El partido nacionalista de Albin Kurti, Autodeterminación o VV, representaba la defensa de la identidad albonokosovar desde una óptica vendida como puramente regeneracionista frente a la corrupción de los denominados “partidos de la guerra”, que son herederos en su mayoría de la guerrilla contra Serbia durante los años 90: la UÇK o Ejército de Liberación de Kosovo. Este grupo mantuvo actividades hasta entrado el 2001 en el sur de Serbia o Macedonia, así como en su haber se encuentran una serie de acusaciones como las vertidas por destrucciones patrimoniales, ataques contra la iglesia ortodoxa, tráfico de órganos, narcotráfico, crímenes de guerra y ataques contra serbios o gitanos, e incluso se mencionan vínculos con Al-Qaeda.
Los partidos de la guerra y los nuevos
Varios líderes del Ejército de Liberación de Kosovo fueron los protagonistas de la política kosovar durante su independencia de facto, entre ellos el actual presidente de Kosovo: Hashim Thaçi. La figura de Thaçi es clave en la actualidad política de Kosovo. A su institucionalización en la arena internacional se remonta la relación con Estados Unidos desde la época de Clinton, quien cuenta con todos los honores en el territorio balcánico. Clinton abogaba por el reconocimiento del Estado, su entrada en la Unión Europea y la OTAN. Desde entonces la UE se ha encargado de cierta mediación con Serbia para poder avanzar en su expansión hacia el este, concretada en la entrada de Croacia en 2013. Tanto Serbia como Kosovo debían arreglar sus disputas de reconocimiento antes de entrar en el grupo supranacional.
La UE, especialmente Alemania, era muy reticente a una alteración de fronteras en los Balcanes. Francia ha mostrado reticencias a una ampliación de miembros pero se ha abierto en 2020 con la candidatura de Albania y Macedonia. Pero a toda costa se buscaba evitar un nuevo caso Chipre, a quien se permitió entrar al club sin haber solucionado sus disputas fronterizas y ha quedado en una congelación perenne entre Grecia, Turquía, Reino Unido y Chipre del Norte.
La capacidad de Kosovo para comer en la misma mesa que los Estados que no le reconocían es debida al pacto tácito para que los antiguos señores de la guerra ocupen sus cátedras de poder. Una cortina de humo donde nada ha pasado. Hasta 2016. Es entonces cuando se oficializa un Tribunal Especial en La Haya para investigar los crímenes en Kosovo, tratando de evitar la persecución única contra Serbia, como sucedió en mayor proporción tras la Guerra de Bosnia. Esto podría facilitar las negociaciones entre los dos países. Además, los líderes kosovares se vieron forzados a una negociación que no entraba en su ideario.
Nadie quería discutir con Serbia la línea roja de la misma existencia de Kosovo como país independiente, del mismo modo que Serbia no quería oír hablar de otro estatus que no fuera el autónomo. La necesidad de estrechar vínculos con la Unión Europea, cuando esta era algo más dependiente de Estados Unidos, acercó posiciones y comenzaron las negociaciones. El partido Autodeterminación o VV de Albin Kurti irrumpió en ese contexto dentro del espectro kosovar. Seguía siendo un partido nacionalista, claramente pro-albanés, que negaba la renuncia al estatus independiente, que se negaba a discutir su reconocimiento con Serbia y que se negaba a poner en jaque la integridad territorial. Muchos gatos y un mismo collar.
¿Por qué ese éxito tan fulgurante de VV? Éxito y derrumbe. Muchas intrigas internas acecharon entre la endiablada aritmética parlamentaria. VV llegó al poder gracias a la caída del Primer Ministro Ramush Haradinaj. Este personaje lo tenía todo para hacer calar la retórica de VV. Haradinaj fue uno de los líderes del Ejército de Liberación de Kosovo y se apoyaba en un grupo de partidos de ideología variable pero consiguió conformar una coalición que estalló por su imputación personal por crímenes de guerra en La Haya. VV pudo venderse como un partido que venía a limpiar la política de los viejos partidos de la guerra, entre los que destacaba el Partido Democrático de Kosovo, del también fundador y líder del Ejército de Liberación de Kosovo, Hashim Thaçi. Haradinaj, de la guerrilla al gobierno, y Thaçi, de la guerrilla a la presidencia.
