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Ambazonia y la crisis anglófona en Camerún

 

El 1 de octubre de 2017 un grupo de independentistas cameruneses anglófonos formuló una declaración de independencia, proclamando así la creación de un nuevo Estado independiente: la República Federal de Ambazonia. Los ciudadanos cameruneses de esta región llevan décadas alzando la voz contra el gobierno central que, según ellos, los ha marginado y abandonado. Esta tensión no resuelta ha llevado a que la crisis política haya dado paso a un conflicto armado entre los grupos secesionistas y el ejército de Camerún, que se ha saldado ya 530.000 desplazados internos, 35.000 refugiados en Nigeria y entre 400 y 3.000 muertos.

La situación en Camerún, conocido como «el África en miniatura» por albergar a más de 250 grupos étnicos y alrededor de 280 lenguas, continúa silenciada en los medios de comunicación españoles a pesar del recrudecimiento del conflicto. El actual presidente del país, Paul Biya, ganó sus séptimas elecciones presidenciales el año pasado bajo numerosas acusaciones de fraude. Sus 36 años de gobierno se ha caracterizado por una excesiva centralidad del poder político, unos elevados índices de corrupción y, recientemente, por una fuerte militarización.

Sin embargo, para comprender la actual escalada de violencia es necesario mirar atrás y analizar los diferentes acontecimientos que han marcado la historia del país como fueron la colonización y el proceso de independencia, así como las políticas llevadas a cabo durante las primeras décadas tras la emancipación de Camerún.

 

Los orígenes del conflicto en Camerún

En el siglo XV los portugueses que exploraron la costa occidental de África. Concretamente, fue el navegante Fernando Pô quien, tras quedar sorprendido la gran cantidad de gambas que había en el río Wouri, lo renombró como «Río dos Camaroes». Posteriormente la palabra Camaroes (Cameroun en francés) dio nombre a la ciudad de Duala y, finalmente, a todo el país.

Los comerciantes negreros portugueses se nutrieron durante varios siglos de esclavos de la región, los cuales eran almacenados en la isla de São Tomé a la espera de ser embarcados hacia América, donde eran utilizados como mano esclava.

En 1884 el Imperio alemán estableció un protectorado sobre Camerún. En un primer momento el territorio había sido cedido a comerciantes, pero la incapacidad de gestión de estos llevó a Alemania a transferir el territorio a su administración. La colonización no fue sencilla dado que los alemanes tuvieron que enfrentarse a diversas resistencias como las de los pueblos bulu, maka o lamibé fula, que no fueron sometidos hasta finales de la primera década del siglo XX.

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) Alemania perdió todas sus posesiones coloniales en África. El mapa africano volvería a reconfigurarse con el reparto de los antiguos territorios alemanes en lo que Eric García Moral señala que fue “el último acto del reparto de África”.

En este caso, se repartió Camerún en 1919 entre Francia y Reino Unido. La zona sur y occidental, que suponía la mayor parte del territorio, pasó a formar parte del África Ecuatorial Francesa mientras que el norte y el este, fronterizo con la colonia británica de Nigeria, pasaría a formar parte de Reino Unido. Esta división sería avalada por la Sociedad de Naciones en 1922, convirtiéndose los territorios en mandatos de la Sociedad de Naciones. Posteriormente, tras la disolución de la Sociedad de Naciones y la creación de la ONU, pasarían a ser territorios fiduciarios de las Naciones Unidas.

Los franceses desarrollaron algunos proyectos como la ampliación del puerto de Daula o la finalización del ferrocarril que unía el norte con el sur, para poder exportar más fácilmente las diferentes producciones en las que Camerún se había especializado: café, cacao, aceite de palma y caucho.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el general francés Philippe Leclerc se apoderó del puerto de Daula y lo convirtió en una base de Chad y Gabón, que formaban parte de la Francia Libre que luchaba contra el Tercer Reich.

