El 5 de enero de 1919, las tropas soviéticas recuperaban el territorio de Bielorrusia, la antigua Rusia blanca volvía así a estar bajo el control de Moscú. Esta conquista ponía fin a la primera experiencia de un estado bielorruso independiente, la efímera República Popular Bielorrusa, dando inicio a un largo exilio que se mantiene hasta nuestros días. La Rada de la República Popular de Bielorrusia es en la actualidad el gobierno en el exilio más antiguo, superando ampliamente a otros gobiernos más conocidos como el Gobierno Polaco en el exilio (1939-1990) o el de la II República (1939-1977). En este artículo pretendemos explicar la formación de este gobierno y su historia y evolución en el exilio.
Primera parte – Segunda parte
Considerada por su detractores como “la última dictadura de Europa” y por sus partidarios como “el último estado socialista”, Bielorrusia sigue siendo el gran desconocido de Europa. Este olvidado país de Europa del Este cuenta con la particularidad de tener el gobierno en el exilio más antiguo del mundo: la Rada de la República Popular de Bielorrusia. Como veremos, el origen de este gobierno está en la Revolución Rusa y el proceso de descomposición del Imperio de los Zares, manteniéndose en el exilio durante la Guerra Fría como una de las fuerzas contrarias a la Unión Soviética. A diferencia de los gobiernos en el exilio de las repúblicas ex-soviéticas y de otros estados socialistas del Este de Europa, la Rada no se disolvió cuando Bielorrusia alcanzó la independencia. Así, la Rada es el último testimonio de una tradición moribunda, la de los gobiernos en el exilio, tan comunes durante la Guerra Fría. Ante la independencia de Bielorrusia, las autoridades de la Rada apoyaron la formación del Frente Popular de Bielorrusia, que aglutinaba a las principales facciones de la oposición pro-occidental, anunciando su intención de disolverse cuando existiese en Bielorrusia un parlamento democráticamente elegido, ya que al haber sido el parlamento de entonces elegido en época soviética consideraban que este no era legítimo. Sin embargo, las elecciones presidenciales y legislativas supusieron un duro golpe para la oposición pro-occidental. Alexander Lukashenko gana las elecciones y recupera los símbolos y parte de las políticas de época soviética. Ante esto, la Rada se niega a disolverse y vuelve a las posiciones sostenidas durante la Guerra Fría, convirtiéndose a partir de entonces en uno de los principales grupos de oposición frente al gobierno de Lukashenko.
Ante la imposibilidad de tomar el poder realmente en Bielorrusia, actualmente la Rada centra sus esfuerzos en atacar al gobierno de Lukashenko y pedir elecciones libres en Bielorrusia. A pesar de la mala relación de Bielorrusia con la mayor parte de los gobiernos occidentales, estos nunca han mostrado un gran apoyo a la Rada, estando esta sostenida unicamente a través de aportaciones económicas de la diáspora bielorrusa. Con un apoyo muy reducido dentro del país, la influencia de la Rada se reduce a las comunidades bielorrusas en el extranjero, fundamentalmente en los países anglosajones. Esta falta de recursos se ve reflejada en la escasa actividad institucional de la Rada, siendo capaz unicamente de mantener su sitio web y una limitada actividad en las redes. Para alguien que desconozca la convulsa historia de este gobierno en el exilio su situación actual podría parecer de extrema decadencia, pero lo cierto es que esta decadencia no es nueva, sino que se extiende desde mediados del pasado siglo.
En esta primera parte de nuestro artículo relataremos el origen del nacionalismo bielorruso, el papel de este durante la Revolución Rusa, el proceso de conformación de las instituciones bielorrusas y la breve experiencia de la República Popular de Bielorrusia, dejando el periodo de exilio para una futura segunda parte.
