Introducción
Cabo Delgado es la provincia más septentrional de la República de Mozambique, haciendo frontera con Tanzania a través del río Rovuma. La provincia, de mayoría musulmana y rica en gas natural, ha sido históricamente una de las provincias más olvidadas de Mozambique (llegando a ser conocida en portugués como Cabo Esquecido, literalmente, “Cabo Olvidado”), distante unos 1700 kilómetros de la capital, Maputo. Escenario de combates durante la guerra de independencia del país y de la guerra civil que le sucedió, el 5 de octubre de 2017 comenzó a atraer las miradas no solo del resto del país, sino del mundo, cuando un ataque armado sacudió la zona. Desde entonces, el islamismo radical ha ido ganando posiciones hasta convertirse en una fuerza potente, por lo que el gobierno mozambiqueño se ha visto obligado a pedir ayuda internacional para combatirlos.
Los orígenes.
El ataque, producido por un grupo de hombres armados contra edificios del Estado, tuvo como objetivo la localidad de Mocímboa da Praia, desatando ciertos interrogantes respecto a la autoría. Inicialmente, se especuló con que había sido perpetrado por elementos disidentes de la RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña), grupo armado de tendencia derechista que luchó contra el gobernante y prosoviético FRELIMO
Sin embargo, tras ciertas investigaciones, se determinó que la autoría del ataque se debía achacar a un grupo islamista radical denominado Al-Shabaab. El grupo es denominado así por los civiles de la zona y por sus integrantes, pese a no tener lazos conocidos con la organización somalí homónima.
El ataque del 5 de octubre de 2017 dejó un saldo de 17 muertos y 14 yihadistas detenidos. A lo largo del otoño de ese año, se sucedieron las operaciones policiales y militares contra el grupo, incluyendo el cierre de mezquitas. Estas contestadas por los milicianos con ataques a aldeas y escaramuzas con los soldados mozambiqueños. A finales de año, un operativo militar mozambiqueño contra los yihadistas dejó un saldo de 50 muertos, incluyendo civiles.
La entrada de actores internacionales
Durante el invierno y la primavera de 2018 se sucedieron los ataques indiscriminados contra objetivos civiles por parte de los yihadistas, incluyendo decapitaciones, quemas de aldeas y ejecuciones públicas. El 21 de septiembre, el asalto a la aldea de Paqueue dejó 12 civiles muertos (dos de ellos quemados vivos) y 14 heridos, así como varias casas saqueadas y quemadas.
Ante el descontrol de la situación, el presidente de Mozambique, Filipe Nyussi, pidió ayuda a la comunidad internacional para aplacar el problema, ofreciéndose empresas de seguridad privada para luchar contra el yihadismo. Entre los ofrecimientos, destacaron los de la empresa norteamericana L6 y la rusa Wagner. Finalmente fue el contratista ruso el que fue desplegado a finales del verano de 2019. Tras unas victorias iniciales en cooperación con el Ejército mozambiqueño, la falta de costumbre al terreno y la orografía jugaron en contra de los mercenarios rusos, que, sumado a la falta de comunicaciones, sufrieron algunos reveses como la muerte de 7 contratistas en una emboscada.
La falta de resultados fue evidente especialmente a partir de la primavera de este año. El 23 de marzo, los yihadistas capturaron fugazmente la ciudad de Mocímboa da Praia, izando la bandera de la yihad, destruyendo edificios gubernamentales y retirándose ese mismo día. Apenas dos semanas después, masacraron a 52 aldeanos en Xitaxi al negarse a unirse al grupo, lo que motivó operaciones de respuesta por parte del Ejército mozambiqueño, con combates especialmente duros en las islas Quirimbas. En abril, por primera vez el Ejecutivo mozambiqueño admitió la presencia del Estado Islámico (EI) en territorio nacional. Las fuerzas especiales sudafricanas se desplegaron a finales de mayo para recuperar la ciudad de Maconia, capturada por los rebeldes. Para julio, el saldo de víctimas era de más de 1400 muertos desde 2017.
