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Jean-Luc Mélenchon ¿la esperanza de la izquierda francesa?

Tras el desastre de la presidencia del socialista François Hollande, la izquierda francesa parecía abocada a una larga travesía por el desierto. El candidato de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, se presentaba como un soplo de esperanza, pero tras su sorprendente ascenso en 2017, los insumisos notaban cierto desgaste. Sin embargo, a pesar de que los sondeos auguran un nuevo enfrentamiento Macron-Le Pen en segunda vuelta, Mélenchon ha vuelto a dispararse en los sondeos ¿Tiene posibilidades de pasar a segunda vuelta? ¿Puede abrirse un horizonte de esperanza para la izquierda en Francia? ¿Cuál es el estado de la izquierda francesa?

¿Derechización de Francia?

La proliferación de candidatos en la derecha francesa, tanto en la tradicional como en la extrema derecha, y la aparente fragilidad de la izquierda, pueden hacernos pensar que el país galo está viviendo una derechización. Objetivamente, desde hace años hemos visto este proceso en el debate mediático francés puesto que la agenda de los medios de comunicación se centraba especialmente en los marcos de la inmigración, identidad nacional, seguridad, etcétera, unos temas que han hecho crecer a figuras como Eric Zemmour (comentarista político) o asentar a Marine Le Pen. También cabría mencionar el giro a la derecha del propio Presidente francés Emmanuel Macron con la intención de captar ese electorado a la derecha algo huérfano tras el descalabro de los Republicanos en 2017.

Eric Zemmour comentarista habitual en CNews llamada la “Fox francesa”.

El ambiente mediático es más de derechas, sí ¿Pero y los franceses? Lo cierto es que numerosos estudios aseguran lo contario, que las principales preocupaciones en la sociedad siguen siendo el poder adquisitivo y la cuestión social. Cabe destacar que durante el quinquenato de Macron ha habido fuertes movilizaciones sobre estas cuestiones: los chalecos amarillos, la reforma de las pensiones o la huelga en educación. Las demandas por una mayor redistribución y justicia social se han mantenido en Francia. Además, también hay varios estudios que sugieren que los franceses son cada vez más progresistas y menos racistas.

La cuestión, por tanto, estaría más centrada en una crisis de representación en la izquierda. Una falta de movilización de los electores debido a un contexto social de atomización de los trabajadores y una Presidencia de Hollande que decepcionó mucho por su incapacidad para aplicar políticas de izquierda. El campo progresista es visto como dividido e incapaz de imponer sus temas en el debate público. Sumado a que una parte de las clases “perdedoras de la globalización” han elegido el chovinismo social de Marine Le Pen.

Para ver más; Le Pen vs Zemmour, primaria en la extrema derecha francesa

Se ha denunciado que la izquierda francesa, o parte de la misma, ha abandonado el combate social en favor de las políticas de identidad y la defensa de las minorías. Pero lo cierto es que Jean-Luc Melenchon a base de una mezcla de ambos discursos es el que está mejor posicionado para poder acceder a la segunda vuelta de las presidenciales.

Socialistas, verdes y comunistas… amalgama en la izquierda

Dado que la izquierda llegaba a las presidenciales de 2022 dividida y con índices bajos en los sondeos, los llamamientos a la unión se multiplicaban. En 2021 desde el Partido Socialista y los Verdes se pedía durante semanas dicha unión, llegando a reunirse en varias ocasiones los distintos partidos. Incluso el secretario general del Partido Socialista llegaría a anunciar una candidatura conjunta que sería desmentida horas después por los verdes. La unión parecía imposible, tanto por la diferencia programática como por las divisiones personales y la “lucha de egos”. La izquierda se presentaría a los comicios fragmentada.

Intención de voto primera vuelta. Vía Ifop.

Los verdes tendrían una primaria ecologista en la que saldría elegido Yanick Jadot, representante del campo más cercano al Partido socialista. Los comicios internos de los verdes mostrarían tanto la fuerza de la militancia verde (llegarían a votar 100.000 personas) como un interesante debate interno sobre las ideas. Los ecologistas pensaban recuperar su tendencia al alza tras los buenos resultados cosechados en las municipales de 2019. Sin embargo, la campaña verde parece no haber tenido éxito. Sandrine Rousseau, candidata a la primaria fue apartada del partido debido a numerosos tweets polémicos. Yanick Jadot no ha sabido movilizar a un electorado más allá del núcleo de los verdes, es decir, la clase media urbana con estudios entre 35 y 50 años. Además, con el objetivo de intentar remontar en las encuestas los verdes se han dedicado a atacar al líder de la Francia Insumisa por su posición internacional tras la guerra en Ucrania, a todas luces una estrategia insuficiente.

