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¿Qué está pasando entre Estados Unidos y Arabia Saudí?

Biden con el príncipe Mohamed en Yeddah el pasado julio
Biden con el príncipe Mohamed en Yeddah el pasado julio. Fuente: Reuters

El pasado 11 de octubre el presidente estadounidense Joe Biden prometía “consecuencias” para Arabia Saudí, anunciando una “reevaluación” con potenciales alteraciones de las relaciones entre Washington y Riad. Estas declaraciones han llegado tras la medida adoptada el 5 de octubre por la OPEP+, donde Arabia Saudí es uno de los miembros más influyentes –y donde Rusia es parte–, de recortar 2 millones de barriles diarios de la producción colectiva de petróleo. La medida, la cual según Riad fue aprobada por unanimidad entre sus 23 miembros, busca reforzar los precios del crudo y supone un gran alivio para Moscú, quien depende en gran medida de las exportaciones de esta materia prima.  

En una entrevista para la CNN el pasado martes, Biden afirmaba que “habrá algunas consecuencias por lo que han hecho con Rusia”, dando detalles intencionadamente vagos debido a que, posiblemente, las eventuales medidas de represalia están todavía por decidirse. Varios motivos se encuentran detrás de esta reevaluación de las relaciones. Los dos más destacados serían, por un lado, el socavamiento por parte de Riad a los esfuerzos de Washington para aislar a Rusia en el contexto de la guerra en Ucrania. Por otro lado, el más que probable aumento del precio del galón de gasolina en EEUU, el cual es una posible mala noticia para el Partido Demócrata de cara a las elecciones de mitad de mandato (midterm elections) de noviembre.

Los senadores demócratas, los más críticos con Riad

Tras la medida adoptada por la OPEP+, las primeras voces más críticas con el reino saudí llegaron de diversos senadores demócratas. Un día antes del anuncio de Biden, Robert Menéndez, senador por Nueva Jersey y presidente del Comité de Relaciones Exteriores, llamaba a congelar inmediatamente “todos los aspectos de nuestra cooperación con Arabia Saudí”, incluso prometiendo utilizar su influencia para bloquear futuras ventas de armas al país árabe. Otros ejemplos provenientes del partido de Biden en el Senado serían Ro Khanna, por California, y Richard Blumenthal, por Connecticut, quienes anunciaron que presentarían legislación para frenar la venta de armas a Riad.

Además de restricciones en el mercado armamentístico, otras medidas de represalia que estarían encima de la mesa serían la de permitir acciones legales contra la OPEP+. Según Bloomberg, algunos congresistas habrían pedido la reactivación del proyecto de ley NOPEC (No Oil Producing and Exporting Cartels Act), la cual permitiría al Departamento de Justicia presentar una demanda antimonopolio contra la OPEP+, reduciendo así la influencia de la organización sobre el precio del crudo. Además, la Casa Blanca también estaría planeando liberar unos 10 millones de barriles adicionales de la Reserva Estratégica de Petróleo (Strategic Petroleum Reserve) en noviembre para conseguir aliviar el precio a corto plazo.

Ya que ninguna de estas medidas ha sido todavía adoptada, un primer gesto de descontento que sí ha tenido lugar ha sido la cancelación por parte de la administración Biden de una reunión programada para este mes con los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Esta reunión con el CCG, del cual Arabia Saudí es el mayor miembro, iba dirigido a la defensa contra posibles ataques aéreos iraníes en la región.

Declaraciones saudíes

Por su parte, la monarquía saudí se ha defendido asegurando que la decisión no pretendía antagonizar con Estados Unidos, sino que se debe a una medida puramente económica que busca proteger la economía y la industria petrolera de los miembros de la OPEP+ de una desaceleración económica global. Según el New York Times, Riad habría asegurado a Washington que están preparados para aumentar la producción en diciembre, cuando la UE se disponga a frenar las exportaciones de petróleo ruso.

El ministro de Asuntos Exteriores saudí también subrayó que “cualquier intento de distorsionar los hechos sobre la posición del reino con respecto a la crisis en Ucrania es desafortunado”, posiblemente haciendo alusión al voto del país árabe a favor de la integridad territorial de Ucrania en la votación de la ONU del pasado 12 de octubre. Además, según un comunicado emitido por Riad, la Casa Blanca habría pedido a Arabia Saudí posponer los recortes de producción de petróleo un mes, justo para después de las elecciones de noviembre. De ser cierta esta información, sugeriría que las intenciones de Washington han estado más causadas por motivaciones políticas a corto plazo que por la voluntad de aislar a Moscú, al menos en parte.

El presidente emiratí Bin Zayed reunido con Putin en San Petersburgo
El presidente emiratí Bin Zayed reunido con Putin en San Petersburgo. Fuente: Pavel Benyakok / Reuters 

Tras las crecientes críticas de Estados Unidos a Arabia Saudí, la unanimidad entre los países miembro mostrada por Riad de la medida tomada por la OPEP+ ha empezado a ponerse en duda. Por ejemplo, el coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional John Kirby aseguró el pasado 13 de octubre que existen miembros que “están en desacuerdo con la decisión, pero se sintieron coaccionados a apoyar la dirección saudí”. Según el Financial Times, estos países serían Emiratos Árabes Unidos, Bahréin e Irak, los cuales, pese a sentirse “incómodos” con la medida, ninguno hizo público su descontento. Es importante mencionar que, tras la decisión de la OPEP+, el presidente emiratí Bin Zayed envió a su asesor de seguridad nacional “para pedir precaución” a Riad.

