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Liberales y conservadores frente al ascenso del fascismo: el caso italiano

Foto de portada: Mussolini durante la Marcha sobre Roma en 1922. Fuente: Creative Commons.

El ascenso del fascismo

Durante las dos décadas que van de 1910 a 1930 la vida política italiana cambió drásticamente. La vieja política de notables fue transformándose en una violenta competición entre partidos de masas. Las instituciones se vieron desbordadas por la democratización de la acción política, que se consumó en el crecimiento de los sindicatos y de determinados partidos y movimientos que operaban contra o en los márgenes del sistema.

Los años de la Primera Guerra Mundial vieron al partido socialista (PSI) multiplicar sus simpatías hasta el punto en que para 1921 habría tenido al alcance de su mano las alcaldías de casi todas las ciudades del norte de Italia, a pesar de la escisión de su ala izquierda, que había formado el Partito Comunista (PCI), y que también gozaba de una popularidad creciente. Ante el auge de los dos partidos en el plano institucional y las revueltas del llamado “Bienio Rojo” distintos grupos crearon un frente “antibolchevique”, el Bloque Nacionalista. En él se encontraban también candidatos afines a los Fasci di Combattimento, dirigidos por Benito Mussolini, que ese mismo año, en noviembre, formaría el Partito Nazionale Fascista (PNF).

Fasci di Combattimento. Vía Studia Rapido

Las siguientes elecciones, en cambio, significaron un revés para los socialistas. La violencia generalizada contra sus cuadros y sus sindicatos, llevada a cabo por los paramilitatares fascistas, o escuadristas, financiados por los industriales y los terratenientes, y ayudados por la policía, puso en jaque al PSI y al PCI. En algunos lugares, el PSI llegó a pedir la abstención para proteger a sus votantes. Los liberales, organizados en partidos de notables a la vieja usanza retrocedían con cada votación y solo mantenían su arraigo a través de las redes clientelares del sur. El otro gran movimiento de masas más allá del PSI, PCI y PNF era el Partito Popolare Italiano, (PPI) un partido católico que organizaba a su propio sindicato y con fuerte arraigo en el norte.

En octubre de 1922 el PNF aprovechó la debilidad del gobierno para organizar una gran manifestación en Roma tras la cual el rey, hasta entonces considerado como “reformista”, proclamó a Mussolini Primer Ministro. Su gabinete fue apoyado en el parlamento por los votos de liberales y populares, es decir la totalidad del bloque de derecha, que seguía pensando en clave antibolchevique y se encontraba presionada por los grandes poseedores. En diciembre, los paramilitares fascistas pasaron a ser oficializados como fuerza de seguridad estatal. Ese mismo año se había fundado el Partito Liberale Italiano (PLI), que en dos años sería absorbido por el PNF casi en su totalidad.

La proclamación de las “leyes fascistísimas” -así llamadas por el régimen- de 1925 y 1926-, que entre otras cosas cerraban los partidos opositores y los sindicatos libres, penaban la oposición con la cárcel y acababan con la libertad de prensa constituye el momento en el cual se suele considerar, de manera un tanto conservadora, que Italia se convierte en una dictadura. Sin embargo, existen dos hitos que marcan con especial significación la transición del país y señalan la acaparación del poder por el PNF.

El primero es la proclamación de la “Ley Acerbo”, el 18 de noviembre de 1923. El documento era una ley electoral que preveía que la lista más votada obtuviera 2/3 de los escaños en el parlamento. En las siguientes elecciones el PNF se haría así con el control total del poder legislativo con tan sólo el 25% de los votos.

El segundo hito es el secuestro y asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti, el 10 de junio de 1924, por parte de un grupo de escuadristas. El diputado había denunciado fraude en el proceso electoral del 6 de abril de ese año y el clima de violencia que se vivió a lo largo de aquella jornada. La oposición respondió al secuestro del dirigente socialista retirándose del parlamento y proclamando la Secesión del Aventino, en referencia a una gran huelga de la plebe en tiempos de la antigua República de Roma. Los “aventinianos” fueron expulsados de la cámara dos años después, tras asumir Mussolini la “responsabilidad moral, política e histórica” del asesinato de Matteotti.

