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José Naranjo: “Los estereotipos sobre África son fruto de una mirada parcial e interesada”

José Naranjo es un periodista que ha dedicado gran parte de su carrera profesional a contar la realidad africana. Desde el año 2011 vive en Senegal y ha colaborado con distintos medios como El País, la revista Mundo Negro, o el periódico canario La Provincia. José Naranjo ha cubierto la guerra de Malí, la transición política de Gambia o el conflicto de Boko Haram, entre otros temas. Su trabajo en el continente africano ha sido reconocido con varios galardones entre los que destacan el Premio Canarias de Comunicación (2016) y la Cruz de la Orden del Mérito Civil del Ministerio de Exteriores (2019). En su último libro, El río que desafía al desierto (Azulia), están recogidas muchas de las crónicas sobre la vida cotidiana en el continente, gracias a las cuales ha recibido el I Premio Saliou Traoré de Periodismo Español Sobre África, concedido por la Agencia EFE y Casa África.

P: ¿Cuáles son los prejuicios que usted tuvo que desterrar para poder informar sobre el terreno de una realidad que muchas veces es percibida a través de estereotipos?

Los estereotipos son una especie de construcciones mentales que sirven de flotadores para poder agarrarte cuando no tienes mucha idea de algo, vas construyendo tu propia imagen a partir de ideas preconcebidas que no se terminan de ajustar del todo a la realidad y sobre África hay muchos prejuicios.

El primer gran estereotipo es que pensamos que podemos hablar del África en singular, pero en realidad la gran sorpresa para mucha gente es que en África hay una enorme variedad de todo: de gente, de paisajes, de idiomas, de cultura, de costumbres, de países. África es muy diversa y muy compleja. Yo creo que eso es lo primero que se tiene que caer.

Después están los estereotipos más conocidos y que son tan negativos, como los del África sufriente de la guerra, del hambre, de la miseria, de los golpes de estado, de la inestabilidad, del oscuro, de la amenaza… Todo esto hace que tengamos en el imaginario un concepto que se centra solo en un aspecto. No se puede negar que hay todas estas realidades en África, pero al mismo tiempo tampoco se puede negar que hay otras realidades completamente diferentes. Creo que los estereotipos son fruto de una mirada parcial e interesada.

Es verdad que hay guerras, y que se trata de un continente en el que existen muchos conflictos, y probablemente sea el continente más pobre; pero eso no significa, ni mucho menos, que no haya otra realidad. Y ese es el esfuerzo más importante que yo me he propuesto hacer es los últimos años: tratar de equilibrar esa mirada y creo que el libro es una pequeña aportación en ese sentido.

P:¿Cómo se podría explicar que habiendo una cercanía geográfica tan evidente entre África y el sur de Europa, haya tan poco interés en conocer mejor un continente con el que estamos destinados a entendernos?

Yo creo que con el Magreb hay una serie de vínculos y relaciones que tienen que ver con ese espacio compartido que es el Mediterráneo, y que ayudan a que el Magreb sea un lugar sobre el que hay más conocimiento, debido a los vínculos históricos que existen entre una orilla y otra

Pero el África del sur del Sahara, es una gran desconocida. Para entender el porqué, yo aventuraría un par de ideas a explorar, antes que establecer axiomas. La primera se refiere a las difíciles relaciones históricas que empezaron cuando los portugueses aparecieron por allí en el siglo XIV, y fueron instalando sus primeros asentamientos en la costa. Luego en el siglo XV, cuando ya se inicia de lleno todo el fenómeno del comercio triangular de la esclavitud hay un interés por deshumanizar a los africanos y a las africanas, por privarles de su historia, de su cultura y de sus tradiciones. Yo creo que para la mentalidad el momento era mucho más fácil entender que fueran esclavos sino tenían “alma”, si se les quitaba ese carácter humano y también los cronistas de la época ahondaron en esa imagen. Chimamanda Adichie, la escritoria nigeriana, dice: “nos retrataban como mitad niños mitad bestias”. Se les infantilizaba. Esa literatura que llega hasta el siglo XIX y XX no es algo del pasado. Estoy pensando en Conrad, o en autores más recientes que retratan a una África muy simple. Esta sería una primera causa.

Ahora, en el periodismo más moderno, no ha habido un especial interés. Si miramos a España, por ejemplo, ¿qué es África? Tenemos a Latinoamérica con todos los vínculos que existen, en Asia está el gigante chino y el sudeste asiático, los países emergentes y después está Europa a la que pertenecemos; pero dónde queda África en el reparto del interés mundial. Es como el último rincón.

