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Crisis política en Portugal, el rechazo a los presupuestos empuja a elecciones anticipadas

Por Néstor Prieto

Aunque el naufragio del Orçamento do Estado, el presupuesto general de Portugal para 2022, estaba anunciado desde hace días, el Gobierno mantenía abierta la posibilidad de alcanzar un acuerdo de última hora para sacar adelante las cuentas públicas. “Confiamos en que finalmente alcancemos la mayoría absoluta” afirmaban fuentes socialistas del ejecutivo. Pero la sesión parlamentaria de este miércoles tan solo sirvió para ratificar que el gobierno de Antonio Costa no sumaba. 

Un escenario para el que el Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, ya había anunciado que la única salida posible era la convocatoria adelantada de elecciones. Si bien la Constitución no obliga a ello, ejecutivo y legislativo prefieren volver a las urnas a prolongar los presupuesto de 2021 y gobernar “en duodécimos”, por lo que cada ministerio solo podría gastar al mes la duodécima parte de su presupuesto previsto en 2021. Un límite formal por el que los socialistas no están dispuestos a pasar.

El Parlamento tumbó el proyecto por 108 votos favorables (pertenecientes al gobernante Partido Socialista -PS-), 5 abstenciones (de los animalistas del PAN y dos diputados no adscritos) frente a los 117 votos negativos de la oposición, una amalgama de siete fuerzas políticas que van desde el Bloco de Esquerda (BE) y la Coligação Democrática Unitária (CDU) liderada por Partido Comunista de Portugal (PCP), a la extrema derecha de Chega!. Tampoco hubo fugas en el opositor Partido Social Demócrata (PSD, derecha), cuyos 79 escaños votaron de manera unánime en contra, también los tres representantes de Madeira, que se habían ofrecido a negociar su apoyo al presupuesto a cambio de inversiones para su región autónoma.

El fracaso de las cuentas públicas supone la estacada final a seis años de Geringonça, el término con el que fue bautizada la alianza de la izquierda portuguesa que echó al PSD del poder en 2015 y había sostenido el gobierno socialista hasta hoy.

En 2015, pese a que los conservadores quedaron en primera posición, la suma de PS, CDU-PCP y BE daba una mayoría absoluta que por primera vez hizo que el partido que ganaba las elecciones no gobernase; lo hizo el PS de Antonio Costa con un ejecutivo monocolor -no de coalición- y el apoyo externo de las dos formaciones de izquierda.

La alianza fue definida por todas las partes como “necesaria” para poner fin a los gobierno de derecha de Pedro Passos Coelho, al que vinculaban con una política de recortes mientras aún coleaban los efectos de la crisis económica de 2008. La alianza parlamentaria, nunca vista antes, resistió hasta las elecciones de 2019, que otorgaron al PS la primera posición (36,3% y 108 asientos) frente al PDS (27,8%) que perdía 10 escaños y bajaba hasta la segunda posición. Los socios del BE y sobre todo CDU-PCP vieron reducidos sus apoyos aunque mantuvieron un peso legislativo importante con el 9,5% y el 6,3% del voto respectivamente.

Composición del actual parlamento portugués (2019). Los 108 escaños del PS son insuficientes para la aprobación de leyes, lo que le ha obligado a alcanzar acuerdos con CDU-PCP (12) y BE (19).

Cambiaban los pesos no pero no el marco general, el PS seguiría necesitando de apoyos externos para gobernar pese a que había crecido electoralmente a costa de sus aliados. Así las cosas, los dos años de legislatura han evidenciado un distanciamiento creciente en la Geringonça; BE y CDU-PCP han elevado su tono contra el gobierno, conscientes de que el abrazo del oso del socio mayoritario genera una tendencia a reducir sus apoyos electorales. Por otro lado, Antonio Costa ha querido soltar lastre y no han sido pocos los encontronazos con sus socios, que le acusan de “unilateral” y haber rechazado la negociación y coordinación.

Cuestión de números… económicos y electorales

El PCP ya evitó la actual crisis política en 2020, cuando su abstención posibilitó por la mínima que los presupuestos saliesen adelante. Por su parte, BE, PSD y el resto del hemiciclo se opusieron al Orçamento do Estado. Los comunistas vincularon entonces su apoyo a una subida de las pensiones y un aumento de inversión en el Sistema Nacional de Salud (SNS), una medida con gran aceptación en plena crisis sanitaria por la COVID. No obstante, desde la CDU-PCP aseguraron que no se trataba de un cheque en blanco y recordaron que “es más importante la voluntad política para implementar las medidas que su aprobación”.

Un año después el PCP no ha vuelto a sostener las cuentas del gobierno. Su histórico líder, Jerónimo de Sousa, obrero metalúrgico y Secretario General desde 2004, justificó su postura afirmando que “en 2015 era un imperativo la sustitución del Gobierno de desastre nacional, reivindicada por los trabajadores”, pero que ahora PS no ofrece avances al país, y aprobar sus presupuesto “sería abdicar de todo lo que consideramos trascendental” declaró.

Los comunistas lusos defendieron durante el debate parlamentario que “no se puede pedir al PCP que abandone su lucha y a los trabajadores y al pueblo a su suerte”. Entre las demandas que habían planteado destaca el aumento del salario mínimo -a 850€- y de las pensiones; cambios fiscales y blindar los servicios públicos entre otros. El editorial del Avante!, el órgano de expresión del Partido que cuenta con una importante tirada en papel en todo el país, titulaba en número del 28 de octubre que “Son precisas soluciones” que en opinión de los comunistas el gobierno no está dando.