Pese a la ayuda internacional, los ataques yihadistas en Mozambique, lejos de aplacarse, han continuado e incluso crecido. Mocímboa da Praia ha sido capturada dos veces este verano por los yihadistas a la vez que han proseguido los ataques a empleados y objetivos de empresas energéticas en la región, que cuenta con importantes yacimientos gasísticos y petrolíferos, uno de los motivos por los que varios países se han interesado en el conflicto de una región históricamente olvidada de Mozambique.
Por su parte, Japón ha enviado fondos para ayudar a los desplazados por los combates, mientras que la Unión Europea ha mostrado su apoyo al gobierno mozambiqueño, con logística y adiestramiento para las Fuerzas Armadas mozambiqueñas.
¿Quiénes son los yihadistas de Cabo Delgado?
El grupo que atacó las instituciones mozambiqueñas se creó en 2015, primero como grupo religioso, pasando dos años más tarde a constituirse como grupo armado. Denominado inicialmente como Ahlu Sunnah Wal-Jamâa (“Adeptos de la Tradición del Profeta y la Congregación”). Integrado por jóvenes de Mocímboa da Praia, se conoce que sus líderes poseían vínculos con elementos religiosos radicales en la vecina Tanzania, Kenia, Somalia y los Grandes Lagos. Se especula también con que elementos del grupo tenían relación con religiosos radicales de Oriente Medio y el Norte de África, habiendo estudiado en monarquías del Golfo Pérsico, donde supuestamente se radicalizaron y entraron en las corrientes salafista y wahabbita.
Según una investigación llevada a cabo por el Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE) de Maputo, los integrantes de este nuevo grupo religioso radical consideraban que el islam enseñado y practicado en esta región mozambiqueña era un islam “desviado”. Una vez formado su grupo religioso y radicalizado sus posturas gracias a su educación en Oriente Medio y el Norte de África, comenzaron a diferenciarse del resto de la población usando indumentarias propias: turbantes blancos, cabezas rapadas y barbas pobladas, armas blancas a la vista, rechazo a las autoridades estatales, obligatoriedad para las mujeres de los integrantes del grupo de cubrir todo su cuerpo con el burka, asistencia únicamente a las Escuelas Coránicas (madrasas) creadas por ellos, y asistencias a las enseñanzas por medio de vídeos del clérigo keniata radical Aboud Rogo, acusado de financiar al grupo somalí Al-Shabaab. La tensión con el resto de la población local fue creciendo, hasta el punto de que este nuevo grupo religioso fue expulsado de las mezquitas locales, por lo que comenzaron a reunirse en un edificio en construcción para utilizarlo como mezquita.
Todo esto sucedió ante la indiferencia de las autoridades locales: mientras que en los distritos de Chiúre y Montepuez las autoridades actuaron con contundencia (obligando a los miembros de este grupo a marcharse), en Mocímboa da Praia y Macomia. Las autoridades locales se desentendieron, arguyendo que eran problemas internos de las mezquitas y que, por tanto, habían de resolverse entre los líderes locales.
Los miembros de este grupo religioso eran inicialmente, en su mayoría, de clases sociales desfavorecidas y sin educación, financiados y liderados por comerciantes y hombres de negocios locales.
Inicialmente, el reclutamiento se realizó bajo promesas monetarias, de empleo y de estudios en el extranjero, realizando su captación por medio de lazos familiares y de amistad, en madrasas, mercados y locales comunitarios. Al parecer, incluso militantes radicales procedentes de Kenia, Tanzania y Somalia llegaron a Mocímboa da Praia y fueron casados con mujeres mozambiqueñas, recibiendo así protección y alojamiento de sus nuevos suegros. Otros métodos utilizados para el reclutamiento fue la difusión de vídeos y mensajes radicales por redes sociales. Gracias a este vehículo, los nuevos reclutas pudieron hacerse eco de las doctrinas radicales de Rogo.