El Partido Socialista francés va camino de dar por buenos sus resultados de 2017 (más del 6%). La campaña de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se está convirtiendo en un fracaso absoluto. La tendencia de los socialistas ha ido a la baja debido a una campaña muy insípida y errática, como ejemplo, el cambio de postura sorpresa de Hidalgo apoyando a la Primaria Popular (plataforma para una candidatura unitaria de izquierda) cuando había rechazado tal premisa durante semanas. Muchos vieron en este movimiento un intento de los socialistas para culpar a los demás de la división de la izquierda. Parecía ser que el objetivo del Partido Socialista no era ganar estas presidenciales sino crear la ventana de oportunidad para 2027, posicionarse por encima de Jadot y apostar por la caída del espacio del centro de Macron tras su segundo quinquenato. Sin embargo, todo apunta a que el Partido Socialista recibirá un duro golpe.

La Presidencia de Hollande no solo pesa en la izquierda en general, sino sobre todo en el Partido Socialista. La mayoría de los simpatizantes más a la izquierda han cambiado sus votos a Mélenchon e incluso Jadot, mientras que los del centro y la derecha optan por Macron. Queda un partido socialista muy mermado, fomentado además por la irrupción de los verdes con una militancia más activa. Como ejemplo paradigmático quedan los abucheos a Anne Hidalgo durante la manifestación por la huelga de la educación de hace unos meses. Para muchos, el Partido Socialista continúa viviendo de la nostalgia y su pasado glorioso. Hace un año defendían que la unión de la izquierda debería hacerse en torno a ellos, con unos sondeos que auguran un 2% del voto, el discurso suena un tanto cómico.

Por último, es preciso hablar del Partido Comunista francés. Tras dos elecciones (2012 y 2017) aliados a Jean-Luc Mélenchon, los comunistas han decidido bailar solos en esta ocasión. Su candidato, Fabien Roussel, ha buscado diferenciarse claramente del líder insumiso y buscar volver a las raíces del partido. Lo cierto es que el discurso de Roussel ha sido ciertamente “memeficado” por su defensa de la “carne, del buen vino y de la gastronomía francesa” como contraposición al “wokismo” de cierta izquierda. Roussel ha encontrado eco y defensores en parte de la derecha por su defensa de las tradiciones francesas y la caza. Causó polémica su decisión de acudir a la manifestación policial delante de la Asamblea Nacional de mayo de 2021. Internamente llegaría a ser criticado por movilizarse al lado del Ministro de Interior francés y la extrema derecha. Parece que los comunistas tendrán que conformarse con no igualar su peor marca en unas presidenciales (1,97% en 2007), ya que actualmente los sondeos les posicionan en un 3% en intención de voto. Un resultado que les condena a la irrelevancia en estas presidenciales.

¿Puede saltar la sorpresa con Jean-Luc Mélenchon?

Jean-Luc Mélenchon sorprendió a muchos cuando alcanzó el 19% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017. Hace meses, cuando empezó su campaña electoral, todo apuntaba a que cosecharía un fracaso en 2022, pero tras semanas de alza en las encuestas y con el contexto político francés cabe preguntarse si el líder insumiso puede dar la machada.

En esta evolución de la intención de voto se puede observar la tendencia ascendente de Jean-Luc Mélenchon.

Hay que decir que Mélenchon fue el primero en comenzar su campaña electoral anunciando su candidatura para 2022, tenía su programa y su gente para ir a por todas. Con un tono populista (no quiere decir que haya abandonado el clivaje izquierda-derecha) y reivindicando la marsellesa y la bandera tricolor, Mélenchon se autodenomina el candidato de la Unión Popular. El líder insumiso carga con una mala imagen en torno a su figura, un desgaste personal y político mientras encadena salidas de tono. Mélenchon no cae bien y lo sabe. De hecho, el candidato defiende que no hay fijarse en su persona, sino en su programa. Las ideas antes que el hombre. Complicado en el sistema presidencialista de la V República francesa.

Tras las elecciones de 2017, Mélenchon decidió llevar a cabo una posición dura hacia el quinquenato, sin dedicar verdaderos esfuerzos a construir un verdadero partido. Los insumisos tenían por delante un amplio espacio tras los malos resultados de los demás partidos de izquierda. La estrategia de Mélenchon ha partido por conseguir la victoria presidencial, pero el poder no solo se gana en el Elíseo, es importante conseguir alcaldías, implantación territorial, militantes, en definitiva, acumular recursos políticos para llevar a cabo tu programa, que además se quiere rompedor. El líder de la Francia Insumisa no ha conseguir crear una “gran casa” que pueda englobar a las distintas corrientes de la izquierda.