En mayo de 2020 además se ha desvelado como el Ministerio de Integración Europea de Kosovo del gobierno de Haradinaj pagó un informe en Francia por más de 160.000€ para promover la cesión de territorios a Serbia. El Ministro no era de la corriente de Haradinaj, que se mostraba en contra de dicha cesión, sino del Partido Democrático de Kosovo, de Thaçi, dentro de la coalición de gobierno. Kurti y el VV pudieron acusar a los partidos de la guerra de dejar el país en manos de Serbia dada la insistencia internacional en que la antigua élite política, aunque nacionalista, negociase irrenunciablemente una normalización de las relaciones con Serbia y Montenegro. El VV ganó y logró alcanzar el gobierno con una coalición con la Liga Democrática de Kosovo que estalló en mitad de la pandemia y duró menos de dos meses.
De aquellos barros, estos lodos
Desde la llegada de Albin Kurti al gobierno de Kosovo en febrero de 2020, ha denunciado presiones del enviado especial de Estados Unidos a la región desde octubre de 2019, Richard Grenell, para la normalización de relaciones entre Serbia y Kosovo. Según declaraciones de Kurti a la prensa, Grenell, quien ejercía como embajador de Estados Unidos en Alemania, presionó continuamente para el levantamiento de los aranceles por parte de Kurti al comercio con Serbia y Bosnia-Herzegovina. Igualmente aseguró en abril de 2020, tras la caída del gobierno en marzo, que Grenell ha ejercido de mediador para un pacto secreto entre la Serbia de Aleksandar Vučić y el presidente kosovar, Hashim Thaçi.
Kurti hizo responsable a Estados Unidos del apoyo a la moción de no confianza de la Liga Democrática de Kosovo contra el gobierno del que ellos mismos formaban parte. Asimismo, rechazó el papel de la Unión Europea por situar en la delegación por la negociación a Josep Borrell y su enviado, Lajcak, que venían de las carteras de Exteriores de España y Eslovaquia, ambos países que no reconocían la independencia de Kosovo. Kurti expresó su desconfianza en ambos y aseguró que la fuerte distancia en el proceder de la Unión Europea y Estados Unidos solo favorecía a Rusia y Serbia.
A continuación realizó acusaciones directas sobre el Presidente Thaçi: su intención era la declaración del Estado de Emergencia con la excusa del COVID-19 para militarizar las calles y asegurarse el control del país con los poderes especiales que el Estado de Emergencia habría arrojado a la Presidencia. En ese contexto podría haber anunciado la firma del acuerdo con Serbia. El nacionalista Albin Kurti no quiso entrar en dicha declaración excepcional y la toma de medidas de confinamiento sin acudir a tal marco legal le costó el cargo. Si era Thaçi el que arengaba a la desobediencia contra las medidas de Kurti en marzo por no declarar el Estado de Emergencia, fue Kurti quien auguraba desestabilización y protesta popular contra el acuerdo de Thaçi en abril desde su posición en funciones, apostando a que un acuerdo para cercenar Kosovo soliviantaría a la población en defensa de la unidad nacional. Y de aquellos barros, estos lodos.
El presidente Thaçi había logrado una victoria tan inesperada como envenenada. La cuestión de cómo cayó el gobierno se explica detalladamente en nuestro artículo “Kosovo o la crónica de un colapso”. Al final la cuestión no era tanto la gestión sanitaria, como se ve de cara a la galería, sino quién ostentaba el poder: el viejo Thaçi o el nuevo Kurti. Este último, temía que Thaçi entregara la integridad territorial de Kosovo a Serbia dada la insistencia del equipo de Trump por acelerar las negociaciones para cerrar un acuerdo bajo los términos que fuera pero antes de las elecciones presidenciales donde Trump necesitaba vender un éxito diplomático en 2020.
El VV había entrado en cólera desde su defenestración de marzo y el shock en que quedó hasta entrado abril. Se oían los viejos cantos de confrontación directa con Thaçi, cuando en 2018 el VV lanzaba gases lacrimógenos en el Parlamento para protestar por la ratificación del acuerdo fronterizo con Montenegro –firmado en 2015-, exigido por la UE para la liberalización de visas con la Zona Schengen. Si el acuerdo con Montenegro, de calado absolutamente mínimo causó esas tensiones, qué no provocaría Thaçi firmando uno con Serbia, de gran calado y sin Kurti en el gobierno. El presidente había ganado el primer asalto desde la caída de Haradinaj: pasó de mantener una figura sin poder ejecutivo a disponer el nuevo gobierno.
