En la madrugada del seis de septiembre, las autoridades israelíes dan la voz de alarma por la fuga de seis prisioneros palestinos de la cárcel de Gilboa, una de las prisiones más seguras del estado, realizando un túnel para llegar al exterior, ayudándose también de la arquitectura del edificio. Cinco de ellos pertenecían a la Yihad Islámica, y el sexto a la Brigada de mártires de Al-Aqsa, auto reconocido brazo armado de Fatah.
Esa misma mañana la policía, el ejército y las fuerzas de seguridad interna (Shin Bet) fueron movilizados para realizar un barrido en las zonas cercanas al suceso. A través del uso de drones espía, check points y redadas; la autoridad israelí recorrió las áreas cercanas a la cárcel de Gilboa. Las acciones de búsqueda continuaron hasta la noche del viernes, diez de septiembre, cuando las autoridades consiguen capturar a dos de los presos fugados en la ciudad de Nazaré, a menos de 30 kilómetros de la cárcel israelí.
Esa noche, las alertas de misiles vuelven a saltar en el sur de Israel y un misil lanzado desde Gaza es interceptado por el sistema Cúpula de Hierro. Las facciones palestinas, entre ellas Hamás y la Yihad Islámica, habían advertido previamente que «cualquier daño a las vidas de los heroicos prisioneros» significaría «declarar la guerra al pueblo palestino».
A la mañana siguiente, el sábado 11 de septiembre, otros dos de los seis presos fueron capturados en la población de Umm al-Ghanamm, próxima a Nazaré. Por segunda vez consecutiva, nuevas alertas saltaron en la zona sur de Israel, y un misil palestino fue interceptado por el sistema de defensa antimisiles.
La respuesta de Israel no se hizo esperar. Según las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) se atacó de manera certera, con numerosos ataques selectivos, a cuatro objetivos que afectaban directamente a la organización Hamas en la Franja de Gaza. Según las informaciones donadas por la IDF cuatro infraestructuras se vieron afectadas: un túnel, un centro de entrenamiento, un almacén de armamento y un centro de producción de cohetes.
También se produjeron pequeños motines en las cárceles de Ketziot, Ramon y Ofer como protesta contra las nuevas medidas adoptadas por el Servicio Penitenciario (IPS) para garantizar que en las celdas solo haya máximo un preso afiliado a la Yihad Islámica y evitar nuevas fugas.
Por último, la noche del 18 de septiembre las autoridades israelíes arrestaron a los dos últimos fugitivos en la ciudad de Jenín, ubicada al norte de Cisjordania. «Está hecho. Los seis terroristas han sido recapturados y serán devueltos a prisión, en una operación impresionante, sofisticada y rápida por parte del Shin Bet, la policía y el ejército», declaro el primer ministro israelí, Naftali Bennett. Una vez concluido el operativo, se registraron enfrentamientos entre residentes palestinos y las fuerzas israelíes.
Tras la última escalada iniciada en mayo y la posterior tregua, estos recientes sucesos hacen saltar las alarmas ante un posible recrudecimiento del conflicto. Por otra parte, existe incertidumbre sobre como influirá el cambio de gobierno en Israel y la mejora de sus relaciones diplomáticas con Egipto, histórico aliado palestino, en la resolución del conflicto.
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