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Xavier Aldekoa: “En 20 años por África no había llegado a unos límites tan extremos como en mi viaje por el río Congo”

El periodista Xavier Aldekoa en su viaje por Congo para escribir el libro "Quijote en el Congo".
El periodista Xavier Aldekoa en su viaje por Congo para escribir el libro “Quijote en el Congo”. Fuente: Instagram de Aldekoa (xaldekoa)

Xavier Aldekoa es un periodista español especializado en África desde hace más de 20 años. Escribe en medios como La Vanguardia y es cofundador de la Revista 5W. Con sus numerosos libros nos hemos podido acercar al continente africano, su gente y sus vidas. Este año ha publicado “Quijote en el Congo” en el que navega uno de los ríos más importantes y desconocidos del continente africano.

– [Pregunta]: Navegar los 4.700 kilómetros del río Congo ha tenido que ser todo un reto no solo por la extensión, sino también porque hay muchas zonas controladas por grupos armados y muchas veces se desconoce lo que hay en ese terreno. ¿Cómo ha sido gestionar un viaje de este calibre?

[Xavier Aldekoa]: Una vez en el terreno el viaje me ha llevado al límite. En 20 años por África no había llegado a esos límites tan extremos a todos los niveles: físico, mental y demás. Pero es verdad que a nivel logístico fue también un reto, una montaña, porque estuve muchos años. Era un proyecto que tenía en la cabeza desde hace mucho tiempo, pero después logísticamente [tener que] encontrar los mapas, que los encontré… bueno, eran de aviación de Bélgica, intentar saber cómo podía moverme en las zonas controladas por rebeldes, zonas que hablaba con amigos congoleses que me decían que no tenían ni idea como hacerlo… Sobre todo los 2.000 primeros kilómetros es una zona que no está demasiado trillada, entonces era complicado saber cómo poder avanzar. Y de hecho es la única cobertura, el único proyecto en el que me he tenido que entrenar físicamente porque sabía que iba a ser complicado, pero a la vez todo ese coste ha significado una satisfacción muy grande cuando lo he acabado.

– [P]: Tu jefe de La Vanguardia te decía “que no hubiese que ir a buscarte”.

[XA]: Yo avisé a Jordi Juan porque le pedí sitio para poner el mapa. Era un mapa enorme de cuatro metros que no me cabía en casa y le dije que me dejase ponerlo en la redacción, en alguna sala. Cuando lo estábamos colgando me dijo “pero ¿cuánto tiempo vas a estar?” y le dije “no sé. entre dos, cinco o seis meses” y me dijo “solo te voy a poner una condición, y es que no tengamos que ir a buscarte”. Pero yo creo que en un momento en el que los medios de comunicación tienen problemas económicos para pagar coberturas y demás, es muy importante tener jefes así, que por lo menos te dan ese tiempo, que te permiten y creen en ese periodismo a pesar de las dificultades, que de alguna manera los directores también lo sufren. Seguramente a ellos les gustaría enviarnos a cualquier lado como se hacía antes, pero como ahora no es posible al menos no pone obstáculos y eso tiene un valor importante.

– [P]: También el peligro que puede ser para la gente sobre el terreno, ya que hemos podido ver periodistas españoles asesinados en Burkina Faso en estos últimos años. Es una cuestión dura el peligro que supone.

[XA]: Sí, es verdad que intentas minimizarlo, te preparas para que los peligros sean menos y menos habituales pero es verdad que atravesando un río así hay momentos en los que no controlas absolutamente todo, pero desde zonas controladas por rebeldes a un posible accidente en una de esas barcazas destartaladas o una tormenta que da miedo, que da pavor. Pero es intentar minimizar todo lo posible ese miedo y sobre todo que la historia que haya detrás valga de alguna manera ese riesgo para al menos dar ese paso adelante para contarlo.

– [P]: Otro peligro era que te confundieran con un brujo y me llamó mucho la atención lo arraigada que está la magia entre la población.

