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Nuevos vientos en Surinam

Soplan nuevos vientos en Surinam, nuevos vientos que traen cambios políticos y económicos. El resultado de las elecciones generales de mayo concretó finalmente la salida del actual gobierno, en el poder desde hace una década. Apenas se terminen de forjar los acuerdos necesarios para conformar gobierno, un nuevo presidente asumirá, con el doble reto de afrontar el manejo de la pandemia y la crisis económica que se avecina. Hasta ahora, lo económico se revela mucho más inquietante que lo sanitario.

A diferencia de otros países de la región, Surinam siguió adelante con su calendario electoral, transformándose así en el primer país del continente en celebrar comicios bajo pandemia. En efecto, su cantidad de contagios no fue lo suficientemente elevada como para ameritar una postergación: al día 23 de junio, hay registrados 168 casos activos, 142 personas recuperadas y nueve muertes. Aún más bajos eran estos números el pasado lunes 25 de mayo, cuando los surinameses, cuidando la distancia física y aplicando medidas sanitarias, depositaron sus decisiones en las urnas.

En Surinam, las elecciones generales solo definen de manera directa a las autoridades legislativas y municipales. El Poder Ejecutivo, en cambio, es designado posteriormente en una sesión especial de la Asamblea Nacional. No obstante, la votación, como cualquier otra instancia de consulta popular, acabó sometiendo a consideración de la sociedad la continuidad -o no- del gobierno de turno, encabezado por Desiré Bouterse, del Partido Nacional Democrático (NDP, por sus siglas en neerlandés), en el poder desde 2010.

Durante la campaña electoral, el oficialismo recibió de parte de los partidos políticos  opositores reiteradas acusaciones de derroche y malversación de los fondos públicos. Pero, sobre todo, recibió un duro revés en el campo judicial, cuando, en noviembre de 2019, un tribunal militar condenó al presidente-candidato Bouterse a 20 años de cárcel por su implicación en 15 ejecuciones de opositores durante un levantamiento militar en 1982. De todos modos, el tribunal no ha ordenado su detención y Bouterse, quien alega una maniobra política, todavía puede apelar el fallo.

El principal líder de la oposición, Chandrikapersad Santokhi, del Partido de la Reforma Progresista (VHP, por sus siglas en neerlandés), fue justamente uno de los impulsores de la investigación contra Bouterse por los “asesinatos de diciembre”. Una vez trascendió la resolución del tribunal militar, Santokhi exigió de inmediato la renuncia del mandatario. Si bien la sentencia tuvo lugar seis meses antes de las elecciones generales, ha debido de influir negativamente en el desempeño electoral del oficialismo.

De una mayoría de 26 bancas -en una cámara parlamentaria de 51- el NDP pasó a representar una minoría de 16 bancas, acorde al 23 por ciento de los votos que obtuvo en el proceso electoral, según datos del Ministerio del Interior. El partido más votado fue el opositor VHP, que con el 39 por ciento de los sufragios cosechó 20 escaños. En tercer lugar, por detrás del VHP y el NDP, se ubicó el Partido de Liberación General y Desarrollo (ABOP, por sus siglas en neerlandés) con ocho bancas. Los siete asientos restantes se dividen entre otros tres partidos que, por las características del sistema de elección presidencial, actualmente ostentan un importante poder de veto.

Repartidas las cartas en la Asamblea Nacional, los partidos deberán designar ahora al próximo presidente de Surinam por una mayoría especial de dos tercios -esto es, 34 votos- antes del 13 de agosto. Como primera fuerza legislativa, el VHP pretende colocar en la Presidencia a Santokhi y, para ello, ya tiene el apoyo del ABOP y otros dos grupos. Sin embargo, estos cuatro sectores reúnen una suma insuficiente de 33 votos, que les obliga a obtener un voto adicional del NDP o del partido Hermandad y Unidad en la Política (BEP, por sus siglas en neerlandés), partidos que han trabajado juntos y que, de mantenerse unidos, podrían bloquearle el camino a Santokhi o a cualquier otro aspirante.

En definitiva, hasta ahora lo único seguro es la salida de Bouterse. Lo cual conlleva no pocas alteraciones para Surinam. A nivel nacional, el gobierno entrante tendrá que habituarse a las negociaciones en el ámbito legislativo, dado que ningún partido goza de mayoría parlamentaria, como sí lo hace el gobierno saliente. Asimismo, habrá que observar qué tipo de oposición política llevará a cabo el NDP, especialmente teniendo en cuenta el eventual encarcelamiento de Bouterse.

A nivel internacional se presume que el nuevo gobierno se sumará al coro de países detractores de Venezuela, abandonado así la posición de Bouterse, siempre lejos del Grupo de Lima. No resulta tan previsible cómo se acomodará Surinam respecto a la disputa global entre Estados Unidos y China. En ese sentido, Bouterse había buscado acercarse al gobierno de Pekín; de hecho, la sentencia del tribunal militar se conoció durante una visita oficial del mandatario al gigante asiático.

Con todo, dentro del conjunto de cambios que acarrea el reemplazo de una administración por otra, la política económica se sitúa en el primer lugar, y por amplio margen. Analizando los efectos de la pandemia de coronavirus en el corto plazo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronosticó para Surinam una caída del 4,4 por ciento del PIB en 2020. Si bien esta contracción es menor al promedio proyectado para América Latina, Surinam no escapará a la inestabilidad económica, a pesar de exhibir un manejo correcto de la situación sanitaria.

Para lograr a mediano plazo una rápida recuperación económica, el nuevo gobierno dependerá en buena medida de la actividad de la industria petrolera. En ese sentido, el reciente descubrimiento del campo Maka, sobre las costas de Surinam, constituye una auténtica garantía. Se trata de un hallazgo histórico que promete valorizar exponencialmente a la petrolera estatal Staatsolie, así como también atraer inversiones extranjeras millonarias a la economía nacional. La competencia entre privados por conseguir nuevas licencias de exploración se evalúa como un factor de dinamismo. Aunque, indudablemente, el reciente derrumbe del precio del petróleo, a causa de la disputa geopolítica entre los principales productores del mundo, aparece como un contrapeso que obliga a moderar expectativas.

 

 

 

 

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