Los de Kurti llevaron al Constitucional la decisión de Thaçi de ofrecer el mandato gubernamental a un partido que no había ganado las elecciones. Así la Liga Democrática de Kosovo se cobraba la prebenda de haber eliminado a Kurti del binomio. La ecuación quedó completamente despejada cuando el Tribunal Constitucional dio la razón a Thaçi en que podía ofrecer el mandato al segundo partido del Parlamento, dado que el primero (VV) había sido el censurado por los legisladores. El Constitucional había suspendido este mandato a primeros de mayo para descongelarlo a finales de mes. Kurti siguió ejerciendo más de líder opositor que de Primer Ministro en funciones y presentó un recurso en el cuento judicial de nunca acabar. Pero ya no había caso. Avdullah Hoti sería nominado candidato para ser Primer Ministro sin haber ganado las elecciones. Pero Kosovo, de ser algo, es una democracia parlamentaria así que se gobierna a base de mayorías parlamentarias y no de posiciones electorales.
La investidura envenenada
Avdullah Hoti fue elegido Primer Ministro de Kosovo el día 3 de junio de 2020. La Liga Democrática de Kosovo había dado el sorpasso al VV sin las elecciones que tanto pedían insistentemente los segundos, confiados de contar con el favor de la calle al situar al grueso de “partidos de la guerra” como entreguistas ante Serbia por orden de Estados Unidos. Las relaciones de poder en Kosovo, una vez más, se moverían en función de la disposición de los gobernantes para con Serbia. La política interna se solapa con la externa por enésima vez. Pero la Liga Democrática de Hoti llegó al gobierno concediendo algunas balas más a los nuevos nacionalistas. A pesar de apoyarse en la investidura sobre los socialdemócratas y el partido de Haradinaj, Hoti necesitó los votos a favor de la Lista Serbia y otras minorías. El VV se ausentó de la votación.
Ahora el bloque de partidos viejos copaba los poderes del Estado. La Liga Democrática está liderada por el ex Primer Ministro Isa Mustafa, aunque ahora el candidato fuera Hoti, el otro hombre fuerte. Ambos habían gobernado con Thaçi, igual que Haradinaj. La tensión entre corrientes internas decantó la balanza hacia el sector de Hoti frente a Mustafa. El gobierno está controlado por la Liga Democrática de Kosovo y la Presidencia por el Partido Democrático de Kosovo. Todo estaba dispuesto para que se reanudaran las conversaciones con Serbia sin cortapisas nacionalistas. Hoti trató de marcar su territorio asegurando que cualquier acuerdo debía ser dirigido por su figura así como puso la integridad territorial de Kosovo como línea roja, al estilo del antiguo gobierno de Haradinaj.
Sin embargo, se reanudaron los contactos. Estados Unidos celebró el nuevo rumbo y ofreció la Casa Blanca para las negociaciones con Serbia el día 27 de junio. El presidente Vučić aceptó acudir a la cita en Washington DC a pesar de tener unas elecciones a la vuelta de la esquina, quizá consciente del altísimo grado de apoyo político con el que cuenta en Serbia, donde no existe una oposición parlamentaria a su programa de gobierno. Aunque previamente se realizaron contactos con su hermana eslava Rusia asegurando que cualquier acuerdo deberá contar con su beneplácito como aliado más cercano a Serbia y como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
No obstante, la falta de implicación de la primera fuerza de Kosovo en las negociaciones de un asunto capital para la simple existencia del Estado supone un riesgo añadido que, de haberse realizado con el anterior gobierno, habría contado con un consenso de los partidos antiguos y nuevos. La imagen de los “partidos de la guerra” unidos, con todos los ex primeros ministros de la historia reciente (salvo Kurti) implicados en el mismo proyecto, es peligrosa para Kosovo. Si VV, como primera fuerza, pone a la calle en contra de un acuerdo con Serbia, se podría llegar a una nueva polarización social como en marzo. Thaçi podría haber mordido la manzana envenenada con su proyecto de investidura pero asumía correr el riesgo.
