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Putin: Luces y sombras en su gobierno

Hoy día 18 de Marzo tienen lugar en Rusia las elecciones a la presidencia del país, como nos tiene acostumbrados prácticamente desde el año 2000 la sorpresa es mínima sobre la victoria en la mismas, Vladimir Vladimirovich Putin parte como favorito con una ventaja de hasta 60 puntos en las encuestas con el segundo contrincante en liza, el candidato del partido comunista Pavel Grudinin o la candidata Ksenia Sobchak, hija de Antaloy Sobchak, antiguo alcade de San Peterburgo, época en la cual Vladimir Putin fue vicealcalde junto al  mismo.

Las encuestas de intención de voto para las elecciones no dejan lugar a dudas, Putin es primero, con hasta el 69% de los votos, mientras que Grudinin tiene un 7% de intención de voto. Añadimos además la encuesta del estudio Gallup, que data de finales de 2017,en la cual Putin tendría un ratio de popularidad que superaría el 80% de la población. Siendo uno de los líderes mundiales mejor valorados. Nos resulta imperativo plantearnos la cuestión del por qué un líder, después de 18 años de mandato sigue con una fortaleza envidiable por cualquier líder occidental al que ya le gustaría la mitad de popularidad siquiera a mitad de su primer mandato. En este caso en concreto nos retraemos a los acontecimientos acaecidos desde la última reelección de Putin, en 2012, en la cual su apoyo fue bastante menor, rozando el 63% del total de votantes. Importante pues, analizar que ha provocado que un liderazgo que parecía ligeramente debilitado ha logrado volver a contar con el apoyo de sus compatriotas hasta a niveles de récord.

Un aniversario “especial”

Hoy es día 18 de Marzo. No es una fecha casual para convocar estas elecciones, cualquiera con un mínimo de interés en política exterior se habrá percatado: hace cuatro años, el día 16 de Marzo, se llevó a cabo el referéndum de anexión a Rusia en Crimea y Sebastopol.

El contexto era muy negativo para Rusia, tras un cambio violento de gobierno, tildado por algunos analistas internacionales como golpe de estado, apoyado por Occidente en Ucrania, un estado que tradicionalmente había sido cercano a Rusia cambiaba a un gobierno con tendencias muy occidentales, de repente, toda Ucrania se convertía en hostil a Rusia.

La situación se polarizo entre una parte de la población muy hostil a Rusia generalmente centro y oeste. Y otra salió a protestar contra ese cambio de gobierno violento que consideraban ilegitimo. Especialmente se dio en Crimea, que había formado parte de Rusia hasta 1959, año en que Jrushov la incluyó en Ucrania.El sentimiento ruso era muy pronunciado. Un estudio del centro Razumkov, Ucraniano, ya delataba en 2008 (con Timoshenko como primera ministra) que más del 70% de los crimeos querían ser rusos. No era muy difícil espolear más a la población, un gobierno surgido de un golpe de estado, con neonazis de Sbovoda y Pravij Sector patrullando calles.

Rusia da un puñetazo sobre la mesa, manda tropas a la península y en días todo ocupado, y todos, bueno, casi todos, a excepción de la minoría tártara y nacionalistas Ucranianos. El gobierno Ucraniano, mudo. Rusia había dado un puñetazo sobre la mesa, sin vacilaciones, directo y claro, Putin proyecto una imagen exterior de fortaleza y no toleraría más cambios imprevistos en sus fronteras. Los rusos lo vieron, vieron como su país de nuevo se alzaba contra la OTAN y recuperaba parte de la gloria perdida.

Más sorpresas en política exterior

El caso ucraniano es especial para Rusia, pero no se queda ahí. Los ciudadanos rusos han visto en los últimos años como una inteligente política exterior rusa daba sus frutos convirtiendo a la federación en un actor de primer orden, recuperando parte de la influencia que una vez tuvo la URSS.

