Moldavia por primera vez en su historia tendrá a una mujer en la presidencia. La proeuropea Maia Sandu será la que ocupe el cargo, después de ganar la segunda vuelta de las elecciones ante Igor Dodon, el prorruso que ha ocupado el sillón presidencial durante los últimos 4 años.
UNA PARTICIPACIÓN ELEVADA
La segunda vuelta de las elecciones moldavas arrojó una cifra considerable de participación, del 52,78%, siendo alrededor de 1.650.000 los moldavos los que visitaron las urnas. En la primera vuelta, la participación fue del 41% (1.348.000 votantes).
La participación ha sido muy elevada en la diáspora, siendo siempre uno de los agentes que más condicionan las elecciones moldavas. Algunos consulados se quedaron incluso sin papeletas, debido a la elevada participación que hubo. Fuera de Moldavia han votado 262.000 personas, 110.000 más que en la primera vuelta.
La jornada de votaciones se desarrolló sin mayores incidencias, salvo una falsa amenaza de bomba en el Consulado de Frankfurt, que permaneció cerrado durante algunas horas, o bien algunos enfrentamientos entre veteranos de la guerra Transnistria, miembros de la oposición y la policía en uno de los cruces que utilizan los votantes transnistrios para ir a votar.
MAIA SANDU, LA PRIMERA MUJER QUE PRESIDE MOLDAVIA
La candidata proeuropea se hizo con la victoria después de obtener más porcentaje de votos que Igor Dodon, en una segunda ronda derivada de una primera vuelta infructuosa (no hubo mayoría por parte de ningún candidato). Fue una victoria holgada para Sandu, aunque no abismal. Estos fueron los resultados.
MAIA SANDU (Partido Acción y Solidaridad) – 943.017 votos / 57’73%
IGOR DODON (Partido Socialista de la República de Moldavia) – 690.611 votos / 42’27%
Maia Sandu superó a Igor Dodon en unos 250.000 votos, que constituyen una ventaja del 15% respecto al candidato prorruso.
Varios líderes mundiales, como el presidente ruso Vladímir Putin, el ucraniano Volodomir Zelenski o el rumano Klaus Iohannis, han congratulado a Maia Sandu por su victoria en las presidenciales. Por su parte, Dodon, ha anunciado que recurrirá el resultado de las elecciones tanto a la Comisión Electoral Central como al Tribunal Supremo, habiendo felicitado a Sandu ‘’de forma preliminar’’. Dodon alega algunas irregularidades pero insiste en revisarlas democráticamente, sin protestas.
¿CÓMO HAN VOTADO LOS MOLDAVOS EN ESTA SEGUNDA VUELTA?
Como era de esperar, la candidata pro-europea se ha llevado la victoria en la capital moldava, el mayor núcleo urbano del país y el lugar con mayor concentración de población joven. No hay distrito que se haya decantado por Dodon, en contraste con la primera vuelta.
Los distritos de Usatîi, fieles a Dodon
Era una incógnita el cómo reaccionarían en la segunda vuelta los distritos que votaron por Renato Usatîi en la primera. Tanto la ciudad de Bălți, como Făleşti y Drochia, se han decantado por Dodon, la competencia prorrusa del mismo Usatîi. Sólo uno de los distritos que ganó Usatîi ha ido para Sandu: el distrito de Sîngerei, en el sur-este de Bălți.
El centro del país, clave para Maia Sandu
La candidata liberal se ha hecho con un gigantesco número de distritos del centro del país, de la misma manera que en la primera vuelta. Sin embargo, su victoria ha sido aún mayor, ya que ha obtenido distritos que no obtuvo en la primera vuelta: Căuşeni, Anenii Noi, Ungheni, Rezina y Cahul, este último tocando a Gagauzia. Hablamos generalmente de zonas más densamente pobladas, cercanas a la capital, donde la población urbana es mayor en comparación con algunas áreas del norte y del sur, aunque también hay áreas rurales.
Transnistria, con el doble de participación, para Dodon
La región del transdniéster, conocida por sus tendencias prorrusas, votó masivamente por Dodon, obteniendo este el 85% de los sufragios. Los votantes transnistrios se duplicaron en la segunda vuelta, pasando de 14.000 a 31.000 respectivamente.
