El próximo martes, 8 de noviembre, Estados Unidos celebra las elecciones midterm del mandato de Joe Biden. En ellas se renovarán todos los congresistas y un tercio de los senadores del país. También se juegan sus puestos miles de cargos electos en casi todos los estados, entre ellos 39 gobernadores y líderes locales de ciudades como Chicago o Los Ángeles. Los dos grandes partidos del país se juegan las condiciones de partida de las próximas elecciones presidenciales, estrenando un nuevo mapa electoral tras publicarse el censo nacional de 2020.
Todo puede cambiar en Estados Unidos este martes. Tras dos años de mayoría demócrata en ambas cámaras y un presidente del partido azul en la Casa Blanca, las elecciones midterm de Biden pueden arrojar resultados desfavorables para el presidente. El actual equilibrio de fuerzas ya es complejo para la administración, pero las encuestas, cada vez más ajustadas, apuntan a que los demócratas podrían perder ambas cámaras tras la constitución del 118 Congreso de los Estados Unidos. A la renovación del Congreso –tanto la Cámara de Representantes como el Senado– la acompañan cientos de votaciones a nivel estatal.
Joe Biden ganó las elecciones presidenciales estadounidenses en noviembre de 2020, pero hasta enero del año siguiente no supo con qué Congreso tendría que trabajar. El 5 de enero de 2021, Georgia elegía a sus dos senadores el mismo día: uno para un mandato de dos años y otro para uno de seis. Los dos puestos los ocupaban republicanos que ganaron las primeras vueltas de sus respectivas elecciones, pero sin mayoría absoluta. Sin embargo, el 5 de enero ambos perdieron ante los candidatos demócratas, que lograron sumar 50 miembros al caucus del partido en el Senado. Con la vicepresidenta demócrata Kamala Harris para favorecer al ejecutivo en cada empate y un Congreso de clara mayoría demócrata, Biden se embarcó en un gobierno mucho más plácido que el de la mayoría de sus predecesores.
La Cámara de Representantes cuenta actualmente con 439 miembros, elegidos por circunscripciones definidas en base a la población y los factores demográficos de cada uno de los 50 estados. Los congresistas reciben mandatos de dos años, renovándose la cámara con cada elección presidencial y cada midterm. En el Senado, cada Estado cuenta con dos representantes, independientemente de su tamaño o su población. Actualmente, los demócratas cuentan con 48 escaños y el apoyo de 2 independientes. Los 50 escaños restantes son republicanos, pero el empate lo decide la presidenta de la cámara, que constitucionalmente es la vicepresidenta Kamala Harris. Los mandatos de los senadores son de seis años, con lo que cada dos se renueva un tercio de la cámara alternativamente.
Los demócratas se juegan 14 escaños del Senado este 2022; los republicanos, 21. Las encuestas prevén que al menos 25 asientos sean retenidos por el partido de su ocupante actual, pero la reñida distribución actual puede verse alterada por el resultado de una simple elección. Asimismo, toda la Cámara de Representantes se renovará, con un nuevo reparto derivado del censo de 2020 que puede modificar la mayoría demócrata.
El largo camino al martes 8
La precampaña electoral ha sido larga para los grandes partidos. El Partido Republicano se ha visto debilitado por las peleas internas y en primarias de los candidatos que apoyan o no a Donald Trump. El caso más paradigmático es el de Liz Cheney, hija del todopoderoso vicepresidente de Bush, Dick Cheney. Aún estando alineada con posiciones conservadoras e intervencionistas en el ámbito internacional, la congresista por Wyoming se ha enfrentado en numerosas ocasiones al expresidente Trump y su influencia sobre el partido. En 2021, su defensa de que las elecciones de 2020 no fueron manipuladas le costó salir del equipo de dirección del caucus republicano en el Congreso.
A pesar de contar con el apoyo explícito de su padre, que lleva años en un segundo plano, y de figuras históricas del partido republicano, Cheney fue eliminada en las primarias y no se presentará a la reelección. Su oponente, Harriet Hageman, contó con el endorsement del expresidente: de hecho, el propio Trump se ha preocupado de mantener pendientes a sus bases. En un acto en Iowa el jueves, el expresidente, que ha apoyado a numerosísimos republicanos en estas primarias, volvió a dejar caer que podría presentarse en 2024. Fuentes de su campaña han indicado que, si los resultados del martes son sólidos para el Great Old Party, el expresidente podría hacer oficial su candidatura este mismo mes.