Portada del periódico socialista Avanti! varios días después de la desaparición de Matteotti, antes de que apareciera su cadáver.

Los liberales y el PPI ante el ascenso del fascismo

A partir de aquí consideraremos qué postura adoptaron las más destacadas figuras del liberalismo político italiano y el principal partido conservador del país, el único de masas de las formaciones derechistas, el PPI. La exposición se hará de manera esquemática para después extraer algunas conclusiones.

La figura más relevante y prestigiosa del liberalismo italiano de entonces es sin duda la de Giovanni Giolitti. Primer ministro en cinco ocasiones, fue uno de los principales exponentes del liberalismo italiano y testigo preferente del cambio sociopolítico que vivía el país. No supo adaptarse a los cambios y acabó sobrepasado por los partidos de masas. Terminó su carrera en el PLI. En 1922 votó a favor del gobierno de Mussolini, que a pesar de tener apenas 40 escaños de 535 obtuvo del rey el encargo de presidir el Consejo de Ministros. Arrastrado por la lógica antibolchevique, votó también a favor de la Ley Acerbo. Se presentó con una lista propia a las elecciones de 1924, al contrario que muchos liberales que lo hicieron en las listas fascistas. Tras el asesinato de Matteotti criticó la Secesión del Aventino, pero cuando se le exigió que confirmara su adhesión al fascismo, dimitió. Durante sus últimos años fue apartándose de la política, cada vez más crítico con el régimen, hasta su muerte en 1928.

Benito Mussolini. Vía nuevatribuna.es

Antonio Salandra fue uno de los principales rivales políticos de Giolitti durante los años 10` y también uno de los principales exponentes de la derecha liberal tardía. Apoyó el gobierno de Mussolini en el 1922, votó a favor de la Ley Acerbo, concurrió a las elecciones de 1924 en las listas fascistas y ocupó distintos cargos dentro del régimen hasta su muerte.

Paolo Boselli también ocupó, entre otros, al cargo de Primer Ministro durante la Primera Guerra Mundial. Apoyó el Gobierno de Mussolini y en 1924 recibió el carné del PNF ad honorem.

Vittorio Emmanuele Orlando fue un exponente de la izquierda liberal, y a lo largo de su amplia carrera política ostentó distintos cargos de gran relevancia, incluyendo la presidencia del Consejo de Ministros. Apoyó a Mussolini en 1922, participó en la comisión que revisó y dio el visto bueno a la ley Acerbo y fue incluido en las listas fascistas en 1924. Mantuvo su apoyo al régimen después del asesinato de Matteotti y pasó a la oposición sólo tras el discurso de Mussolini del 3 de enero de 1925 en el cual prácticamente proclamaba la dictadura. Fue marginado de las instituciones y acabó dimitiendo de sus cargos para evitar tener que jurar lealtad al régimen. En 1935 mostró su apoyo a Mussolini en el contexto de la Guerra de Etiopía -un conflicto de agresión colonial en el cual el ejército italiano empleó armas químicas-. Apoyó al gobierno de unidad creado tras la caída del dictador y se reincorporó a la política de la mano del nuevo PLI.

Luigi Facta, exponente de la derecha liberal, fue el último Primer Ministro de Italia antes de Mussolini. Le pidió al rey que proclamara el Estado de Asedio (una especie de Ley Marcial) cuando supo de la Marcha sobre Roma. El rey se negó y Facta dimitió, probablemente presionado por el monarca. Apoyó al gobierno de Mussolini y fue nombrado senador.

Ivanoe Bonomi empezó su carrera en el Partido Socialista, pero fue expulsado del mismo en 1912 por su apoyo a la Guerra de Libia y por defender teorías cercanas a las del Espacio Vital. Fue Primer Ministro durante unos meses, precediendo a Facta. Votó a favor del gobierno de Mussolini en 1922, pero se presentó a las elecciones de 1924 con una lista distinta a la fascista, fue derrotado y se retiró a la vida privada. En el 1942 conspiró con el general Badoglio y el rey para una eventual destitución de Mussolini y al año siguiente se unió al nuevo PLI. Presidió el Comité de Liberación Nacional y ocupó distintos cargos durante la República.

