La candidatura peronista Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner se impone a Macri en primera vuelta con más de un 48% de los votos frente a un 40% del presidente saliente.
No será necesaria una segunda vuelta ya que el reglamento electoral otorga la victoria automática al candidato que supere en primera vuelta el 45% de los votos.
El kirchnerismo gobernará de nuevo Argentina tras cuatro años de mandato derechista. Pese a que su derrota era esperada, Mauricio Macri consiguió reducir en casi 10 puntos la diferencia con Alberto Fernández, quien en las primarias de agosto quedó un 17% por encima de su competidor y al que la mayoría de barómetros le ponían por encima del 50%.
La polarización que vive el país se ha reflejado en una campaña bronca, más destructiva que propositiva, y que desde el primer momento fue un mano a mano Macri-Fernández, desplazando al resto de candidatos a un tercer o cuarto plano del que no han podido salir. La participación se mantiene con respecto a 2015 con un altísimo 80.87% de votantes.
El triunfo peronista, ya reconocido por el actual gobierno, llega con menos fuerza de la esperada. En buena medida, por una agresiva campaña electoral donde Macri utilizó la corrupción como ariete contra el peronismo para intentar conseguir una segunda vuelta, a la que le han faltado algo más de 3 puntos para hacerse realidad. Con gran paralelismo histórico, el peronismo llega al poder en plena crisis económica, pero con gran optimismo entre sus votantes, como ya pasase en el 2003.
Las elecciones también dejan otros titulares como la victoria oficialista en la alcaldía de la Ciudad de Buenos Aires, donde Horacio Rodríguez Larreta ha sido reelecto con el 55% de los votos. Como contra parte, la provincia de Buenos Aires, que aglutina al 40% de la población argentina, ha sido para el candidato peronista del Frente de Todos, Axel Kicillof, que obtuvo el 52% de los votos imponiéndose a la candidata de Macri, María Eugenia Vidal, con más de 14 puntos de diferencia.
La división política se replica en las cámaras del país. La bancada mayoritaria en el Congreso será del oficialismo Juntos por el Cambio, con 119 legisladores frente a 108 del Frente de Todos de Alberto Fernández. Por el contrario, el Senado tendrá 39 kirchneristas frente a los 28 de Macri, lo que otorga el control de la Cámara Alta al peronismo.
Cuatro convulsos años en el poder
La llegada a la Casa Rosada del empresario tandilense en 2015, por un estrechísimo 51/48% en segunda vuelta, dejó noqueado a un peronismo dividido y acosado por la corrupción. Era el inicio de un cambio radical en la política argentina.
Durante su mandato se ha multiplicado la conflictividad con los mapuches en el sur del país, especialmente en las provincias Neuquén y Río Negro, territorios reclamados ancestralmente por esta comunidad y que en gran parte pertenecen a varios magnates del país. Las protestas, que se han mantenido durante sus cuatro años de gobierno, llegaron al cénit con la desaparición de Santiago Maldonado y el asesinato Rafael Nahuel a manos del ejército. La dureza empleada por las Fuerzas Armadas pasó factura a Macri quien fue denunciado por varios organismos por uso desproporcionado de la fuerza.
También, a inicios de su presidencia saltó la polémica tras la creación del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), que decretó el cierre de decenas de medios comunitarios y críticos con el gobierno. Varios periodistas denunciaron haber sido hackeados por el gobierno, hechos probados en posteriores informes, e incluso el ejército incautó material de radios y periódicos.
En materia laboral el recorte de plantilla pública promovido por el gobierno desató una crisis al quedar sin empleo entre enero y febrero de 2016 más de 100.000 personas, lo que aumentó en un 0,5% la tasa de desempleo. Desde entonces, el gobierno se ha enfrentado a varios paros, tanto generales como sectoriales por su política de recorte del gasto público, destacando el paro educativo que se manifestó por última vez en septiembre de este año.
La liberalización de los precios en sus primeros días de gobierno disparó la compra de productos básicos. En dos semanas el aceite aumentó un 51% su precio, la harina 110%, el pollo 9 %, los fideos 78% y un 50% la carne. Esta decisión de acabar con el subsidio a alimentos y transportes establecido por el kirchnerismo desató protestas en todo el país.
La economía, el gran lastre de Macri
Macri fue bien recibido por los organismos internacionales, esperando que abandonase la política económica peronista (2003-2015) que llevó al impago de la deuda y posterior corralito, lo que lastró las relaciones con el FMI y otros grandes bancos de la región.
La situación heredada de Cristina Fernández en 2015 era un 27% de inflación, para finales de este año, se espera que la cifra llegue al 57,3% respecto al año anterior. Este deja a Argentina como el tercer país del mundo con más inflación según el FMI. Por su parte, el crecimiento del PIB que en 2015 fue del 2,7% según las mismas previsiones este año es de un -3,1%.