A pesar de ello, el CCG (donde Kuwait, Bahréin, Omán, Qatar, EAU y Arabia Saudí son miembros) salió en defensa de Riad, respaldándolo de los ataques de Estados Unidos. Según un comunicado oficial del secretario general del Consejo, “tales declaraciones [las críticas estadounidenses al reino saudí] nunca distorsionarán los hechos y nunca disuadirán al reino de mantener su enfoque equilibrado”. También se debe tener en cuenta que Bin Zayed, presidente emiratí, se reunió con Putin en San Petersburgo el pasado 11 de octubre, mientras que el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, emir de Qatar, también se reunió con el presidente ruso en la cumbre regional celebrada en Kazajistán el 13 de octubre.

Parece que, aunque existen fuertes lazos entre estos países y Washington, los intereses económicos o el posible ascenso de su posición internacional sirviendo de mediadores entre Rusia y otros países están haciendo que se resistan a boicotear a Moscú. Por ejemplo, EAU ha mediado en el intercambio de prisioneros de guerra entre Rusia y Ucrania, mientras que Qatar ha conseguido un importante papel diplomático en la resolución del conflicto sirio, donde es imprescindible negociar con Rusia.

Relaciones fructíferas, pero con altibajos

La magnitud de este distanciamiento es tal debido a que, a pesar de algunos altibajos en las relaciones bilaterales, Estados Unidos y Arabia Saudí han sido fuertes aliados durante las últimas siete décadas. Ya en 1945, el entonces presidente estadounidense Franklin Roosevelt y el rey Abdulaziz ibn Saud, fundador de la dinastía saudí en el país, sentaron las bases de una relación estratégica por la que Washington garantizaría la seguridad de la monarquía mientras que Riad aseguraría el acceso del país americano a sus reservas de petróleo. El mayor punto de fricción entonces sería el total apoyo estadounidense al establecimiento del estado de Israel, a lo cual el país árabe se oponía. La máxima expresión de este desacuerdo se daría en 1973, cuando Arabia Saudí lideró un boicot petrolero árabe contra Estados Unidos y otros países que habían apoyado a Israel en la guerra árabe-israelí del mismo año, provocando en parte la recesión de los años 70 en Occidente.

A pesar de ello, la relación se mantuvo a flote, profundizándose más tarde con eventos históricos como la revolución islámica iraní de 1979, donde Riad se erigió como potencia regional antagónica a Teherán, o como la guerra del Golfo de 1990, donde el país saudí formó parte activa en la coalición contra Irak.

Otro fuerte punto de fricción surgió tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El ataque fue ideado y ejecutado por ciudadanos del país árabe en su mayoría, ya que 15 de los 19 secuestradores tenían nacionalidad saudí. Por otro lado, la tendencia en política exterior que ha tomado Mohamed bin Salman, príncipe heredero al trono, ha convertido a Riad en un aliado incómodo para Washington en los últimos años. Bin Salman, primer ministro, ministro de defensa y de quien se dice que es el líder de facto del país, ha estado detrás de operaciones como la devastadora guerra en Yemen, la cual ha provocado (y sigue provocando) una de las peores crisis humanitarias del planeta; lideró en 2017 un bloqueo diplomático a Qatar, país que alberga la mayor base de EEUU en Oriente Medio; y, según la inteligencia estadounidense, ordenó la tortura y asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi (quien también tenía nacionalidad estadounidense y fue columnista en el Washington Post) en un consulado saudí en Estambul.

La relación de Biden con Riad

Para comparar la relación entre la administración Biden y la administración Trump con Arabia Saudí, es muy ilustrativo el hecho de que éste último visitó Riad como primer acto oficial en el extranjero tras asumir la presidencia en 2017. Por el contrario, durante la campaña electoral de 2020, Biden prometió convertir a Arabia Saudí en un “paria” internacional debido al brutal asesinato y descuartizamiento de Khashoggi. A pesar de no haber llegado a ese extremo, el distanciamiento ha sido palpable.

Donald Trump con el príncipe Mohamed bin Salman
Donald Trump con el príncipe Mohamed bin Salman. Fuente: CNN

Además, Trump siempre mantuvo al príncipe Mohamed como principal interlocutor, mientras que Biden ha buscado rehuirle debido a que, según su equipo, le parecía más apropiado reunirse con su homólogo, el rey Salman bin Abdulaziz. La degradación de Bin Salman a relacionarse con Lloyd Austin, secretario de defensa y el que sería el homólogo del príncipe (por ser ministro de defensa saudí), podría haber sido visto como un insulto.

