Desde hace varios días Sudáfrica está sumida en una ola de disturbios y protestas que han causado el caos en el país. La cifra de muertos ya es de 72 mientras que los detenidos ascienden a más de 1.200. Los disturbios, saqueos y protestas se han concentrado en dos provincias; Gauteng donde se encuentra Johannesburgo, y KwaZulu-Natal.
Las protestas tienen su origen en la entrada en prisión del ex presidente sudafricano Jacob Zuma, condenado a 15 meses de cárcel por negarse a declarar ante la justicia por un caso de corrupción. Zuma es el primer presidente sudafricano que ingresa en prisión desde el inicio de la democracia. Zuma, que presidió Sudáfrica durante 9 años hasta 2018, es acusado de usar los resortes del Estado para beneficiar a empresarios afines que incluso habrían influido en la entrada y salida de ministros en función de sus intereses. Zuma se ha negado a acudir a declarar ante la justicia acusando a al sistema judicial de querer “destruir su legado”. El constitucional ha justificado su condena debido “al intento de Zuma de minar la justicia”.
Jacob Zuma fue sucedido por el actual presidente Cyril Ramaphosa, quien tuvo que lidiar con su legado de corrupción del que trata de distanciarse. El Congreso Nacional Africano, partido político del gobierno, ha bajado en su popularidad como se vio en las elecciones de mayo de 2019. Jacob Zuma es visto por parte de la comunidad negra como un héroe de la lucha contra el Apartheid, de hecho, los veteranos de “la Lanza de la Nación” (MKMVA), brazo armado del Congreso Nacional Africano durante el régimen del Apartheid, han mostrado su rechazo a la encarcelación de Jacob Zuma. Su portavoz ha llamado a “resistir el encarcelamiento de Zuma”. El día 8 de julio, tras varias comparecencias en las que el expresidente amagaba con no entregarse, Zuma decide ingresar voluntariamente en prisión.
A partir de ese momento se desatarían unas fuertes protestas en Sudáfrica que han ido escalando continuamente. Las imágenes del caos en ciudades como Durban y Johannesburgo se han hecho virales. Cientos de negocios y supermercados han sido saqueados con una policía que ha sido incapaz de dominar la situación, y disparando fuego real a los manifestantes. Incluso se han podido ver imágenes de civiles armados disparando a manifestantes y saqueadores. El 13 de julio el Gobierno sudafricano decide desplegar 2.500 soldados en las regiones más afectadas por los disturbios para intentar controlar la situación.
Aunque el motivo esgrimido para las protestas sea la encarcelación de Jacob Zuma, lo cierto es que de fondo tenemos la enorme desigualdad y pobreza que sufre Sudáfrica, profundizada por la crisis del coronavirus. Sudáfrica tiene el coeficiente de Gini (medida que mide la desigualdad) más alto del mundo, algo que el coronavirus ha golpeado aún más. Según la universidad de Cape Town, el 10% de la población sudafricana es rica, 35% pertenecen a la clase media, y el 50% vive en la pobreza. Además, el paro está por las nubes, alcanzando el 32,6% de los trabajadores y ascendiendo al 46,3% entre los jóvenes.
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