Como no se le dedica tiempo, ni hay demasiado esfuerzo por entenderlo, cuando de repente pasa algo -por ejemplo un genocidio en Ruanda- todo el mundo mira para África, pero no se tiene el contexto de la situación, ni se está acostumbrado a una región del mundo que es tan diferente. Al final se cae en lo mismo: una guerra étnica, los machetes y la violencia…

Esto lo he visto más recientemente en procesos de manifestaciones y de protestas en la calle. La gente estaba saliendo a defender sus sistemas democráticos, o a pedir un cambio hacia la democracia en sus países y desde aquí había quien decía: ya están otra vez los africanos con sus matanzas.

El problema es que como miramos poco lo que pasa allí, por qué otros lugares nos tienen captada la atención, cuando giramos la mirada no entendemos nada, entonces nos quedamos en el estereotipo. Además, cuando le prestamos atención, es generalmente por algo negativo, pero esto no pasa solo con África. Como somos muy pocos los que nos dedicamos a contar el continente, hay toda una perversión. Nos falta contexto, nos falta historia y nos falta leer.

Nos falta contexto, nos falta historia y nos falta leer

Por ejemplo en las crisis de Costa de Marfil, hubo dos periodistas españoles que fueron a cubrir el nacimiento de Sudán de Sur como país, y de paso fueron a Costa de Marfil, estuvieron allí una semana y cuando escribieron sobre el país publicaron unas crónicas en las que solamente estaban contando una de las versiones de la historia, que era, curiosamente, la versión defendida por Francia y por los medios de comunicación franceses. Mi impresión es que se informaron básicamente por ahí. Al final vas una semana a un sitio que tiene una historia complejísima como es Costa de Marfil, que en los últimos 10 o 15 años vivió un golpe de estado que generó una guerra, unas elecciones fallidas, un intento de magnicidio, los estados de alrededor participaron en ese conflicto… y tratar de entenderlo de un vistazo es imposible. Todavía tenemos esa tentación de hablar siempre de buenos y malos o de vencedores y perdedores cuando la realidad se empeña en ser compleja. Con África ese es el problema, que no le dedicamos el tiempo que requeriría.

P: Uno de los protagonistas de sus crónicas afirma que “si en la escuela nos enseñan francés “¿en qué va a escribirse la prensa?” y sin embargo en las radios de Senegal se puede escuchar los idiomas propios de país ¿Qué papel juega la diversidad étnica y cultural en países como Senegal o Mauritania?

África en su globalidad es muy diversa, de un bosque al bosque de al lado se habla una lengua diferente. Los diferentes pueblos se han ido mezclando y de ahí ha surgido relaciones: unas veces buenas y otras malas. La aparición la esclavitud generó unas heridas tremendas y el colonialismo europeo, aunque se diga de manera recurrente, dividió a los diferentes pueblo. Unos lo llevan mejor y otro peor. Pero esto también pasa en los países de Europa, dónde la convivencia entre las distintas comunidades no ha sido siempre fácil, y en África también ocurre.

Senegal y Mauritania son dos países paradigmáticos del África occidental. Senegal es un país donde el 95 por ciento son musulmanes de mayoría wolof, y el primer presidente del país fue cristiano y de origen serer. Senegal es un ejemplo de convivencia entre los distintos pueblos, no ha habido nunca un conflicto étnico, salvo la guerra de Casamance que tuvo que ver más con la economía que con las cuestiones étnicas, aunque suele ocurrir que los problemas económicos se revisten de etnicidad.

Sin embargo en Mauritania, un país que limita con Senegal, hay precisamente importantes tensiones derivadas del origen étnico y de la propia Historia. En Mauritania hasta hace poco había casos de esclavitud.

Algunos países han apostado por un modelo donde se utiliza el francés y el inglés en la enseñanza y miran más hacia el mundo, y otros han preferido la lengua local y el nacionalismo. Cada uno ha ido explorando distintas fórmulas.

En principio no tiene que ser un problema que convivan las distintas etnias en un mismo estado, siempre que quieran. Otra cuestión es que unas prevalezcan sobre las otras. Se habla mucho de los conflictos intercomunitarios en Malí y en Burkina Faso: los peul contra los dogón. Pero en realidad lo que hay son problemas históricos de agravios de cómo unos se han impuesto sobre otros.

