Introducción:
Los maronitas, una confesión oriental de la Iglesia católica, han emprendido un largo viaje desde sus orígenes en el siglo IV en Antioquía, a la dominación de un estado creado a su medida: el Líbano, territorio que consideran su hogar ancestral. A lo largo de los siglos, han pasado de ser una confesión perseguida, teniendo que buscar refugio en las montañas, a saber relacionarse con el Vaticano y las potencias europeas para colocarse bajo su protección. Esta fe que aglutina en torno a tres millones de fieles, ha conseguido lo que ningún otro grupo cristiano en Oriente Medio: controlar política y socialmente un estado.
¿Qué es la iglesia Maronita?
La Iglesia Maronita es una de las Iglesias Orientales que reconocen la autoridad suprema del papa del Vaticano. Tienen cierta autonomía, por ejemplo, los obispos eligen a su patriarca, que a su vez es también cardenal en la Curia romana, a cuyas decisiones no están sometidos. Son sus obispos y el patriarca reunidos en Sínodo los que deciden si ratifican las decisiones tomadas por la Santa Sede.
Además, los sacerdotes no están obligados a mantener el celibato siempre y cuando hayan contraído el matrimonio antes de recibir el sacramento del sacerdocio. La eucaristía es celebrada utilizando el rito siriaco-antioqueño en lugar del rito latino impulsado tras el Concilio Vaticano II. El rito siriaco-antioqueño (o rito maronita) se caracteriza, entre otras cosas, por utilizar el arameo junto con la lengua vehicular de los fieles.
La mayoría de sus fieles se encuentran en el Líbano, donde está la sede de su patriarcado y componen alrededor de un 20% de la población, siendo el tercer grupo religioso más importante tras chiítas y suníes. También hay comunidades asentadas desde hace siglos en Siria, Chipre o Israel. Debido a la diáspora libanesa ocurrida desde finales del siglo XIX, también se pueden encontrar comunidades más o menos numerosas en Brasil, Argentina, México o Estados Unidos.
El poder del Sínodo no alcanza las comunidades existentes en América o Australia: los obispos de esas comunidades son parte de la jerarquía de la Iglesia Romana. El número total de seguidores de esta rama católica se estima algo menos de cinco millones, de los que 3 millones se encontrarían en Oriente Medio.
Otras fuentes aumentan la cifra hasta los 13 millones, sin embargo, este número no atendería a los bautizados, sino a los descendientes de los maronitas emigrados. Como curiosidad, el magnate mexicano de las telecomunicaciones, Carlos Slim, o el expresidente argentino recientemente fallecido, Carlos Menem, son hijos de cristianos maronitas.
Orígenes
Los orígenes de esta confesión se hayan en el siglo IV en las cercanías de Antioquía (la actual Hatay turca). Esta urbe era la segunda más poblada del Imperio Romano de Oriente, solo por detrás de Constantinopla. Además, desde el siglo II, albergaba una de las mayores comunidades cristianas. En estas cercanías, surgió una comunidad en torno a la tumba de un eremita conocido como Marón, de donde tomaron el nombre de maronitas.
La comunidad, aceptó el canon impuesto en el Concilio de Calcedonia (año 451d.C.) que establecía la doble naturaleza, humana y divina, de Jesús. Esta decisión pretendía hacer frente a las extendidas herejías que en aquella época defendían que Jesús era hijo de Dios pero que su naturaleza era únicamente humana.
Se trataba en suma, de la misma disputa que el Concilio de Nicea (año 325 d.C.) había pretendido enterrar. Los cristianos que pensaban que Cristo no tenía una naturaleza divina eran muchos en el Levante mediterráneo, entre ellos Severo, el Patriarca de Antioquía. La tradición recoge que en el 517, hordas alentadas por la autoridad religiosa en la ciudad, asesinaron 350 monjes maronitas.
Los supervivientes de esta persecución, huyeron siguiendo el curso del río Orontes hasta llegar a sus fuentes, ubicadas en el norte del Monte Líbano. Menos de un siglo después, los árabes habían llegado desde el sur y habían tomado Antioquía.
Los seguidores de Marón se habían quedado aislados del resto del mundo cristiano, por lo que tuvieron que elegir a su propio líder: San Juan Marón, considerado el fundador de la Iglesia maronita moderna. Esta jerarquización de la Iglesia sumado a su relativo aislamiento serrano, benefició su institucionalización.