Debemos comenzar indicando que en el Imperio Ruso no existía un territorio bielorruso claramente diferenciado ni una unidad administrativa bielorrusa. La organización territorial del Imperio Ruso se basaba en la división en una serie de regiones conocidas como “gubernias”. Cabe destacar también que las distintas etnias que habitaban el imperio no estaban claramente separadas, no existiendo regiones étnicamente homogéneas. En este periodo, el pueblo bielorruso estaba mayoritariamente asentado en las gubernias de Minsk, Vilnius, Grodno, Moguiliov y Vítebsk, aunque en ellas convivían con otros pueblos como rusos, lituanos, polacos y judíos.
El movimiento nacionalista bielorruso comienza a fraguarse a principios del siglo XX. Frente al destacable desarrollo que alcanzan algunos movimientos nacionalistas en la Europa de la época, el nacionalismo bielorruso presenta un escaso desarrollo y una influencia muy limitada en la sociedad bielorrusa, estando sus apoyos compuestos unicamente por intelectuales y sectores progresistas de la burguesía bielorrusa. Inicialmente este movimiento se va a caracterizar por la reivindicación de los elementos propios de la cultura bielorrusa, aunque progresivamente este irá evolucionando hacia reclamaciones políticas. Dentro de este proceso de desarrollo del nacionalismo bielorruso se inscribe la fundación del primer partido nacionalista bielorruso, la Hramada Socialista de Bielorrusia. Fundado a finales de 1902 sobre la base de grupos preexistentes de intelectuales y jóvenes nacionalistas, la Hramada o Asamblea se convertirá pronto en el partido hegemónico dentro del nacionalismo bielorruso. Inicialmente, las actividades de esta organización se van a centrar en la edición y difusión de textos ilegales en colaboración con otras formaciones políticas nacionalistas y de izquierdas como el Partido Socialista Polaco, los socialdemócratas lituanos o los eseristas del Partido Social Revolucionario ruso. En estos primeros momentos, la Hramada carecía de un programa político propio, viéndose muy influida por las ideas de otras organizaciones, como las antes nombradas. Fruto de estas influencias, la Hramada adoptará un discurso socialista y contrario al zarismo. En su II Congreso, celebrado en 1906 en Minsk se fijan como objetivos del partido el derrocamiento del régimen zarista y la abolición del sistema capitalista. Junto con estos objetivos, en este congreso también se produce un teórico cambio en la propia definición de la naturaleza del partido, pasando a definirse como un partido internacionalista y “de los trabajadores pobres de Bielorrusia”, frente al anterior programa en el que se definía como partido nacional bielorruso. Respecto a su proyecto político, en el Congreso se defendió la necesidad de transformar el Imperio Ruso en una república democrática y federal, en el cual los pueblos podrían dotarse de instituciones autónomas. A pesar de la retórica socializante adoptada por el partido, este nunca dejó de ser una organización nacionalista integrada por la burguesía de las ciudades bielorrusas. De hecho, esta organización sería definida por Lenin como “un partido nacionalista pequeñoburgués de orientación populista de izquierdas”.
La caída del zarismo tras la Revolución de Febrero supone la intensificación de las actividades de las organizaciones políticas bielorrusas, tanto de los nacionalistas como de los bolcheviques y las distintas facciones de la izquierda rusa. Debemos señalar que Bielorrusia es uno de los territorios en los que más apoyo tienen los bolcheviques. En el contexto de la revolución, la Hramada se posicionará del lado del Gobierno Provisional surgido tras la Revolución de Febrero, anunciando su intención de crear una autonomía bielorrusa.
En la primavera de 1917, a incitativa de la Hramada Socialista de Bielorrusia, se creó el Consejo Central de Organizaciones Bielorrusas, el cual contará con el apoyo de múltiples partidos, pero no de los bolcheviques. Entre estas organizaciones, que se hallaban aglutinadas unicamente por su defensa de la necesidad de crear una autonomía bielorrusa, podemos encontrar, junto a la Hramada, a partidos como la Democracia Cristiana Bielorrusa o el Partido Popular Socialista de Bielorrusia (más moderado que la Hramada). En este Consejo se aprueba la creación del Comité Nacional de Bielorrusia, que se convertirá en el principal órgano de representación del nacionalismo bielorruso. En este comité, la Hramada contará con una amplia mayoría (10 de sus 18 miembros).