Por su parte, el BE ratificó por segundo año consecutivo su rechazo al PS, al que acusó de “arrogancia” y de permitir una crisis política por no desmantelar las medidas adoptadas por la “troika”. “Estos presupuestos no tienen nada de izquierdas”, afirmó la líder del Bloco, Catarina Martins, que reprochó a Costa que no hubiese cambiado el contenido de los presupuestos desde que hace días su formación anunciase el no. “La geringonça murió por la obsesión por la mayoría absoluta” sentenció.

Geringonça. De izquierda a derecha, Jeronimo de Sousa (PCP-CDU), Catarina Martins (BE) y Antonio Costa (PS).

Pero al primer ministro no le tembló el pulso y fue al debate parlamentario sin cambios sobre el borrador inicial pese a la exigencias llegadas desde BE y PCP. Costa, en un discurso más electoral que parlamentario, agitó el fantasma de un gobierno de derecha como reclamo para unificar entorno a su figura el voto de la izquierda lusa. El lisboeta sueña con una mayoría reforzada que en 2019 tuvo a tan solo 13 escaños. En el cuartel general del PS parecían tener clara la estrategia desde hace días y dejaron claro que los presupuestos “no se tocan”, ya son “marcadamente sociales” defendían.

Con esa jugada Costa pasaba la pelota a los socios minoritarios, sobre quienes recaía la responsabilidad de no forzar una elecciones donde la derecha del PSD y especialmente la extrema-derecha de Chega! pudiesen aumentar su representación. “¿Con quién quiere estar? ¿Con un Gobierno del Partido Socialista o quiere sumarse a la derecha contra el Gobierno?” preguntó Costa durante el debate a ambas fuerzas. Ese ha sido el marco discursivo que el PS ha intentado fijar ante la opinión pública. “Las elecciones son el camino elegido por PCP y BE, no por el gobierno” afirmaban en los corrillos con periodistas los ministros socialistas.

Pero lo cierto es que el PS, cómodo en ese discurso, ya había hecho cálculos y tomado la decisión de saltar al vacío del adelanto electoral si sus cuentas no eran aprobadas. Costa se sabe valedor de un as, las posibilidades de que la derecha mejore resultados abonan el terreno para presentarse como única garantía de estabilidad y buena gestión frente a la irresponsabilidad izquierdista. Sin duda ese será el argumentario de campaña que los socialistas pasearán por platós y mítines las próximas semanas. “Confío en que mi frustración” y la “frustración” de los electores de la izquierda “se pueda convertir en una mayoría reforzada, estable y duradera en una próxima sesión legislativa” afirmaba el Primer Ministro.

Enfrente la CDU-PCP y el BE tienen la difícil tarea de frenar los cantos de sirena del voto útil . Comunistas y Bloquistas optarán por marcar perfil propio denunciando las tibiezas de Costa.

En la derecha la crisis de la geringonça ha sido acogida con regocijo, pues el naufragio presupuestario entra en su marco discursivo de que “el Gobierno es débil y depende la izquierda radical”. No obstante, el PSD se encuentra divido por el liderazgo de la organización, el próximo 4 de diciembre elegirá si mantiene al actual líder, Rui Rio, o si por el contrario se impondrá el ala renovadora del eurodiputado Paulo Rangel. Sin duda, la confrontación abierta entre ambas facciones no parece el escenario propicio para la precampaña electoral.

Un adelanto electoral con pocas certezas

El previsible adelanto llega tras elecciones autárquicas (locales) del 26 de septiembre. Una cita electoral que pese a ratificar al PS como primera fuerza política del país sufrió una pérdida importante de apoyos; quedando con el 33% de votos y el gobierno de 147 cámaras municipales frente a las 114 de las coaliciones de la derecha encabezada por el PSD. Especialmente significativa fue la derrota socialista en Lisboa tras 14 años ininterrumpidos en el poder, alcanzado la alcaldía el excomisario europeo Carlos Moedas (PSD).

El PS perdió también Funchal y Coimbra y no logró arrebatar Oporto y Braga a sus actuales alcaldes, el independiente Rui Moreira y el conservador Ricardo Rio. De manera que las grandes urbes del país quedan fuera del control socialista.

Estos resultados suponían una bocanada de aire para Rui Rio, cuestionado por los malos resultados en citas previas. Pero aunque el PSD y sus coaliciones ganaron peso, siguen claramente distanciados de la primera posición.

Por su parte el PCP-CDU sacó músculo territorial quedando incontestado en la tercera posición lejos de BE -sin apenas implantación local y con pobres resultados- o la extrema derecha de Chega! -cuyo carismático líder, André Ventura, no cuaja en elecciones locales aunque su estrategia polemista si le da más opciones en las generales-.

De esta forma la repetición electoral ofrece pocas certezas. El único actor que a priori sacará rédito con seguridad será Chega!, que actualmente solo cuenta con el escaño de su líder y que ninguna encuesta ubica ya por debajo del 7%. Falta por ver si la arriesgada estrategia de Costa funciona y consigue atraer a los votantes de sus antiguos aliados, o si por el contrario el perfil duro mostrado por estos moviliza en su favor a los sectores más desafectos con el PS. La derecha por su parte debe decidir si acude en coalición PSD y CDS (socio minoritario democristiano) y resolver su profunda división interna.

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