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Retos de Europa frente al COVID-19: ¿Afianzamiento del Nacionalismo Euroescéptico?

El impacto de la crisis mundial que ha provocado el COVID-19 empieza a generar debates sobre los posibles escenarios que enfrentará la política internacional post-pandemia, teniendo entre sus interrogantes las posibles transformaciones en los actuales modelos institucionales, económicos y políticos de la esfera internacional, los cuales se han visto ampliamente superados en la mayoría de los casos por la magnitud del fenómeno acontecido que ya se ha cobrado la vida de más de 430.000 personas, según cifras de la OMS.

Un grupo de trabajadores desinfectan la sede de la Eurocámara en Bruselas
El Parlamento Europeo
Fuente: Yves Herman/Reuters

Temas como la planificación económica en cuanto a salud, el desempleo, la seguridad social e incluso el manejo de la inmigración toman aún mayor importancia en el debate público, sobretodo en Europa, en donde las graves consecuencias de la pandemia se han visto intensificadas en países como España, Italia, Francia y el Reino Unido. Los Estados mencionados acumulan una gran cantidad de personas contagiadas y fallecidas a causa del virus, siendo evidente que a pesar de los esfuerzos gubernamentales por mantener el control de la situación, han sido superados y se han reflejado las falencias de cada uno de sus sistemas.

En medio de este hito, es necesario recordar apelando a la historia, las consecuencias que ha enfrentado Europa cuando en contextos de crisis las repuestas gubernamentales resultan siendo ineficaces, generando a partir del desespero y descontento popular el ascenso de movimientos de corte nacionalista, quienes apelando al sentido patriótico y proteccionista de la población, optan por resoluciones restrictivas a la vez que usan herramientas discursivas propias del poder para enfilar contra los elementos característicos de los periodos salientes y realzar antiguos tiempos gloriosos, partiendo de la idea de Hobsbawn de que “el pasado legitima”.

El panorama Europeo, que recientemente ha pasado por el “Brexit” marcando la separación del Reino Unido de la Unión Europea, se encuentra dividido entre el fortalecimiento de la integración para generar respuestas colectivas en contraposición de la postura euroescéptica y critica de los mecanismos de la unión para generar planes de rescate, los cuales según movimientos dentro de Italia y España han sido ineficaces y han abandonado a su suerte a estos países, principales afectados de la pandemia.

Las banderas del euroescepticismo parecen enarbolarse con más fuerza en gran parte de Europa, no solo con el ascenso de movimientos euroescépticos y nacionalistas (Vox en España, Agrupación Nacional en Francia y los Hermanos de Italia) que si bien no tienen el mando influyen de gran manera, sino que también se ve potenciada por la postura de Boris Johnson en el Reino Unido y la postura de Morawiecki en Polonia.

Entre sus discursos se destacan puntos como la recuperación del empleo para los nacionales sobre los extranjeros, la generación de un modelo económico proteccionista alrededor de altos aranceles a los productos importados para incentivar la industria nacional y la decantación del orden por sobre la libertad. En este sentido la crisis que ha generado la pandemia del COVID-19 da espacio a que estas propuestas calen de mayor forma en las golpeadas sociedades y economías europeas.

Ejemplos como el de Italia, en donde el gobierno ha publicado las cifras de desempleo que rondan el 11,6%, han generado gran preocupación y un sentimiento de descontento hacia la Unión, que se negó a la emisión de deuda mutualizada (Eurobonos) pedidos por Italia para repuntar su economía. La razón de esta negativa deja en evidencia uno de los problemas de fondo en la unión y es la negativa por parte de países con economías consolidadas como Alemania o los Países Bajos a asumir el riesgo de países como España o Italia, en pocas palabras “el norte no va a financiar al sur”.

El rechazo que esto ha provocado se ha visto reflejado en diferentes encuestas como las de las agencias Noto Sondaggi y Redfield & Wilton, las cuales señalan un porcentaje de más del 70% de desaprobación por parte de italianos a la gestión de la UE con respecto a la pandemia y un alarmante 35% de aprobación a la medida de salir de la UE. Esta cifra contrasta con el 71% de aprobación alemana de seguir en la UE, demostrando que los objetivos entre norte y sur se siguen distanciando más.