Finalmente, el Camerún francés accedió a la independencia en enero de 1960. Un año más tarde, la población del Camerún británico decidió, en un referéndum organizado por la ONU, independizarse de Francia y unirse al Camerún francés. No obstante, dicho plebiscito restringió la elección entre la unión con la República de Camerún y la unión con Nigeria, sin poder elegir mantenerse independiente. Finalmente, la unión efectiva se llevó a cabo a finales de 1961 mediante una serie de acuerdos entre ambas partes y el país pasó a denominarse República Federal de Camerún. Esta nueva república se formaba por los estados federados, el Camerún Occidental (antiguo Camerún británico) y el Camerún Oriental (antiguo Camerún francés). La reunificación se fundaba en un principio en la paridad entre ambos Estados, que se reservaban algunos derechos. Sin embargo, pronto se mostró la falta de intención por parte del antiguo Camerún francés de mantener este federalismo y esta igualdad. De hecho, la Constitución de la nueva República Federal de Camerún (1961) fue prácticamente un calco de la Constitución de la República de Camerún (1960). Esto fue posteriormente denunciado por los cameruneses anglófonos (occidentales), sosteniendo que las negociaciones habían sido muy desiguales y que no se había tratado al Camerún anglófono como un socio igualitario.

Más adelante, en febrero de 1984, el país volvió a cambiar de nombre y pasó a llamarse «República de Camerún». Según Paul Biya este cambio pretendía solucionar el problema creado por la colonización europea. Sin embargo, intentando resolver un problema, Biya minó las bases sobre las que se había creado el nuevo y unificado Camerún. Cabe destacar que el nuevo nombre, República de Camerún, era el mismo nombre que tuvo el Camerún francés cuando accedió a la independencia en 1960. Por esta razón, muchos anglófonos consideraron esto la culminación simbólica de la marginación y la asimilación de los cameruneses anglófonos. Esta situación provocó notables protestas que se saldaron en algunos casos con arrestos, encarcelamientos sin juicio previo y en otros con el exilio forzado debido a las intimidaciones sufridas. El gobierno camerunés no toleraba ninguna objeción a su política y toda protesta era reprimida con dureza.

 

Subordinación del Camerún anglófono

Asimismo, sucesivas reformas gubernamentales fueron reduciendo la representación anglófona en los diferentes cargos gubernamentales como los ministerios, además de relegar a estos a los puestos menos importantes. Por ejemplo, ningún anglófono ha estado al frente de los ministerios de Educación, Planificación Económica o Asuntos Exteriores ni ha ocupado nunca el puesto de secretario general de la presidencia.

Además de estos agravios políticos, también ha habido importantes desigualdades económicas que han relegado progresivamente a la región anglófona a un estado de subdesarrollo que los activistas anglófonos califican de «dominación impuesta». Con la unificación, el antiguo territorio británico sufrió económicamente debido a que este perdió el control sobre los aranceles, que eran una de sus principales fuentes de ingresos. Además, el gobierno central cerró varias empresas comerciales e introdujo el franco CFA (moneda que utilizan los países que fueron colonias francesas), sustituyendo a la antigua libra del África Occidental Británica.

Para más inri, aunque el antiguo territorio francés fuese 10 veces más grande y tuviese el cuádruple de población, su presupuesto era casi 76 veces mayor que el del Camerún anglófono. Por esta razón, la zona la zona meridional ha sufrido importantes desequilibrios en el ámbito de la agricultura y de las infraestructuras.

Por otra parte, la subordinación económica del oeste respecto al resto del país se ha plasmado también en la explotación petrolífera. La empresa pública SONARA (Sociedad Nacional de Refinado) ha empleado históricamente a población francófona a pesar de que los yacimientos de petróleo y las principales refinerías se hayan en la zona anglófona. Además, el gobierno central pretendió en un primer momento instalar las refinerías petroleras en la zona francófona a pesar de que los yacimientos estuviesen en la zona anglófona, decisión que tuvo que cambiar debido a las importantes protestas que suscitó esta decisión.