Este primer intento que suponía el Comité Nacional Bielorruso acabó resultando un completo fracaso. La amplia diversidad ideológica existente dentro del movimiento nacionalista llevará a un profundo debate que terminará fragmentando el Comité y algunas de sus organizaciones. A consecuencia de este fracaso, el Comité será disuelto por el II Congreso de Organizaciones Bielorrusas, que tras meses de trabajo anunciará la celebración de un Gran Congreso Pan-Bielorruso.
Habría que destacar que este no será el único intento de organizar un gobierno bielorruso. Paralelamente, desde 1915, los alemanes habían organizado otro órgano para administrar los territorios ocupados conocido como Comité Popular de Bielorrusia o Comité de Vilnius, por la ciudad en la que se fundó. En este Comité de Vilnius también tomaba parte la Hramada Socialista de Bielorrusia, de hecho estaba dirigido por uno de sus principales dirigentes, Anton Lutskiévich.
Debemos señalar que estos movimientos no cuentan con el apoyo de la mayor parte de la población ya que, debido a la diversidad existente entre los grupos que integran estos órganos, no existía unanimidad en cuestiones fundamentales como la reforma agraria. Esta indefinición en cuestiones clave hace que la población bielorrusa no vea representados sus intereses en estos movimientos. Por una parte, los sectores más conservadores y los grandes propietarios no se veían representados por estos grupos nacionalistas. Por otra, el campesinado, los trabajadores y los soldados se inclinaban más a apoyar a los bolcheviques debido a sus planes de poner fin a la guerra y colectivizar los medios de producción.
Como consecuencia de esta falta de decisión se producirá la primera ruptura dentro del movimiento nacionalista. Poco antes de la Revolución de Octubre, los sectores más izquierdistas del Consejo, que se mostraban cada vez más próximos a los bolcheviques, se van a congregar en torno a Aleksandr Cherviakov, quien fundará el Partido Obrero Socialdemócrata de Bielorrusia. Una parte destacable de quienes abandonaron el Consejo para unirse al nuevo partido de Cherviakov tendrán después un destacado papel en la política bielorrusa, siendo este el germen de la posterior sección bielorrusa del Partido Comunista.
El 15 de diciembre de 1917, fue convocado en Minsk el Congreso Pan-bielorruso en el que tomaron parte la mayor parte de las fuerzas políticas de Bielorrusia, incluidos los bolcheviques. A este se sumarían también los miembros del Consejo de Vilnius. Durante el Congreso surgieron dos facciones claramente diferenciadas, por un lado los partidarios de la fundación de un Gran Consejo Bielorruso, como primer paso para la independencia total de Bielorrusia; y por otro, los partidarios de una autonomía dentro de un estado democrático ruso. En ambos casos, el Congreso se oponía al poder del soviet local, que era el órgano que ostentaba el poder de facto en los territorios no ocupados de Bielorrusia. Ante esto, el Comité Militar Revolucionario de Minsk, dirigido por el soviet, disolvió el Congreso. Esto supuso el inicio del enfrentamiento entre bolcheviques y nacionalistas. Ante esta situación, los bolcheviques y sus aliados abandonaron el Congreso, quedando este en manos unicamente de los sectores nacionalistas, lo que hace que la balanza se decante en favor de los partidarios de la independencia.