Esta crisis entre norte y sur, sumado a los movimientos que alientan la salida y los problemas económicos, permite contemplar como los retos de la Unión Europea no giraran únicamente en torno a una reformulación de su estructura post-pandemia sino que abarcaran el convencer a todos los Estados miembros de la utilidad y beneficios que tiene una Europa unida y garante de la cooperación efectiva. En este sentido, la estrategia que desde ya han tomado partidos como Vox o la Agrupación Nacional de Le Pen, apunta a peticiones a los actuales gobiernos a presionar a Bruselas para obtener mayores beneficios, tensando no solo el dialogo intrarregional sino posicionándose en la palestra nacional.

La ventaja que considero con la que cuentan estas agrupaciones nacionalistas parte del mismo contexto profundamente desfavorable tanto social como económico en países como España o Italia. En España, la situación que ha tenido que afrontar Pedro Sánchez, como Presidente del gobierno Español para hacer frente a la pandemia, le ha complicado el ejercicio del poder que logró obtener con dificultad luego de múltiples concesiones a la izquierda más visceral. Asimismo, el lenguaje llano con el que Vox se ha caracterizado puede ayudarle a captar un gran número de descontentos, desempleados, personas en dificultades económicas o simplemente convencidos (por la influencia de redes) de que el virus ha sido creado para dominar el mundo.

El concepto de “caos como escalera” puede jugar un papel fundamental durante los próximos meses, en los cuales la recuperación traerá consigo la incertidumbre de no saber si se logrará regresar a la anterior normalidad. Es en este punto donde agrupaciones con un marcado discurso populista y nacionalista (sin distinguir entre derecha e izquierda) cobrarán un gran peso y se ubicaran en el debate público como los posibles salvadores que necesitará la ciudadanía. Por su parte los actuales gobiernos deberán asumir el reto de volver a la normalidad enfrentando problemas de todo tipo en áreas como la economía, la salud y la educación y a la vez lidiar con el desafío del juicio público a su popularidad.

Por lo pronto, Europa deberá enfrentar dos retos trascendentales para su porvenir. Uno relativo a la Unión Europea pero que termina siendo relativo a toda la región y otro en el que el continente debe decidir entre inversión y soberanía.

Cuotas de refugiados: Se profundizan las fisuras.

Uno de los temas que más relevancia tiene dentro de Europa es el papel que ejercen los Estados miembros de la UE sobre la problemática de los refugiados, mostrando desavenencias entre el centro y norte de Europa con respecto al sur, los principales afectados por la llegada masiva de migrantes que huyen de situaciones de conflicto y guerra en África y el Medio Oriente. La política de cuotas fue un proyecto que “funcionó” hasta el 2017 y que fue eliminándose paulatinamente por el incumplimiento de países como Hungría y Polonia, en contraposición de las difíciles situaciones de Malta y España.

El tema de los refugiados se ha vuelto central en Europa por las múltiples posturas que hay con respecto a un tema tan delicado y que involucra una gran cantidad de vidas que se ven obligadas a dejar sus sitios en busca de oportunidades y en algunos casos, de salvaguardar su vida, pero que también constituye una gran amenaza a la seguridad interna de los países los cuales a partir de diversos ataques terroristas acontecidos desde hace 5 años, han visto en el tema de la migración un problema con más aristas que solo lo económico.

La llamada cuota de refugiados busca un reparto equitativo y acorde con las posibilidades de cada país para recibir a los miles de migrantes que por las condiciones descritas con anterioridad ven en Europa la única salida para sus vidas. El problema que atañe a esta política gira en torno a los parámetros que determinan la cantidad y recursos que deben asignar los países a quienes llegan huyendo a suelo Europeo, encontrando la negativa del centro de Europa a habilitar una estrategia que generaría mayor entrada de migrantes y un déficit presupuestario de importancia.

A su vez, países como España, Italia o Malta, consideran injusta la forma en la que los países del centro y norte de Europa se han desentendido del problema, evidenciando que la influencia y cohesión de estos con la Unión Europea radica en la capacidad de imponerse y tomar decisiones que los favorecen y terminan dejando en desventaja a los países del sur.

Aquí la importancia de los movimientos euroescépticos también se hace notar, pues su visión de los inmigrantes suele generalizarlos como amenazas a la seguridad nacional y como los culpables del desempleo, al ocupar los puestos de trabajo que les corresponden a los ciudadanos locales. Esta visión termina permeando a nivel gubernamental y generando una presión que evidentemente se ha impuesto a nivel de la Unión Europea, y que en las próximas semanas puede empezar a ubicar lo que hemos planteado hasta el momento como el ascenso paulatino de grupos nacionalistas y proteccionistas.