El fantasma de la guerra
Thaçi tenía la partida más que controlada. Y entonces perdió. Los partidos de la guerra lo fueron más que nunca. El 24 de junio la Fiscalía del Tribunal Especial de La Haya acusó personalmente al Presidente de Kosovo por crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad: desaparición forzada de personas, persecución, torturas, responsabilidad en unos 100 asesinatos y así hasta 10 delitos. Y junto a él se acusaba también a Kadri Veseli, actual líder del Partido Democrático de Kosovo, sucesor de Thaçi.
La foto de los partidos de la guerra quedó hecha un cuadro. El cuadro del eterno fantasma de la guerra, que amenaza una vez al año con desbaratar los planes de futuro del país. La acusación no se había hecho pública, ya que faltaba la confirmación de los cargos por el juez correspondiente, pero la Fiscalía mencionó que la publicación de los delitos respondía a los intentos de obstrucción de trabajo del Tribunal por parte del propio Thaçi. El juez debía confirmar los cargos pero la detención de Thaçi podría tener lugar desde esa misma semana hasta al cabo de varios meses. El presidente aseguró que los fiscales pretendían “reescribir la historia”, en referencia a la guerra con Serbia en 1998 y 1999.
En cualquier caso, no era prudente que esta imagen se diera en un escenario de acuerdo, deslegitimando más que probablemente cualquier firma y otorgando una nueva bala a los nacionalistas de VV. En su momento, Haradinaj ya ofreció una imagen tan negativa de la democracia kosovar cuando fue detenido en Eslovenia y en Francia, en 2015 y 2017 respectivamente. La reunión de Washington se fue por el desagüe al tiempo que volvía a encallar la negociación. Serbia confirmó su interés en mantener la reunión pero la Unión Europea aprovechó el tropiezo del aliado de Estados Unidos para tomar la iniciativa. Francia se apresuró a ofrecer París como sede. Pero Merkel y Macron desplazaron temporalmente a Josep Borrell, que había liderado la iniciativa europea en este asunto, y acabaron apuntando a una reunión por videoconferencia el 12 de julio, en la que se concretaron los procederes para una reunión en Bruselas el 16 de julio. En ella se acercaron posturas y se conminaron a continuar los contactos europeos en septiembre.
Richard Grenell, como enviado de Estados Unidos, ha apoyado estos contactos pues es prioritario para su administración un acuerdo entre ambos territorios. No esperan un acuerdo completo por el intercambio de territorios, del mismo modo que nadie espera un reconocimiento soberano. Pero sí cabe esperar la liberalización de visados y la normalización comercial, dado que Hoti ya ha terminado de eliminar los fuertes aranceles sobre Serbia y Bosnia-Herzegovina. Según Grenell, nunca ha sido la intención de Estados Unidos el obtener un acuerdo rápido por estar en año electoral.
Por su parte, John Bolton, el ex asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, que ha revolucionado el segundo trimestre de 2020 con las revelaciones políticas de su libro, ha hecho público que los contactos entre los líderes de Kosovo y Serbia llevan dándose desde 2018 con el apoyo de Estados Unidos y que uno de los asuntos que se discutían, efectivamente, era el potencial intercambio de territorios. Una anexión cruzada que, según Bolton, era temida desde Alemania y desde otros puntos de Europa occidental por el precedente que pueda sentar en otros lugares. Ahí es donde reside una de las claves sobre si quien lidera la mediación es Estados Unidos o es la Unión Europea.
Mientras tanto, el futuro de Thaçi pende de un hilo. Es muy probable que afronte los cargos, si el proceso continúa, ya que cuenta con el respaldo de la comunidad internacional a nivel institucional y de legitimidad. Pero sí es probable que ponga su cargo a disposición del proceso. Por ahora asegura que el Tribunal no le preguntó por asuntos relacionados con el tráfico de órganos y los asesinatos políticos después de la Guerra de Kosovo, tras su interrogatorio de 4 días en La Haya. No obstante, a nadie se escapa el control que Thaçi ha mantenido de la cuestión nacional desde que asumió el poder con la independencia unilateral del territorio. Y si se llega a ese extremo, el titiritero se encargará de buscar un recambio dentro de los partidos de la guerra. El eterno retorno.
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