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Elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela

Hoy, 20 de mayo de 2018, tendrán lugar las elecciones presidenciales en Venezuela, donde se elegirá mandatario hasta, teóricamente, 2025. Estas elecciones y sus consecuencias marcarán de forma decisiva el futuro del país latinoamericano, inmerso en una crisis socioeconómica y política muy severa.

 

INTRODUCCIÓN

Ya en vida del presidente Chávez, la crisis económica y de seguridad empezó a hacerse patente, llegando a tal punto, que en las últimas elecciones presidenciales del líder bolivariano, la oposición alcanzó la cifra del 44%. Tras la pírrica victoria de Maduro en 2013 la crisis se fue agravando, estallando en 2014 una serie de protestas violentas que se saldaron con más de 40 muertos, aparte de miles de heridos y detenidos. Si la política venezolana nunca se caracterizó por su sosiego, tras estos acontecimientos, e inmersos en una cada vez más grave crisis económica, crecientes grupos opositores abrazaron el rupturismo, aunque todavía abogaban por presentarse a las elecciones. Y de hecho vencieron ampliamente las legislativas de 2015, tras lo cual la nueva Asamblea Nacional abogó por elecciones presidenciales inmediatas y desafió al ejecutivo, lo cual fue respondido desde este con la supresión del legislativo y el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

La ANC es la que ha convocado estas elecciones presidenciales, en medio de una crisis económica colosal, una inflación galopante, un contexto regional cambiante y tras las duras protestas de 2017, que se saldaron con más de 160 muertos y, de nuevo, miles de heridos y detenidos, además de ciertas deserciones destacadas como la de la fiscal general Luisa Ortega o el afamado director de orquesta Dudamel.

La inflación está totalmente descontrolada, afectando de forma terrible el día a día y el valor salarial.

El ambiente está muy enrarecido, ya que a este trasfondo altamente inestable, hay que añadirle la creciente presión internacional sobre Venezuela, la caída de gobiernos aliados en Latinoamérica (Brasil, Argentina…) y el constante llamamiento de diversos sectores a una revuelta cívico-militar, respondida por algún intento menor desde pequeñas unidades, el más famoso el dirigido por Oscar Pérez, abatido en enero tras varios meses de correrías con su grupo. Estos sectores radicales, con gran predicamento en la numerosa y joven diáspora venezolana que estos años ha salido del país, tienen un gran poder mediático y en las redes sociales, arremetiendo sin piedad contra cualquier muestra de tibieza frente al chavismo y contra los “arrepentidos” del mismo, entrando una espiral de radicalización que, a día de hoy, está en pleno auge.

El policía y actor Oscar Pérez protagonizó junto a un pequeño grupo la revuelta más sonada, que terminó trágicamente el 15 de enero con su muerte.

Cuando la ANC, tras las largas y tediosas conversaciones en la República Dominicana, dirigidas entre otros por el ex-presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, convocó estas elecciones, resulta bastante evidente que buena parte de la oposición no se iba a presentar, debido a las presiones de una porción importante y radicalizada de sus bases, espoleadas por una serie de líderes, por la tradicional polarización y la crisis socio-económica.

Y efectivamente así fue, pero a costa de quebrar la siempre complicada unión de la oposición en la MUD (Mesa de la Unidad), que ha estallado en mil pedazos. Por un lado hay una amalgama muy poderosa que se ha negado rotundamente a participar en estas elecciones, considerando que son unas elecciones fraudulentas, con un Consejo Nacional Electoral manipulado y nulas garantías por diversos motivos (políticos presos, peso mediático, dádivas electorales…); por otro, hay algunos candidatos opositores que sí se han postulado, destacando Henri Falcon y Javier Bertucci.

Henri Falcón, antiguo chavista y candidato presidencial del partido Avanzada Progresista, el opositor con mayor proyección.
Javier Bertucci, destacado pastor evangélico y candidato del partido Esperanza por El Cambio.

 

LA CAMPAÑA

En la campaña, como todas cargada de momentos curiosos, canciones y spots de diverso tipo, se han dado varias particularidades. Se ha vuelto a mostrar, una vez más, la enorme maquinaria de movilización y propaganda (en el buen sentido del término) del PSUV y sus aliados, dando unos ánimos muy necesarios en este momento de dificultad.

El candidato del PSUV y presidente saliente, Nicolás Maduro, junto a su esposa y Diego Armando Maradona en el cierre de campaña en Caracas.