Benedetto Croce fue un filósofo liberal de gran influencia en el pensamiento político italiano de la época. Apoyó al PNF durante su ascenso y sus primeros años de gobierno, también tras el asesinato de Matteotti. Justificó su apoyo a Mussolini en su confianza de “rescatarle” de las “tendencias extremistas” de su partido y en que veía a su régimen como un “puente necesario” para el “establecimiento de un sistema liberal más severo”. El 1 de mayo de 1925, sin embargo, escribió el “Manifiesto de los Intelectuales Antifascistas”, en respuesta al “Manifiesto de los Intelectuales Fascistas”, de Giovanni Gentile. Se alejó poco a poco de la política, aunque en ningún momento dejó su escaño en el senado. Se opuso a las Leyes Raciales de 1938, y fue el único intelectual no judío que se negó a cumplimentar la ficha de catalogación racial del gobierno -recordemos que los líderes de la izquierda estaban encarcelados, en el exilio o ejercían en la clandestinidad-. Tras la caída del régimen presidió el renacido PLI.

Partito Popolare Italiano constituyó la oposición conservadora y católica a los gobiernos liberales de postguerra. La línea antibolchevique les hizo apoyar al gobierno de Mussolini e incluso gobernar con él asumiendo algunos ministerios, a pesar de que la violencia escuadrista ya no afectaba sólo a socialistas y comunistas sino también a sus sedes. La pequeña porción del partido que se opuso a la colaboración con el fascismo estaba capitaneada por uno de los fundadores del mismo, el religioso Luigi Sturzo, que abogaba por un acercamiento a los socialistas en clave antifascista. En 1923 el partido se rompió del todo y la mayor parte de sus integrantes se pasaron al PNF. Tan solo un diputado del PPI votó en contra de la Ley Acerbo. Lo que quedaba del partido participó en la Secesión del Aventino y sus líderes tuvieron que exiliarse o retirarse a la vida privada.

Conclusiones

La votación que dio la confianza de la Cámara de los Diputados a Mussolini contó con el voto en contra sólo de socialistas, comunistas, y algún que otro diputado aislado. El principal líder de los radicales, Francesco Nitti, abandonó el edificio antes de la votación como protesta ante la inminente investidura del dirigente fascista. Nitti hacía parte del Partido Liberal Democrático, con posturas cercanas a las del ala más reformista del PSI. Los principales dirigentes de los partidos que votaron a favor del gobierno de Mussolini apoyaron también la sucesiva cooptación de las instituciones italianas por el PNF, e incluso fueron candidatos en sus listas en las siguientes elecciones. Aunque algunos empezaron a distanciarse del dictador a partir de 1925, mantuvieron un perfil bajo o no se organizaron políticamente, y el régimen nunca les percibió como una amenaza real.

Los miembros del PPI, por su parte, se sumaron en bloque al PNF. Tan sólo algunas sonadas excepciones renegaron del naciente régimen y fueron, en la práctica, los únicos elementos de las fuerzas derechistas perseguidas por el fascismo. Su aislamiento aumentó aún más tras la firma de los acuerdos de Letrán entre el Papado y el Reino de Italia en 1929, que entre otras cosas sancionó las buenas relaciones entre Roma y El Vaticano.

Bibliografía

Composición de la Cámara que otorgó la confianza a Mussolini, con esquema interactivo. Wikiwand: https://www.wikiwand.com/es/Elecciones_generales_de_Italia_de_1921

Fondazione Museo Storico del Trentino: http://www.museostorico.it/index.php/Area-educativa-Percorsi-e-materiali-online/L-ascesa-del-Fascismo

Metropolitan Magazine: https://metropolitanmagazine.it/discorso-matteotti/

Petersen, J. (1975). Elettorato e base sociale del fascismo italiano negli anni venti. Studi Storici, 16(3), 627-669. Obtenido el 19 de mayo, 2021, de http://www.jstor.org/stable/20564365

Portonera, G. (2013). Partito, Popolare, Italiano: tre caratteri fondamentali di una storia interrotta. Ho Theológos, 113-121.

Wikipedia.com

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