El norte del país, dominado por Dodon
Las regiones norteñas, fieles a sus tendencias de voto. El norte del país está completamente teñido de distritos electorales poseídos por Dodon. Aunque nos parezca un mapa a priori igualado, las regiones donde ha ganado Dodon suelen ser más rurales y por lo tanto menos pobladas.
Orhei, con menos participación, para Sandu
El distrito de Orhei, en el centro del país, se decantó para Sandu. El distrito es el feudo del Partidul Șor, y votó para Violeta Ivanov en la primera vuelta. La participación ha bajado en esta segunda vuelta, ya que sólo se podía votar entre Dodon o Sandu. En Orhei han votado 4.000 personas menos en esta segunda vuelta. Sandu ha obtenido, sin embargo, 13.000 votos más que en la primera.
Gagauzia, feudo de Dodon
La victoria del candidato prorruso ha sido abismal en la Región Autónoma de Gagauzia. Igor Dodon se ha impuesto con el 94’59% de los votos. Parece que los gagaúzos no quieren saber nada de Sandu, que ahí ha obtenido 3.689 votos (5’41%). Gagauzia ha votado tradicionalmente a candidatos pro-rusos, dado su rechazo a una posible rumanización y su cercanía política con Rusia. Taraclia, un distrito con un gran porcentaje de búlgaros y, Basarabeasca, también han ido para Dodon.
La diáspora, responsable mayúscula en la victoria de Sandu
Con el 92% de los votos hacia Sandu, la diáspora se ha erigido como clave en estas elecciones, ya que los sufragios por Sandu de los moldavos que residen en el exterior constituyen prácticamente la diferencia que ha acabado separando a los dos candidatos, unos 250.000 votos. La diáspora moldava apuesta claramente por una candidata proeuropea, ya que gran parte de los emigrados viven en países de la UE (o proeuropeos) y verían con buenos ojos una entrada de Moldavia en el organismo europeo.
Moldavia es uno de los países con mayor porcentaje de población nativa fuera de su país de origen, una diáspora que se calcula en unas 700.000 personas, repartidas principalmente entre Ucrania, Rusia, Italia y con un porcentaje mucho menor, España. Como no podría ser de otra manera, estas personas también ejercen su derecho al voto, aunque, en ocasiones, se han notificado irregularidades en el modus operandi de los organizadores del voto por correo. En la primera vuelta votaron 149.178 personas fuera de Moldavia, unas 110.000 menos que en la segunda.
La diáspora moldava contribuye más de un 15% al PIB moldavo gracias a sus transacciones de dinero, por lo que su importancia, a parte de simbólica (representación de la diezmada situación económica del país) es también política (gran afluencia de votos) y económica.
¿CÓMO VOTARON LOS MOLDAVOS EN LA PRIMERA VUELTA?
Casi 1.400.000 personas ejercieron su derecho al voto en la primera vuelta de las Elecciones Presidenciales Moldavas, el domingo 1 de noviembre. La primera vuelta supuso la moderada victoria de Maia Sandu, quien obtuvo el 36% de los votos (487.635). Muy de cerca, le seguía el ya ex-presidente, Igor Dodon, quien obtuvo el 32% de las papeletas (439.866). Al ser los dos candidatos más votados y, al no haber una mayoría absoluta por parte de nadie, tuvieron que batirse en duelo en una segunda vuelta, el pasado domingo 15 de noviembre. Aquí contemplamos un mapa que nos muestra cómo votó cada distrito y contemplar cómo votaron los moldavos en unas elecciones con mayor abanico de candidatos.
Chişinău, dominada por Sandu
Maia Sandu (tonalidades amarillas según porcentaje de votos), con un total de 130.000 sufragios, se llevó la mayoría de los sub-distritos electorales de la capital, entre los que encontramos el centro y los suburbios de la ciudad. El único sub-distrito conseguido por Dodon (tonalidades rojas) fue el de Botanica, con una ventaja de 3.000 votos ante Sandu. Lo podemos apreciar en el círculo amarillo del mapa, en el que se lee Кишинёв (Chişinău en moldavo). Botanica fue para Sandu en la segunda ronda.