[XA]: Además no solo está arraigado en zonas rurales y apartadas. Mira, Japhet, uno de los chicos que me acompañó y de hecho fue el que me sacó del apuro cuando pensaron que era un brujo porque estaba leyendo El Quijote, ha estado muy enfermo estas últimas semanas, mucho, prácticamente se muere. Le trasladaron a tres hospitales probablemente por una infección que no sabían bien qué era. Bueno, pues él estaba convencido de que le habían hecho magia negra, ¡y él es ingeniero! Su padre, que es un coronel, voló desde Mbandaka para cuidarle y le llevó una poción, un antídoto para esa magia negra. Así que te das cuenta de lo arraigado que está, no solo en una aldea pequeña donde creen esas cosas, sino que en muchos sitios forma parte también de la realidad. Hasta donde no llega el conocimiento o la ciencia, en esos momentos aparece la magia y lo extraespiritual.

– [P]: Una cosa que me ha gustado mucho de este libro es que no se narra como una intrépida aventura, sino que se ven momentos en los que parece que no puedes más ¿de estas dificultades, cuál destacarías?

[XA]: Era una de las preocupaciones más grandes que tenía al empezar tanto el proyecto como el libro. Yo no me quería poner delante, es verdad que es una narración que hago yo, pero eso es una excusa para hacer mejores preguntas, para coger de la mano al lector e ir a conocer a gente que es extraordinaria para escucharles y que les escuchen conmigo. Y por eso también desde el inicio tenía una preocupación importante y en eso me ayudó un amigo congolés, que me dijo que para conocer Congo tenía que hablar con sus ancianos, con sus artistas y con sus intelectuales, y eso creo que para mí era primordial porque si no me habría quedado en un proyecto de ombligo, de contar mi aventura, mis grandes peligros y a mí eso no me interesaba.

Yo quería explicar una región que es extraordinaria, que es diversa y que es genial. Luego, salir indemne de un viaje así es imposible, pasas situaciones complicadas porque los congoleses viven esas situaciones. Yo no viví ninguna situación extrapeligrosa. Cuando pasaba una zona controlada por rebeldes es la misma zona que tienen que atravesar los congoleños que viven allí y tienen que pasar controles en los que hay chavales con kalashnikov, con sandalias y ropas desarrapadas. Cuando subía a una barcaza hecha trizas y en cualquier momento esos tornillos oxidados podían reventar y podía haber un naufragio, es exactamente lo que viven los congoleses. Con las tormentas es lo mismo, de hecho yo era el único que llevaba chaleco salvavidas. Era un intento de explicar la realidad del terreno, cómo se vive allí, pero sobre todo no ponerme delante y no ondear una bandera de aventura. Eso no me interesaba para nada, me habría sabido mal que fuera así.

– [P]: Te fuiste con veintipocos años a África y desde entonces no has parado ¿cómo has visto que toda tu experiencia previa ha servido para este viaje?

[XA]: Me fui a Mali con 20 años. Creo que sobre todo en gestionar el error. Es un viaje en el que cometes muchos errores, en el que constantemente estás tomando decisiones y una decisión equivocada te hace perder tiempo y te agota. Pero gestionar el error, saber que forma parte del viaje, convivir con él de una manera natural te permite conservar la energía suficiente para seguir adelante. Y eso creo que es producto de la experiencia porque al principio, cuando yo llegué a África, tenía ansia de acertar y si no acertaba me frustraba, me agotaba en esa frustración a causa del error. Convivir con el error creo que forma parte de la experiencia. 

Y luego, escuchar. Porque yo digo que no podría haber hecho este viaje si no llevase veinte años, pero porque era muy consciente de que iba a necesitar escuchar a la gente del terreno que sabía lo que estaba pasando. Te pongo un ejemplo muy sencillo: cuando me advirtieron que me podían confundir con un chino estaba en un momento en el que la barcaza paró y un montón de gente salió a ver al blanco ya que era un lugar apartado y en esa zona era algo espectacular. Yo lo veía con simpatía, iba saludando a la gente… Estábamos preparándonos para desembarcar y hubo un momento en el que el capitán me dijo “aquí no vamos a quedarnos, vamos a recoger y nos vamos a ir a otro sitio”. Yo le pregunté por qué y me dijo “¿ves a esos tres chicos que hay debajo del árbol? esos chicos no tienen buenas intenciones”. Yo todavía no sé qué vio David en esos tres chicos. Yo no vi nada diferente a los otros tres chicos que estaban en otro lado o los niños que estaban delante, o las mujeres que estaban detrás, pero esa mirada es la que es clave para hacer un viaje así. Esa mirada no tiene nada que ver con traducir, no es traducir palabras.

