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Yemen: Crónica de un país devastado

Iniciado como una revolución popular y encendido por las denominadas Primaveras Árabes que se extendieron a lo ancho del norte de África y Oriente Medio entre 2010 y 2013, lo que en un principio parecía un esperanzador intento de deponer el régimen establecido pronto se acabó convirtiendo en un conflicto armado con actores tanto nacionales como internacionales, que ha sumido el país en una de las mayores crisis humanitarias de las últimas décadas. En este artículo analizaremos los factores, causantes y el desarrollo de los acontecimientos que han hundido a Yemen en una guerra y miseria ignoradas por el ojo de los medios.

Yemen en el siglo XX

Yemen, un país pegado a la fuerza.

Sin lugar a dudas, los principales alimentos para el conflicto son las enormes diferencias existentes entre el norte y el sur de Yemen. A pesar de ser un territorio definido desde hace milenios, rara vez ha estado dominado por completo por una misma fuerza. Ya no hablamos de diferentes tribus o culturas, hablamos de que Yemen se repartía entre dos Estados completamente distintos. Hasta 1990, existía la República Árabe de Yemen (RAY) al norte, y la República Democrática del Pueblo de Yemen (RDPY), el único país Marxista del mundo Árabe, al sur y este, debido al dominio otomano del norte y la colonización británica del sur. Los británicos crearon, mediante pactos con los líderes de varias regiones, dos territorios: la Federación del Sur de Arabia y el Protectorado del Sur de Arabia. Con la retirada británica de la colonia en 1967 se forma la RDPY, incrementándose las divergencias entre ambas partes. Por un lado, un estado aliado con Arabia saudí, capitalista e islámico. Por el otro, uno con enfoque decididamente marxista y secular, apoyado por la URSS y el Egipto de Nasser. Pese a una aparente imagen antagónica y que presagiaba un conflicto abierto, éste no derivó en más que incidentes fronterizos durante los 23 años que se mantuvo esta división.

En 1989 la URSS se desmorona y la RDPY empieza a encontrarse sin apoyos a nivel internacional. Se inicia un proceso de unificación muy apresurado -debido a la existencia de yacimientos de gas y petróleo a lo largo de la frontera que lleva a la firma de acuerdos de explotación conjunta, creación de empresas, desmilitarización de la frontera…- que culmina en 1990 tras la firma de un borrador de Constitución conjunta entre Saleh y el presidente de Yemen del Sur, Ali Salim al-Beidh. Pronto, el Partido Socialista se ve perseguido y sin capacidad de actuación en el nuevo gobierno. Ante esta situación los líderes socialistas proclamarán en 1994 la independencia, comenzando así una guerra civil en la que contarán con el apoyo de, curiosamente, Arabia Saudí, ante la amenaza de un Yemen estable, unido y chií. Pese a la derrota a la que se verán abocados, superados por las fuerzas del norte, se dejará la semilla del separatismo sureño bien plantada en la región, resurgiendo en 2007 el Movimiento Sureño(Harak al-Janubi) como la unión de varios grupos con ideologías y agendas divergentes pero unidas por el afán de independizar el sur del país.

Durante este proceso de unificación y guerra civil el anterior presidente de la RAY y militar Alí Abdulah Saleh, del que hablaremos más adelante, se consolidará como candidato favorito para la presidencia del nuevo país debido a su poder e influencia. No es sorprendente, pues, que obtuviera el 96% de los votos en las elecciones de 1999, comenzando un gobierno acusado de corrupto y profundamente dependiente de su figura.

Conflictos fronterizos en el Mar Rojo

Uno de los elementos de mayor atractivo de Yemen, junto a sus reservas de combustibles fósiles, es su posición en el Mar Rojo, que permite el control de uno de los extremos del estrecho de Bab el-Mandeb, puerta al canal de Suez y el Mediterráneo. El control de una ruta comercial tan importante y lucrativa no es algo trivial, por lo que no es de extrañar que a lo largo de los años se hayan producido varios choques, algunos de gran magnitud, entre Yemen y las potencias aledañas. Aunque se han dado periódicamente a lo largo del siglo XX y por toda la extensión de la frontera yemení, cubriremos los dos de mayor relevancia de finales de siglo, en orden cronológico.