Bălți, ni de Dodon ni de Sandu
La segunda ciudad más grande del país, Bălți, fue ganada por Renato Usatîi (color azul según porcentaje), el candidato del Partidul Nostru. La gran afluencia de votos que obtuvo se deben a su posición como actual alcalde de la ciudad. Ganó también en los distritos de Sîngerei, Drochia y Făleşti (su ciudad natal), distritos colindantes a Bălți.
Los distritos del norte, prorrusos
Los distritos norteños, como Briceni, Donduşeni, Glodeni o Edineţ, arrojaron una clara victoria de Igor Dodon, siendo Renato Usatîi el segundo más votado. Maia Sandu fue la tercera candidata más votada en la zona, apenas superando de media el 15% de los votos, en una zona que parece preferir los candidatos pro-rusos. El distrito de Soroca, conocido por tener una notable población roma, fue el único del norte en el que Sandu consiguió el segundo puesto (23% de los votos) después de Igor Dodon (42%).
El centro del país, cercano a Sandu
En los distritos centrales de Moldavia, como Ialoveni, Nisporeni, Teleneşti, Străşeni o Călăraşi, Maia Sandu se impuso con cierta ventaja ante Dodon, sacándole aproximadamente un 20-25 % de media en porcentaje. En Ialoveni, por ejemplo, Sandu le sacó un 40% a Dodon. Dodon se erigió como segundo en la mayoría de estos distritos.
Transnistria, claramente de Dodon
Los votantes transnistrios que ejercieron su derecho al voto en Moldavia se decantaron claramente por Igor Dodon, que ganó con 10.595 votos (74%). Maia Sandu apenas llegó a los 1.904 votantes (13%). No obstante, tampoco sería de extrañar que votantes de una región pro-rusa abogaran por un candidato pro-ruso.
Gagauzia, feudo de Dod
La victoria de Dodon en la Región Autónoma de Gagauzia fue también aplastante, en la primera vuelta. Dodon consiguió el 84% de los votos (45.281), mientras que Sandu quedó en tercer lugar, obteniendo solamente el 2% de los sufragios (1.099). Cahul, Taraclia y Basarabeasca, regiones sureñas, también votaron a Dodon.
El distrito de Orhei, el único de color verde.
Orhei fue ganado por el Partidul Șor (color verde), con Violeta Ivanov como candidata. No es de extrañar ver el triunfo en Orhei, ya que su presidente, Ilan Shor, es nativo de la ciudad y fue también el alcalde de esta. El Partidul Șor es conservador, pro-ruso, pro-moldavo, proteccionista, y defiende la reinstauración de la pena de muerte en Moldavia, así como una mayor intervención del Estado.
La diáspora, también muy importante en las elecciones
La victoria de Maia Sandu, fue sin lugar a dudas, abismal (70% de los votos). Lo que también resulta curioso es el tercer lugar de Dodon, que recibió el 3% de los votos. El segundo puesto de Renato Usatîi puede considerarse como una voluntad de apostar por una relativamente nueva clase política, ya que es la alternativa prorrusa a Dodon.
DE BESARABIA A LA MOLDAVIA DEMOCRÁTICA: UN LARGO CAMINO PARA ENTENDER LAS DINÁMICAS DE HOY
El territorio de Moldavia, conocido históricamente como Besarabia, siempre se ha situado entre grandes imperios y potencias. El Principado de Moldavia, creado como provincia húngara, más tarde adquiriría un mayor grado de autonomía, acercándose culturalmente a los territorios que componían la actual Rumanía. En 1812, el dominio otomano desaparece en beneficio del Imperio Ruso, que se adueña de la región mediante el Tratado de Bucarest.
No es hasta la finalización de la Primera Guerra Mundial cuando cae el dominio ruso en la zona, algo que Rumanía aprovechó adueñándose de la rumanófila Besarabia. Eso sí, exceptuando una pequeña parte, la región de Transnistria, que se quedó en la neonata Unión Soviética, producto del derrocamiento de Nicolás II.
LA LLEGADA DE LOS SOVIÉTICOS
Los soviéticos, a través del pacto Molotov-Ribbentrop (1940), se hicieron de nuevo con la región, por lo que el dominio rumano no duraría mucho. La Alemania Nazi, sin embargo, fiel a su manera de respetar los pactos, se hizo con el territorio un año después. Stalin no tardó en recuperar el territorio, ya que, en 1944, siguiendo el retroceso alemán, Besarabia volvió a ser soviética.