Adicionalmente, los francófonos también han sometido al Camerún meridional a una dominación sociocultural a través de la lengua, la religión y la cultura. En primer lugar, con la reunificación, el francés y el inglés pasaron a ser las lenguas cooficiales del nuevo Estado. Sin embargo, aunque esto era así sobre el papel, las dos lenguas recibieron un trato muy distinto en la práctica, asumiendo el inglés un papel secundario desde el inicio. La inmensa mayoría de los documentos y comunicados gubernamentales solo se hacían en francés y no eran traducidos al inglés hasta pasadas varias semanas. De hecho, ninguno de los presidentes de Camerún (ni Ahidjo ni Biya) se han dirigido al país en inglés. Por consiguiente, las lenguas en vez de suponer un elemento de cohesión han agudizado las tensiones entre ambos territorios. En segundo lugar, el trato que recibían los cristianos anglófonos en el Camerún francófono difería mucho del trato que recibían estos en el Camerún Meridional. En la antigua colonia británica ambas comunidades compartían los mismos templos sin ningún inconveniente, mientras que en el antiguo territorio francés se restringía el acceso de los ciudadanos anglófonos a los mismos santuarios. Esto hizo que los anglófonos tuviesen que construir sus propios templos en algunas ciudades del territorio francófono, donde poder recibir las misas en inglés. En tercer lugar, tras la unificación el gobierno central diseñó programas para asimilar el sistema educativo anglófono. La administración central ha planteado desde entonces diferentes trabas para la población del Camerún Meridional en temas como los exámenes, la convalidación de títulos o las becas. Por ejemplo, en 1985 el número de becas recibidas por estudiantes francófonos para formarse en Francia era superior al total de becas recibidas por estudiantes anglófonos.

 

Oposición ante la marginación

La política de marginación y abandono del Camerún Meridional por parte del gobierno camerunés ha generado un sentimiento de desamparo entre la población anglófona, la cual ha manifestado su descontento de diferentes maneras.

Entre 1961 y 1990 este descontento se manifestó de diversas maneras, incluyendo actos de resistencia contra el gobierno. Por ejemplo, el partido Partido Nacional Democrático del Camerún (KNDP) hizo un duro comunicado en el que invitaba a replantear su postura respecto a la reunificación de Camerún.

Hasta 1990 las diversas protestas habían sido pacíficas, pero a partir de ese año las reivindicaciones de los cameruneses anglófonos empezaron a ser más agresivas. Esto fue gracias, entre otros factores, a la tibia apertura que había realizado el régimen de Biya, lo cual permitió que los nacionalistas anglófonos pudiesen utilizar ciertos medios de comunicación privados para manifestar su descontento.

Sin embargo, algunas voces disidentes, como la de Albert Mukong, que había sido delegado en las conversaciones de Foumban en representación del Camerún Meridional abandonaron la dirección del partido oficialista de Paul Biya como manifestación de su descontento con la situación de los anglófonos en Camerún.

En 1982 todos los cameruneses anglófonos se unieron bajo el Movimiento Anglófono de Camerún (CAM por sus siglas en inglés). Este nuevo movimiento redactó una serie de memorandos e invitaron a numerosas instituciones (ONU, OUA, Commonwealth…) a pronunciarse sobre la situación de los cameruneses anglófonos.

Posteriormente, surgió una nueva institución en el seno del Camerún anglófono: el Consejo Nacional del Camerún Meridional (SCNC). Este se encargó de llevar en 1995 el caso del Camerún Meridional a las Naciones Unidas. Concretamente, una delegación presentó un alegato contra la anexión del Camerún Meridional por parte de la República de Camerún. El SCNC era partidario de una independencia del Camerún anglófono, regresando así a la situación de 1961, momento en que se emancipó de los británicos. Más adelante el SCNC endureció sus postulados y afirmó que estaba listo para lograr la independencia mediante cualquier medio a su alcance. Este cambio fue gracias, entre otros factores, a la influencia de la experiencia eritrea, que mostró como un territorio fiduciario de la ONU situado en el continente africano logró la independencia de otro país africano.