El conflicto por las islas Hanish (archipiélago Zukur-Hanish) comienza en 1995 entre Eritrea y Yemen. Dicho territorio pertenecía en un principio a éste último, pero tras su entrada en las Naciones Unidas y su independencia Eritrea comenzó a disputarse con Yemen la soberanía de las islas. Se produjeron dos rondas de negociaciones: durante la primera, con Francia como mediador, los dos países firmaron un acuerdo aceptando el arbitraje de la ONU y absteniéndose del uso de la fuerza para contradecir la decisión del tribunal. Este acuerdo acabaría en papel mojado cuando tropas eritreas ocuparon una de las islas del archipiélago, Hanish al-Saghir; la ONU ordenó su retirada y ésta se hizo efectiva. Sin embargo, Eritrea comenzó a desplegar sistemas SAM rusos comprados a Etiopía en la costa, añadiendo leña a un fuego al que le quedaba poco para encenderse.

Localización del archipiélago Zukur-Hanish en el Mar Rojo

En la segunda ronda se convino resolver las disputas mediante las propias negociaciones, preparadas para febrero del 96, y obedecer al tribunal de La Haya si fallaban. Éstas no se llegaron a producir. En 1995, una empresa alemana bajo protección de 200 soldados yemeníes comenzó la construcción de un resort turístico en la mayor isla del archipiélago. Tomado como un intento de establecer “hechos sobre el terreno” que pudieran favorecer su posición en las negociaciones, Eritrea emitió un ultimátum para retirar las tropas yemeníes que fue ignorado.

Se lanzó una operación a gran escala, incluyendo todos los barcos disponibles de la armada e incluso utilizando pesqueros para desembarcar tropas. También se usaron aviones para enviar tropas a la isla. Ampliamente superados, los yemeníes perdieron la isla en 3 días. Mucha especulación se ha dado sobre si los eritreos tuvieron ayuda egipcia o incluso israelí, y las posibles motivaciones, a raíz de las declaraciones de Saleh sobre lo ocurrido, pero sin pruebas más concluyentes. Sin posibilidad de negociaciones, el tribunal de La Haya tomó cartas en el asunto y dictaminó que la mayoría de las islas pertenecían a Yemen, Eritrea conservó varias islas muy cercanas a sus costas y derechos pesqueros en todo el archipiélago.

El segundo conflicto que nos ocupa se produce con Arabia Saudí en 1998 por el control de la isla Duwaima, de la que los saudíes reclamaban el 75% del territorio como suyo, mientras que Yemen declaraba la completa soberanía de la isla. Con una larga historia de disputas territoriales desde que Arabia Saudí emerge en los años 30, y con una guerra de por medio en los 60, parecía que se había llegado a un punto de acuerdo en la firma de un memorando de entendimiento en 1995, comprometiéndose a resolver sus disputas pacíficamente. Sin embargo, el 19 de julio del 98, nueve barcos saudíes y artillería situada en la costa bombardearon la isla durante 9 horas, según el Ministro de Interior saudí en defensa propia. Varias acusaciones se cruzaron en los días siguientes, añadidas al anuncio por parte de Yemen de retomar la isla por completo. A finales de julio, los dos países llegaron a otro acuerdo para solventar esta y otras disputas en negociaciones. Éstas se materializaron al fin en el año 2000, con un acuerdo que regulaba toda la frontera delineada por el Acuerdo de Taif, así como otros asuntos sin resolver. Cabe destacar que éste fue bastante beneficioso para Yemen, que recibió 40.000 kilómetros cuadrados en el área disputada en el este, y alrededor de 3000 en el área del Mar Rojo.