Ha habido momentos en los que las etnias han sido determinantes en ciertos conflictos, y en otras ocasiones ha prevalecido la pertenencia a un estado. En general, la etnia, es un factor importante en la vida de la gente, se siente muy miembros de su etnia.

P: África es un continente de jóvenes donde se suceden cambios sociales importantes que siguen conviviendo con algunos gobiernos arraigados a la falta de libertades, ¿Cómo es la convivencia entre estas dos realidades?

África está viviendo un momento fascinante. El continente esta inmerso en un proceso de cambio de esa vieja África de la falta de libertades, de los conflictos y de los golpes de estado. Ahora hay una nueva África que tiene otro perfil: es mucho más democrática, más tolerante y más abierta al mundo. Yo creo que esta nueva África la podrían personificar gente como el primer ministro de Etiopía, o el presidente de Ghana, son gente que miran al mundo sin complejos y proponen soluciones africanas a los problemas africanos, sin necesidad de tener injerencias o ayudas externas. Además, están orgullosos de ser africanos.

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed. GETTY IMAGES

Y  luego hay una vieja África que todavía se resiste a morir: la de Obiang en Guinea, o la de Museveni en en Uganda, o la de Burundi. Yo creo que esa África está en retroceso y cada vez está más arrinconada. Los organismos internacionales -como la propia Unión Africana, o las comunidades económicas del continente, como la Comunidad de Estados del África Central- cada vez meten más presión, debido a que las sociedades civiles están más empoderadas. Ahí es donde está la esperanza.

África es un continente de gente joven, veo movimientos sociales y ciudadanos protagonizados por jóvenes y por mujeres, que son muy rompedores y que están apostando por descolonizar la mente. Senegal, que es el país que mejor conozco y en el que vivo, es muy moderno para algunas cosas: es tolerante, permisivo y abierto al mundo. Pero por otro lado está ancladísimo a sus creencias religiosas, de las cuales es muy dependiente. Hay una mentalidad conservadora que convive con otra forma de ver el mundo.

Ellos viven con sus tensiones y con sus choques -igual que ocurre aquí- pero a la vez con sus reconciliaciones y con sus encuentros. Muchos saben, por ejemplo, que en sus barrios hay gente homosexual y aunque la homosexualidad está penada por ley y pueden ir dos años a la cárcel, no ocurre nada mientras no se vea nada. Hay cierta hipocresía, como también pasa en nuestra sociedad.

” No se trata solo de derribar los estereotipos sobre África y presentar una realidad diferente, es necesario que la gente entienda que somos más parecidos de lo que pensamos

No se trata solo de derribar los estereotipos sobre África y presentar una realidad diferente, es necesario que la gente entienda que somos más parecidos de lo que pensamos. Y creo que en este momento, con tendencias políticas que están apostando por discursos del miedo, del rechazo y del odio, es más importante que nunca recordar algo tan obvio como que no se trata de “ellos” o “nosotros”, en realidad somos todos, somos lo mismo. Es como mirarnos en un espejo.

P: El Atlántico golpea las costas africanas, en una de sus crónicas contaba como 2.600 personas había perdido su hogar por el embate de las olas ¿Qué efectos del cambio climático se están sintiendo en el continente?

Lo más grave que he visto es la erosión costera en los países africanos que se asoman al Atlántico, estos estados están perdiendo sus playas. Dicen los expertos que esto está sucediendo debido al aumento del nivel del mar, pero también a causa de las construcciones excesivas en las costas, que están alterando los ecosistemas.

Destrucción de casas por el embate de las olas en la playa de la ciudad senegalesa de Saint Louis. Marta Moreiras

Luego está el tema de la lluvia, esto lo sufren sobre todo en la zona del Sahel: Niger, Malí y el sur de Mauritania. La lluvia es cada vez más escasa, y eso lo cuenta la gente mayor, ellos afirman que en determinadas zonas llovía todos los veranos, la época de lluvia empezaban en junio y con lo que llovía era suficiente para los cultivos y el ganado. Y ahora resulta que no llueve nada, o empieza a llover en agosto y llueve dos semanas. Ellos son la memoria de lo que está ocurriendo y están notando ese cambio.

En el Sahel es una auténtica tragedia, porque aunque la erosión costera sea grave este cambio en el clima también está afectando a los medios de vida de la gente y a la agricultura. Los agricultores están muy despistados y no saben cuando plantar. Esas son las dos primeras consecuencias de lo que yo he visto.

