El Sahel es una región desértica que atraviesa el continente africano, desde el Océano Atlántico al Mar Rojo. Concretamente, el Sahel geográfico abarca: el norte de Senegal, el sur de Mauritania, Malí, el norte de Burkina Faso, el extremo sur de Argelia, Níger, el norte de Nigeria, la franja central de Chad y de Eritrea y el norte de Etiopía.
Desde principios de siglo, el Sahel ha sufrido un constante deterioro de la situación humanitaria, política, de seguridad y de derechos humanos. En gran parte, debido a la pobreza extrema, las tensiones internas y las crisis institucionales. Según el INFORM Sahel, elaborado por la Comisión Europea, está considerado como una región de riesgo alto o muy alto, en cuanto a catástrofes y crisis. Además, coexisten una serie de factores que afectan a la estabilidad del Sahel, tales como: el control de los recursos naturales estratégicos, la expansión de los conflictos por la región, la fragilidad de los Estados debido a luchas internas y corrupción, la limitación de sus fuerzas armadas, los conflictos interétnicos y religiosos, la proliferación de grupos yihadistas o la existencia de grandes territorios carentes de control estatal. Este declive, se ha visto incrementado en los últimos años por la proyección del terrorismo argelino. Después, de la amnistía promovida por Buteflika y la alianza del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate con Al Qaeda. También, se ha visto influenciado por la caída del Gadafi, sobretodo, en la zona norte de Malí.
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Dentro de esta situación, cinco países del Sahel formaron una alianza político-militar conocida como G5S, para poner solución a la inestabilidad de la región con una visión integral de seguridad y desarrollo. Estos cinco países fueron: Malí, Burkina Faso, Chad, Mauritania y Níger. Por su parte, el G5S es un marco institucional de coordinación y seguimiento para políticas de desarrollo y seguridad en el Sahel, creado el 12 de febrero de 2014. No es una solución novedosa, pues su antecedente lo encontramos en la fuerza militar internacional contra Boko Haram (MNJTF) entre: Nigeria, Benín, Chad, Camerún y Níger. Pero antes de hablar más del G5S, desarrollaremos un poco el principal conflicto que propició su creación: la crisis de Malí.
La crisis de Malí
El 21 de marzo de 2012 se produjo un golpe de estado en Malí, el General Amadou Aya Sanogo, arrestó al Presidente Amadou Toumani Touré. La excusa del General, fue la situación de inestabilidad que vivió el país durante el mandato del expresidente, iniciado en 2002. Los golpistas, justificaron el arresto por el insuficiente apoyo del Gobierno a los militares en su lucha contra las guerrillas separatistas del norte de Malí, en su mayor parte de etnia tuareg. Además, la situación se agravó por la proyección yihadista argelina en la zona y la caída del régimen libio de Gadafi, ya que esto permitió la creación de un “santuario” yihadista en la región del Azawad.
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Tras el golpe de estado, la situación con las guerrillas tuaregs y los yihadistas en el norte de Malí empeoró ya que, en abril de ese mismo año, se produjo una rebelión que culminó con la independencia del Azawad. En ese momento, comenzó un periodo de transición política en el país, organizado a través de la Comisión Nacional para la Recuperación de la Democracia y la Restauración del Estado. Esta comisión, contó con la presidencia interina de Diacounda Traoré y fue la encargada de redactar una nueva constitución y convocar unos comicios en un plazo de 40 días. Ahora bien, tras una prolongación de 40 días sobre el plazo de convocatoria electoral inicial y sin llegar a convocarse elecciones, se produjo un atentado contra el presidente interino. El 21 de mayo, miembros de la plataforma pro-golpista denominada “Coordinación de Organizaciones Patrióticas de Malí”, intentaron asaltar el Palacio Presidencial de Bamako hiriendo a Traoré.
Ante la situación de crisis que atravesaba Malí, se hizo imposible hacer frente política y militarmente a la rebelión del Azawad, por lo que se buscó apoyo vía internacional. La ayuda llegó de la mano de Francia, con la Operación Serval en enero de 2013. Junto con las tropas francesas, el ejército de Malí se hizo con el control del norte – región desértica – en julio de 2013. Así mismo, este periodo de transición terminó después de la celebración de elecciones presidenciales, que ganó Ibrahim Boubacar Keïta en segunda vuelta. El 4 de septiembre, Keïta era oficialmente presidente de Malí.