Movimientos insurgentes y terroristas en Yemen

No es sólo el pasado lo que separa a los territorios de Yemen, pues la diversidad religiosa del país también es fuente de conflicto, siempre aunado con el político y territorial. Existe una marcada frontera entre el chiismo zaidí del norte y el sunismo del sur, con pequeños territorios ismailitas, especialmente en la zona norte. Aunque en el pasado estas diferencias no fueran motivo de gran disputa, y las relaciones entre los grupos fuera cordial -los matrimonios entre distintas ramas eran comunes-, la aparición de partídos políticos con una marcada ideología salafista como Al-Islah (rama de los hermanos musulmanes) y la expansión de la misma por territorio zaidí resulta en que, en 2004, surgen los houthis como parte de un movimiento zaidí llamado Jóvenes Creyentes. Este grupo insurgente, con gran influencia en el norte, fue objetivo reiterado del ejercito yemení, que se vio incapaz de desarmar la organización y expulsarla de sus plazas fuertes en las montañas del norte del país, desde las que se expandieron lentamente hasta el año 2011.

También las organizaciones terroristas encontraron su lugar en Yemen. Combatientes regresados de Irak y Afganistán continuaron su actividad en los desiertos y montañas del país. Bajo el nombre de Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), han demostrado ser una de las ramas más efectivas de la organización, con planes de atentados sobre objetivos americanos dentro y fuera de EEUU, y por lo cual han sido uno de los blancos de las operaciones con drones y perseguidos por tropas del gobierno. Desde su instalación en Yemen, AQPA ha mantenido relaciones activas con otros grupos terroristas de las regiones aledañas, como por ejemplo A-Shabaab en Somalia, con quien el comercio de armas así como el entrenamiento y apoyo mutuo es frecuente.

Saleh, 3 décadas de gobierno indiscutido.

Ali Abdulah Saleh ha sido el actor político más relevante de Yemen durante más de 30 años, y aún hoy sigue teniendo una gran influencia, pese a no ser ya presidente. Nació en 1942 en un pequeño pueblo al sur de Sanaa, como miembro de la tribu Sanhan, minoritaria y poco importante entre todas las que formaban la confederación tribal Hashid, de religión zaidí, que controlaban varios distritos al suroeste de la capital. Recibió educación primaria básica en una escuela coránica local y en 1958, siendo un adolescente, entró como soldado raso en las filas de las tropas controladas por los Hashid, bajo el mando de los imanes Zaidíes. Sin embargo, en 1962, el shayk de la confederación apoya el golpe de estado contra el gobierno monárquico, por lo que su lealtad pasa a estar con el bando republicano. En 1963 se le concede el rango de teniente segundo. La guerra duraría hasta 1970, con apoyo internacional de Arabia Saudí, Jordania y Reino Unido por parte de los monárquicos, y apoyo egipcio (con hasta 70000 tropas) y soviético por parte de los republicanos. Participó en la defensa de Sanaa durante los 70 días de asedio entre noviembre del 67 y febrero del 68, y estuvo al mando del campamento militar Khalid Bin Al-Walid entre el 75 y el 78.

Su salto a la vida política es rápido e impresionantemente efectivo. Tras el asesinato del presidente de la RAY Ahmad al-Gashmi el 24/7/78, es elegido miembro del consejo presidencial. Menos de un mes después, el 17 de julio, es elegido presidente del país. Debido a las fuertes divisiones tribales y de lealtades del país, Saleh acepta un reparto del poder con Sheikh Abdullah al-Ahmar, el líder de la confederación tribal Hashid, y con el general Ali Mohsen al-Ahmar, el militar más influyente del país, en un acuerdo ratificado por escrito. En 1982 a Saleh también se le concedió el rango de Coronel y se le eligió presidente del partido político Congreso General del Pueblo(CGP). Fue reelegido en 1983, y en 1990 durante el proceso de reunificación con el sur, es elegido presidente del Consejo presidencial, así como en 1993. Finalmente, tras la aprobación de la Constitución en 1994, fue elegido por el Parlamento como Presidente del país.