Del mismo modo, Mélenchon ha acumulado fallos en su estrategia de oposición, como su postura errática durante la crisis sanitaria y sobre todo a la vacunación. También han pesado algunas declaraciones conspiranoicas y quizás su posición internacional de no alineamiento. Mélenchon hace años que defiende el neutralismo, pero en el contexto de la guerra en Ucrania eso le ha podido penalizar, por defender una estrategia “ambigua”.

Otra de las cuestiones que se le achaca a la Francia Insumisa es el hecho de que, pese autodenominarse como popular, lo cierto es que el grupo de sus representantes son parte de la clase media bien educada. No hay figuras provenientes de las clases populares dentro del partido. Y eso es algo importante ya que actualmente a los insumisos les preocupa que las clases populares no vayan a votar.

A pesar de todos estos puntos negativos, como se ha mencionado anteriormente, Mélenchon se encuentra bien posicionado para pasar a la segunda vuelta. Hay que tener en cuenta que el billete está mucho más barato en 2022 que en elecciones anteriores. El líder insumiso sabe que su candidatura es la única posibilidad de la izquierda para estar en segunda vuelta y por eso juega la carta del voto útil. La campaña electoral de los insumisos está siendo buena y especialmente, sin sorpresa alguna, la de Mélenchon.

El programa de la Francia Insumisa lleva por nombre el “futuro en común”, siendo uno de sus principales baluartes. Se trata de un programa ambicioso con ideas frescas. Ponen al mismo nivel la cuestión social y la ambiental. Defienden que la transición ecológica debe suscitar una transformación igualitaria de la vida social, favoreciendo el bienestar, al mismo tiempo de que se desarrolla una relación harmoniosa de los seres humanos con el ecosistema. ¿Cuál es la clave? La planificación ecológica y democrática que consiste en reflexionar sobre las necesidades antes de producir en detrimento de dar rienda suelta al sistema productivista del libre mercado. Se trataría de un reformismo radical para impulsar la transformación ecosocialista.

Más en concreto, como medidas más clave, Mélenchon propone un aumento del salario mínimo a 1.400 euros netos (subida de 200 euros), la disminución de la edad de jubilación a 60 años (ahora en 62), una reducción de la jornada laboral a 32 horas. Más allá de eso, la construcción de 200.000 viviendas públicas al año y la creación de un impuesto para las herencias superiores a 12 millones de euros.

Como medida estrella los insumisos proponen la creación de la VI República ¿el objetivo? Democratizar y hacer más participativo el sistema francés. Mélenchon critica el presidencialismo y el fuerte poder que tiene el ejecutivo pasando a un sistema más parlamentario. Un deseo de una mayor participación democrática ciudadana que ayude a resolver el problema del hastío hacia la clase política que existe dentro de la sociedad francesa.

En su programa internacional Mélenchon propone varias cuestiones importantes, primero de todo la salida de Francia de la OTAN. El líder insumiso siempre ha sido muy critico con el papel de Estados Unidos en el mundo y la posición de “vasallaje” francesa sobre la política exterior de Washington. Mélenchon propone una Francia no alineada (término que recoge de la Guerra Fría) y que pueda hablar con todos los actores sin ataduras. Básicamente que París no se entrometa en el previsible choque entre Washington y Pekín por la hegemonía mundial. En términos europeos Mélenchon ha bajado sus posturas eurocríticas, no pide salir de la UE, sino reformar los tratados fundacionales para encajarlo con su programa.

Mélenchon tiene una ventana de oportunidad para colarse en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La exigencia de justicia social es una de las grandes demandas de la sociedad francesa y ahí puede conseguir apoyo electoral. El poder adquisitivo y la salud son de las principales preocupaciones de los franceses, baluartes que deberían ser de la izquierda. El gran objetivo de la Francia Insumisa es articular las demandas tanto de las clases medias e intelectuales como de las populares. Los insumisos cuentan con experiencia acumulada en 2012 y 2017 para llevar a buen puerto la campaña. Prácticamente descartada la victoria sobre Macron, el pase a segunda vuelta podría abrir un horizonte de esperanza para la izquierda en 2027, una base aún más fuerte sobre la que construirse de cara a las próximas presidenciales. Ciertamente es muy posible que Jean-Luc Mélenchon pueda dar la sorpresa.

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