P: La militancia en la yihad global ha crecido exponencialmente en África ¿Cuáles son las consecuencias de esta situación para la sociedad y la idiosincrasia de los países africanos que se ven afectados por este fenómeno?

Mi impresión es que en África los movimientos yihadistas tienen unas élites muy radicalizadas, como ocurre en otros lugares, pero una amplísima parte de la gente que los sigue no lo hace en base a un factor puramente religioso, sino que hay factores económicos, sociales, de exclusión o de desagravios históricos.

Es un fenómeno que no se debe tanto a la radicalización porque crean en un modelo religioso que defienden a ultranza, si no con otro tipo de cosas: como la pertenencia al grupo en lugares a donde los estados no llegan o son fallidos, con la generación de alternativas económicas a través de la guerra o del conflicto -como los secuestros o el pillaje- que se convierten en un modo de vida para estos grupos. Esta situación está impactando muchísimo en países como Malí, donde penetraron estos grupos y hubo una cierta permisividad con ellos durante años, se subieron a la barba del estado y echaron raíces. Se generaron ciertas complicidades que ahora son muy difíciles de atajar. La situación de Malí es evidente como también lo es el gran problema de Nigeria con Boko Haram y por supuesto Somalia con su influencia en Kenia. Pero hay otros países a los que debemos estar muy atentos, como la República Democrática del Congo o Uganda, donde están apareciendo grupos yihadistas.

A mí me preocupa mucho lo que está pasando en Burkina Faso y en Níger porque son los dos últimos países del Sahel central que se están viendo afectados, y lo de Burkina Faso está teniendo una pinta terrible, no hay semana en la que no haya un ataque a un cuartel, a una iglesia o algún atentado. Los muertos se cuentan por decenas y lo curioso es que aquí nadie parece estar  excesivamente preocupado.

P: Desde hace un tiempo se presta mucha atención al interés y a los acuerdos de grandes potencias como China y Rusia en el continente africano ¿Qué efectos está teniendo esta colaboración en las dinámicas políticas y económicas de los estados que alcanzan acuerdos con estos dos países?

La presencia china se está notando bastante, en muchas ciudades africanas se están construyendo grandes infraestructuras, se nota también en la arquitectura y se ve su presencia en ciertos barrios comerciales, pero esto sucede también en el resto del mundo. La expansión china es un fenómeno global.

Rusia es un país que quiere entrar en el juego, hace poco se celebró una gran cumbre en Sochi, donde había más de cuarenta países africanos representados al máximo nivel.

La primera cumbre de Rusia y África. Kremlin

Hay una pugna porque África es una gran suministradora de recursos con grandes reservas de petróleo, algunas sin tocar. Senegal y Mauritania empezarán a producir petróleo propio en un par de años. Además, hay bauxita, coltán, cobre, madera… Es un lugar apetecible para la extracción de recursos, siempre lo ha sido, pero esto se va intensificando.

Por otro lado, África es un gran mercado emergente muy atractivo donde cada vez hay más clase media. Los países africanos necesitan mucha infraestructura a todos los niveles y muchos estados tienen que llevar a cabo todavía sus procesos de industrialización. Hay  muchas carreteras por construir, se necesitan sistemas de transportes, energías… Es un lugar lleno de posibilidades. China y Rusia se han dado cuenta, pero no solo estos países están presentes, Brasil e India también se han percatado.

Las antiguas metrópolis que se habían quedado rezagadas, siguen estando presentes, y ven que les están comiendo el terreno

P: ¿Han logrado Moscú y Beijing superar la influencia de países occidentales en el continente?

Depende del país. Hay estados en los que es muy evidente, por ejemplo, en Angola, Mozambique o Etiopía hay una gran presencia china, pero en otros lugares no es así ya que sus antiguas metrópolis han sabido mantener esos vínculos y siguen estando muy presentes. El discurso de la “gran amenaza china” me suena a un discurso elaborado por estas grandes potencias ex coloniales, por qué les están comiendo el terreno. Por ejemplo los franceses están muy presentes y de eso se habla menos, o no se habla de “la amenaza francesa”.

Lo que me parece más importante es que los propios países africanos sean capaces de dotarse de un marco jurídico y de una capacidad política internacional para fijar acuerdos que sean rentables y beneficiosos y que haya una transferencia de conocimientos. La gran empresa que va allí sin dejar nada a cambio, cada vez lo tendrá más difícil.

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