Irán 101

Foto: Manifestaciones en Teherán en apoyo del Ayatolá Khomeini, febrero 1979 (Gabriel Duval/AFP)

La República Islámica de Irán es una de las piezas fundamentales en el tablero de Oriente Medio. Su presencia en conflictos regionales, siendo esta a través de sus fuerzas armadas (como es el caso de la Guardia Revolucionaria en Siria), o mediante el apoyo a grupos armados (siendo Hezbolá y Hamas dos de los ejemplos más representativos) ha sido fundamental para comprender el desarrollo de los principales conflictos de la región. En el caso iraní, es necesario conocer su estructura estatal y cómo llegó a formarse para entender sus movimientos geoestratégicos de hoy día.

La Revolución Islámica

Las movilizaciones contra la monarquía persa, encarnada en la figura del Sha Mohammad Reza Pahleví, comenzaron en 1977 y se fueron intensificando durante 1978 tras la unión de la comunidad religiosa del país a la causa. Hasta ese momento, la monarquía, en un ejercicio de occidentalización del país, había reemplazado las leyes islámicas (o shari’a) por unas más cercanas al pensamiento occidental y había prohibido la ropa tradicional islámica, la separación de sexos y el uso del niqab en las mujeres.  

Así como los clérigos se unieron a la causa por la occidentalización de un país de tradición islámica, también lo hicieron por la estrecha relación que unía a Irán con Estados Unidos y Reino Unido. La monarquía Pahlevi consintió un golpe de Estado en 1953, programado por las agencias de inteligencia estadounidense (CIA) y británica (MI6), para deponer al Primer Ministro democráticamente electo, Mohammad Mosaddeq.

Mossadeq nacionalizó la compañía de petróleo Anglo-Persian Oil Company (creada junto a Reino Unido) en 1951, tras aprobarlo por mayoría parlamentaria. En diciembre de 1952, nacionalizó el servicio telefónico y la actividad pesquera, concesionado por entonces a la Unión Soviética. En agosto de 1953 se ejecutó el golpe de Estado y se le condenó a tres años de prisión en aislamiento.

Foto: El ex presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, junto al Rey Hussein de Jordania y el Sha Mohammad Reza Pahlevi, diciembre de 1977.

Si bien es cierto que Estados Unidos envió ayudas económicas al país (además de tecnología nuclear civil), el descontento social reflejaba la fragilidad del Estado iraní y un conflicto de clases innegable. Las élites cercanas a la monarquía Pahlevi disponían de grandes comodidades, mientras la clase trabajadora sufría las consecuencias de la nefasta situación económica.


La población comenzó a manifestarse contra la monarquía en 1970, aunque no fue hasta el año 1977 que las manifestaciones se intensificaron. El Ayatolá Khomeini, que se había convertido en la salvaguarda de la revolución aun viviendo en el extranjero, llamó a la población para que se echasen a las calles para protestar por la publicación de un periódico en la que se le acusaba de ser un espía de Reino Unido.

Khomeini, exiliado en Iraq desde 1964 por sus críticas al Sha Mohammad Reza Pahlevi, ya entonces centraba su discurso contra Estados Unidos pues este se habría unido al Sha para destruir Irán. Su obra, centrada en la prevalencia de la shari’a como ley imperante, la creación de la figura del Líder Espiritual y su oposición a la monarquía Pahlevi, llegaba a Irán en forma de casetes que se vendían en los mercados iraníes. Pasó los últimos años de su exilio en Francia.

El 4 de septiembre de 1978, fecha en la que se celebraba el fin de Ramadán de ese año, se reunieron entre 200.000 y 500.000 personas para una oración conjunta. Sin embargo, los clérigos de la capital dirigieron al público hacia una manifestación masiva contra la monarquía, donde se pidió el regreso de Khomeini a Irán.

Foto: Protestas en Teherán contra el Sha Mohammad Reza Pahlevi, octubre 1978 (AP Photo)

El Sha, furioso ante la decisión de los clérigos ordenó, el 8 de septiembre de 1979, declarar la ley marcial en la capital y otras once ciudades del país, prohibiendo las manifestaciones previstas. Esto no impidió que decenas de miles de personas salieran a manifestarse por todo el país siendo duramente reprimidas por el ejército. Se conoce como “Viernes Negro” pues se estima que se alcanzó la cifra de 15.000 fallecidos.

