Escrito por Pablo del Amo
El pasado viernes 18 de octubre el Presidente de Chile, Sebastián Piñera anuncia el establecimiento del estado de emergencia y el despliegue del Ejército en el país. El objetivo es “asegurar el orden público, la tranquilidad de los habitantes de la ciudad de Santiago, proteger los bienes tanto públicos como privados y por sobre todo garantizar los derechos de todos” en palabras de Piñera.
Lo que empezó como una protesta pacífica hace más de una semana contra el alza de los billetes de metro ha desembocado en un estallido de violencia en las calles del país que dura ya tres días, con la quema de edificios públicos, estaciones de tren y metro e incluso saqueos. El estado de emergencia y el despliegue del ejército solo han recrudecido aún más si cabe la situación en el país que suma ya más de una decena de muertos ¿qué ha pasado en el país para que se dé esta inusitada violencia?
“No son 30 pesos. Son 30 años”
Si bien el desencadenante de las protestas en Chile ha sido la subida del billete de metro en 30 pesos llegando a un máximo de 830 pesos (aproximadamente 1,03 euros), las revueltas tienen un trasfondo más profundo.
A pesar de que Chile es uno de los países más desarrollados de América Latina, tiene grandes problemas sociales que no se han resuelto o se han agravado con los años. Estamos hablando de uno de los países más desiguales del mundo. Según el último informe de la Comisión Económica y Social para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 1% más rico del país ostentó el 26,5% de la riqueza del país en 2017, mientras que el 50% de la población con menos ingresos accedió solo al 2,1% de la riqueza de Chile.
Según el Instituto de Estadística de Chile, la mitad de los trabajadores del país recibe un sueldo igual o inferior a 400.000 pesos (aprox 500 euros), es decir 100.000 pesos más que el salario mínimo.
A todos estos datos tenemos que añadirles las alzas consecutivas de los precios de la luz, el agua, los medicamentos… bienes básicos en una sociedad. Si bien es cierto que se puede hablar de Chile como un país de “clases medias”, lo cierto es que es una clase media empobrecida y sobreendeudada (el 74% de las familias chilenas tienen considerables deudas).
Por tanto, la decisión del Gobierno de subir el billete del metro se torna aún más grave viendo las características sociales de Chile, más aún cuando el transporte público es muy usado en Santiago debido al gran tráfico y la congestión de la ciudad. Así es como las familias más vulnerables pueden gastarse el 30% de sus ingresos en transporte.
La población chilena se siente desprotegida y enfadada y la actuación del Gobierno solo ha hecho encolerizarla más con declaraciones como la del Ministro de Economía Juan Andrés Fontaine, “El que madrugue será ayudado con la tarifa del transporte” (la tarifa del metro de Santiago depende de los horarios). Ante estos condicionantes no es extraño por tanto el clima de protesta y tensión en el país.
La violencia azota las calles de Chile
Como se ha aclarado las protestas comenzaron tras el anuncio del Presidente Piñera de subir el billete de Metro. Como en cada manifestación en Chile los estudiantes estaban en cabeza con “evasiones masivas” en el metro de Santiago, es decir levantar los tornos o saltar por encima de ellos para no pagar. “Evadir, no pagar, otra forma de luchar” ha sido el lema de los manifestantes. Aparte se dieron marchas pacíficas durante días, con algunos casos de destrozos pero sin mucho alcance.
La policía respondió con mano dura para detener las manifestaciones usando camiones con cañones de agua y lanzando gas lacrimógeno, en algunos casos dentro de las estaciones de metro.
En este clima de tensión la violencia estalló en las calles del país, especialmente en la capital, Santiago con enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y el incendio de varias estaciones de metro y autobuses. El punto álgido de la noche se dio con la quema del edificio de la empresa energética ENEL.
La respuesta del ejecutivo no se hizo esperar y el Presidente Piñera compareció ante los medios en el Palacio de la Moneda (sede del Ejecutivo) para declarar el Estado de Emergencia y el despliegue del Ejército para “mantener el orden y la seguridad”.
🇨🇱 Estado de emergencia en Chile 🇨🇱
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) October 19, 2019
Sebastian Piñera declara la imposición del estado de emergencia en las provincias de Santiago y Chacabuco tras una jornada de disturbios masivos en la capital. https://t.co/2KAOAzYeB5
Añadido a esto el Ministro del Interior anunció la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado que establece penas de hasta 10 años de cárcel por delitos contra el orden público. Sin perjuicio de penas accesorias al Código Penal.
La presencia de soldados en las calles es un acto muy simbólico para la sociedad chilena, que les retrotrae a la época de la dictadura, durante la cual las Fuerzas Armadas fueron punta de lanza en la implementación de la represión y las múltiples violaciones de derechos humanos que sufrieron los chilenos durante esos años.
Como no podía ser de otra forma, las medidas del Gobierno solo encendieron a la sociedad chilena, se sucedió entonces una nueva noche de disturbios y saqueos en el país desafiando el Estado de Excepción.
Con un intento de frenar nuevamente las protestas Sebastián Piñera anunció la suspensión del alza de la tarifa del metro y convocó una mesa de diálogo para enfrentar el malestar social. Demasiado tarde.
Unido a la declaración del Presidente, el General Iturriaga anunció el toque de queda total para las provincias de Santiago, Chacabuco y Valparaíso además de las comunas de San Bernardo y Puente Alto. A pesar de la medida, algunos manifestantes desafiaron la imposición produciéndose enfrentamientos y múltiples detenciones junto a los incendios y saqueos.
El domingo el panorama siguió igual extendiéndose el Estado de Excepción a nuevas regiones y ciudades de Chile. El balance actual es de al menos 11 muertos, más de 1.700 detenidos y centenares de heridos.
Pese a que la principal causa de las muertes en las protestas son oficialmente los incendios, circulan multitud de imágenes que hacen cuestionar si las muertes sean fruto de las acciones de las fuerzas de seguridad y especialmente de los militares.
Futuro incierto
Si bien en un principio las protestas estuvieron capitalizadas por los estudiantes, actualmente se han expandido a numerosos sectores de la sociedad chilena, especialmente las clases medias. Estos días las manifestaciones han intercalado momentos pacíficos por medio de los “cacerolazos”, mientras que un sector importante ha optado por la violencia (especialmente los jóvenes).
La respuesta del Gobierno en vez de calmar los ánimos solo lo ha enrarecido aún más, en la retina de muchos chilenos quedarán estos días las imágenes de soldados y carabineros (policía militar) en las calles reprimiendo en muchos casos con dureza a los manifestantes, incluso llegando a utilizar fuego real.
Las élites y los políticos chilenos deberán repensar el modelo que quieren ofrecer a la sociedad chilena, a pesar de que Chile es uno de los países más ricos y estables de Latinoamérica, la gente está en la calle profundamente enfadada y frustrada. Las élites han apretado las tuercas más de lo que lo que tenían que apretar.
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