Un amigo en Tolosa me contó una historia similar. En la época dura de ETA cuando estaban en un bar y entraba alguien y pedía un Larios con Kas Naranja sabían que era policía. Es traducir una realidad a partir de algo que no se puede leer si no eres de allí. Él sabía que alguien que pedía eso y no lo conocían era policía ya que nadie en el pueblo pedía eso, era una bebida que se pedía en Madrid. Cuando yo contaba esto en Euskadi la gente decía “bueno, claro”. Es algo similar a lo que hizo David, no sé lo que vio pero él tenía claro que nos teníamos que ir. La experiencia te permite entender que no puedes hacer este tipo de viaje solo, que necesitas escuchar a la gente que te acompaña o a lo mejor a gente que está a tu lado y que te despierta confianza, pero te explica algo que dices “este ha sabido ver algo que yo no he sabido ver” . Convivir con el error y saber escuchar o entender que tienes que escuchar es lo que hay detrás de la experiencia.

– [P]: Comentas que este viaje no podrías haberlo hecho solo y hablas numerosas veces de la gente que te ha ayudado, pero a su vez el Congo está marcado por muchas y profundas cicatrices en las que agentes externos han sido los grandes protagonistas, como son el tráfico de esclavos, el expolio de recursos… ¿cómo ves las relaciones entre la población congoleña con respecto a los occidentales?

[XA]: A mi sorprende que no tengan más rencor. Me parece extraordinario que sea un pueblo que no tenga una rabia infinita hacia el extranjero, sea árabe, sea europeo, sea estadounidense o sea chino. Que todo el mundo que ha venido de fuera les haya provocado sufrimiento. Nos podemos ir a siglos atrás pero desde el rey Leopoldo es una constante desde los esclavos hasta el marfil de las teclas de los pianos, después el caucho de los neumáticos, después el bronce para las balas de las guerras mundiales, el uranio de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Es una cadena de abuso, también con el oro, los diamantes, el coltán de los móviles, el cobalto de los coches eléctricos, que llega hasta nuestros días. Es un país extremadamente rico en el que sus ciudadanos tendrían que vivir bien. Que cuando llegan agentes extranjeros, personas extranjeras, no les tengan una rabia infinita me parece de una generosidad extraña. En muchos momentos me ayudaban, me empujaban hacia delante, es verdad que yo no tengo implicación con ese expolio directo, pero sí soy del otro bando, del bando de fuera que les ha provocado sufrimiento. Así que yo creo que es un pueblo muy generoso. Ha sufrido mucho y tiene esas cicatrices que lamentablemente les hemos provocado desde fuera y también desde dentro ya que hay unos políticos y unas élites corruptas. Pero yo creo que, en general, si tenemos en cuenta todo ese sufrimiento, me trataron de fábula.

Xavier Aldekoa en Níger en 2019
Xavier Aldekoa en Níger en 2019. Fuente: Pau Coll y Júlia Badenes – bajo CC BY-SA 4.0

– [P]: La selva congoleña es la segunda mayor región tropical del mundo y se está deforestando a gran velocidad. En los medios de comunicación se ve constantemente la preocupación por el cambio climático, el medioambiente, pero apenas se habla de esta deforestación, ¿cómo fue ver eso en primera persona?

[XA]: Lo más frustrante es que de vez en cuando escuchamos que ha habido asesinatos de personas que defienden el medioambiente en Latinoamérica, nadie que nos esté leyendo sería capaz de decir un congoleño al que han sacado de en medio por defender el medioambiente. Y están defendiendo nuestro planeta, no están defendiendo su Congo porque al final es el segundo pulmón verde del planeta. Son gente que se está enfrentando a grandes multinacionales sin protección y que además lo más duro es que saben que si les hacen algo nadie se va a enterar. Nadie les va a proteger porque la impunidad es total así que creo que la defensa del ecosistema debería ser una tarea compartida de todos, porque si no les estamos dejando solos y eso es criminal porque es gente que está peleando contra Goliats.

– [P]: El Congo tiene multitud de recursos estratégicos y hay una competición entre Estados Unidos y China por los mismos ¿qué lectura haces del papel de África en este nuevo escenario de competición?

