Las encuestas dan a la formación de André Ventura más de un 7% de los votos en las elecciones de enero, por encima de los exsocios del primer ministro António Costa: el Bloco de Esquerda y la CDU
El pasado 4 de noviembre, cuando el primer ministro portugués António Costa anunció elecciones anticipadas para el próximo 30 de enero -tras la negativa del Bloco de Esquerda y la CDU a apoyar su proyecto de presupuestos- solo un partido mostró su entusiasmo ante la convocatoria. “Chega cree que las elecciones deberían ser antes, pero la fecha elegida por el presidente es aceptable y equilibrada. Devolver la voz a la gente es lo correcto. ¡Ahora es el momento de mostrar nuestra fuerza!”, escribió al día siguiente en su cuenta de Twitter André Ventura, el líder de la formación nacional-populista Chega. Todas las encuestas publicadas desde la convocatoria de elecciones coinciden en pronosticar que el partido se convertirá en la tercera fuerza del país tras los comicios de enero, y le otorgan entre un 7 y un 8% de los votos, superando a los exaliados del primer ministro: el Bloco de Esquerda –un partido ecosocialista fundado en 1999– y la Coalición Democrática Unitaria (CDU), que engloba al histórico Partido Comunista Portugués (PCP) y al Partido Ecologista “Los Verdes”. Ambas formaciones de izquierdas superarían por poco el 5% de los votos, quedando relegadas a la cuarta y quinta plaza respectivamente.
De la marginalidad a tercera fuerza en dos años
Chega se fundó en abril de 2019 como una escisión del Partido Social Demócrata (PSD), la formación de la derecha tradicional portuguesa, con el objetivo de concurrir a las elecciones europeas de mayo de ese año. Su líder desde la fundación del partido ha sido André Ventura, un profesor de Derecho en la Universidad de Lisboa de 38 años de edad que militó en el PSD durante años y que fue columnista en el diario conservador Correio da Manhã.
De cara a las elecciones europeas, Chega formalizó la coalición “Basta” con otros partidos minoritarios conservadores como el Partido Popular Monárquico, el Partido Ciudadanía y Democracia Cristiana y la formación Democracia 21, obteniendo 49.496 votos en todo el país, el 1,49 % de los sufragios, y fracasando en su intento de conseguir un eurodiputado. En el mes de octubre, sin embargo, el recién creado partido pudo resarcirse. André Ventura fue elegido único diputado de su formación en las elecciones parlamentarias portuguesas después de que Chega consiguiera 67,826 votos en el país. Era la primera vez desde la caída de la dictadura salazarista en abril de 1974 que un diputado de derecha populista formaba parte del Parlamento y Portugal dejaba de ser así la única excepción europea sin diputados de este signo.
El altavoz parlamentario conseguido por Chega dio impulso y visibilidad internacional al partido. En el año 2020 la formación nacional-populista absorbió al Partido Ciudadanía y Democracia Cristiana, con quienes había ido en coalición en las europeas de 2019, y que se autodisolvieron al considerar que sus objetivos podían lograrse de forma más eficaz a través de Chega, pidiendo a sus militantes unirse al partido de Ventura.
Las alianzas internacionales de Chega
Además, ese año comenzaron los contactos internacionales de Chega con otros partidos de derecha populista europeos como la Reagrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, la Liga de Matteo Salvini y, especialmente, el partido Vox de Santiago Abascal. Estos contactos culminaron con la integración de Chega en la familia europea Identidad y Democracia –conformado por RN, la Liga y otros partidos como Alternativa para Alemania (AfD) o el Partido de la Libertad de Austria– que cuenta con 75 representantes en el Parlamento Europeo. Durante la campaña de las elecciones presidenciales de enero de 2021, en las que Chega presentó a su líder Ventura como candidato, Marine Le Pen visitó al líder populista en Lisboa para mostrarle su apoyo compareciendo conjuntamente ante la prensa. En las elecciones presidenciales Ventura logró el tercer puesto con 496.653 votos, un 11,90% del total, ratificando la fulgurante tendencia de crecimiento del partido. En mayo de 2021, además, Matteo Salvini participó en el Congreso del partido para dar su apoyo a Ventura y reclamó la unión de las distintas familias de la derecha europea para enfrentar a la izquierda y “a quienes van contra la Europa de los pueblos y la libertad”.