En Siria, Rusia decidió en 2015 dar otro soberano puñetazo sobre la mesa, tras una petición a la desesperada del gobierno Sirio, que veía como progresivamente iban perdiendo metro a metro de su territorio, especialmente después de la desastrosa captura de Palmira, Quaranteen y Maheen por parte de ISIS, que colocaba al grupo terrorista al borde de poder dividir Siria en dos, con las desastrosas consecuencias que eso tendría. Hasta entonces ellos eran el actor mas fuerte en la contienda, la coalición internacional no había conseguido apenas frenarlos en el norte, pero avanzaban implacables, las victorias en Palmira contra Siria y las victorias en Ramadi y Baiji contra Iraq dejaban entrever que el grupo yihadista era imparable.

De nuevo Rusia entró en acción, en septiembre de 2015, aunque en este caso exclusivamente en Siria, y  llevó decenas de cazabombarderos para combatir a ISIS y Al Qaeda. En noviembre de 2015 apenas dos meses después, el ejército Sirio rompía el cerco sobre Kweyres, una base donde 1000 soldados quedaron atrapados durante 2 años y 11 meses. Y el cerco se rompió en apenas unas semanas, algo que hasta ahora resultaba imposible de concebir. Algo había cambiado, Rusia estaba ahí.

Los éxitos en diciembre de 2016 aplastando a los rebeldes en la decisiva batalla de Alepo o el fin del asedio a Deir Ezzor en Septiembre de 2017 corroboran el cambio de tendencia.

En cuanto a Turquía hemos visto desde que a este país se le ocurriera derribar un caza ruso en Siria, como el prácticamente odio que se profesaban ha derivado en una relación cada vez más estrecha, con amplios acuerdos comerciales y con la venta por parte de Rusia de la joya de la corona en cuanto a defensa antiaérea, los S-400. Todo esto con la idea clara de dividir a la OTAN, rencillas que podemos apreciar directamente estos días en la campaña de Afrin y que nos muestran y muestran a los ciudadanos rusos, lo acertada de la política rusa de nuevo.

En Iraq, Rusia entró sin hacer ruido pero contundentemente, con ayuda en forma de material militar, Rusia ha sustituido a EEUU como gestor de los campos de petróleo y gas de Iraq, todo sin alzar la voz y con un EEUU histérico al ver que su desastrosa política en Oriente Medio se derrumba bajo su propio peso.

Y de la misma manera, sin hacer ruido, pero como nos ha acostumbrado de manera contundente y clara, Rusia ha entrado en los Balcanes de nuevo. Pactos de cooperación con Croacia, Serbia, apoyo a la república Sprka, gestos con Orbán, primer ministro Húngaro  y  Bulgaria… además un número menor de pequeños eventos, pero que denotan que Rusia vuelve a la carga, y que está lentamente cambiando el status quo, poniendo nerviosos a los grandes damnificados por esto: Europa y EEUU.

Consideramos más éxitos a priori menores pero que evidencian nuevamente que Rusia vuelve a ser “grande” a nivel Geopolítico:

  • La reapertura de la base rusa en Cuba, y el desembarco de inversiones rusas en este país.
  • Reapertura de una base naval en Vietnam.
  • Acuerdo para construir y utilizar en Port Sudan una base rusa.

Todo esto la propaganda del Kremlin lo ha sabido utilizar para convencer a sus ciudadanos y se proyecta directamente sobre los resultados electorales..

Sombras: Economía y Política interior

Toda esta serie de de “logros” tiene un objetivo inequívoco a nivel nacional. Además de fortalecer a los empresarios afines, práctica común en Rusia, tratan de enmascarar las enormes deficiencias que posee Rusia a nivel económico o de seguridad doméstica.

Así desde la crisis de 2008, en la cual la economía rusa se desaceleró enormemente, Rusia ha seguido dependiendo de las exportaciones de materias primas, sin buscar inversiones en sectores claves como la industria pesada.

