Ricardo Marquina (Huesca, 1979) es licenciado en Historia del Arte y ha dedicado gran parte de su vida profesional al periodismo. Actualmente reside en Moscú y ha colaborado con diversos medios nacionales e internacionales. Además es el director de varios proyectos documentales como “Los niños de Bragin” (2017) o “Memories from Chernobyl” (2016).
– ¿Porque esta vez las protestas están siendo más fuertes que nunca? ¿Cree que la crisis del Covid-19 ha tenido algo que ver?
El presidente decidió ignorar el virus, aseguró que se trataba de una histeria mundial y que se curaba con vodka y visitas a la sauna, mientras los hospitales se llenaban de pacientes. Eso hizo que muchos viesen en el poder desidia e irresponsabilidad, lo que se sumó al hartazgo de una parte de la población ante el actual estado de las cosas.
– ¿Cómo se explica que primero Lukashenko acuse a Rusia de estar detrás de los disturbios, y se detengan una decena de supuestos mercenarios rusos enviados a su país de vuelta, y que ahora llame a Putin directamente para pedirle que le ayude y si hace falta que intervenga?
Lukashenko jugó a distraer e intoxicar el virulento crecimiento de la oposición que se vivió en las últimas semanas de campaña electoral. Afirmando que el Kremlin estaba detrás de la oposición trató de desmotivar a esos mismos opositores. No lo logró, y una vez en problemas se vio todo claramente como es. Lukashenko está ahora incluso dispuesto a retomar el “Tratado de la Unión” con Rusia, que durante años ha tenido en dique seco.
– ¿Ve posible un Maidán, como ocurrió en Ucrania?
No, los manifestantes no son violentos, no han tomado edificios públicos ni plazas, no piden ingresar en la UE ni en la OTAN. Es un movimiento totalmente distinto.
– Analizando índices económicos y socioeconómicos, podemos observar como el país tiene una tasa de pobreza de un 6%, de las más bajas de Europa. España por ejemplo tiene un 21,6%. Un PIB (nominal), de unos 60 millones de dólares, cosa que le sitúa en el puesto 75 del ranking según el FMI, o una tasa de desempleo de solo el 2%. ¿Cómo se explica, con estos datos, el descontento de la población?
Las cifras son engañosas. Mucha gente en las zonas rurales del país vive con apenas 150 dólares al mes. Si bien es cierto que muchas de las necesidades básicas están cubiertas, de manera deficiente, por el Estado. La prestación por desempleo o la jubilación son, simplemente, míseras, y la emigración de la juventud es un problema estancado.
Pero aún así, estas protestas no se tratan sobre economía, en Bielorrusia nadie está planteado un cambio de modelo económico, ampliamente en manos del Estado, una especie de Capitalismo Estatal. Los trabajadores de la industria que protestan saben que un cambio de modelo sería la ruina del país.
Las protestas son por unas elecciones de verdad. Seguramente Lukashenko habría ganado en una elecciones limpias, pero no con un 80%, esa es una cifra que pocos, ya sólo los más fanáticos, se creen.
– ¿Ve posible una anexión, ya sea a largo o a corto plazo, de Rusia?
Sí y no.
Sí. Bielorrusia es el último país del bloque exsoviético en el que el Kremlin podría actuar directamente sin que la comunidad internacional pudiese, y quisiese, reaccionar más allá de los golpes de pecho. Nadie iría a la guerra por Bielorrusia.
No. La inmensa mayoría del pueblo bielorruso no tiene problemas con Rusia, es un país hermano, mellizo, es más sencillo para el Kremlin encontrar un acuerdo que conserve el actual estado de las cosas con un nuevo líder en Minsk, que aventurarse a una jugada de esas proporciones que traería sin duda nuevas sanciones y problemas económicos.
En caso de un hipotético cambio de gobierno en Minsk, el nuevo líder, o lideresa, tendrá como prioridad internacional las buenas relaciones con Moscú, no puede ser de otra manera.
– ¿Qué opinión tiene sobre el uso, por parte de los manifestantes, de la bandera blanquirroja del Ducado de Lituania usada, entre otros, durante la ocupación nazi del país?
Eso no es verdad, esa bandera es anterior. Podríamos usar la misma triquiñuela demagógica diciendo que la actual bandera rusa se usó por radicales rusos que colaboraron con los nazis.
