La caída de la Unión Soviética supuso el síntoma del fin de una era, pero al mismo tiempo dio el pistoletazo de salida a una nueva etapa de construcción de un área donde Rusia buscaba mantener su influencia mientras era recibido en el gran concierto internacional. No se trata solo de la conocida convulsión de los años 90 y del acercamiento geopolítico con el supuesto fin de la política de bloques, sino también la construcción de un nuevo statu quo que sustituyera a la relación soviética de Rusia con su entorno. Ese nuevo marco construido en los 90 dejaría una serie de espejismos tras de sí como el papel de Rusia como gran potencia, cuya desaparición comenzará a ser cuestionada tras el fallido acoplamiento con la OTAN y Occidente, y un número importante de retos.
A pesar de la independencia de muchos países, la influencia de Rusia seguiría presente en la mayoría de ellos, siguiendo la estela de transformación del nacionalismo soviético tardío –protagonizado por Moscú– hacia un fortalecimiento tanto del nacionalismo ruso como de los nacionalismos periféricos. La pugna por estas nuevas áreas independientes seguirá el camino de los cambios de régimen que se venían produciendo en otros puntos del espacio post-socialista y atraerá a actores mayores como Estados Unidos, la Unión Europea y China hasta la irrupción definitiva de las potencias regionales.
Sin grandes rediseños de fronteras, el espacio postsoviético se sostendría en un frágil equilibrio entre Estados y naciones. Por ello, cuando se han ido endureciendo los enfoques nacionales en direcciones divergentes, los actores han apostado por crear o consolidar identidades propias, e incluso por el irredentismo. En el primer caso los objetivos de estos nacionalistas pasaban por la asimilación de territorios que no formaban parte de la etnia dominante en Estados no homogéneos, como puede ser el caso de Azerbaiyán. En el segundo, se centraban en la recuperación de entidades políticas propias como Abjasia o territorios asociados a la historia de los mismos como la propia Rusia.
En este contexto, el análisis de la situación actual y futura en Rusia y todo su entorno pasa necesariamente por dos estudios: la creación del espacio postsoviético y la destrucción controlada –o no– de este espacio como resultado de diferencias de enfoque sobre la conveniencia de lo construido una vez se agota el consenso geopolítico. El empuje hacia una u otra dirección, especialmente fuerte durante el apogeo del sistema unipolar internacional y durante el auge de más competidores por la influencia con Occidente, marcará la voladura del consenso geopolítico y, con él, de la conveniencia en un mismo espacio. De ahí la importancia de analizar qué ha pasado con todos esos actores internos y externos que han marcado el fin de dicha convivencia y la consiguiente pugna por maximizar influencias durante su desmoronamiento.
¿Qué obtendrás? Podrás ver los vídeos de todas las sesiones cuando desees, ya que tendrás acceso a las grabaciones en la página web –clicando en “ver sesión”–. También podrás descargar un informe de 20 páginas que hemos elaborado con las principales ideas analizadas –incluye un listado bibliográfico que te permitirá profundizar tus conocimientos sobre el tema–, así como las presentaciones utilizadas para acompañar los directos. El seminario será impartido por Alejandro López Canorea tras regresar de su viaje por diversos países del espacio postsoviético – Moldavia, Ucrania, Bielorrusia, Rusia, Georgia y Armenia–, donde ha conocido de primera mano la realidad política, económica y social que se respira.
¿Te animas?