Estos métodos resultaron ser exitosos, y en poco tiempo pasaron de ser un grupo de unas 50 personas a formar una auténtica milicia de alrededor de 300 personas.
Además de ello, otros factores importantes que ayudaron al surgimiento de este grupo fueron:
- La debilidad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de Mozambique. El Ejército y la Policía se encuentran en una situación de enorme precariedad, faltos de equipamiento e incluso de alimentos y material sanitario y bajos de moral ante los continuos ataques islamistas. Según la investigación del IESE, soldados y policías se encuentran descontentos con el Gobierno central y con los oficiales, a los que acusan de corrupción y de apropiación de sus alimentos y salarios.
- La ausencia del Estado. Cabo Delgado es la región más remota y alejada de la capital Maputo. Históricamente una región olvidada, en Mozambique es conocida como Cabo Esquecido (Cabo Olvidado). La falta de inversiones y de ayuda del Estado en esta región ha permitido que los niveles de desempleo y pobreza, así como la falta de educación, abonen el terreno para la implantación de estos grupos radicales. A ello hay que sumarle que en el pasado fue base de operaciones del RENAMO, lo que explica el desdén de las autoridades del FRELIMO hacia esta región.
- La llegada de elementos extranjeros. Decenas de jóvenes provenientes de Somalia, Kenia, Tanzania o Uganda llegaron a Mocímboa da Praia para integrarse en el grupo, algunos con pasado criminal y/o con experiencia en la yihad, lo que otorgó mayor vigor al grupo.
- Pobreza, desempleo y falta de escolaridad. Más de la mitad de la población en Mocímboa da Praia vive por debajo del umbral de la pobreza. La falta de oportunidades, la economía destrozada, la poca cualificación de la población activa han sido ingredientes principales para la creación de una situación de miseria y necesidad que han ayudado a que la yihad atraiga a jóvenes descontentos y sin futuro.
La presencia de reservas de gas y petróleo levantó expectativas en la población local, dedicada en su mayoría a actividades pesqueras y a comercio informal. Sin embargo, con el paso de los años, su situación social y económica continúa estancada, lo que ha favorecido que las proclamas radicales islamistas hayan calado entre los más desfavorecidos. A ello hay que sumarle las fronteras débiles y porosas, que no solo ha permitido la penetración tanto de ideas como de combatientes yihadistas: el grupo ha logrado financiación con el contrabando ilegal de maderas, carbón y piedras preciosas, obteniendo de ahí substanciosos fondos para la compra de material. La tardía reacción gubernamental sobre el problema en sus inicios fue también un importante factor a la hora de permitir el ascenso del grupo.
La presencia de recursos energéticos en la región ha atraído las miradas de otros actores internacionales, lo que otorga una mayor dimensión internacional al conflicto. Sin embargo, pese a las expectativas generadas por la presencia de mercenarios rusos primero, y de combatientes sudafricanos después, los resultados obtenidos no han sido los esperados, y los yihadistas continúan apostados en las zonas boscosas de la región. Y situados entre todos estos intervinientes, la población civil, víctima principal de todos los conflictos.
Por José Ignacio Contreras Valcárcel
-Fuentes
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-Naranjo, José: “Mozambique: de jóvenes sin futuro a movimiento yihadista”. El País. 22 de abril de 2020. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2020-04-21/mozambique-de-jovenes-sin-futuro-a-movimiento-yihadista.html
-Carlos, Romeu: “UE vai apoiar Moçambique no combate ao terrorismo”. O País. 9 de octubre de 2020. Recuperado de http://opais.sapo.mz/ue-vai-apoiar-mocambique-no-combate-ao-terrorismo
-O País: “Japão apoia deslocados em Cabo Delgado com 4.200.000 dólares”. O País. 9 de octubre de 2020. Recuperado de http://opais.sapo.mz/japao-apoia-deslocados-em-cabo-delgado-com-4200000-dolares-
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