China: El dilema entre inversión y soberanía.

Durante los últimos años, el papel de China como inversor del mundo le ha servido para asegurarse grandes reductos de influencia a nivel global, llevándolo a pugnar con Estados Unidos en el rol de liderazgo y hegemonía mundial. En medio de la crisis económica provocada por la pandemia, caracterizada por un shock de oferta a partir de las medidas preventivas de aislamiento y distanciamiento social que impedían a las empresas producir, el debate en torno a la recuperación pasa por dos elementos fundamentales: El manejo del endeudamiento para rescatar la economía y que este no se convierta en un mayor déficit fiscal (problema serio en toda Europa, en especial España) y en segundo lugar, la disponibilidad de prestamistas que estén dispuestos a poner los recursos necesarios para estos planes.

El Gobierno chino dobla la guardia contra el coronavirus por el ...

Fuente: Agencia EFE

En cuanto al primer elemento no haré especial alusión, solo remarcaré el enfrentamiento entre quienes piensan que una postura interventora del Estado es la solución y entre quienes piensan que un plan de liberalización de impuestos e inversión privada generaría mayores ventajas. En cuanto a lo segundo, aparece en primer plano la figura de China como posible gran inversor y garante de llevar a buen puerto el rescate financiero de distintos países en toda Europa y el mundo entero.

China, país que vio iniciar la pandemia en la localidad de Wuhan, se ha mantenido activa diplomáticamente en este periodo, canalizando diferentes ayudas en materia de insumos, test y otro tipo de equipos necesarios para combatir el virus. Sin embargo, profundizando en las intenciones del gigante asiático, queda revelada a “prima facie” la búsqueda de ganar una influencia que trascienda los lazos económicos y le permite obtener mayores concesiones a nivel internacional para asumir definitivamente su ansiado papel como hegemón del mundo.

Esto ha quedado demostrado en los diferentes acuerdos firmados con Hungría, los cuales decidieron no hacer públicos pero que según lo que explicaba el gobierno de Orbán, ampliaba las relaciones entre ambos países más allá de la economía, involucrando a ambas sociedades en objetivos comunes.

Si bien las versiones conspirativas que ubican a China como el creador del virus han sido desmentidas por lo inverosímiles que pueden llegar a ser, queda claro que el aprovechamiento que ha tenido el país asiático de las consecuencias del virus es evidente. La estrategia China busca ampliar el dominio en países donde ha realizado grandes inversiones en infraestructura, siendo Italia y Hungría los puntales de este ambicioso proyecto de expansión por toda Europa. Esta iniciativa busca consolidar un proyecto que ha sido vanguardia para la diplomacia China como lo es “La franja y la ruta”.

A pesar de que suelen esgrimirse las ventajas de esta iniciativa a nivel comercial, suele omitirse la dificultad de realización de un proyecto así, puesto que supone una cesión considerable de la soberanía nacional en la medida que la interconexión serviría para ampliar los lazos de dependencia de una Europa disminuida financieramente ante una China con gran capacidad de compra y una ambición latente por ganar reconocimiento. La crisis del Covid-19 sería el pretexto ideal para China de consolidar este plan, ya que podría condicionar las ayudas económicas a la aceptación de la cesión de soberanía por parte de muchos Estados en Europa.

El dilema con China a nivel Europeo se presenta no solo por lo expuesto con anterioridad relativo a la soberanía, sino a partir de que la pandemia ha sido vista mediáticamente como la consecuencia del ocultamiento chino de casos y la poca efectividad para cercar el virus en la región de Wuhan. Este rechazo y estigmatización también ha sido producida por los métodos cuestionables para tratar la enfermedad exportados desde China, junto a miles de test que han fallado y han puesto en evidencia su dudosa calidad.

La necesidad de recursos y evitar que China escale sus pretensiones de debilitamiento de una Europa soberana parecen ser dos de los puntos que nuevamente encenderán las alarmas y pondrán a los euroescépticos y nacionalistas del lado que rechaza mayor endeudamiento con el país asiático y por otro lado a los gobiernos que necesitaran estos recursos para impulsar la recuperación económica que les garantice su continuidad en el poder.

A modo de cierre, queda clara la idea de que Europa se enfrentará a retos surgidos de un panorama inédito y que harán que los fantasmas del pasado y los temores del presente se conjuguen para la definición de un futuro que hoy a nivel mundial es incierto y lleno de interrogantes como resultado del quiebre en la vida cotidiana que significó el COVID-19.

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