Sin embargo, no todos los cameruneses anglófonos eran partidarios de los postulados del SCNC. Existía un grupo de moderados que, aunque reconocían la existencia de un problema anglófono, rechazaban las soluciones radicales apoyadas por el SCNC. Formaban parte de este grupo John Fru Ndi (dirigente del Frente Socialdemócrata) y Christian Tumi (único cardenal de Camerún). Ambos sostenían que otros pueblos del Camerún francófono también recibían un trato degradante y abocaban por un profundo diálogo en todo el país.

Asimismo, existían también opiniones divergentes en el Camerún francófono. A una gran parte de la población le resulta difícil comprender la problemática. Otros señalan que las diferencias entre ambos son solamente las culturas coloniales heredadas. Muchos dirigentes políticos y profesores universitarios señalaban que el problema era de carácter nacional y provenía de un pésimo liderazgo. Por último, algunos líderes políticos de partidos como el Movimiento Progresista, la Unión Nacional por la Democracia y el Progreso o la Unión Democrática de Camerún reconocen la existencia de un problema anglófono susceptible de romper el país y derivado de la marginación a la que se han visto sometidos los ciudadanos del Camerún Meridional. No obstante, muchos francófonos entienden mal el problema al considerar a los anglófonos como otro grupo étnico más de Camerún.

Por otra parte, el gobierno central de Camerún ha negado históricamente la existencia de un problema anglófono. Temeroso de que aceptar las exigencias anglófonas de regresar a un sistema federal podría favorecer el surgimiento de otros nacionalismos regionales o la secesión del Camerún Meridional. De este modo, el gobierno ha rehuido abordar la cuestión seriamente y ha tachado de minoritario el apoyo anglófono a las demandas federales o independentistas. Mientras tanto, el gobierno se ha dedicado a utilizar todas las fuerzas de seguridad del Estado para amedrantar, arrestar y encarcelar a los militantes del SCNC, además de “comprar” a ciertas figuras anglófonas (mediante nombramientos políticos discrecionales) para minar la unidad de la causa anglófona y restarle credibilidad.

Por otro lado, la comunidad internacional ha dejado de lado la causa anglófona. El antiguo secretario general de la ONU, Koffi Annan, sostuvo durante su visita al país que el problema anglófono era una cuestión interna y que debía solucionarse mediante diálogo. La SCNC acusa a la ONU de mirar para otro lado y sigue presionando a la institución con memorandos para que se involucre en la causa. Asimismo, otros organismos como la Commonwealth, países amigos como Francia y países vecinos como Nigeria han mantenido silencio ante la problemática de Camerún Meridional.

 

El estallido de la violencia

Desde el 2015 ha habido una enorme escalada de violencia. El detonante inmediato fue el nombramiento de jueces francófonos en tribunales de la región anglófona. Posteriormente, para finales de 2016, numerosos abogados y profesores del Camerún Meridional lanzaron una campaña de protestas y huelgas a las que se unieron también estudiantes universitarios. En el caso de los profesores, estos estaban frustrados por el hecho de que se privilegiase en el currículo escolar a la minoría francófona en detrimento de la mayoría anglófona.

Las fuerzas de seguridad respondieron con crudeza a estas manifestaciones pacíficas. De hecho, las fuerzas de seguridad del gobierno llegaron a abrir fuego con munición real desde helicópteros que volaban a baja altura, además de dar fuertes palizas a los manifestantes. Decenas de personas fueron asesinadas y cientos de individuos encarcelados. Además, a principios del año siguiente, el gobierno interrumpió durante tres meses la conexión a internet en el Camerún anglófono, aduciendo que se estaban utilizando las redes sociales para alentar las protestas y que, además, estaba teniendo un impacto negativo para Sillicon Mountain (una especie de Sillicon Valley camerunés situado en el sur de la región anglófona). Todo señalaba apuntaba a que el gobierno central no tenía la más mínima intención de ceder a las demandas o entablar un diálogo.