A pesar del apoyo de Francia, la inestabilidad de la zona creció debido a que el yihadismo – tras la victoria en el Azawad – se extendió a la región de Liptako – Gourma (Malí, Burkina Faso y Níger). A causa de la falta de control de los espacios fronterizos, el problema maliense se propagó por los países vecinos. Ante las circunstancias y amenazas compartidas por Malí, Burkina Faso, Níger, Mauritania y Chad, los líderes de estos países crearon el G5S en febrero de 2014. Siendo ésta, la primera organización africana en aportar un enfoque integral de seguridad y desarrollo.
La dimensión militar del G5S
Los países del G5S, cuentan con unas fuerzas militares propias de unos 59.600 efectivos. Su mal equipamiento y la carencia de entrenamiento específico anti-terrorista, les hace objetivo fácil de saqueos y ataques. Además, el exponencial crecimiento de ataques terroristas, en regiones donde la porosidad fronteriza permite el paso a yihadistas de distintos países para atacar poblaciones y objetivos militares, hace más difícil la lucha contra el terrorismo.
La amenaza del yihadismo, se agravó con la aparición de Estado Islámico en 2014 debido a que, hasta la actualidad han ido en aumento la aparición de nuevos grupos terroristas, las divisiones entre ellos y los conflictos internos. Los principales grupos yihadistas, se encuentran divididos entre aquellos que apoyan a Al Qaeda, como la JNIM (Jama’at Nasr Al-Islam Wal Muslimim). Y aquellos que apoyan a Estado Islámico, como el ISGS (Estado Islámico del Gran Sahara) e ISWAP (Estado Islámico de África Occidental). Frente al elevado número de atentados terroristas y la inestabilidad que conllevaba, los países que formaban el G5S decidieron dar el paso a la creación de una fuerza militar conjunta. Esta fuerza militar se creó durante la cumbre de Jefes de Estado del G5S en Bamako, Malí, el 6 de febrero de 2017. El objetivo principal de esta decisión, fue el de compartir recursos entre las fuerzas armadas de los países que conforman el G5S, a la vez que coordinar sus acciones con las de sus socios, como la MINUSMA, las tropas francesas de la Operación Barkhane y la Unión Europea.
El proyecto de la Fuerza Militar Conjunta del G5S, se validó en una reunión del Consejo por la Paz y la Seguridad de la Unión Africana, el 13 de abril de 2017. Una vez anunciada su creación en la Cumbre de Jefes de Estado y validado por la Unión Africana, se solicitó su aprobación al Consejo de Seguridad Naciones Unidas, el cual tenía que autorizarlo. La autorización del despliegue de la fuerza militar conjunta, llegó en junio de 2017 con la Resolución 2359 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Con esta Resolución, se autorizaba el despliegue de efectivos compuestos por soldados de las fuerzas armadas de los países que integran el G5S, siendo tropas terrestres en su mayoría. Su principal misión, es vigilar los puestos fronterizos para evitar que la porosidad entre fronteras suponga un incremento de la inestabilidad, por la facilidad de movilidad de grupos terroristas entre las regiones. Aun así, los militares que conforman esta fuerza conjunta son, a menudo, objetivo de ataques para el saqueo de armamento y equipamiento militar.
Dicho esto, ¿cuál es la dimensión militar real que se encuentra a día de hoy en la región? Las fuerzas propias de cada país que conforma el G5S, encuadran a 59.600 efectivos en total. De ellos, la Fuerza Antiterrorista Conjunta del G5 Sahel cuenta con alrededor de 4.000 efectivos, encuadrados en 5 batallones. Por otro lado, encontramos una multitud de misiones internacionales, entre las que se encuentran las tropas francesas de la Operación Barkhane, contra el terrorismo yihadista. La Misión de Naciones Unidas en Malí, MINUSMA, que lleva a cabo operaciones de estabilización en la zona. La Operación Enduring Freedom – Trans Sahara (OEF-TS), de los Estados Unidos, la cual se inició en el año 2007 y cuya finalidad es el entrenamiento de las tropas locales. Y, por último, la misión de la Unión Europea (EUTM-Malí), cuyos efectivos aportan seguridad a las inmediaciones de la base militar de Koulikoro y apoyan y entrenan a las tropas locales.