Con la victoria de la URSS en la ‘’Gran Guerra Patriótica’’, en 1945, se creó la República Socialista Soviética de Moldavia. Stalin, conocedor de la cercanía de la región a Rumanía, decidió imponer el alfabeto cirílico, intentando eliminar la identidad rumana, representada en el alfabeto latino. La máxima de Stalin era crear una nueva identidad, la identidad moldava, que se alejara de lo rumano, con la finalidad de evitar pretensiones de una unión Moldavia-Rumanía. El año 1991, siguiendo la desintegración de la URSS, se pone punto y final al dominio soviético, dando lugar a la República de Moldavia tal y como la conocemos hoy en día.
Moldavia sin embargo, no comenzaría con buen pie en el mundo de los soberanos. Transnistria, una región étnicamente rusa y ucraniana, separada de Moldavia por el río Dniéster, optó por renegar de la declaración de independencia moldava y declarar su propia independencia, lo que provocó, en marzo de 1992, una guerra contra Moldavia que duró unos cinco meses. El resultado fue una Transnistria independiente de-facto pero no reconocida por ningún estado soberano, ni siquiera por su máximo aliado: Rusia. Hoy en día Moldavia y Transnistria son dos entidades políticas diferentes.
LA POLÍTICA MOLDAVA DESDE LOS 90’
La transición de un sistema comunista a un sistema de libre-mercado no es precisamente fácil, especialmente en países tan diezmados económicamente como Moldavia. En Moldavia (como en muchos otros lugares) la caída del comunismo no implicó un lavado de cara de la clase política, ya que, la gran mayoría de las caras políticas de la nueva república, tenían antecedentes políticos en la RSS de Moldavia.
De 1990 a 1997, el presidente de Moldavia fue Mircea Snegur, anterior miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética. En 1994, durante su mandato, se creó la Constitución de Moldavia. Los cuatro años siguientes, hasta 2001, el cargo fue ocupado por Petru Lucinschi, quien llevaba una larga vida trabajando al servicio de la RSS de Moldavia, siendo un ferviente seguidor de las doctrinas comunistas, llegando a estar destinado en Moscú e incluso en la RSS de Tayikistán. La influencia de la clase política comunista tampoco se abandonó en 2001, con la llegada del nuevo Presidente de Moldavia, que a su vez formaba parte del Partido de los Comunistas de Moldavia: Vladimir Voronin, quién gobernó hasta que una coalición de la oposición dijo lo contrario, en medio de una revuelta social, habiendo incluso ganado las Elecciones Parlamentarias de 2009 (44% de los votos).
Como podemos ver, Moldavia seguía teniendo políticos con background comunista casi 20 años después de independizarse. Una parte importante de la población seguía votando a candidatos comunistas, algo a lo que también hay que darle importancia. Quizás la poco próspera situación económica de Moldavia hacía pensar que las épocas anteriores eran mejores y que el libre-mercado no era cosa de los moldavos. Esto es algo que parece que aún se piensa en algunos sectores del país más pobre de Europa.
No obstante, el hecho de que un candidato autodenominado ‘’comunista’’ gane, como Voronin, puede también resultar engañoso, ya que durante sus mandatos se realizaron un gran número de privatizaciones y la economía era de mercado. Quizás la carátula ‘’comunista’’ era algo que tenía tirón entre la clase política moldava, que seguía mezclando intereses personales con posiciones en el gobierno.
La política de la década pasada fue un tanto convulsa en sus inicios, dando lugar a la creación de la Alianza por la Integración Europea, una unión entre cuatro partidos de gran importancia con una visión centro-derechista y ‘’anticomunista’’, en respuesta a los años de Voronin, que requerían de una coalición a gran escala para no repetirse. La conformación de un gobierno fue prácticamente imposible, dando lugar a tres presidentes en tres años: Mihai Ghimpu, un anti-totalitarista pro-rumano que creó el Día de la Ocupación Soviética (a modo de homenaje a las víctimas); Vlad Filat, quién duró exactamente tres días; y Marian Lupu, que se autodenominaba como pro-moldavo. La etnicidad y las relaciones exteriores de Moldavia parecían ser cada vez más importantes que nunca a la hora de escoger un candidato, algo que vemos que no ha cambiado en el presente.