Los candidatos opositores han logrado recoger apoyos de algunos representantes destacados de la MUD, por ejemplo el Chuo Torrealba hacia Falcon. Pero esto no ha evitado el previsible chaparrón de ataques desde los sectores que llaman a no participar, acusándolos de colaboracionistas por “legitimar el fraude”. Uno de los rumores más constantes y afilados ha sido acusar a Falcón de buscar un gobierno de concentración, siendo vicepresidente de Maduro, entre otros muchos.

Prueba de la singularidad de estos comicios ha sido que los candidatos chavistas no han atacado con la misma virulencia que otras veces a los candidatos opositores, lo cual a mi entender ha sido un grave error, ya que precisamente esto refuerza las tesis de los opositores más radicales.

Aparte de las vicisitudes de los candidatos, la mayor particularidad de estas elecciones es el protagonismo de los no candidatos. Los sectores que llaman a la abstención han estado constantemente presentes, atacando a los candidatos que daban el paso, llamando a no salir a la calle el día de las elecciones, trabajando para lograr una contestación internacional e, incluso, protagonizando un motín carcelario en Helicoide con algunos de sus más ilustres presos (Daniel Ceballos, Lorent Saleh).

Daniel Ceballos y Lorent Saleh en uno de los vídeos que han pasado desde el interior de la cárcel del Helicoide, donde se amotinaron esta semana junto a numerosos presos.

Y es que, más allá de las elecciones, el verdadero terreno de juego sobre el cual han puesto el foco estos grupos es el reconocimiento internacional de los comicios. En este sentido, diversos mandatarios y líderes políticos se han pronunciado: numerosos españoles, el presidente chileno Sebastián Piñeira, EEUU, el Parlamento Europeo… Pero la palma sin duda se la lleva el presidente colombiano Juan Manuel Santos, que ha acusado directamente al gobierno venezolano de llevar a miles de su país como falsos votantes e, incluso, de llevar toneladas de comida en mal estado como parte de la campaña electoral.

El presidente colombiano Juan Manuel Santos ha sido el más duro con las elecciones venezolanas, acusando al gobierno de pagar a ciudadanos colombianos para votar como venezolanos.

El PSUV es plenamente consciente de estos movimientos, como prueba su reciente campaña recabando apoyos internacionales. Además, se ha traído una notable comisión de observadores internacionales, entre los que sin duda ha destacado el ex-presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, quien no ha dudado en denunciar los prejuicios imperante a la hora de tratar el asunto venezolano, lo cual sin duda ha sido una gran sorpresa que enseguida a encendido a determinados sectores.

El ex-presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido un inesperado protagonismo, al acudir como observador y avalar las elecciones.

 

CONCLUSIÓN

Ya 1950 la URSS cometió el terrible error ausentarse en la votación clave de la ONU sobre Corea en protesta por el trato a la China maoísta, llevándose EEUU el gato al agua sin necesidad de sortear su veto. Y no hace falta irse tan lejos, algo similar ocurrió en las elecciones legislativas venezolanas de 2005, cuando la oposición se negó a presentarse, lo cual se tradujo en una participación del 25% y una absoluta mayoría chavista.

Parece que a la oposición venezolana que ha decidido abstenerse puede pasarle algo similar que a estos dos ejemplos, siempre y cuando les falle la carta insurreccional, la previsible elevada abstención y el apoyo internacional que han tratado de aglutinar. Tal y como se probó en las legislativas de 2015, la oposición unida, en este contexto de crisis económica brutal puede vencer ampliamente unas elecciones, pero han preferido tirarse al monte de la mano de los elementos más radicales, lo que puede facilitar una nueva victoria de un chavismo que, aun en horas bajas, sigue manteniendo un notable apoyo y capacidad organizativa.

Por todo ello, en mi opinión la oposición ha cometido un error garrafal, tanto porque habrían ganado las elecciones presentando un proyecto serio en las actuales condiciones, como porque el camino que están eligiendo muchos es un camino de ruptura que lleva a una polarización que conlleva sufrimiento y destrucción.

Hoy 20 de mayo son las elecciones presidenciales, pero el juego va mucho más allá de unos simples resultados electorales y el dato de la participación. La clave va a ser la reacción en los días siguientes, ya que la oposición más radical va a tratar de explotar el sólido apoyo exterior que ha recabado y el profundo descontento.

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