Ali Abdullah Saleh en una conferencia de prensa. 2011

Las primeras elecciones abiertas del país tuvieron lugar en 1999, en las que Saleh obtuvo el 96% de los votos. En 2001 se realizó un referéndum para extender la duración del periodo presidencial de 5 a 7 años, el parlamentario de 4 a 6, y creando un consejo de la Shura elegido por el presidente, el cual fue aprobado. En 2005 Saleh anunció que no se presentaría a elecciones. Sin embargo, el sistema yemení exige que haya un mínimo de dos candidatos, apoyados y votados por el parlamento, por lo que fue reelegido en las elecciones de 2006, no sin ciertas polémicas ante irregularidades, pero con la aprobación del Departamento de Estado de los EEUU. En 2011 Saleh volvió a anunciar que no se presentaría a reelección, y en esta ocasión las miradas se dirigieron a su hijo, que ya dirigía desde 2006 las Fuerzas Especiales y la Guardia Republicana. Sin embargo, con el inicio de las protestas en el país y su desarrollo, estas elecciones, planteadas para 2013, no se realizaron.


El conflicto actual

2011-2013:De las manifestaciones a la salida del presidente.

Aunque desde el resurgimiento del movimiento separatista sureño las protestas no habían cesado en el sur del país, es el desarrollo de las revoluciones populares en Túnez, Egipto o Libia lo que enciende la chispa de la movilización popular, clamando y exigiendo la salida de Saleh del gobierno y un cambio de régimen que ponga fin a la corrupción y pobreza que asola Yemen. Se producen manifestaciones multitudinarias en las principales ciudades del país, contra las que las fuerzas del Estado emplean medios cada vez más violentos, como el uso de munición real contra los manifestantes el 8 de marzo de 2011 -aunque se tiene constancia de hasta 19 muertos en las protestas de la ciudad de Aden entre el 16 y 25 de febrero (todos con heridas de bala, pero sin confirmar su procedencia)- y que se encontraron con respuestas igualmente violentas. El gobierno mantuvo un bloqueo estricto de la información, negando el acceso a periodistas a hospitales y otros edificios, manteniendo en secreto informes y recuentos de muertos y heridos en las protestas y culpando de las acciones violentas a los manifestantes. Asimismo se sucedieron arrestos, palizas e incluso el asesinato de activistas, todo azuzando la hoguera de la revuelta. En un principio poco implicados en las protestas, los grupos tribales e insurgentes del país toman posiciones junto a los manifestantes, adoptando algunas de sus demandas. En este contexto los houthis comienzan una campaña de expansión hacia el sur que encontrará poca resistencia ante un gobierno descoordinado y con las manos llenas de problemas.

Manifestaciones en la ciudad de Taiz, 2011

Finalmente, Arabia Saudí negociará con Saleh su salida del gobierno a cambio de inmunidad y residencia permanente en Yemen. Por un acuerdo firmado con el Consejo de Cooperación del Golfo, sería su vicepresidente, Rabbuh Mansur Hadi, el que tomaría las riendas del gobierno hasta que se realizaran elecciones en el periodo de un año. Esas elecciones aún están por llevarse a cabo a día de hoy. Al permitir su estancia en el país, se le dio a Saleh el tiempo necesario para organizar una estrategia que le permitiría retomarlo por la fuerza. Puso de su parte a los cuerpos de élite del ejército yemení gracias a los millones obtenidos con el expolio y las múltiples tramas de corrupción de las que se le acusaba, muchos de ellos entrenados en antiterrorismo y equipados por el Reino Unido Y EEUU. Casi la noche a la mañana, los rebeldes houthis contra los que había combatido durante años se convirtieron en sus aliados, con el objetivo común de despojar a Hadi del poder, y a medida que los dos grupos combatían un mismo enemigo comenzaron a trabajar conjuntamente en las negociaciones y cuestiones diplomáticas.