Los contactos con el Califato de Damasco eran limitados, a pesar de que el Patriarcado reconoció la autoridad de Marwan II a mediados del siglo VIII y este a su vez los reconoció como gentes del libro: se reconocía y respetaba su fe pero debían pagar unos impuestos especiales sobre la renta y las tierras: la yizia y el jarach. El Patriarca se convirtió no solo en el líder espiritual, sino también tribal e incluso militar. Tanto es así que hasta el siglo XX, la Iglesia Maronita era la principal terrateniente del Monte Líbano.
Los maronitas estuvieron aislados del resto de cristianos hasta finales del siglo XI, cuando llegaron a la región los primeros cruzados. No dudaron en colaborar con estos en la construcción de los efímeros Estados cristianos que se establecieron en la Tierra Santa durante la época.
El Vaticano consideraba extintos a los maronitas, por lo que este encuentro fortuito, fue muy bien recibido. En 1182, se colocaron bajo la jurisdicción papal a la par que este reconocía como su interlocutor al patriarca maronita. El patriarca Jeremías II se convertiría en el primero en visitar la sede de la Iglesia Católica a principios del siglo XIII. La presencia maronita será continua en Roma desde 1572, cuando establecerán el Colegio Maronita de Roma.
En búsqueda de autonomía
Con la llegada del Imperio Otomano a la zona, la situación administrativa cambió significativamente. En 1523 se constituye el Emirato del Monte Líbano como una entidad autónoma dependiente de Estambul, es el sistema conocido como muqata’ji. Se fundamenta en que la autoridad central lega a algunos clanes la responsabilidad de recaudar impuestos.
Este Emirato estará dominado política y militarmente por los drusos, muy numerosos en el extremo sur de la cordillera. El grueso de la población estaba compuesto por campesinos maronitas sin tierras, que trabajaban las tierras de la Iglesia o de los clanes drusos encargados de recaudar impuestos. Sin embargo, también existían muddabir o consejeros, cristianos, que estaban vinculados principalmente al aparato eclesiástico o a las familias Khazin y Hubaysh.A finales del siglo XVI, el emirato se levantará en armas contra el poder central otomano. La élite drusa utilizará las conexiones maronitas para ganarse el apoyo de los Médici, en aquel momento vasallos del rey español Felipe III.
Esta dinámica será una constante desde aquel momento: los maronitas y las potencias europeas junto con el Papa se utilizarán mutuamente para intentar socavar el poder turco. En 1797 y 1820 habrá nuevas revueltas, en la que la Iglesia Maronita se erigirá en los representantes del resto de confesiones cristianas. Para este momento, los monasterios maronitas se habían convertido en los principales núcleos de producción organizando la vida de las comunidades colindantes. La Iglesia no solo controlaba un tercio de la superficie destinada a agricultura, sino que poseían imprentas, molinos e introdujeron una nueva industria en la región: la seda. En 1854, se dará un hecho reseñable cuando sea elegido el primer patriarca de origen campesino: Bulus Mas’ad.
Alcanzando la supremacía
Es precisamente en el siglo XIX cuando gracias a las relaciones con las potencias europeas estas presionarán a los otomanos para que los cristianos del Líbano constituyan una unidad política diferenciada de los drusos. El primero en plantear esta idea fue el canciller austriaco Metternich. Sin embargo no consiguieron llegar a acuerdos, por lo que durante este siglo hubo continuas revueltas de cristianos contra drusos o de campesinos contra sus terratenientes.
Las revueltas no finalizarán hasta que en 1860, Napoleón III mande un contingente militar, haciéndose con el control de facto de la zona para asegurar la autonomía cristiana. Además, la modernización de la industria sericícola se había financiado con capital francés. El comercio se había interrumpido y la intervención militar aseguraba su reanudación.
Un año después de la intervención francesa, se firmó un acuerdo por el cual todo el territorio del monte a la costa, excluyendo las ciudades Beirut y Trípoli, sería gobernado por primera vez por un cristiano. Los maronitas conseguían lo que llevaban décadas, quizá siglos, ambicionando. Además, estaba asesorado por un consejo donde los cristianos se aseguraban con la mayoría al contar con 7 asientos de un total de 12, por tanto los 5 asientos restantes iban a parar a los musulmanes. Al margen de maronitas y drusos, estaban representados los cristianos ortodoxos, greco-católicos, chiítas y suníes.