El desempleo supera el 10,1% en el segundo trimestre del 2019, una de las tasas más altas de la región. El mercado laboral se encuentra altamente precarizado tal y como denuncian los sindicatos, lo que explica el aumento de la conflictividad laboral durante este mandato. Por último, casi la mitad del empleo del país depende de las políticas activas estatales, este alto porcentaje hace que las políticas de recorte del gasto público sean sufridas por un gran número de trabajadores.
Con este contexto, en mayo de 2018, con una fuerte subida del precio del dólar y de los tipos de interés en estadounidenses, muchos inversores extranjeros decidieron sacar su dinero de Argentina. Esto provocó una crisis de crédito para el gobierno argentino, fue entonces cuando Macri decidió recurrir al FMI alcanzando un acuerdo para el préstamo de 50.000 millones de dólares, a cambio de una serie de recortes económicos. Esta medida supuso el punto álgido de la movilización anti-Macri con multitudinarias manifestaciones que dejaban al presidente en mínimos de popularidad. Pese a los intentos del ejecutivo para justificar el acuerdo, la decisión ha pasado factura en las últimas elecciones.
Según datos oficiales de la actual administración, Argentina se encuentra en recesión oficial desde septiembre de 2018 tras acumular dos trimestres consecutivos de contracción del PIB y la pobreza supera ya el 35% y la indigencia ronda 10%.
La economía se ha convertido en el factor clave de estas elecciones, baza utilizada por el peronismo para exigir “que no paguen la deuda los de siempre”, valiéndose además del gran rechazo que suscita el FMI entre la sociedad argentina.
Cristina Fernández y la unidad peronista
Junto a la crisis económica, el triunfo Alberto Fernández se explica en gran parte por la unidad del peronismo, resumida en la máxima “Con Cristina no alcanza y sin ella no se puede” como señalaban los analistas. La líder política genera gran polarización entre los votantes, lo que hace que pese a tener amplios sectores de apoyo incondicional, existe un gran número de personas que nunca votarían a la expresidenta.
El liderazgo indiscutible del peronismo ha sido ostentado, desde la muerte de Néstor Kirchner, por su mujer Cristina Fernández de Kirchner (CFK como la conocen en Argentina). Quien ostentó la presidencia entre 2007 y 2015, ocho años que vieron el esplendor y la decadencia del movimiento peronista. Acosada por la corrupción, CFK se encuentra involucrada en 13 causas judiciales distintas, Cristina optó por no presentarse a su tercer mandato en las presidenciales de 2015, designando candidato al que fuese su vicepresidente (un líder sin perfil político propio y dependiente de ella). El peronismo, dividido y con tensiones internas, perdió el poder en aquella cita electoral, estos cuatro años le han servido para reconstruir la unidad interna.
Ella misma contaba con la llave de la unidad peronista, ya que era el elemento que dividía a ciertos sectores; con su paso atrás presentándose a la vicepresidencia (y no a la presidencia como todo el mundo especulaba) garantizó la unidad de la candidatura. Este hecho se evidencia en su tándem con Alberto Fernández, quien abandonó el gobierno de CFK por disensiones internas y quien el 10 de diciembre gobernará el país con ella como vicepresidenta.
Cambio en el marco internacional
La presidencia de Macri supuso un cambio en casi todas las esferas de poder, pero especialmente en el campo internacional. La alianza del kirchnerismo con otros gobiernos progresistas de la región como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia o Brasil se rompió bruscamente y desde 2015 el gobierno argentino se ha posicionado junto a EEUU en la OEA en el plano internacional. Algo que cambiará sustancialmente con el nuevo mandatario.
Estas diferencias se han evidenciado durante la propia campaña electoral, cuando la crisis en Bolivia por los resultados electorales diferenció claramente a ambos candidatos. Macri se posicionó junto a la OEA y aún no ha reconocido el gobierno de Evo, mientras que Fernández ha felicitado públicamente
La política contra Venezuela ha sido uno de los puntos fuertes del gobierno de Macri, miembro fundador del Grupo de Lima y muy hostil hacia el gobierno de Maduro. El ejecutivo reconoció desde el primer momento a Guaidó como Presidente, llegando a romper relaciones con el gobierno bolivariano y dando representación plena a la embajadora de Guaidó en Buenos Aires. Alberto Fernández ya ha anunciado un cambio de rumbo en sus relaciones con el país.
El nuevo gobierno retomará también las relaciones con China y Rusia, cuyas exportaciones y relaciones comerciales sufrieron un retroceso con la derrota kirchnerista de 2015, por el contrario, Macri encontró en Trump un aliado preferente.
Brasil representa un caso especial, al ser un importantísimo socio comercial como gigante del continente, al respecto, el nuevo presidente no ha mostrado grandes críticas a Bolsonaro pero si ha pedido la libertad para Lula de Silva. Caso similar ocurre con Palestina, cuya lucha fue puesta en valor durante los gobierno de Néstor y Cristina, pero que en estos 4 años de Macri se ha revertido estrechándose las relaciones con Israel.
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