El partido del gobierno baja seis puntos con respecto a 2016, y logra un 49,8%, mientras que los comunistas suben del 13% al 19%
El partido del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, ha revalidado su mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas celebradas en el país entre el 17 y el 19 de septiembre de 2021. Rusia Unida ha retrocedido seis puntos en relación a las pasadas legislativas, celebradas en 2016, cuando obtuvo un 55.2%, y se ha quedado en poco más del 49,8%. Con todo, la formación oficialista ha resistido más de lo que preveían las encuestas, que les pronosticaban caídas de hasta 20 puntos. El gran triunfador de esta cita electoral ha sido el Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), que ha sabido recoger el voto protesta contra la gestión de Putin y se ha asentado como segunda fuerza en la Duma estatal, subiendo del 13,5% obtenido en 2016 a un 19%.
Los ultranacionalistas del Partido Liberal-Demócrata de Rusia (PLDR) continúan como tercera fuerza política en la Duma a pesar de haber caído casi seis puntos, del 13,3% de 2016 al 7,5%. Se les acerca así el partido socialdemócrata Rusia Justa, que pasa del 6,3% al 7,4%, a solo unas décimas de la formación populista conservadora. La gran novedad de esta cita electoral es la irrupción de un nuevo partido, Nueva Gente, que ha obtenido un 5,4% en su primera contienda electoral. La formación fue fundada en marzo de 2020 por Alexei Nechayev, dueño de la empresa de cosméticos Faberlic, y formaba parte del Frente Popular Panruso antes de la creación de su partido. El Frente Popular Panruso es una la coalición de organizaciones sociales y políticas fundado por el presidente Putin.
El partido oficialista resiste a pesar de que el país vive desde hace algunos años una situación socioeconómica complicada, con un estancamiento de la economía que ha hecho que los rusos pierdan poder adquisitivo. El crecimiento del PIB supera por poco el 1% anual desde hace siete años, sin contar el descenso de 2020 por la pandemia, y Rusia acusa cada vez más el duro régimen de sanciones que sufre el país por parte de la comunidad internacional desde el inicio del conflicto de Ucrania en 2014. Además, su economía se encuentra duramente afectada por el bajo precio del petróleo, lo que ha provocado también un fuerte descenso del valor del rublo. Por otro lado, aún hace eco la impopular reforma de las pensiones aprobada en 2018, que aumentó la edad de jubilación hasta los 65 años para los hombres y hasta los 60 para las mujeres. La gestión de la pandemia de la Covid-19 y las restricciones impuestas para combatirla han incrementado el descontento con la gestión gubernamental.
El Partido Comunista ha capitalizado las protestas contra esta situación y promovió las manifestaciones contra la reforma de las pensiones que recorrieron el país en el otoño de 2018. Su programa electoral cuenta con una amplia batería de medidas sociales que casan bien con la situación que vive la mayoría de la ciudadanía, con una pérdida notable de poder adquisitivo y una inflación galopante. Pero Putin ha sabido reaccionar contra la oferta de los comunistas. Con el objetivo de garantizarse el apoyo de las familias, los militares y los pensionistas, el presidente prometió poco antes de la votación subsidios y nuevos programas sociales, el punto fuerte del PCFR. La estrategia parece haber dado sus frutos ya que Rusia Unida no ha sufrido el duro golpe electoral que la mayoría de encuestas pronosticaban.
Rusia Unida, partido fundado por Putin en 2001 y que controla la Duma estatal desde 2003, ha sabido consolidarse como un auténtico catch-allparty durante los últimos años. Su ideología se basa en el nacionalismo ruso, exacerbado desde que el país empezó a retomar su papel en la escena internacional con la intervención en Ucrania en 2014 o en Siria en 2015. Además, cuenta con una base conservadora tradicionalista en lo moral, que le ha facilitado atraerse el apoyo de la Iglesia ortodoxa rusa, y, a su vez, no reniega del pasado soviético como parte de la “grandeza histórica” del país. Durante la campaña de estas legislativas el partido ha prescindido de la cuestionada figura de Dimitri Medvedev, presidente del país entre 2008 y 2012 que fue apartado de la dirección del Ejecutivo en enero de 2020.
El Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), por su parte, se formó en 1993, cuentan con elementos que podrían ser considerados conservadores desde el punto de vista occidental, como una firme oposición a la inmigración ilegal y defensa de la familia tradicional. Obtuvieron su mejor resultado en las legislativas de 1999, cuando se acercaron al 25%, y después perdieron mucho apoyo en los primeros años de Putin en el poder, aunque han recuperado fuelle al calor de la crisis económica de los últimos años. Con todo, la segunda fuerza política ha mostrado sus dudas sobre el proceso electoral de este fin de semana. El mismo sábado el líder del PCFR, Guennadi Ziúganov, denunció “escandalosas” irregularidades en la segunda jornada de las elecciones legislativas. “Hay una serie de hechos absolutamente escandalosos sobre los que deben tomarse medidas inmediatamente”, afirmó el líder comunista en su página web.
Es la segunda vez que los ciudadanos rusos han podido votar durante tres días, después de que lo hicieran en el referéndum constitucional de junio de 2020 debido a la situación generada por la pandemia de la covid-19. Además, a esto hay que sumar la posibilidad que se ha dado en Moscú y otras seis regiones de votar de forma electrónica. Una opción de voto que ha sido incentivada por el Gobierno, que prometió sortear apartamentos y coches entre quienes se decantaran por esta opción. Algunos sectores de la oposición han cuestionado este método de voto al considerar que podría facilitar las irregularidades, como los aliados del opositor pro-occidental encarcelado, Alexei Navalny, quien solicitó a sus seguidores que llevaran a cabo la estrategia del “voto inteligente”, es decir, conceder su apoyo al candidato con más posibilidades de derrotar a Rusia Unida en cada circunscripción electoral, independientemente del partido al que perteneciera.
Se trata de la primera ocasión en que los ciudadanos de la República Popular de Donetsk y de la República Popular de Lugansk –los territorios del este de Ucrania independizados de facto desde 2014, aunque no reconocidos por la comunidad internacional– han podido votar en unos comicios rusos, después de que en 2019 el Gobierno de Putin concediera la nacionalidad rusa a muchos residentes. La Rada Suprema –el Parlamento ucraniano– ha declarado que es “ilegal” la celebración de elecciones rusas en territorios que consideran ocupados y ha instado a la comunidad internacional a no reconocer los resultados. Durante la jornada electoral de este fin de semana han participado algo más de un 45% de los casi 110 millones de rusos –en 2016 la participación superó el 47%– que estaban convocados a las urnas para elegir a los 450 diputados de la Cámara baja, que ejercerán su mandato durante cinco años. La mitad de estos parlamentarios se eligen según el escrutinio proporcional en listas electorales, mientras que la otra mitad se votan de forma mayoritaria uninominal. En esta última categoría el partido oficialista ha obtenido una arrolladora mayoría, con 198 de los 225 parlamentarios que se eligen por esta vía. Los comunistas han logrado nueve representantes uninominales, Rusia Justa ocho y el PLDR dos. Los nacionalistas de Rodina, los conservadores de Crecimiento y los liberales de Plataforma Cívica se han hecho cada uno con un representante. Además, han sido elegidos cuatro independientes.
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