Entonces, muchos cameruneses anglófonos abandonaron las demandas pacíficas y tomaron las armas. Desde 2017 surgieron numerosos grupos armados que abogan por la total independencia de la región anglófona. Los grupos que más destacaron en un primer momento fueron las Fuerzas de Defensa de Ambazonia (ADF) y las Fuerzas de Defensa del Camerún del Sur (SOCADEF), pero también surgieron otras como los Dragones Rojos, los Tigres de Ambazonia o el Ejército de Restauración de Ambazonia. Tanto la población local que aboga por la independencia como las fuerzas progubernamentales denominan coloquialmente a las fuerzas guerrilleras como Amba Boys. Según el analista Nna-Emeka Okereke las fuerzas rebeldes cuentan solo con entre 500 y 1.000 efectivos (menos de los que declaran tener) pero tienen un amplio apoyo popular y una gran determinación para luchar por su causa. De hecho, las guerrillas de Ambazonia han conseguido repeler ataques del poderoso ejército camerunés, incluidas fuerzas de élite entrenadas por EEUU. Por otra parte, de acuerdo con el International Crisis Group​ el total de las milicias anglófonas reúnen entre 2.000 y 4.000 combatientes. Inicialmente casi toda su financiación provenía de la diáspora y, aunque esta continúa siendo la fuente más importante, recientemente los grupos armados han obtenido también dinero mediante la extorsión, los secuestros e impuestos revolucionarios.

Concretamente, el 1 de octubre de 2017 los independentistas anglófonos proclamaron la República Federal de Ambazonia, aunando las dos provincias anglófonas y desconociendo al gobierno central camerunés. Se formó un gobierno interino presidido por Sisiku Julius Ayuk Tabe y se conformó un gabinete presidencial en el exilio. Este gobierno interino nació del Consorcio Ambazonia del Sur de Camerún Frente Unido (SCACUF), movimiento no violento que integraba a diferentes partidos y organizaciones independentistas. Posteriormente el gobierno interino de Ambazonia creó a principios de 2018 el Consejo de Autodefensa de Ambazonia (ASC). La ASC pretendía aunar a todos los grupos armados independentistas bajo unas únicas siglas. Numerosas milicias como los Dragones Rojos, los Tigres de Ambazonia, Seven Karta, los Guerreros Fantasma de Manyu y el Ejército de Restauración de Ambazonia pasaron a integrarse en el Consejo de Autodefensa de Ambazonia. El gobierno interino también quiso integrar a las Fuerzas de Defensa de Ambazonia bajo esta organización paraguas, pero estas se negaron.

La imposibilidad del gobierno interino de unir a todos los grupos armados muestra el disenso existente dentro del movimiento independentista anglófono y la disputa abierta entre diferentes fuerzas por la hegemonía dentro del movimiento.

Las Fuerzas de Defensa de Ambazonia (ADF) fueron creadas en septiembre de 2017 por el Consejo de Gobierno de Ambazonia (AGC), otra organización independentista que se adjudica el liderazgo de la lucha contra Camerún. El Consejo de Gobierno de Ambazonia fue creado en 2013 tras la fusión de varios partidos independentistas entre los que destacaba el histórico Consejo Nacional del Camerún Meridional (SCNC). Su posición es mucho más intransigente que el gobierno interino y se niega a unir fuerzas con los federalistas. Por esta razón se ha mantenido fuera de las diferentes iniciativas del gobierno interino para establecer una organización paraguas que una a todo el arco del movimiento independentista. Además, a principios de 2019 decidió que ampliaría el campo de batalla al Camerún francófono, donde se han producido ya algunos ataques contra las fuerzas de seguridad. Esta política resultó claramente opuesta a los preceptos del gobierno interino, el cual ha apostado desde el inicio de las hostilidades por mantener el conflicto armado dentro de las fronteras de Ambazonia. Asimismo, su líder, Ayaba Cho Lucas, sostuvo recientemente que el gobierno camerunés estaba casi derrotado y que las Fuerzas de Defensa de Ambazonia controlan el 80% de la región anglófona. No obstante, otras fuentes apuntan a que el control de las Fuerzas de Defensa de Ambazonia sería menor y que las fuerzas del gobierno interino tienen más efectivos que estas.