El país, al margen de Moscú y San Peterburgo es, mayormente, una reliquia todavía de industrias  de la época soviética, que nadie quiere o les interesa modernizar, algo que en el mercado se nota bastante, pues ni siquiera pueden competir en industria ligera con otras industrias que importan, y aún superando los aranceles resultan más baratos que muchas de las obsoletas industrias rusas.

Si a esto le añadimos la enorme fluctuación de los precios de las materias primas, encontramos en 2014 la tormenta perfecta, así Arabia Saudita declaró la guerra al resto de productores de petróleo, y atacó el precio del mismo, hundiéndolo desde los aproximados 110$ que tenía entonces hasta los 28 $ de 2016. Para un país tan dependiente de las exportaciones el golpe fue devastador, el rublo, pasó de cambiarse en relación 40/1 con el euro a una relación que incluso superó el 100/1. Todo un desastre. La población perdió mucho poder adquisitivo, y para un país que buena parte de sus bienes de consumo de calidad había de importarlos, resulto un mazazo.

Si a esto añadimos las contramedidas de Rusia por las sanciones impuestas desde Occidente por la invasión de Crimea, en las cuales afectaban en su mayoría a la importación de productos alimenticios de Europa, por lo general, por ejemplo,mas baratos de importar que la carne de canguro Australiana, generó un efecto devastador sobre la ciudadanía, que se empobreció notablemente mientras los precios no dejaban de subir.

En cuanto a interior, Rusia es un caos, donde la corrupción campa a sus anchas y las mafias dirigidas por oligarcas, tanto afines a Putin, como opositoras han creado serios problemas de seguridad.

Si a esto le incluimos algunos líderes regionales que se comportan como caudillos de sus propios territorios tenemos el clima perfecto para la inseguridad. El mejor ejemplo de ello es Ramzan Kadirov, señor de Chechenia, que ejerce como un señor feudal, cometiendo excesos que en ocasiones son permitidos por el gobierno federal a cambio de contener notablemente la amenaza islamista.

Ser opositor en Rusia es un deporte de altísimo riesgo. Cualquier que se atreva a denunciar los desmanes del gobierno ve reducido notablemente su radio de acción. En algunos casos con detenciones (Navalni) en otros casos con la vida (Nemtsov),así como otros muchos opositores a los que el gobierno silencia o presiona con medidas mas indirectas, como el centro Levada, a los cuales denomina “agentes extranjeros” por recibir financiación exterior.

Pero no todo es culpa del gobierno. La oposición se enfrenta al legado de la cooperación de Rusia con EEUU en la época de Yeltsin una losa que difícilmente podrán quitarse en los próximos años. Además de su incapacidad para realizar un análisis certero sobre la sociedad rusa y cómo contactar con ella. Sus valores occidentales asustan a la reaccionaria y conservadora sociedad rusa, que además se ve azotada, de nuevo por una política activa del gobierno en fomentar los valores tradicionales de la iglesia ortodoxa.

Conclusión: Una huida hacia delante

Podemos ver los éxitos de Rusia como un gran avance para el país, pero la realidad es que son cosméticos si los apreciamos junto a los superlativos problemas económicos del país, que, el gobierno no quiere tratar en profundidad, mientras los distintos grupos de poder se pelean entre ellos y por mantener el status quo.

Si Rusia no afronta serias medidas en cuanto a economía no habrá mejora en política exterior que salve la nefasta economía que sigue manteniendo el país. Triste es ver como nadie hace énfasis en este aspecto mientras que gobierno, “oposición” parlamentaria y oposición extraparlamanetaria se pelean por otros asuntos que palidecen al lado de este. ¿Qué hará Putin al ganar las elecciones? Más de lo mismo, una carrera hacia adelante, tapando errores y malas políticas con éxitos en política exterior que no aportan gran cosa a la economía de los ciudadanos.

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