El 30 de septiembre, la capital de Burkina Faso se despertaba con el sonido de disparos y explosiones. La televisión había sido cortada y el transporte público se encontraba fuera de servicio. En los primeros momentos la situación fue muy confusa y había rumores de que el primer ministro había sido detenido, pero luego se desmintió.
Los militares se habían concentrado en los puntos estratégicos de la ciudad como el palacio presidencial, las cercanías de la sede de Naciones Unidas y los barrios pudientes de la ciudad. Al mismo tiempo la población salió a las calles para reivindicar el excarcelamiento del Teniente Coronel Emmanuel Zoungrana que fue arrestado el pasado 10 de enero sospechoso de estar organizando un golpe de Estado. En estas manifestaciones pudieron verse banderas rusas. Las autoridades trataron de llamar a la calma asegurando que se encontraban en conversaciones con el fin de estabilizar la situación. El portavoz del gobierno calificó los hechos como “crisis interna del ejército”. Durante todo el día tuvieron lugar sucesivas oleadas de disparos cerca del palacio presidencial.
Para ampliar: Golpe de Estado en Burkina Faso
Por la noche, el capitán del ejército de Burkina Faso Ibrahim Traore, aparecía en televisión anunciando la destitución del presidente Paul-Henri Damiba y la suspensión del gobierno. Al mismo tiempo se anunciaron otra serie de medidas como imposición del toque de queda, suspensión de actividades políticas, suspensión de la constitución y cierre de fronteras. Este es el segundo golpe de Estado que sufre el país en 2022: el pasado 24 de enero tuvo lugar el que puso en el poder al teniente coronel Paul-Henri Damiba.
Los militares han justificado este alzamiento por “el deterioro de la situación en materia de seguridad” –al igual que ocurrió en el golpe del pasado enero– y han acusado al gobierno de mantener la misma estrategia de lucha contra el yihadismo. La situación de seguridad en el país empeora rápidamente haciendo que los ataques sean cada vez más frecuentes y mortales. La mayor parte de las zonas rurales, sobre todo en el norte del país, se encuentran sin control del Estado lo que favorece la expansión de grupos yihadistas.
Esto ha hecho que el malestar en el ejército se haya incrementado. El 26 de octubre tuvo lugar un ataque yihadista contra un convoy de mercancías en Gaskindé, situado al norte del país. En este ataque fallecieron 11 militares y 50 civiles se encuentran desaparecidos.
Burkina Faso se encuentra en una situación muy delicada en la que no parece llegar el fin de los periodos de transición hacia unas elecciones y un gobierno civil. Este golpe de Estado se enmarca en la inestabilidad política que vive la región en la que hemos podido ver cómo se han sucedido los golpes de Estado.
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