Más fluida aún ha sido la relación de Chega con el partido español Vox. La irrupción de ambas formaciones ha coincidido en el tiempo –Vox logró su primer gran éxito en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018 mientras que Chega irrumpió diez meses después en el Parlamento portugués– y ambos países, Portugal y España, habían sido excepciones en el mapa europeo durante décadas al no contar con formaciones nacional-populistas en sus arcos parlamentarios. Además, los dos partidos son escisiones de las formaciones de la derecha tradicional española y portuguesa –el Partido Popular y el PSD– y están dirigidas por exmilitantes de estos partidos, mientras que la inmensa mayoría de formaciones de la derecha populista europea tienen un origen independiente. La buena sintonía entre Ventura y Abascal se mostró desde los inicios del partido y el pasado 24 de septiembre el líder de Chega firmó la “Carta de Madrid” promovida por Vox. “Es un honor contar con André Ventura en esta alianza frente al comunismo. Estamos consiguiendo movilizar a miles de personas en toda la Iberosfera que ven con preocupación el avance del totalitarismo”, afirmó Abascal en el cierre de campaña para las elecciones municipales portuguesas, al que acudió a dar su apoyo a Ventura. Un mes después, el dirigente de Chega devolvió la visita a Abascal y participó en el acto VIVA 21 de Vox en el espacio madrileño de Ifema, al que también acudió la líder del partido Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni.
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Los postulados políticos de Chega coinciden también ampliamente con los de Vox. El partido se basa en el nacionalismo portugués, el liberalismo económico y el conservadurismo en cuestiones morales. El programa del partido afirma que la inmigración descontrolada comporta riesgos para “la supervivencia de los portugueses como pueblo con identidad propia” y pone énfasis en la defensa de la seguridad ciudadana y mayor dureza en cuestiones penales. Por ejemplo, Chega aboga por un cambio constitucional para imponer medidas como la cadena perpetua o la castración para los pederastas. En materia fiscal, el partido está a favor de reducir la carga impositiva, ya que considera que el “sistema impositivo brutal y agresivo”, carga desproporcionadamente contra “quienes generan riqueza” y “les quita casi la mitad de su salario”. En cuestiones morales es restrictivo con respecto al derecho al aborto –aunque acepta que se permita cuando una mujer haya sido violada–, se opone al matrimonio homosexual –pero acepta el reconocimiento de uniones entre personas del mismo sexo–, y está a favor de la legalización de la prostitución. Además, André Ventura defiende un referéndum sobre la eutanasia para que la última palabra “la tengan los portugueses”. Se trata de un partido, además, con carácter personalista y donde el líder, que goza de gran carisma y capacidad de conectar con su potencial electorado, es omnipresente.
Las elecciones parlamentarias del próximo 30 de enero, que podrían consolidar a Chega como la tercera fuerza del país luso, pueden poner en un dilema a la formación de la derecha tradicional, el Partido Social Demócrata (PSD), si se ve en la tesitura de tener que pactar con ellos para acceder al poder. Existe un precedente al respecto. El pasado 24 de noviembre, tras las elecciones regionales en las Azores, el PSD y Chega alcanzaron un acuerdo que permitió a la derecha gobernar esta región por primera vez en 24 años, aunque el líder conservador Rui Rio –que será candidato del PSD en las elecciones de enero– aseguró que este acuerdo no se traduciría en futuras coaliciones a nivel nacional. La noche electoral del 30 de enero se decidirá si, finalmente, el papel de Chega es determinante para conformar futuras coaliciones de Gobierno, pero una cosa está clara: la Península Ibérica ya no es una excepción en Europa y la derecha populista ha llegado para quedarse.
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