Tras el Viernes Negro, el número de seguidores del Ayatolá Khomeini aumentó considerablemente, incluyendo a buena parte del ejército y las fuerzas políticas del país. El Sha Pahlevi, aislado tras no recibir el esperado apoyo anglosajón, huyó del país el 16 de enero de 1979 exiliándose en Marruecos, Bahamas, Ecuador, México, Estados Unidos, Panamá y, finalmente, Egipto (donde falleció en 1980).

Shapour Bakhtiar, nombrado Primer Ministro en 1978 a causa de la debilidad de la monarquía, planteó la posibilidad colaborar con Khomeini, pero este se negó tras acusarle de traidor y de encabezar un “gobierno ilegítimo”. Tras la huída del Sha, Bakhtiar permitió la entrada de Khomeini a Irán y no pudo mantener el apoyo de sus compañeros de partido. Se exilió a Francia en abril de 1979.

Foto: Llegada del Ayatolá Khomeini a Teherán, el 1 de febrero de 1979 (AFP)

La influencia que los ayatolás obtuvieron debido al papel de Khomeini en la revolución permitió imponer las condiciones para el establecimiento de un nuevo régimen político en el país, que supondría una ruptura total con el régimen anterior: una república islámica.


Este nuevo modelo se vería plasmado en la Constitución del 1 de abril de 1979 que, aprobada en referéndum, establecía que el sistema político del país sería una república teocrática, con separación de poderes y un cuerpo legislativo basado en el Corán.

Sistema institucional iraní

El sistema institucional iraní está compuesto de varios órganos fundamentales, desde los que se desarrolla toda la actividad del gobierno. Ellos constituyen los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Se puede dividir, a su vez, en función de si son electivas o no.

Infográfico de la estructura de poder político en Irán.

La estructura política iraní se caracteriza por ser descentralizada basada en coaliciones entre grupos conectados porque comparten un criterio único, del que depende el buen funcionamiento del gobierno nacional.

La relación que mantienen estas instituciones es muy compleja, dependiendo unas de otras con el fin de evitar que se concentre todo el poder de decisión en materia de política interior y exterior en solo una.

Sin embargo, y aunque el sistema esté diseñado para desafiar la concentración de poder en una persona, es innegable que el epicentro del sistema iraní es la figura del Líder Supremo o Líder Espiritual.

Líder Supremo

Foto: El Ayatolá Ruhollah Khomeini, rodeado de seguidores en Teherán, febrero 1979 (AP Photo)

Es el centro de toda actividad política y religiosa de Irán, representando así la figura más importante. Se elige a través de la Asamblea de Expertos, es un cargo vitalicio y pueden desempeñarlo hombres que profesen la religión islámica.

Las decisiones que pueda llegar a tomar no afectan directamente a la población, puesto que no forma parte del poder ejecutivo como tal. Pero, indirectamente, confirma al presidente de la República y ejerce un gran control sobre los iraníes a través de la policía, el Consejo de Guardianes, la Guardia Revolucionaria o los medios de comunicación, ya que es el encargado de elegir a los miembros de la radio, televisión y periódicos; además de los de la universidad y los oradores de plegaria de los viernes, lo que supone extender un poder en la sombra sobre todos los ámbitos de la vida iraní (incluso en el extranjero, a través de los centros culturales que el gobierno tiene desplegados por otros países).

Sus responsabilidades principales son las de oficial al mando de las fuerzas armadas y servicios de seguridad; declarar guerra, paz o movilizar las tropas; aceptar las dimisiones de los distintos órganos de gobierno; destitución del presidente de la República a favor de la situación del país; y reducción de las condenas de reclusos en base a la ley islámica.

En caso de que el Líder no pudiese realizar sus tareas conforme declara la Constitución, la Asamblea de Expertos sería la encargada de cesarle. Se formaría entonces un consejo provisional compuesto por el presidente de la República, el jefe de la judicatura islámica y un representante del Consejo de Guardianes, que llevarían a cabo las tareas del Líder hasta la elección de uno nuevo.