Tras alcanzar el poder político, los cristianos se hicieron con el poder económico gracias a una conjunción de factores. Por un lado, los buenos precios de la seda favorecieron un crecimiento económico. Por otro, la presión demográfica disminuyó, esta es la época en la que cristianos y drusos comenzaron su éxodo americano.
Gracias a las remesas enviadas por los emigrados, los maronitas pudieron comprar nuevas tierras. Hasta dos tercios de los terratenientes drusos vendieron sus propiedades y la mayoría de compradores fueron cristianos maronitas.
Maronitas y su Estado: el Líbano
Ya en el siglo XX y tras el reparto de los territorios del Imperio Otomano llevado a cabo por franceses y británicos en el acuerdo de Sikes-Pykot (1916), Francia se quedó con el mandato de la Gran Siria, dentro de la cual se incluía Líbano. Los franceses contaban con el Patriarcado para mantener el orden, pero fue la autoridad administrativa creada por Napoleón III la que declaró la independencia. Evidentemente, esta declaración de independencia fue suspendida, pero tan solo supuso el principio de los problemas.
Los musulmanes, así como los greco-católicos de la ciudad de Zahleh, consideraban que la partición de Siria era injusta en materia económica, fiscal y administrativa. Por su parte, los maronitas invocaban su derecho a la autodeterminación. Para complicar aún más la situación, al territorio del Monte Líbano, se le anexionó el valle de la Beka y las ciudades costeras de Beirut, Sidon, Tiro y Trípoli. De esta manera, se formó el Gran Líbano, que veía duplicada su población con respecto a la mutsarrifiyah del siglo precedente y que ahora contaba con una auténtica miríada de confesiones: suníes, alauitas, chiítas, maronitas, cristianos ortodoxos, greco-católicos, cristianos armenios, drusos e incluso, una pequeña comunidad de protestantes evangelizados por misioneros norteamericanos.
Es en este contexto de crisis cuando la Iglesia y Francia consiguen colocar a su hombre como comisionado para el Gran Líbano: Edde, hijo de un trabajador del consulado francés. Además, se apoyó en el poeta Michel Chiha, que terminó de dar forma ideológica a las opciones políticas maronitas: defensa del francés como lengua oficial sobre el árabe y el Monte como hogar ancestral de los cristianos, que eran a su vez descendientes de los fenicios y no de los árabes. Sus prejuicios se recogen en unos versos:
Hermano musulmán, entiende mi ardor yo soy el Líbano real, auténtico y devoto…
Chiha, M. (1949) Le Liban Aujourd’hui
La independencia del Líbano llegará en 1943 principalmente por razones económicas que unieron a las oligarquías de todas las sectas. Formaban parte de la unidad monetaria francesa, fuertemente debilitada desde que la metrópoli se había rendido a los alemanes en 1940. A esto se añade que las oligarquías querían hacerse con el control de todo el comercio que dependía de empresas francesas, como la importación de tabaco o el alcohol.
A las motivaciones económicas se suma que la región estaba dominada por los británicos, y solo por la presión de Churchill sobre De Gaulle, consiguieron que Francia reconociera su nuevo estatus como Estado independiente. En el evento que se conoció como el Pacto Nacional, los cristianos se aseguraron el control institucional al contar con un ratio de 6:5. Esta mayoría cristiana se fundamentó en el censo de 1932, el último recuento de población elaborado en el Líbano. De los 55 diputados que componían la asamblea legislativa, 30 estarían destinados para las diferentes facciones cristianas. En menos de cien años, los maronitas habían pasado de ser mayoritariamente campesinos sin tierra en las montañas a ocupar la élite de un Estado dirigido desde Beirut.
Los maronitas se agruparán políticamente un primer momento en torno a la Falange libanesa dominada aún a día de hoy por la familia Gemayel. Defienden su identidad fenicia frente a los árabes. También existe la Liga Maronita, considerada la rama política del Bkerké, la sede del Patriarcado. Las tensiones que desencadenaron la guerra civil libanesa (1975-1990) ya se presentían una década antes, cuando la Liga Maronita, defendió arrasar los campos de refugiados palestinos que había en las cercanías de la capital puesto que suponían un nido de ‘miserables, lúmpenes y epidemias’, tal y como manifestó el diputado y sacerdote, Simón Duwayhi.