 

En marzo de 2019, en un nuevo esfuerzo de unir a todos los movimientos, milicias y partidos anglófonos el gobierno interino lideró la creación del Consejo de Liberación de Camerún del Sur (SCLC). Esta nueva organización paraguas se creó en la Conferencia del Camerún Anglófono, celebrada en Washington D.C, la cual incluyó tanto a movimientos independentistas como federalistas. La ausencia más destacada fue la del Consejo de Gobierno de Ambazonia, que mantuvo su negativa a aunar fuerzas y vilipendió a los organizadores.

Finalmente, las Fuerzas de Defensa de Camerún del Sur (SOCADEF) se crearon en 2017 como el brazo armado del Movimiento de Liberación del Pueblo Africano (APLM), movimiento independentista sucesor de la Liga Juvenil del Sur de Camerún (nacida de una división del Consejo Nacional del Camerún Meridional) y liderado por Ebenezer Akwanga. Las SOCADEF se opusieron a integrarse en el Consejo de Autodefensa de Ambazonia, aunque su rama política sí que participó en la creación del Consejo de Liberación de Camerún del Sur.

El gobierno camerunés calificó desde el principio a todos los grupos separatistas como “terroristas” y les declaró la guerra. Las zonas del Camerún anglófono donde el gobierno todavía mantiene el control se han convertido en cárceles a cielo abierto regidas por la ley marcial. En estos lugares los militares tienen por costumbre la tortura y detención arbitraria de personas en edad de luchar, siendo prácticamente todo el mundo sospechoso de simpatizar con la causa anglófona. Esta situación ha creado muchos incentivos para que la población local se una a la lucha independentista o huya de la región. Por otro lado, los diferentes grupos armados utilizan como base la selva tropical del sudoeste del país, ideal para su guerra de guerrillas.

Además, a principios de 2018 el ejército camerunés, en represalia por el asesinato de un gendarme a manos de las Fuerzas de Defensa de Ambazonia, redujo a cenizas la aldea de Kwa Kwa. Posteriormente hizo lo mismo con otras localidades como Boa, Ekombe, Masaka, Foe o Bombele. Según el Centro para los Derechos Humanos y la Democracia en África desde que comenzaron las hostilidades hasta agosto de 2018 habrían sido quemadas un total de 122 aldeas fueron asaltadas y quemadas.

El conflicto se ha ido extendiendo y actualmente está presente en todo el este de la región anglófona. De hecho, las hostilidades hace ya un año que se propagaron también por las ciudades. No obstante, ningún grupo rebelde ha podido lograr el control de ninguna ciudad relevante, llegando tan solo a dominar algunas periferias urbanas.

Organismos como Amnistía Internacional cifraban a finales de 2018 en 400 los civiles muertos. Otras cifras más recientes y menos conservadoras hablan de varios millares de muertos. Además, más de medio millón de personas habrían huido ya de la violencia, logrando algunos refugiarse en el país vecino: Nigeria. Por otra parte, según el portavoz del ejército camerunés, alrededor de 170 soldados habrían muerto en combate en el último año.

Asimismo, según el International Crisis Group, también han surgido algunas milicias de autodefensa progubernamentales, principalmente entre la población de las comunidades mbororo y bakweri. Igualmente, también han surgido grupos armados de carácter criminal en diferentes zonas del sudeste camerunés.