Por último, otra de las mayores disparidades entre ambos presidentes ha sido el apoyo en la guerra de Yemen contra los rebeldes hutíes, asistidos por Irán. Previo a la victoria de Biden en las elecciones, Washington favorecía las operaciones ofensivas en territorio yemení. Tras la entrada de la administración demócrata a la Casa Blanca, este apoyo se ha cortado, limitándose únicamente a la defensa del territorio saudí de ataques hutíes, en gran medida dirigidos a instalaciones petrolíferas. Entonces, ¿por qué visitó Biden a Arabia Saudí en julio de este año?

La visita de Biden a Yeddah

En un contexto de guerra en Ucrania y subida generalizada de los precios del petróleo, la visita de Biden a Yeddah tuvo lugar con las elecciones de noviembre en mente. El alza del precio de la gasolina en Estados Unidos empezó a ser visto como un peligro a las escasas mayorías de los demócratas en ambas cámaras legislativas, ya que estas elecciones de mitad de mandato eligen a la totalidad de los escaños en la Cámara de Representantes, un tercio en el Senado y a los gobernadores de 34 de los 50 estados. Por ello, Joe Biden tuvo que dejar sus diferencias a un lado y reunirse con el príncipe Mohamed para reparar vínculos.

Este acto tuvo fuertes críticas internas debido al caso Khashoggi y a las violaciones constantes de derechos humanos en el país saudí. Aun así, parece que la administración Biden antepuso la reparación de los lazos para así conseguir que Riad aumentara la producción (y por ende bajar los precios de la gasolina) antes que el coste político que esto significaría. Según Bloomberg, un mes después, “Arabia Saudí respondió con uno de los menores aumentos de producción en las seis décadas de historia de la OPEP: sólo 100.000 barriles diarios más en septiembre“.

Debido a la importancia de este contexto, la medida de la OPEP+, la cual podría socavar en parte las sanciones económicas y el bloqueo impuestos a Moscú y liderados por Washington, ha sido visto por este último como una traición mucho mayor: la gota que ha colmado un vaso cada vez más lleno. Por ello, la dureza de las represalias pedidas por senadores demócratas ha sido tan elevada, incluso comenzando a denunciar públicamente hechos como la guerra en Yemen o la falta de Derechos Humanos.

Por ejemplo, en una entrevista del pasado 11 de octubre, el senador por Connecticut Chris Murphy aseguró refiriéndose a la visita de julio que “el gobierno de Biden hizo un intento por tratar de reparar la relación. Yo apoyé ese esfuerzo, pero fracasó”. Además, afirmó que “el objetivo de mirar hacia otro lado en lo que respecta a la guerra saudí en Yemen y su horrible historial de derechos humanos era asegurarse de que nos elegirían en medio de una crisis internacional, y en su lugar eligieron a los rusos”. Por último, puso en duda la relación con Riad hasta el punto de desconfiar de la propia naturaleza de su alianza: “durante mucho tiempo, Arabia Saudí fue un aliado realmente imperfecto. Ahora, se cuestiona si son un aliado en absoluto”.

Conclusión

A pesar de estar siendo testigos de una tensión pocas veces vista en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí, este artículo ha intentado mostrar que la crisis no ha sido algo repentino, sino más bien un fenómeno que se ha ido gestando poco a poco en los últimos años. Además, la guerra de Ucrania ha actuado en parte como acelerador de este proceso. Por todo ello, deberemos estar atentos a esta cuestión, ya que posiblemente influirá –todavía no se sabe hasta qué punto– en las dinámicas regionales a corto plazo (y quién sabe si a medio).

Mohamed Bin Salman y Vladimir Putin juntos en la cumbre del G20 en 2018
Mohamed Bin Salman y Vladimir Putin juntos en la cumbre del G20 en 2018. Fuente: Matias Lynch

Por otro lado, es totalmente exagerado hablar de alineamiento de Riad con Moscú, tal como han afirmado ciertos senadores estadounidenses. Hasta donde sabemos, los hechos más bien indican que simplemente los intereses saudíes se solapan con los intereses rusos en materia de petróleo. También se debe tener en cuenta que Riad necesita fondos billonarios para poner en marcha los futuros planes dirigidos a diversificar su economía, incluyendo la construcción de una “ciudad futurista” en medio del desierto. Lo mismo ocurre con los EAU y Qatar, aunque con menos roces diplomáticos: a pesar de ser fuertes aliados de EEUU, se resisten a dar la espalda a Rusia porque están anteponiendo sus intereses económicos y diplomáticos.

Con todo ello, se podría decir que un factor que sí que parece haber cambiado es la toma de un nuevo rumbo más independiente no sólo por parte de Riad, quien ya no parece considerar la opinión de Estados Unidos tan crucial, sino de muchos otros países miembros de la OPEP+. Donde antes se priorizaba la estabilidad de los precios y el mantenimiento de la demanda a largo plazo, ahora priman los beneficios económicos y diplomáticos para el propio país. ¿Será esto una muestra más de la decadencia del unipolarismo y del ascenso del mundo multipolar? ¿Se arriesgará Washington a ir más allá en las hostilidades hacia Riad, con la incertidumbre que eso supondría? ¿Seguirá Riad tomando medidas que se sigan alejando de Washington? Veremos lo que ocurre en los próximos días.

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