El Futuro del G5S
El pasado 13 de enero de 2020, se reunieron en Francia los líderes de los países del G5S: Ibrahim Boubacar Keïta (Malí), Roch Marc Christian Kaboré (Burkina Faso), Mohamed Ould Cheik El Ghazouani (Mauritania), Mahamadou Issoufou (Níger) e Idriss Déby (Chad), junto al presidente francés Emmanuel Macron. Los motivos fundamentales de la celebración de esta cumbre, fueron la renovación del G5S y la respuesta militar conjunta al deterioro de la situación sobre el terreno, dando lugar a una nueva coalición por el Sahel y una nueva estrategia en la región. Estrategia, cuyos principales objetivos son el fortalecimiento de la Operación Brakhane y la fuerza militar conjunta del G5S, mediante acuerdos político – militares. Debido a que, los líderes reconocieron los fracasos recientes de la anterior estrategia y la necesidad de una nueva para frenar la situación vivida entre noviembre de 2019 y enero de 2020, periodo que dejó a más de 260 víctimas mortales en 49 atentados terroristas. Los esfuerzos de esta nueva coalición por el Sahel, se centran en cuatro pilares fundamentales entorno al cambio estratégico que necesita la región.
- En primer lugar, la lucha contra el terrorismo, cuya prioridad es acabar con el ISGS. Para ello, se creará un mando conjunto de operaciones entre la Fuerza Militar Conjunta G5S y la Operación Barkhane, la cual incorporó 220 efectivos. Además, se creó una nueva operación denominada Tokuba que integra a fuerzas especiales de países europeos.
- En segundo lugar, se busca fortalecer las capacidades militares de los Estados miembros del G5S, siguiendo la iniciativa marco P3S de Francia y Alemania. Y, se incrementarán los esfuerzos tanto por parte de Naciones Unidas como con futuras misiones de la Unión Europea.
- En tercer lugar, se fortalecerá la presencia del Estado y de la Administración en los territorios donde hay carencia de los mismos, haciendo hincapié en aquellas regiones bajo influencia yihadista. A este respecto, se implementarán medidas concretas entorno a la administración de la justicia y a la presencia de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
- En cuarto lugar, se potenciará la ayuda al desarrollo con la implementación del Programa de Inversión Prioritaria G5S. En conclusión, esta cumbre fue una relegitimación de la presencia de Francia y de la Operación Barkhane, así como el aumento de la presencia europea con la integración de fuerzas especiales europeas bajo el nombre de Operación Tokuba.
Las medidas acordadas en la cumbre de Pau a principios de año, han tenido su desarrollo durante el mes de febrero en la reunión de Jefes de Estado celebrada en Níger. Dónde, se dio prioridad al borrador del marco estratégico de desarrollo de seguridad del G5 Sahel, las acciones emprendidas en la lucha contra el terrorismo en 2019 y el plan de acción para 2020. En este sentido, se reestructuró la secretaría permanente bajo la presidencia de Níger y se actualizó el plan para fortalecer la fuerza conjunta de la organización. Las nuevas acciones para el año 2020, irían dirigidas principalmente a los países del sector de las tres fronteras, a saber, Malí, Níger y Burkina Faso. Área, que ha sido seriamente afectada recientemente por ataques terroristas. También, el tema de la migración debido al terrorismo yihadista que obliga a miles de personas a abandonar sus casas para asentarse en zonas más seguras, ha sido incluido de nuevo en la agenda.
En conclusión, el G5S ha ido evolucionando desde su creación en 2014 debido a las crisis políticas, sociales, económicas y humanitarias, hacia una estructura supranacional basada en el desarrollo y la seguridad. El Sahel, ha sido una región donde la incidencia del terrorismo yihadista ha ido en aumento. Aún con ayuda de Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos o Francia, la situación ha ido a peor. Por ello, las acciones recogidas en la nueva estrategia desarrollada por los países del G5S, han estado focalizadas a aquellas zonas más afectadas. Con el aumento de las acciones en la región de las tres fronteras, se reducirá tanto la incidencia del terrorismo yihadista como la incidencia humanitaria, provocada por los desplazamientos masivos de personas hacia otras áreas.
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