Desde que el pasado mes de noviembre 18 estudiantes de una escuela en Qom tuvieron que ser hospitalizadas después de sentirse indispuestas, las noticias sobre supuestos envenenamientos en escuelas se han convertido en una de las principales preocupaciones en Irán.
Qom es una ciudad en el centro del país que alberga los principales seminarios chiíes y es considerada un bastión de la República Islámica. Los síntomas de estas primeras víctimas, que incluían mareos, debilidad y somnolencia, fueron interpretados desde el primer momento como envenenamientos, según los partes médicos citados por funcionarios locales del Ministerio de Educación.
Dos semanas más tarde, en diciembre, 51 estudiantes de otro instituto de Qom fueron ingresadas en hospitales locales con problemas respiratorios, náuseas y mareos. Según los medios iraníes, varias de estas estudiantes habrían hablado de un olor a fruta podrida en los minutos previos a experimentar los síntomas citados.
A finales de 2022, se produjeron cinco casos más, todos en Qom, en los que las víctimas continuaron reportando un olor fuerte justo antes de experimentar los síntomas ya mencionados de náuseas, mareos y debilidad generalizada. En febrero, después de tomar varias muestras de sangre de las víctimas de Qom, el personal del Ministerio de Salud detectó los primeros casos fuera de la ciudad, localizados en la provincia de Lorestán, ubicada en el oeste del país. En esta provincia, no solo se vieron afectados institutos femeninos, sino también colegios infantiles y un instituto masculino.
Desde entonces, se han reportado casos en múltiples provincias iraníes: Alborz, Ardebil, Azerbaiyán Oeste, Azerbaiyán Este, Zanjan, Khuzestán, Fars, Ilam, Qazvin, Mazandarán y Teherán. En todas estas provincias los síntomas eran exactamente los mismos que los encontrados en Qom. Varias autoridades locales hablaron de un supuesto gas tóxico, pero como señaló el ministro de Salud, Bahram Eynollahi, sus efectos en las víctimas serían muy leves ya que no requerían más de uno o dos días de hospitalización.
Desde que se conocieron los primeros casos en Qom, los medios opositores iraníes, como ManotoTV e Iran International, acusaron directamente a las autoridades de la República Islámica de estar detrás de los sucesos. La acusación más extendida era que la República Islámica estaría “vengándose” contra varias de las estudiantes de los institutos por haber participado en las protestas que ocurrieron después de la muerte de Masha Amini.
Iran International, una cadena financiada por Arabia Saudí, ha intentado establecer una comparación entre la situación en la República Islámica y la de Afganistán bajo el control de los taliban. Según esta perspectiva, el Estado o grupos afines estarían atacando escuelas femeninas con algún tipo de químico para obligar a las mujeres a quedarse en casa y no recibir educación. Este enfoque ha sido adoptado por las figuras más destacadas de la oposición iraní en el exilio, como Mashid Alinejad, quien ha llegado a tuitear que “al igual que los taliban o Boko Haram, la República Islámica está envenenando a estudiantes en un claro ataque contra la educación femenina”. Estas afirmaciones se han postulado también en publicaciones occidentales como Foreign Policy.
En un reciente artículo publicado por esta revista, Alex Vatanka, director del programa sobre Irán del think tank Middle East Institute, ha afirmado que los envenenamientos estarían generando “una sensación de caos en el país, de falta de control por parte del régimen, lo que podría desencadenar nuevas protestas masivas contra el líder supremo, Ali Khamenei”.
Para la República Islámica, este tipo de análisis no tiene una función descriptiva, sino que es prescriptivo: busca crear las situaciones que describe. Por tanto, este enfoque forma parte, en la narrativa de la República Islámica, de un sistema discursivo integrado por medios de comunicación como Iran International, think tanks, varias ONG y opositores como Alinejad. Teherán ha enfatizado que la comparación entre la educación femenina en la República Islámica y en Afganistán no es correcta, sino que es un intento de la oposición para criminalizar al país sin considerar los datos oficiales. De hecho, según el Ministerio de Educación, el 60% de las personas con estudios universitarios en el país en 2021 eran mujeres.
Las autoridades de la República Islámica sostienen que se encuentran ante una “guerra híbrida” dirigida por los enemigos del país para sembrar el caos y el miedo entre la ciudadanía, según afirmó el presidente Raisi. Además, apuntó que “los enemigos están tratando de perturbar el país y sembrar el miedo en el corazón de nuestros seres queridos”. Durante una comparecencia pública, el Ayatolá Ali Khamenei, la máxima autoridad del país, calificó los supuestos envenenamientos como un “crimen imperdonable” y solicitó a las autoridades que trabajasen incansablemente para encontrar a los responsables. A día de hoy, el Ministro del Interior, Ahmad Vahidi, ha confirmado la detención de al menos cien personas aunque por el momento no han trascendido más detalles.
En las últimas semanas, ha surgido una posible explicación alternativa para la oleada de supuestos envenenamientos en todo el país. Algunos medios locales han comenzado a hablar de “histeria colectiva” como la explicación más plausible, o una combinación de unos pocos casos reales con otros provocados por esta supuesta histeria colectiva. Por el momento, el ministro del Interior parece ser una de las pocas autoridades del país que cree en esta versión. En declaraciones a la agencia estatal de noticias IRNA, Vahidi explicó que “más del 90 por ciento de los envenenamientos no fueron causados por factores externos. La mayoría de estos casos fueron causados por el estrés y las preocupaciones causadas por las noticias”.
Sin embargo, Khamenei, durante una audiencia pública, habló de la necesidad de “investigar qué tóxicos se están utilizando”, lo que indica claramente que la máxima autoridad del Estado no considera la explicación psicológica como posible.
La BBC, por su parte, en uno de sus reportajes sobre la situación en Irán, mencionó la posibilidad de esa “histeria colectiva” y puso ejemplos de situaciones similares vividas en Kosovo en los años 90. Sin embargo, la oposición más beligerante contra la República Islámica, la representada por Alinejad por ejemplo, ha criticado duramente a la BBC por dar crédito a esta explicación, al considerar que la cadena estaría intentando minimizar la gravedad del tema.
Por el momento, y a la espera de obtener más información sobre las últimas detenciones, la versión oficial sostiene que estamos frente a un ataque contra el Estado cometido por los “enemigos” del país. Esta construcción discursiva incluye una multitud de actores, entre ellos países –como Estados Unidos o Israel–, grupos considerados terroristas por Teherán –principalmente el MEK– y determinados actores mediáticos –como Iran International–. En los últimos días se han producido escenas de pánico en el metro de Teherán después de que varios pasajeros experimentaran problemas para respirar y enrojecimiento ocular. Este hecho ha llevado a las autoridades a hablar claramente sobre un intento de desestabilización y de crear pánico entre la población.
La oposición sostiene que los envenenamientos evidencian la complicidad del régimen en su política represiva hacia las mujeres, así como su incapacidad para abordar una situación tan crítica como la actual. Podemos, por tanto, concluir que las autoridades iraníes están obligadas a solucionar la actual situación si quieren evitar una nueva oleada de protestas masivas, que es precisamente lo que la oposición está intentando impulsar al vincular al régimen iraní con los envenenamientos.
Por último, podemos apuntar que los recientes acontecimientos políticos en Irán, en concreto el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Arabia Saudí, juegan en favor del Estado al quitarle presión mediática en el interior, pero es cuestión de tiempo que se vuelva a poner el foco en el tema de los envenenamientos si la respuesta de Teherán.
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