Técnicamente, la proclamación de la independencia de Bielorrusia era una posibilidad reconocida por las autoridades bolcheviques. Estos nunca se habían mostrado contrarios al derecho de autodeterminación de los pueblos que componía el Imperio Ruso. De hecho, en este periodo, Stalin, como Comisario del Pueblo de Asuntos Nacionales se mostró favorable a la independencia de Finlandia. El 2 de noviembre de 1917, el gobierno bolchevique promulgó la Declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia. En este documento se proclamaba la igualdad de todos los pueblos de Rusia, el derecho a la autodeterminación de estos pueblos, incluyendo la posibilidad de la secesión y la formación de un estado independiente, la supresión de todos los privilegios por motivos étnicos y nacionales y el libre desarrollo de las minorías étnicas de Rusia. Esta declaración granjeó el apoyo de diferentes grupos étnicos a los bolcheviques, ya que estos ofrecían unos derechos y unas libertades que nunca ofrecerían los blancos, caracterizados por un fuerte nacionalismo ruso. Aunque el efecto de esta declaración sobre los procesos de independencia de algunos estados como Finlandia o Bielorrusia resulta debatible, esta habría facilitado el reconocimiento por parte de Moscú de algunos de los estados independizados. A pesar de esto, cabría señalar que un proceso secesionista debe estar firmemente asentado sobre la voluntad de la mayor parte del pueblo. Como ya hemos señalado, el proceso bielorruso carecía del apoyo de la mayor parte de la población, por lo que este carecía de cualquier legitimidad.
El enfrentamiento se agravó aún más con la intervención del general I. Dowbór-Músnicki y su fuerza militar polaca, conformada por los polacos que servían en el ejercito ruso durante el Gobierno Provisional. Este cuerpo militar se había opuesto desde el primer momento a los bolcheviques, por lo que podía resultar un aliado ideal para los miembros del Congreso. El 12 de enero de 1918, este grupo declara la guerra a la Rusia Soviética ocupando varias ciudades bielorrusas. La Rada bielorrusa, elegida durante el Congreso Pan-Bielorruso, como primer paso hacia la construcción de un gobierno bielorruso, apoyará este movimiento de las tropas polacas, en un intento por utilizar a estos como fuerza militar para implantar un estado bielorruso. La naturaleza de este cuerpo polaco siempre ha sido muy discutida, mientras unos ven detrás de este una ofensiva de los generales contrarrevolucionarios rusos, para otros se trata de un movimiento del nacionalismo polaco que luchaba por la proclamación de un estado polaco independiente. Lo que si parece probado es el apoyo con el que contó este movimiento por parte de los grandes terratenientes polacos. Para el mes de enero de 1918, las tropas polacas habían ocupado parte de Bielorrusia y marchaban contra la Rusia Soviética. Hacia el 25 de enero, el gobierno soviético ordena a Dowbór-Músnicki que disuelva este ejercito, a lo que este se niega. Esta negativa por su parte supone el inicio del enfrentamiento de este cuerpo polaco contra el Ejercito Rojo y sus aliados, los fusileros letones de Jukums Vacietis. A pesar del apoyo que Dowbór-Músnicki encontró entre la burguesía y los terratenientes polacos y bielorrusos, el 31 de enero será vencido por las tropas soviéticas.
Posteriormente, en febrero de 1918, durante un colapso temporal de las negociaciones de paz, las tropas alemanas apoyadas por Dowbór-Músnicki lanzarán un nuevo ataque contra la Rusia Soviética, apoderándose de gran parte de Bielorrusia, incluida Minsk. Finalmente, el 3 de marzo se firma el Tratado de Brest-Litovsk, que llevaba negociándose desde noviembre de 1917. Este tratado establece una linea de influencia entre Rusia y Alemania, que se corresponde en parte con la línea del frente en ese momento. Según el tratado, Rusia renunciaba a todas las tierras al oeste de dicha linea, quedando el futuro de estos en manos de las potencias centrales. Así, Bielorrusia, Polonia, Curlandia y Lituania pasaban a depender de Alemania, mientras que se proclamaba la independencia de Estonia, Finlandia, Letonia y Ucrania (la breve República Popular Ucraniana).