Dicho esto, es un factor que violenta a los que no la sienten como propia, y por ello crea conflicto. Además la propaganda rusa ya se ha lanzado a extender el bulo de su uso por neo nazis, fascistas y calaña de toda índole, ignorando quien es quien porta esas banderas ahora, intentando reducir todo de nuevo, a una lucha entre nazismo y antifascismo, cuando esa batalla acabó en 1945.
– ¿Cómo influye el Kremlin en las elecciones y en la política del país? ¿Y el bloque Occidental?
Poco. Todavía no he visto una bandera de la Unión Europea o la OTAN en las manifestaciones de cientos de miles de personas (igual las ha habido, yo, honestamente, ni una he visto). En el Maidán esas banderas estaban por todas partes.
Estas protestas, y las pasadas elecciones, son un asunto interno bielorruso, intentar decir que unos u otros son marionetas de poderes externos es negar la capacidad de razonar y elegir del pueblo bielorruso; un mal muy extendido en gente que suele dar su opinión desde un sofá a miles de kilómetros de los hechos basado sobre todo en filias y fobias personales.
– ¿Quién alienta las protestas?
Los bielorrusos, sus motivos tendrán.
– ¿Cuáles son los posibles escenarios que se abren, a partir de ahora, en el país?
Muchos, demasiados escenarios. Pero lo más deseable sería un diálogo entre las partes, que seguramente implique que el Presidente continúe en el poder. Pero habrá cambios, aunque no radicales, en el sistema político. La Bielorrusia de hoy no es el mismo país de 1994.
– ¿Cómo explicaría que algunos detenidos de los últimos días fuesen de otros países como Polonia?
La cantidad de detenidos extranjeros es ridícula comparado con los miles de detenidos locales, no es representativo. Pero sí es cierto es que radicales polacos desde hace décadas atacan al poder bielorruso. Aún así recordemos que es el poder quien controla las fronteras, sería estúpido pensar que deje entrar en masa a agitadores extranjeros.
– Se hablaba de que con la retirada de Lukashenko, esté pondría a su hijo al cargo. ¿Aún está en pie esta especulación, sabiendo que su hijo es “contrario” al tipo de poder que aplica su padre?
Ese no es un escenario realista, no al menos para mí.
– ¿Qué opinión tiene respeto al presidente Lukashenko?
Es un tipo astuto, muy hábil en el poder, autoritario y ególatra. Desprecia a quien le lleva la contraria. Como líder se ha demostrado solvente y ha llevado al país a su primera etapa de independencia real de la historia. Un personaje muy interesante, con un poderoso lado oscuro que a veces no deja ver sus logros, especialmente en lo económico.
– ¿Cree que va a cambiar la represión ejercida por la policía ahora que se sabe que el manifestante muerto fue abatido por la misma?
Las fuerzas del orden de momento son fieles al poder, de hecho esa es la gran baza del Presidente. No creo que es vaya a cambiar, salvo por un desastre.
– Se dice que las elecciones han sido amañadas para dar una victoria mayoritaria a Lukashenko. ¿Cree que fue así? ¿Cuál cree que fue el verdadero resultado?
Eso es meramente especulativo, pero siempre pienso que el apoyo en unas elecciones al presidente habría sido del 55 al 60%, Lukashenko tiene un apoyo real y sólido en la sociedad bielorrusa, y con motivos de peso para ello. El ansia de tener resultados al estilo PCUS y la posterior brutalidad represiva han sido un error de cálculo.
– ¿Qué influencia tiene el país de su pasado soviético? ¿Cómo influye esto en las políticas y en los resultados de las elecciones?
Mucha, sobre todo el fantasma de la Guerra, es algo que está siempre muy presente y que se usa, tanto en Rusia como en Bielorrusia, para seguir manteniendo esa idea de “el mundo contra nosotros”, el “enemigo extranjero” algo que justifica prácticas contra las libertades individuales.
– ¿Ve posible una caída, democráticamente hablando, de Lukashenko?
Si hablamos de un escenario realmente democrático, sí, en una democracia unos ganan unas veces, otras veces pierden, es lo normal, y saludable. Pero Lukashenko no parece dispuesto a permitir un escenario que ponga en riesgo su mandato. Aún así insisto, sigo creyendo que en las últimas elecciones Lukashenko ganó, pero lejos de ese 80%
– ¿Cómo afecta al régimen que los trabajadores públicos, de la televisión o de fábricas estatales, salgan a manifestarse y se declaren en huelga?
Mucho, es la primera vez que han visto que la clase trabajadora también puede ponerse en su contra.
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