Los demócratas, por su parte, han buscado aprovechar su poder ejecutivo y legislativo en los últimos meses. La visita de Nancy Pelosi a Taiwán, planteada en el marco nacional como “plantar cara” al auge de China, y la revigorización de la OTAN a raíz de la invasión rusa a Ucrania han sido dos de los hitos clave en política exterior para el gobierno de Biden. La reciente disputa con Arabia Saudí encaja también en este marco. En clave interna, la cancelación de la deuda estudiantil de unos 45 millones de estadounidenses impulsó también el apoyo a los demócratas en las encuestas.
Por su parte, el aborto ha sido uno de los temas clave de la campaña demócrata, tras la reciente sentencia que canceló la potestad federal sobre el tema. Tanto es así que varios analistas han hablado de “roevember”, un juego de palabras entre “November” y “Roe” – el nombre de una de las litigantes en la sentencia recientemente derogada – para resaltar que se espera una enorme movilización demócrata. Tanto la movilización por el aborto como por la cancelación de deuda estudiantil pueden verse truncadas, no obstante, por la situación económica, un campo donde los republicanos han sido especialmente duros con Biden. Mientras tanto, el presidente no consigue mejorar su reputación entre los ciudadanos. Encuesta tras encuesta, la popularidad del jefe de Estado se mantiene entre un 40 y un 45%, con más de la mitad de los estadounidenses calificando su labor con un suspenso.
Para consolidar a candidatos ya en el puesto que se ven amenazados, tanto Biden como Kamala Harris y Hillary Clinton han participado en actos para apoyar a líderes demócratas. En Nueva York, estado donde por primera vez en más de veinte años los republicanos podrían ganar la oficina de gobernador, tanto Harris como Clinton han manifestado su apoyo a la actual gobernadora, Kathy Hochul. Por su parte, el presidente ha hecho campaña en California y en Nuevo México, y pasará parte del fin de semana en Illinois junto a Harris. En otros estados, como Nevada o Arizona, la presencia de Biden se ha rechazado para evitar efectos negativos sobre los candidatos demócratas.
La situación política y social del país, como ocurrió en 2020, no es tampoco un remanso de calma. Como ejemplo, sirva el intento de secuestro de la presidenta del Congreso. A finales de octubre, un hombre entró en la casa de la presidenta, Nancy Pelosi, que estaba fuera del domicilio. Su esposo le oyó y llamó a la policía, y el intruso le golpeó en la cabeza con un martillo en varias ocasiones. Pelosi, que ocupa su puesto como Speaker of the House desde 2019, se presenta también a la reelección. La investigación del incidente ha dejado claro que ella era el objetivo del atacante, al que se ha vinculado a distintos foros de teorías de la conspiración. Su marido recibió el alta seis días después de su ingreso.
Los hot spots de las elecciones
Las elecciones podrían acarrear cambios de representantes en varios estados, en parte debido a los reajustes de las circunscripciones derivados del censo de 2020. Algunos distritos se han visto suprimidos, y otros son completamente nuevos. En Nueva York, donde los demócratas más progresistas han logrado consolidar una red de cargos electos como Alexandria Ocasio-Cortez, podrían pasar varios asientos a los republicanos. Al contrario, estados con leves mayorías republicanas en 2016 en los que Biden tuvo buenos resultados podrían mejorar las previsiones de los demócratas, como son los de los Grandes Lagos.
Georgia será sin lugar a dudas uno de los terrenos de juego en las elecciones. Tras su papel decisivo en la configuración de la mayoría demócrata en 2020, este estado tradicionalmente republicano votará si se revalida o no al senador Warnock. Elegido en 2021 y siendo el primer afroamericano del Sur en entrar en el Senado, podría perder su asiento, aunque las tendencias actuales de voto demócrata dan pie a que pueda ser reelegido. En Nevada, la senadora Catherine Cortez (D) podría también perder su escaño, tan decisivo como el georgiano, frente al candidato republicano y ex-Fiscal General del Estado Adam Laxalt.
Pennsylvania, estado clave para la victoria de Donald Trump en 2016 y para la de Biden en 2020, también elige a uno de sus senadores. En este caso, la votación es estratégica para ambos partidos: los republicanos han mantenido desde los 60 el asiento, pero los demócratas ganaron en las elecciones presidenciales – aunque por menos de 100.000 votos. El actual senador, el conservador Pat Toomey, se retira. Su puesto lo intentarán ganar el vicegobernador del Estado, John Fetterman, y el republicano Mehmet Oz, primer musulmán nominado al Senado por uno de los grandes partidos en la historia del país y muy vinculado a Donald Trump y su política sanitaria.