En 2012, al fin, se eligió a un presidente por un mandato entero: Nicolae Timofti, un candidato pro-europeo que también renegaba del comunismo. Su abuelo, durante la época soviética, fue deportado al Óblast de Amur, en el extremo oriente de Rusia. Su fin de mandato se vio marcado por grandes protestas, ante la incapacidad de la clase política moldava de dar respuestas a la población. En octubre de 2016, fue elegido Igor Dodon, el que a efectos prácticos ya es ex-presidente, un político que presuntamente va a caballo entre Europa y Rusia, pero que en realidad tuvo otras pretensiones durante su mandato. Lo analizamos a continuación.
DODON Y SANDU, PASADO Y PRESENTE DE LA POLÍTICA MOLDAVA
¿Quiénes son el ex-presidente y la futura presidenta de Moldavia? Analizamos sus perfiles.
- Igor Dodon, un socialista conservador, asiduo en el Kremlin
El ya ex-presidente Dodon asumió el cargo en 2016, después de obtener la victoria en las primeras Elecciones Presidenciales desde 1996, ya que un decreto estableció que ya no era constitucional la elección del presidente por parte del parlamento. Por lo tanto, en Moldavia actualmente se realizan tanto Elecciones Parlamentarias (2019) como Presidenciales (2020), cada cuatro años.
Dodon no se define ni como proeuropeo ni como prorruso, de hecho, él propugna una Europa ‘’que vaya desde Lisboa hasta Vladivostok’’. Sin embargo, el mandato de Dodon deja unas relaciones con las vecinas Ucrania y Rumanía un poco refrigeradas, ya que ha preferido trabajar las relaciones con Rusia, potencia que ha visitado 21 ocasiones desde que ocupa el sillón presidencial. Sus viajes oficiales han sido principalmente a países del espacio ex-soviético (Comunidad de Estados Independientes), como Armenia, Bielorrusia o bien Kirguistán, mientras que sus visitas a Europa se cuentan con los dedos de una mano.
Dodon se ha presentado a las elecciones como candidato independiente, aunque cuenta con el soporte del PSRM, partido que hoy día recibe los votos del electorado del Partido Comunista de Moldavia (PCRM), que gobernó desde 2001 a 2009 a través de Vladimir Voronin. Dodon se define como socialmente conservador, fiel a los valores cristianos y tradicionales, en los que la familia se erige como pilar fundamental.
- Sandu, una economista con experiencia en el ejecutivo moldavo.
Maia Sandu, por su parte, es una mujer que se define como liberal europeísta y que propugna políticas de centro-derecha. Se ha presentado bajo las siglas del PAS (Partido de Acción y Solidaridad). Parte de sus estudios se realizaron en Harvard y trabajó como asesora en el Banco Mundial, entre 2010 y 2012, en Washington. Además, también cuenta con cierta experiencia en la política moldava, siendo Ministra de Educación (2012-2015) y llegando a la cúspide política al convertirse en Primera Ministra (2019), hasta que una moción de censura la sacó del cargo.
Sandu es una ferviente defensora de los valores europeos y occidentales, cercana a Bruselas y Washington, con pretensiones de poner a Moldavia en la Unión Europea. En una entrevista a Euronews, aseguraba que quería ‘’sanear la justicia y las instituciones’’ y evitar que Moldavia ‘’se convirtiera en una nueva Bielorrusia’’. Se publicita como la nueva clase política, ante una antigua clase política que hace aguas por todos lados.
No es la primera vez que encontramos el cara a cara Dodon-Sandu. Los dos candidatos ya se encontraron en la misma situación que la del pasado domingo, concretamente, en las Presidenciales de 2016, en las que se tuvieron que medir en una segunda vuelta ganada por Dodon, con el 52% de los votos, frente al 47% de Sandu.
Renato Usatîi fue el único que se acercó al binomio Dodon-Sandu en la primera vuelta. A pesar de no superarla (quedó tercero), obtuvo la considerable suma de 227.000 votos (17%). Actual alcalde de Bălți, la segunda ciudad más grande del país (sin contar la transnistria Tiraspol), Usatîi se erigía como un candidato pro-ruso como alternativa a Dodon, prometiendo erradicar la corrupción de este último. Usatîi estuvo exiliado en Rusia durante unos años por un escándalo de filtraciones telefónicas. Se presentó a las elecciones como candidato del Partidul Nostru (Nuestro Partido).
