
Calificada por muchos como el “proyecto del siglo”, la Nueva Ruta de la Seda (BRI) se ha convertido en uno de los pilares centrales de la política exterior de China. La iniciativa, anunciada en 2013 por Xi Jinping durante su visita oficial a Kazajistán, se fundamenta especialmente en impulsar la conectividad entre el gigante asiático y el resto del mundo facilitando los flujos comerciales y mejorando las redes de infraestructuras globales. Sus implicaciones son descomunales: hasta la fecha cuenta con la participación de 147 países y el desembolso realizado es de más de 900.000 millones de dólares en ductos, puertos, aeropuertos, carreteras, líneas ferroviarias, cables de fibra óptica o centrales térmicas, entre otros muchos proyectos.
Si bien Pekín asegura que no persigue objetivos geoeconómicos o geoestratégicos, la Nueva Ruta de la Seda le ha permitido aumentar notablemente su influencia en el sistema internacional en un contexto marcado por la competición sistémica con Estados Unidos. En definitiva, es una prueba más de que el poder económico conduce inevitablemente al poder político. Detrás del discurso cooperativo que caracteriza al oficialismo, China busca satisfacer unos intereses propios que le ayuden a materializar el “sueño chino”, entendido como la conversión del país en una gran potencia global, con una sociedad acomodada y una economía innovadora y puntera tecnológicamente.
La Nueva Ruta de la Seda, no obstante, se enfrenta múltiples problemas y desafíos. Muchos de los proyectos sufren retrasos, cancelaciones, renegociaciones, criticas de la opinión pública o una férrea oposición por parte de algunos Estados involucrados. En Pakistán, uno de los países con mayor presencia de la BRI, el Frente de Liberación Baluche –un grupo paramilitar que opera en el suroeste del país– envió una carta al embajador chino Yao Jing advirtiendo que los nacionales chinos pasarían a ser “objetivos legítimos” y exigiendo la retirada de Pekín de la región al considerar que no tiene el beneplácito de la población local. En Sri Lanka se produjeron protestas violentas cuando el gobierno arrendó el puerto de Hambantota a China Merchants Port Holdings por un periodo de 99 años a cambio de 1.100 millones de dólares. En Malasia, el ex primer ministro Mahathir Mohamad calificó la BRI como una “nueva versión de colonialismo” y obligó a un contratista chino a reducir en casi un 50% el precio del ferrocarril East Coast Rail Link. Y así, un largo etcétera.
Pese a su indudable trascendencia, el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda continúa siendo relativamente desconocido entre el público general, en parte debido a la desinformación existente, que sobredimensiona sus beneficios o magnifica sus inconvenientes. Precisamente por ello, el objetivo de este seminario reside en analizar la Iniciativa desde diferentes ángulos para poder entender integralmente sus aspectos más importantes y conseguir la capacidad de englobarla en un contexto mucho más amplio en el que China busca consolidarse como una gran potencia.
¿Qué obtendrás? Podrás ver los vídeos de todas las sesiones cuando desees, ya que tendrás acceso a las grabaciones en la página web –clicando en “ver sesión”–. También podrás descargar un informe de más de 40 páginas que hemos elaborado con las principales ideas analizadas –incluye un listado bibliográfico que te permitirá profundizar tus conocimientos sobre el tema–, así como las presentaciones utilizadas para acompañar los directos.
¿Te animas?