El primer presidente de la autoproclamada República Federal de Ambazonia fue apartado del cargo en mayo de 2019. Concretamente, el órgano legislativo de la autoproclamada república de Ambazonia, conocido como el Consejo de la Restauración, acusó al expresidente de “llevar a cabo actos que ponen en peligro la revolución y las instituciones populares” y de “crear profundas divisiones, confusión y conflictos” en el seno del movimiento independentista. Después de haber sido capturado en Nigeria y extraditado a Camerún, Ayuk Tabe ha sido condenado a cadena perpetua (junto con otros 9 separatistas anglófonos) por un tribunal militar camerunés. Entre los crímenes a los que ha sido condenado se encuentran el de terrorismo y secesión. En febrero de 2019 Samuel Ikome Sako pasó a ser el nuevo presidente tras el arresto de Ayuk Tabe, el cual intentó en vano disolver el nuevo gabinete.

 

Apoyos extranjeros y posibles negociaciones

Aunque la mayoría de países apoyan al gobierno central camerunés, las violaciones de derechos humanos cometidas por sus fuerzas armadas han debilitado la posición mantenida por estos Estados. Por esta razón algunos gobiernos occidentales como Alemania, Reino Unido y Canadá han condenado tanto la violencia de las milicias separatistas como del ejército camerunés y hecho un llamamiento para el diálogo. De hecho, los parlamentos de estos tres países han debatido la opción de suspender la cooperación económica con Camerún en caso de que continúen las violaciones de derechos humanos.

El Departamento de Estado de EEUU ha hecho varias declaraciones condenando las violaciones de derechos humanos del gobierno camerunés y presionando para una solución que incluya la autonomía de la región anglófona. No obstante, cabe señalar que el Batallón de Intervención Rápida (BIR), grupo militar de élite que se formó para luchar contra Boko Haram en el norte del país, ha sido armado y entrenado por EEUU e Israel. Y, tal y como desvelaron imágenes publicadas en la BCC, existen evidencias de que Paul Biya ha desviado ciertas unidades de este batallón de élite para luchar contra los grupos armados anglófonos y también de que algunos han sido ya emboscados por las milicias.

El principal apoyo del gobierno de Biya es Francia. Al comienzo de la crisis mantuvo un perfil bajo, apoyando al gobierno central. Posteriormente, con la escalada de la violencia, pasó a ser partidario de una solución política al conflicto, presionando al gobierno camerunés para que desarrolle lo más rápidamente posible un proyecto verdaderamente federal y descentralizador. Sin embargo, Francia continúa siendo el apoyo más importante de Biya y se posiciona como su principal defensor frente a otros gobiernos occidentales.

Por su parte, la Unión Africana ha mantenido también cierta distancia y no ha querido involucrarse en el conflicto. Tan solo ha hecho un llamamiento al diálogo, pero defendiendo la integridad territorial de Camerún. Únicamente la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos ha condenado las acciones del gobierno camerunés.

Por último, Nigeria, país vecino de Camerún, está teniendo un papel muy relevante y podría ser clave para la solución del conflicto. Recientemente lanzó la Operación Delta Safe 3 en el Estado de Cross River para luchar contra el tráfico de armas y prevenir el flujo de combatientes nigerianos (procedentes del Delta del Níger) hacia Camerún. Su postura es favorable al gobierno debido a dos razones. Por un lado, teme que el ejemplo de los separatistas anglófonos pueda incentivar al histórico movimiento independentista de Biafra. Por otro lado, no le conviene molestar al gobierno de un país que está siendo un actor importante en la lucha contra Boko Haram. Además, el gobierno nigeriano arrestó a los líderes del movimiento separatista en 2018 y los entregó a las autoridades camerunesas. No obstante, debido a la simpatía del pueblo nigeriano con la causa anglófona (especialmente en la zona colindante) el gobierno nigeriano intenta presionar al gobierno camerunés para que sea más receptivo a las demandas anglófonas.

A finales de junio de 2019 se confirmó que el gobierno suizo está mediando entre ambas partes en colaboración con el reputado Centro para el Diálogo Humanitario (también conocido como Centro Henri Dunant) para desarrollar unas negociaciones de paz que pongan fin al conflicto armado. Aunque el diálogo todavía no ha comenzado, varios líderes anglófonos han confirmado ya su intención de buscar una solución negociada al conflicto.

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