Las tensiones con las organizaciones palestinas que desde territorio libanés lanzaban ataques sobre Israel, la crisis económica de 1973 que acabó con muchos de los poderosos bancos libaneses y las tensiones étnicas estallaron en 1975. A todo esto se sumaba que Siria deseaba convertirse en un actor importante tras la pérdida de los Altos del Golán en la guerra de 1967 frente a Israel, por lo que no dudó en apoyar al bando musulmán. Solo cuando la intervención siria fue evidente, Israel invadió el sur del país llegando hasta Beirut para que el líder de la Falange, Bashir Gemayel, fuera proclamado presidente.
La presidencia le duró poco, ya que fue asesinado nueve días después de tomar posesión del cargo. Los israelíes no solo no se retiraron de Beirut sino que también invadieron la zona occidental poblada de musulmanes, permitiendo que las milicias cristianas penetrasen y realizasen matanzas en los campos de refugiados palestinos. A pesar del continuo apoyo israelí, la Falange no consiguió defender sus territorios, ni en la batalla de Beirut ni en la batalla de la Montaña, en la que facciones drusas saquearon numerosos pueblos maronitas.
Para acabar con la guerra, los cristianos tuvieron que aceptar el acuerdo de Ta’if (1989), en el que se establecía una igualdad en el número de diputados musulmanes y cristianos. También tuvieron que aceptar el fin de su primacía en los puestos de la administración: el francés dejó de ser indispensable para acceder un cargo, requisito que beneficiaba a los hijos de las familias cristianas más favorecidas. Gracias a estas y otras cesiones, no se elaboró un nuevo censo. Siguen sin actualizarse el de 1932 y es que si se realizará un nuevo recuento de población, es muy probable que los cristianos fueran minoría.
Conclusiones
En la actualidad, los clanes maronitas como los Gemayel o los Aoun siguen siendo la voz de los cristianos libaneses. La Liga Maronita sigue teniendo mucha importancia, cuenta en su junta directiva con diputados, profesores universitarios o generales de brigada del Ejército.
Los maronitas se han establecido como la élite de un país creado para darles cabida y pese a las dificultades que atraviesa actualmente el Líbano, siempre encuentran el modo de aliarse para seguir favoreciendo sus intereses en un panorama muy incierto.
En el pasado no dudaron en aliarse con sus antiguos enemigos, los drusos, para socavar el poder otomano. En la actualidad, Aoun tampoco ha dudado en aliarse con Hizbullah para hacerse con la presidencia. No sabemos que ocurrirá en el futuro, pero es seguro que harán lo posible para mantener su posición hegemónica en el Estado y entre el resto de confesiones cristianas.
Bibliografía
Aguilar, J. J. (4 de junio de 2019) desvelafe.mx ¿Qué es una iglesia de rito maronita? https://desdelafe.mx/opinion– y-blogs/preguntale-al-padre/que-es-una-iglesia-de-rito-maronita/
Ariza, G. (6 de abril de 2014) infovaticana.com¿Qué es la Iglesia Católica Maronita? https://infovaticana.com/ 2014/04/06/que-es-la-iglesia-catolica-maronita/#Los_origenes_de_la_Iglesia_Catolica_Maronita
Bakhit, M. (1982) The Ottoman Province of Damascus in the Sixteenth Century, Librairie du Liban. Beirut.
Cesio, P. (8 de junio de 2017). paginasarabes.com Maronitas: están entre nosotros, pero ¿les
conocemos? https://paginasarabes.com/2017/06/08/maronitas-estan-entre-nosotros-pero-les-conocemos/
Chiha, M. (1949) Le Liban Aujourd’hui, Editions du Trident. Beirut.
McCallum, F. (2010) The Maronites: An Historical and Political Perspective, University of Sant Andrews.Moosa, M. (1986). The Maronites in History, Gorgias Press. Nueva Jersey.
Phares, W. (1995). Lebanese Christian Nationalism: The Rise and Fall of an Ethnic Resistance,
Lynne Rienner publishers. Londres.
Sánchez Mateos, E. (1996) Líbano y las relaciones sirio-israelíes: un análisis de Líbano como microcosmos de Oriente Medio. Afers Internationals, núm. 34-35, pp 171-190. Fundación CIDOB. Barcelona.
Traboulsi, F. (2007) A history of Modern Lebanon, Pluto Press. Nueva York.
Suscríbete y accede a los nuevos Artículos Exclusivos desde 3,99€
Si escoges nuestro plan DLG Premium anual tendrás también acceso a todos los seminarios de Descifrando la Guerra, incluyendo directos y grabaciones.
Apúntate a nuestra newsletter
Te enviaremos cada semana una selección de los artículos más destacados, para que no te pierdas nada.