Con la llegada de las tropas alemanas, regresan también los dirigentes nacionalistas de la Rada. Alemania pretendía crear una serie de estados títere en los territorios que habían arrebatado a los rusos, los cuales actuarían como estado tapón frente a la Rusia Soviética. Desde los primeros años del conflicto, los alemanes habían permitido actuar libremente a los grupos nacionalistas de los territorios que iban ocupando al Imperio Ruso. En el caso de Bielorrusia y Lituania, los alemanes pretendieron fomentar la idea de crear un estado federal lituano-bielorruso, que presentaban como heredero del antiguo Gran Ducado de Lituania y que de facto estaría bajo protectorado alemán. Un ejemplo de esta permisividad con la intelectualidad nacionalista lo encontramos en la fundación por parte de un grupo de dirigentes nacionalistas, entre los que destaca Antón Lutkiévich, de la revista Homan en la ciudad de Grodno, que desde 1915 se encontraba bajo ocupación alemana.
En este contexto, la Rada va a aprovechar el vacío de poder quedado en Minsk ante la salida de las tropas soviéticas para proclamar la República Popular de Bielorrusia. El primer paso hacia la proclamación de esta se dio el 19 de febrero de 1918 con la promulgación de la primera Carta al Pueblo de Bielorrusia, en la cual se llamaba al pueblo bielorruso a ejercer la plena autodeterminación, estableciendo que esta debía ejercerse a través de un proceso constituyente que concluyera con la proclamación de una república bielorrusa. En esta carta, la Rada es proclamada como autoridad temporal de Bielorrusia. El siguiente paso llegó el 9 de marzo, cuando la Rada emitió su Segunda Carta, en la cual se proclamaba la República Popular de Bielorrusia. Poco tiempo después, el 18 de marzo, la Rada del Congreso era renombrada como Rada de la República Popular de Bielorrusia, nombre que mantiene hasta nuestros días.
Finalmente, el 25 de marzo, se votó en la Rada la promulgación de la Tercera Carta al Pueblo de Bielorrusia, en la cual se proclamaba la independencia total de la República Popular de Bielorrusia. En esta votación se produjo la ruptura definitiva entre las fuerzas que hasta entonces habían conformado las instituciones bielorrusas al posicionarse en contra de la independencia los miembros del Bund judío, los eseristas y los mencheviques. En protesta por esta decisión varios de sus miembros abandonarán la Rada. Estas formaciones políticas se habían mantenido unidas en la Rada simplemente por su oposición a la Revolución de Octubre y a los bolcheviques, ya que tanto los eseristas como los mencheviques estaban en contra, desde el principio, de proclamar la independencia de Bielorrusia, defendiendo la necesidad de un estado democrático y federal ruso en el que se integraría Bielorrusia.
Sin un verdadero ejército y con un apoyo reducido entre el pueblo, la nueva República dependía completamente de las tropas alemanas. Por su parte, los alemanes entregarían al nuevo estado lituano los territorios de Grodno y Vilnius, que entonces contaban con una población mayoritariamente bielorrusa. Esto provocó fuertes tensiones en el seno de la Rada y un distanciamiento entre los nacionalistas bielorrusos y Alemania. También supuso que la Rada perdiese aún más apoyos entre la población.
Debemos señalar que esta república nunca contó con un amplio apoyo popular. Como ya señalábamos antes, el nacionalismo bielorruso se asentaba unicamente sobre grupos de intelectuales burgueses procedentes de las clases medias de las ciudades bielorrusas. Un ejemplo de esta falta de apoyo a los partidos nacionalistas se pudo apreciar en las elecciones a la Asamblea Constituyente en 1917. Estas elecciones fuero ganadas por los eseristas, que se hicieron con una amplia mayoría en la Asamblea, seguidos de los bolcheviques. Aunque en el caso de Bielorrusia destacó el amplio apoyo que recibieron los bolcheviques, que se alzaron con la victoria en la región. Frente a esto, los partidos nacionalistas bielorrusos obtuvieron muy pocos votos, lo que demuestra su falta de apoyo entre la población.