2014-2016:Hacia el estancamiento del conflicto

En 2014 los houthis, aprovechando el caos generalizado, se lanzan en una ofensiva relámpago que toma la ciudad de Saana en tan solo 3 días, un paso más hacia la conquista y control de todo el país. Se lanza otra ofensiva hacia el sur, dirigida a la ciudad portuaria de Aden, donde Hadi había establecido la capital provisional del país tras ser expulsado de Sanaa, haciéndose con el control de la costa del Mar Rojo a su paso. Allí, sin embargo, sufrirían una de sus mayores derrotas durante el conflicto, por lo que se limitarían a sitiar la ciudad. Arabia Saudí extraerá a Hadi y su gobierno del país y les dará asilo en 2015, mientras se organiza una coalición de 12 países con el objetivo de llevar a cabo operaciones en Yemen y devolver el control al gobierno reconocido internacionalmente y que se apoyará en Harak al-Janubi para sus operaciones en el sur del país. Las operaciones de la coalición -que se llevaban a cabo mucho antes de que la ONU aprobara la intervención en Yemen- denotan una gran división de intereses entre los integrantes debido a su apoyo a una u otra de las facciones nacionales, especialmente el apoyo saudí a Al-Islah (como se ha indicado, parte de los Hermanos Musulmanes y de ideología salafista) provocando enfrentamientos entre estos y los diversos grupos sureños apoyados por Emiratos Árabes Unidos, enemigos declarados de Al-Islah.

A pesar de un coste estimado de 200 millones de dólares al día, las operaciones de la coalición han tenido magros éxitos sobre el terreno. El ejército yemení del sur, apoyado por fuerzas de EAU consiguió retomar la ciudad de Aden, y las fuerzas saudíes han ganado terreno en el noreste liberando la ciudad de Mariib, en una región que debe su estabilidad al gobierno de las tribus locales más que a cualquier intervención internacional. El precio más allá del dinero ha sido más de 5000 vehículos destruidos, 78 aviones derribados, equipo robado y más de 6000 bajas solo en las fuerzas saudíes, por no hablar de la imagen que Arabia Saudí se ha ganado bombardeo tras bombardeo sobre poblaciones civiles. Por otro lado se presenta un grave problema para estos últimos, pues el conflicto en el norte del país ha sido desastroso para ellos. Los houthis se han adentrado en territorio saudí, destruyendo y tomando bases y equipamiento, hasta llegar a lanzar misiles contra bases militares cercanas a Riyad.

Por su parte, AQPA y otros terroristas no se han mantenido al margen de la contienda. Bajo la bandera de Anshar al Sharia dominan varios territorios del sur y el este del país, llegando a controlar la ciudad portuaria de Al-Mukalla (más tarde recuperada por el ejercito yemení apoyado por EAU), y tienen una presencia activa en todo Yemen excepto en los territorios controlados por la alianza houthi-Saleh. La rama del ISIS en Yemen, aunque con mucha menor presencia y sin un territorio propio estable, controla campos de entrenamiento en el sur y realiza ataques contra objetivos houthis.

Intentos de negociación

Pese a todo, todas las partes tienen muy claro que el conflicto debe acabar lo más pronto posible por el bien del país, aunque bajo sus condiciones y exigencias. A lo largo de estos años se han producido varias reuniones con el objetivo de pactar medidas o un fin de las hostilidades, pero sin ningún éxito que haya producido cambios significativos en la situación.

Durante 10 meses entre 2013 y 2014 se produjo la más importante de ellas, con más de 500 representantes del espectro político de Yemen, y al que acudieron representantes houthis. Fueron convocados por el presidente Hadi para discutir y acordar medidas que resolvieran los problemas más acuciantes del país, con la presencia de Ban Ki Moon y el presidente del momento del Consejo de Seguridad de la ONU. Se pactaron 2000 resoluciones, entre las que se encontraba un proyecto de federalización del país, cuestionado tanto por los houthis como por Harak debido a su organización y división del territorio. Finalmente, pocas de estas resoluciones se han llevado a cabo debido a la situación de división institucional que vive el país, con sus órganos oficiales repartidos entre uno y otro bando, aunque por parte del gobierno de Hadi este proceso es vital para el desarrollo de Yemen una vez finalice el conflicto.