Tras sufrir Fetterman un ictus hace unos meses, la intención de voto se complicó para los demócratas, que tenían cierta ventaja en los sondeos. La campaña de Fetterman se ha centrado en redes sociales, bajo la proclama “Seré el voto 51” en referencia a la situación del Senado, y cuenta con el apoyo de figuras tan trascendentales como Oprah. Actualmente todas las encuestas – que no se inclinan por ningún candidato mayoritariamente – prevén una diferencia del 0.1 o 0.2%. El estado podría decantarse hacia uno u otro partido por unos cientos de votos: para motivar esos sufragios, el fin de semana, lo visitaron Biden, Obama y Trump. Por tanto, Pennsylvania será uno de los Estados más seguidos durante la noche electoral.
Además de al Congreso, treinta y seis gobernadores estatales se eligen el próximo martes. También se vota a los gobernadores de Guam, las Islas Marianas del Norte y las Islas Vírgenes de EEUU, y a la alcaldía del Distrito de Columbia, donde se encuentra Washington DC. Asimismo, numerosos cargos municipales se revalidarán o cambiarán de manos en Cook County (Chicago), Los Ángeles, y Orange, entre otros. Actualmente, 28 estados los gobiernan líderes republicanos, y 22, demócratas. Las encuestas publicadas hasta la fecha sólo prevén que dos estados elijan a gobernadores de partidos distintos al del actual: Maryland y Massachusetts, que pasarían a manos demócratas.
La elección de gobernadores conecta con uno de los ejes clave de la campaña, el aborto, ya que la revisión de Roe v. Wade devolvió el asunto a competencias estatales, si bien a nivel federal también se ha planteado un paquete legislativo. Cinco estados celebran referéndums sobre el aborto a la vez que eligen a sus oficiales: el especial interés del electorado demócrata por el tema podría animar al voto a electores indecisos. Este factor influirá en las posibilidades de victoria de los candidatos y – sobre todo – las candidatas de los demócratas. En ese sentido, el swing state de Michigan, donde Biden ganó en 2020, merece especial atención. Las candidaturas demócratas podrían verse reforzadas, sobre todo la de la actual gobernadora, Gretchen Whitmer (D), que ganaría por un escasísimo margen de votos a su rival republicana, Tudor Dixon.
¿Qué pasa después de las elecciones?
Después del 8 de noviembre, los miembros del 118 Congreso tomarán posesión en enero y será a partir de entonces cuando las consecuencias institucionales de las elecciones tomen forma. Si las tendencias al alza de los demócratas les vuelven a garantizar el control de al menos una de las cámaras, la administración Biden podría centrarse en ella para desarrollar su agenda. No parece imposible que el Partido Demócrata mantenga el Congreso y pueda pactar en el Senado con alguno de los republicanos críticos con Donald Trump o abiertos a las alianzas bipartitas para desarrollar sus propuestas de cara a las elecciones de 2024.
Una de las piezas clave de dicho escenario podría ser, de nuevo, Nancy Pelosi. La lideresa demócrata ya ha sido en estos dos años una de las negociadoras que ha permitido la aprobación de proyectos clave para Biden, como el Plan Rescate a América, las inversiones en infraestructuras y empleo, o la Ley de Reducción de la Inflación. Pelosi pactó durante el mandato de Trump que no buscaría ser presidenta de la Cámara de Representantes a partir de estas elecciones, pero numerosos analistas ponen en duda su retiro, sobre todo si los resultados del martes son ajustados.
¿Y si los demócratas pierden el control del parlamento? En el sistema presidencialista estadounidense, la separación de poderes hace que los resultados de las midterm no impliquen cambios en la presidencia. Aun así, los dos últimos años de mandato que le quedan a Biden – hasta 2024, donde no se prevé que vuelva a presentarse – se complicarían. Durante su mandato, algunas de las propuestas más ambiciosas del Ejecutivo ya se han visto ralentizadas o incluso bloqueadas por el Senado. Los demócratas Joe Manchin y Krysten Sinema han forzado profundos cambios en varias normas, y votado en contra de las líneas del partido, que en Estados Unidos no son definitorias. Para La Casa Blanca, el puzzle sólo se complicaría si más republicanos lograran más escaños.
En definitiva, el 8 de noviembre Biden sabrá si su agenda debe ser menos ambiciosa, más aún teniendo en cuenta que la mayoría republicana se alinea cada día más con los postulados del expresidente Trump. Las midterm no suponen simplemente una nueva configuración del Congreso y el Senado: también marcan el campo de batalla de las presidenciales de 2024, cada vez más cercanas. Queda por ver si, como ha ocurrido en los mandatos de los presidentes anteriores, Biden se mueve en un congreso contrario a su presidencia, o si el Partido Demócrata salva los muebles.
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