Foto: Grupo de mujeres sostienen carteles del Ayatolá Khomeini y el Líder Ali Khamenei durante unas protestas en Teherán (Mohammad Ali Marizad/AP)

Instituciones elegidas directamente por el Líder

Consejo de Vigilancia o Consejo de los Guardianes de la Revolución

Se creó para proteger los intereses del islam y son los encargados de asegurar que la Constitución iraní no está en desacuerdo con la ley islámica.

Está formado por seis miembros elegidos directamente por el Líder espiritual, y otros seis elegidos por el Consejo Superior de Justicia. Solo estos seis últimos deben estar aprobados por el Parlamento y han de ser juristas islámicos, tal y como se explica en el artículo 91 de la Constitución iraní.

En caso de que el Consejo de Guardianes establezca que una de las leyes presentadas por el Parlamento está en desacuerdo con la shari’a (ley islámica), podrán vetarla y hacer que el Parlamento la reescriba. Esto demuestra que el Consejo es uno de los grandes núcleos de poder dentro de las instituciones iraníes.

Foto: Reunión del Consejo de Guardianes, presidido por Hassan Rouhani (AFP)

Se les otorga completa responsabilidad en la interpretación de la Constitución, además de ser los encargados de vigilar las elecciones del Consejo de Expertos, el presidente de la República y la Asamblea Consultiva Islámica.


Consejo de Discernimiento

Fue fundado por el ayatolá Khomeini el 6 de febrero de 1988, para solucionar los problemas que surgían entre la Asamblea Consultiva y el Consejo de Guardianes. En un primer momento estaba compuesto por doce miembros, aunque en la actualidad está formado por treinta y seis. Cabe destacar la pérdida de poder por parte de los clérigos, ya que han perdido la mayoría dentro del consejo.

Están divididos en miembros permanentes, los jefes de los tres poderes y seis miembros del Consejo de Guardianes; y los no permanentes, ministros y representantes de diferentes asociaciones iraníes relacionados con el tema a tratar.

Tuvo gran importancia en la realidad política de Irán durante sus primeros años al vivirse una situación extraordinaria con el fin de la guerra de Iraq y la necesidad de adoptar medidas de emergencia en materia económica. 

Foto: Guerra entre Iraq e Irán durante la década de 1980.

Consejo de Seguridad Nacional

Se creó a petición del Ayatolá Khomeini, y fue incluido en la reforma constitucional aprobada en el año 1989. Su función principal es la de discutir acerca de las políticas del gobierno en materia de seguridad nacional.

Está formado por los jefes de los tres poderes del gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial), el jefe del Comando de las Fuerzas Armadas, dos representantes elegidos por el Líder, los ministros de Asuntos Exteriores, Interior e Inteligencia, el jefe de la Guardia Revolucionaria y del Ejército y el ministro del tema que vaya a tratar el Consejo.

Además de encargarse de legislar en materia de seguridad, el Consejo de Seguridad Nacional tiene la tarea de establecer las políticas del país con respecto al programa nuclear. Después, esta estrategia debe ser confirmada por el Líder.

Como se ha explicado, dentro del Consejo de Seguridad Nacional se encuentran representantes de Cuerpos de la Guardia de Seguridad Islámica. Esta fue creada por el ayatolá Khomeini el 5 de mayo de 1979. Tuvieron un papel muy importante en los primeros años de la República, ya que el ejército nacional estaba bajo el mando de partidarios monárquicos.

Foto: Reunión del Consejo de Seguridad Nacional, presidido por el Líder Supremo Ali Khamenei, febrero 2016.

Instituciones y cargos elegidos por el pueblo

Presidencia de la República Islámica

La figura del presidente sufrió varios cambios a lo largo de la historia de la República islámica. En un primer momento, el poder ejecutivo estaba dividido en dos partes: el presidente de la República y el Primer Ministro.

El presidente era elegido por el pueblo iraní cada cuatro años, y solo podía presentarse una vez a la reelección. No podía designar a los componentes de su gabinete, ya que dependía de la decisión mayoritaria del Parlamento (que le impondrían a sus candidatos). Por su parte, el Primer Ministro era un elemento separado completamente del presidente, y era libre de elegir a su gabinete.