Reuniones de paz en Suiza, 2015

Más tarde, en 2015, comenzaron en Suiza negociaciones de paz entre las partes implicadas en el conflicto auspiciadas por la ONU, con Ismail Ould Cheikh Ahmed como mediador. Sin embargo, ningún acuerdo ni conversación fructífera surgió de ellas. Por un lado, la alianza houthi-Saleh confiaba en que su control de provincias clave del país y su resistencia a los ataques de la coalición les dieran la mano ganadora en el conflicto. Por otro, Hadi y la coalición creían poseer el momentum suficiente para avanzar sus posiciones hacia una victoria, y según Ahmed, Arabia Saudí no dio signo alguno de compromiso ni interés ante la iniciativa de la ONU por la paz.

Hoy por hoy

A 2017 ya no le queda demasiado recorrido, y la situación en Yemen no parece estar acercándose a un fin, sino todo lo contrario. Ninguno de los bandos ha obtenido una victoria decisiva y la intervención de la coalición no ha sido suficiente para dar la vuelta a esta situación de bloqueo. Sin ninguna paz a la vista, sólo queda prepararse y afianzar posiciones, en todos los sentidos, para sobrevivir a una guerra que se prevé larga.

La alianza entre los houthis y Saleh ha acabado por convertirlos en aliados políticos y diplomáticos tanto como militares. Con la conquista de Saana, se hicieron con el control de gran parte de la burocracia del país. Han hecho frente común en todas las rondas de negociaciones y reuniones internacionales. Con el fin de reforzar sus reivindicaciones y legitimidad ante el gobierno de Hadi, y organizar mejor el territorio que controlan, se creó en 2016 el Consejo Político Supremo, un órgano de gobierno formado por un número impar de representantes houthis y pro-Saleh, presidido por el ex-gobernador de Aden, Abdulaziz bin Habtor, que consiguió el apoyo del parlamento yemení. Éste se reunió de nuevo el 13 de agosto de 2016, desafiando al gobierno de Hadi. Actualmente, tanto el Consejo Político como el Parlamento están presididos por Saleh Ali al-Sammad, debido a su origen houthi y su anterior trabajo como asesor del CGP, erigiéndose como una figura de confianza para ambos.


Sin embargo, no todo marcha bien para ellos. Los continuos bombardeos saudíes sobre civiles e infraestructuras, la escasez de alimentos y otros productos, la congelación de salarios y el alto desempleo conllevan un malestar palpable entre la población, del que el inexperto gobierno houthi no ha sido capaz de librarse. Y en el mayor frente abierto actualmente, el asedio a la ciudad de Taiz, se mantiene un
status quo. Los houthis se ven incapaces de tomar la ciudad, pero los disturbios internos dentro de la misma impiden la organización necesaria para romper el cerco. Además, el equilibrio de esta alianza sigue distando de ser perfecto, con tensiones y acusaciones como las del líder houthi Abdul-Malik al-Houthi este verano contra Saleh por estar supuestamente negociando en secreto con Arabia Saudí, y por su poca implicación militar en el frente. Estos roces han ido más allá recientemente, con la muerte de varios rebeldes houthis en una pelea con fuerzas gubernamentales, o las declaraciones de Saleh el 19 de octubre, amenazando a sus aliados con romper su apoyo debido a la campaña de acoso y difamación a políticos y periodistas afines, tanto en los medios como en persona. Pese a todo, el control militar sobre su territorio sigue siendo férreo, y los avances sobre Arabia Saudí, innegables. El 5 de noviembre un misil lanzado por los houthis fue derribado a escasa distancia del Aeropuerto Internacional de Riyad, y amenazaron con seguir atacando los puertos y aeropuertos de la coalición.

