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