La Rada fue incapaz de enfrentar los graves problemas que atravesaba Bielorrusia. A los alemanes unicamente les interesaba de estas tierras su riqueza agraria. Aunque se había anunciado por parte de la Rada la abolición de la propiedad privada, los alemanes, buscando garantizar el aprovisionamiento de alimentos hacia Alemania, restauraron la propiedad privada y la devolvieron las tierras a los terratenientes. Esta política vino acompañada por la represión contra los defensores de la reforma agraria, llegando a producirse ejecuciones masivas de manifestantes.
Estas políticas siguieron agravando las fricciones internas en el seno de la Rada, produciéndose el abandono de algunos de los sectores más a la izquierda, que cada vez simpatizaban más con los bolcheviques. El episodio más notable esta crisis sería la fragmentación de la Hramada Socialista de Bielorrusia, uno de los fundadores y principal fuerza política de la Rada, surgiendo de esta el Partido Socialista Revolucionario de Bielorrusia (izquierda), el Partido Socialdemócrata de Bielorrusia (derecha) y el Partido Socialista Federalista de Bielorrusia (centro). Esta fractura debilitó considerablemente al gobierno de la Rada.
Esta debilidad de la Rada hizo que no le fuera posible construir un verdadero estado, la nueva república carecía de Constitución, de una moneda propia, de un ejercito o del reconocimiento de otros estados (con la excepción de otras repúblicas autoproclamadas como Ucrania). La Rada tampoco controlaba efectivamente los territorios de población bielorrusa, de hecho los territorios más orientales, fuera del control de los alemanes, se integraron en la República Socialista Soviética Federativa Rusa, en la que se denominó como “Comuna Occidental”. Respecto al reconocimiento por parte de otros estados europeos, debemos tener en cuenta el contexto. En el marco de la Guerra Civil Rusa, los estados miembros de la Entente, antiguos aliados de la Rusia zarista, defendían la vuelta al régimen anterior, por lo que apoyarían al ejército blanco monárquico, partidario de una “Rusia unida e indivisible”. Aunque estos estados si apoyaron el establecimiento de un estado polaco independiente, no harán lo propio con Bielorrusia.
A pesar del escaso desarrollo de la República Popular de Bielorrusia como estado, esta tendrá un papel muy destacado en la evolución del nacionalismo bielorruso y en el futuro de la República de Bielorrusia tras su independencia. Debemos señalar que en todos los estados postsoviéticos adquirió una gran importancia la recolección de testimonios históricos sobre los que poder sustentar la identidad de la nueva nación. Un ejemplo de esto lo tenemos en las afirmaciones del historiador nacionalista I. V. Dovnar-Zapolski, quien se refiere a la Rada como “la portadora de la idea bielorrusa y protectora de los derechos de la nacionalidad y el territorio. Independientemente de lo mucho o poco que hizo la Rada, el significado moral y nacional del mismo hecho de su existencia es enorme”.
El hundimiento de Alemania en la guerra y el inicio de la Revolución Alemana permitió a los soviéticos invalidar lo establecido en Brest-Litovsk. En este contexto, el presidente de la Rada, Antón Lutkiévich, trató de desembarazarse de la tutela alemana y negociar con Moscú desde una posición de igualdad como un gobierno de un estado independiente. De hecho, este será invitado a Moscú por Lenin para discutir la posible integración de los nacionalistas bielorrusos en el futuro gobierno bielorruso que se establecería tras la salida de los alemanes.
A pesar de estas negociaciones, los miembros de la Rada abandonarán Minsk en diciembre de 1918 ante el avance de las tropas soviéticas, asentándose primero en Vilnius y, más tarde, en Grodno. Se iniciaba así un largo exilio que se extiende hasta nuestros días. Como veremos en la segunda parte de este artículo, durante este exilio la Rada pasará a depender casi totalmente de la buena voluntad de los países vecinos y de las grandes potencias occidentales, pasando a convertirse en un elemento más de la propaganda occidental contra la Unión Soviética.
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