[XA]: Yo creo que África se ha cansado de Europa, esa relación injusta, con raíces coloniales, con falta de respeto, la estamos viendo no solo en Congo sino en varios países africanos, desde Mali y Burkina Faso que son los más descarados, donde la animadversión contra Francia no solo crece sino que también está dirigida por intereses rusos. También hemos visto gestos en Namibia donde el presidente se ha cansado y le ha rectificado en directo a un cónsul alemán que protestaba que había demasiados chinos. Esa sensación de que Europa no ha sido consciente de que partía de una ventaja que es tener lazos históricos y de lengua con un territorio y los ha desaprovechado por avaricia, por codicia. Ahora África mira hacia el otro lado y donde antes no había nadie ahora está China, Rusia o Brasil que están dispuestos a hacer negocios. No digo que sean justos, no digo que vayan a ser negocios equilibrados, pero sí que hay alguien más al otro lado de la mesa.

Lamentablemente no sé si eso va a significar una mejora para la vida de los africanos en general ya que muchas veces las élites lo que quieren es el beneficio propio, así que pueden hacer negocios con gente que no tenga ningún problema. Pero creo que Europa y en general occidente debería estar preocupada por el avance de Rusia en Burkina Faso, Mali y República Centroafricana, el avance de China en otros lugares a nivel económico. Creo que no es una buena noticia para el futuro de Europa a todos los niveles: a nivel de seguridad, a nivel cultural, a nivel económico tampoco.

– [P]: También se ha podido ver en la guerra de Ucrania cómo han sido las votaciones en el Consejo General y se ha podido ver cierto paternalismo blanco que decía que África no entendía la situación o que no había Estado. Si son problemas de Europa, tiene que estar todo el mundo, pero si son de África, los occidentales tardamos nada en escondernos, así que es como que tiene que reformular sus políticas.

[XA]: Bueno, es una superioridad moral que es indignante, es obscena, se les obliga a opinar de una manera concreta a los africanos cuando nosotros no hemos estado a la altura en momentos muy duros en África. Pienso en Ruanda, cuando hubo uno de los peores genocidios del mundo en 1994 y Francia la primera, pero toda Europa se puso de lado, dejó que ocurriera. ¿Y ahora vamos a darles lecciones de moral? Y podríamos seguir con varias cosas, en Libia, en Burkina, cuando ahora ha habido problemas se ha actuado por un interés geoestratégico. Pues es lo mismo que hacen los africanos, pero no creo que no hayan apoyado a Europa en Ucrania en general, porque ha sido más abstenerse por una cuestión estratégica. No tienen por qué decantarse, porque recordemos que Rusia y China son potencias que están entrando en el continente. Pero no solo ahora, no olvidemos que la Unión Soviética ayudó a muchos movimientos liberadores africanos.

– [P]: Este proyecto ha supuesto una cantidad importante de recursos y de tiempo ¿cómo ves el periodismo sobre África en España en la actualidad y las posibles vías de futuro?

[XA]: Creo que el periodismo internacional y el periodismo desde el terreno y de reporterismo no viven su mejor momento, pero no estoy descubriendo nada a la gente. Cada vez se hacen menos viajes, menos largos y cuesta más, y en esta ecuación normalmente África siempre pierde, es el primero en recibir recortes. Por otro lado, veo a gente con mucha pasión por contar el continente. Hay algunos veteranos como Pepe Naranjo o como yo, que ya empezamos a peinar canas, pero hay también gente más joven: Pablo Moragas, está María Rodríguez, está Alfonso Mas Oliver, y hay gente que la ves y dices “yo te veo con muchas ganas de contar el continente pese a todo, contra todo…” y eso también es emocionante, ver que hay periodistas, reporteros que siguen queriendo mucho al oficio, o tú misma también, y que tienen ganas de contar ese continente.

Así que lo veo complicado porque los medios cada vez son menores, pero veo mucha gente intentando abrir ventanas para que entre luz, entonces ojalá esto sea cíclico y dentro de unos años vuelva a ser sexy llevar el periódico debajo del brazo, como lo fue cuando empezó la democracia. Cuando murió Franco hubo un momento en el que llevar un periódico bajo el brazo era una manera de presentarse ante el mundo, es decir, yo quiero estar informado, quiero tener una opinión, tengo ansias de pensar sobre el mundo. Por eso llevar El Pais o llevar otros periódicos en el brazo era sexy y espero que vuelva a ser así y que algún día digamos “hostias, es que cada vez estoy… (y eso es algo que repetimos todos), cada vez leo menos, cada vez estoy menos informado…” y creo que a lo mejor, ojalá, haya un rebote de eso y volvamos a ver a gente con periódicos.

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