Debido a esta división, eran constantes los problemas entre ellos (ya que uno de ellos se encontraba bajo el escrutinio del Parlamento, mientras que el otro era libre de tomar sus propias decisiones). Por lo que, en la reforma constitucional de 1989 se suprimió la figura del Primer Ministro, dejando como único líder del cuerpo ejecutivo al presidente de la República.

Foto: Hassan Rouhani, actual presidente de la República Islámica de Irán.

A pesar de los cambios, el presidente sigue siendo elegido por los ciudadanos cada cuatro años, y solo se le permite presentarse una vez a la reelección. Debe tener mayoría absoluta para acceder al cargo pues, de no ser así, deberá enfrentarse a una segunda ronda.

Es el encargado de elegir a los ministros que formarán parte de su gobierno, y estos deben ser aceptados por el Parlamento. Además, tiene un puesto fijo en el Consejo de Seguridad Nacional.

El presidente de la República es el centro de la vida política interior del país (como, por ejemplo, en materia de economía), pero no tiene un papel clave en la política exterior del país ya que eso queda relegado para el Líder espiritual, lo que supone una característica única del sistema iraní.


Asamblea Consultiva Islámica

Está en funcionamiento desde la aprobación de la Constitución de 1979, y es elegido mediante el voto de los ciudadanos iraníes cada cuatro años. Está constituida por 290 representantes, y no se puede disolver ya que el país no puede estar sin Parlamento.

Foto: Sesión de la Asamblea Consultiva Islámica

Entre los deberes de la Asamblea se encuentra legislar sobre todos los asuntos de carácter nacional, dentro del marco que se presenta en la Constitución, no puede legislar en su contra. Los presupuestos del Estado se aprobarán en el Parlamento tras la previa aprobación de los mismos por parte del Consejo de Ministros (aunque se podrán discutir si, al menos, quince representantes así lo piden). Además, si se debe hacer una reducción en las partidas presupuestarias, el Parlamento deberá explicar los motivos; en caso de tener que aumentar el gasto, deberá explicar cómo lo compensará en los presupuestos finales. Por otra parte, también se deberá ratificar en la Asamblea la decisión de aceptar préstamos de instituciones nacionales o internacionales.

A pesar de no participar en las decisiones acerca de la política exterior (pues, como se explicó anteriormente, es tarea del Líder espiritual), sí se deben ratificar los acuerdos internacionales en la Asamblea.


La Asamblea de Expertos

Es un consejo formado por ochenta y seis expertos, elegidos democráticamente, tras pasar el filtro del gobierno, por la población iraní y su mandato dura ocho años.

Una de sus tareas principales es la de elegir al Líder espiritual, y retirarlo del cargo si no se encontrase en condiciones físicas y/o psíquicas de realizar el trabajo, o si se demostrase que no tenía las aptitudes necesarias como para ejercer de Líder.

Cada una de las veinte provincias que componen el territorio iraní elige un clérigo que le represente en la Asamblea de expertos (las provincias que superen el millón de habitantes podrán elegir más representantes). Para poder presentarse a las elecciones, los candidatos deben tener las siguientes aptitudes: poseer integridad moral, conocer la jurisprudencia islámica, conocer los problemas actuales que sufre la población iraní, ser leal a la República, y no haberse declarado contrario al sistema de gobierno actual del país.

Foto: V Asamblea de Expertos de Irán, mayo 2016.

El sistema institucional iraní, así como las políticas adoptadas durante los últimos cuarenta años, tienen una complejidad que exige observar y estudiar toda su composición para entender el funcionamiento general del Estado. La identidad iraní se basa en el nacionalismo, chiismo y sentimiento de inseguridad dentro de la región de Oriente Medio, como queda reflejado en su estructura. La organización compleja, de nivel nacional y jerarquizada dotan al Estado de cuanto necesite para que prevalezcan los intereses de la República Islámica.

Irán, de por sí, quizás no tenga los amarres necesarios para moldear un orden regional de su preferencia política, pero posee el talento para agotar a sus contrincantes.

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