El sur del país, controlado por múltiples facciones leales a Hadi, también se encuentra en una situación delicada. Si bien cuenta con el apoyo de la coalición, especialmente de EAU, que entrena y financia a sus tropas y está haciendo esfuerzos por reactivar la economía de la zona como con la compra de parte del puerto de Aden, se enfrenta a problemas de otra índole. Al no encontrarse personalmente en la zona, y depender de la dudosa cohesión de todos los pequeños grupos que forman el Movimiento del Sur (que carecen de una agenda siquiera parecida, y en muchos casos se enfrentan entre ellos), el riesgo de que se desmorone este territorio es real y muy presente, además de que la autonomía cada vez mayor con la que actúan denota que no precisan del gobierno de Hadi. Esta situación se hace aún más delicada con la prohibición de visitar los territorios supuestamente bajo su gobierno que les ha impuesto Arabia Saudí a Hadi y su gobierno, que no ha puesto pie en Yemen desde febrero. Si a esto le sumamos la mala imagen que ya sufrían debido a la retirada del gobierno supuestamente oficial a Arabia Saudí donde han vivido sin dificultades mientras la población de Yemen vivía (y sigue viviendo) en una situación muy precaria, la caída en los apoyos a Hadi no parece sino completamente natural.

Cabe destacar la situación de estabilidad que el gobierno de las tribus locales han conseguido en Mariib y zonas adyacentes, sin ninguna ayuda del gobierno, tomando decisiones como la redirección de las ganancias por la venta de gas y petróleo a su rama del banco central, antes que a la institución central, que fue trasladada apresuradamente de Sanaa a Aden ante la toma de la ciudad.

Al mismo tiempo, la situación en el mar resulta una representación muy fiel de la tensión internacional tras las bambalinas del conflicto. Navíos americanos, saudíes e iraníes se pasean de arriba a abajo por el Mar Rojo y el estrecho de Bab el Mandeb, pero no sin consecuencias, pues desde la costa los houthis han atacado con misiles a barcos americanos y saudíes, llegando a haber saqueado y destruido 12 barcos de guerra de estos últimos, según informes.

Y mientras tanto…

Mientras todo el entramado político se desarrolla, y se toman y se pierden posiciones, mientras el conflicto se alarga de forma inevitable, Yemen sangra y sufre una de las peores crisis humanitarias de la historia reciente. Su industria paralizada y arrasada por los bombardeos, sin electricidad ni agua en la gran mayoría de las casas, y con un bloqueo económico significativo, un país que importa el 90% de los alimentos que se consumen, se hunde en la hambruna, la escasez y la miseria. Las cifras son muy alarmantes. 19 millones de personas se encuentran sin acceso a agua potable. Más de 14 millones sin alimento asegurado. Más de 3 millones de desplazados dentro del país por la escasez y los combates.


Por si todo esto fuera poco, otro nuevo desastre se suma a la hecatombe que asola Yemen. En Abril de este año se comenzó a registrar un brote de cólera en el país debido a la insalubridad de las fuentes de agua. En menos de 6 meses ya se ha cobrado más de 2000 muertos, una cifra que sin duda aumentará considerablemente debido a que se han registrado más de medio millón de infectados. La escasez de ayuda humanitaria entrando en el país por el bloqueo de la coalición y la indiferencia internacional a esta situación auguran que tanto la hambruna como las enfermedades y los heridos sin atender continuarán siendo una negra realidad de la vida en Yemen.

Conclusión

Resulta evidente partiendo de todo lo expuesto que Yemen ha pasado hace tiempo el punto de no retorno a corto plazo. Con un conflicto armado estancado y sin visos de avanzar en ninguna dirección -pero con ambos bandos viéndose en ventaja- toda la infraestructura del país hecha pedazos, hambruna generalizada y una pandemia que cada día amenaza a más gente; está claro que la paz será de todo menos sencilla y rápida, si es que se consigue ésta y no una división más acusada. Y en cualquier caso la región tardará años, si no décadas, en salir del agujero de pobreza y miseria que la guerra ha traído sobre Yemen. Sólo la improbable entrada en el conflicto de nuevos actores internacionales, que se implicaran más allá de perpetuar y apoyar el conflicto, podrían tener un efecto positivo y acelerar la recuperación del país.

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