MOLDAVIA, UN PAISAJE ETNO-LINGÜÍSTICO COMPLEJO
Moldavia es un territorio ciertamente peculiar a escala étnica, situado en una zona de Europa por la que ha habido muchos movimientos migratorios a lo largo de la historia. Esto, al fin y al cabo, ha acabado componiendo un interesante mapa étnico, en el que vemos municipios muy diversos en varias zonas del país, compuestos por un gran número de etnias. La gestión política de Moldavia no se entiende sin mirar su mapa étnico.
En el mapa destaca por encima de todo el color lila, con el que se identifican los moldavos, la población mayoritaria (2.060.000). La definición de moldavo muchas veces se suele malinterpretar, puesto que se relaciona como alguien intrínsecamente rumanófono y cercano culturalmente a los rumanos. Estas concepciones están ciertamente equivocadas. Si bien es cierto que existe una gran parte de los moldavos que se identifica con los valores culturales rumanos, también encontramos una parte que se define como ‘’moldavo’’, es decir, fiel a la identidad no-rumana que usa el alfabeto cirílico y que de una forma responde a la identidad que quiso crear Stalin en 1940, como una especie de eslavización del rumano latino. Moldavo, por lo tanto, no tiene por qué ser sinónimo de rumano. La gente cercana a Rumanía suele identificarse como tal, mientras que los que no, suelen escudarse bajo la identificación de moldavos.
En el mapa vemos también cómo destaca la presencia de los ucranianos (181.000), identificados con el color verde y presentes generalmente en el norte del país, en donde son mayoría en bastantes municipios. Dicha presencia puede ser explicada por la proximidad con la frontera ucraniana, una nación que cuenta con una población bastante grande (41 M) y una diáspora que se extiende a sus países vecinos, como Polonia, Rusia o la misma Moldavia.
Los rusos, identificados en color azul, son unos 110.000 (sin contar los transnistrios, que superan los 200.000), también son parte del panorama étnico moldavo. Hay algunas ciudades, aunque pocas, en las que son mayoría, como Cunicea o Pocrovca, además de algún ‘’suburbio’’ de Bălți.
Lo que más llama la atención en el mapa, sin embargo, es la presencia de un tono más fuxia en el sur del país, además de un color rojo que tampoco se esconde. El fuxia corresponde ni más ni menos que a los gagaúzos, habitantes túrquicos y cristianos ortodoxos que conforman la región de Gagauzia. Los gagaúzos, que son unos 130.000, no están solos, ya que los búlgaros también forman parte de la zona (51.000), producto de migraciones derivadas de la época de los otomanos.
Finalmente, cabe destacar otro colectivo muy importante, siempre minorizado y discriminado en esta zona de Europa: los roma. Como podemos ver, los roma tienen una presencia discreta pero que se repite en varios municipios del país, siendo mayoría incluso en alguno, como Otaci, en el norte del país.
En términos de religión, parece que Moldavia es un país bastante homogéneo, puesto que la gran mayoría (93%) profesa creencias cristianas ortodoxas. Cabe recordar que tanto rumanos, como ucranianos, rusos, gagaúzos y búlgaros, son ortodoxos, por lo que todos contribuyen a hacer crecer el porcentaje.
¿TRANSNISTRIA, UN TERRITORIO CLAVE EN LAS ELECCIONES?
La República del Transdniéster, o Transnistria, de facto independiente desde 1992, es actualmente el único territorio del mundo que cuenta con la hoz y el martillo en su bandera oficial. Además, acuña su propia moneda y tiene su propio sistema bancario, así como pasaportes oficiales y un parlamento. La república separatista constituye una parte muy importante en los discursos electorales, aunque no cuenta con una gran participación en comparación con Moldavia.
Transnistria, a pesar de no formar parte de Moldavia, también vota en las elecciones moldavas. Es común que los transnistrios tengan más de un pasaporte, por lo que, a parte de tener la ciudadanía de Transnistria, viven legalmente bajo otra nacionalidad. La tenencia de la ciudadanía moldava por parte de muchos transnistrios hace que tengan derecho a voto en Moldavia, por lo que deben cruzar el río Dniéster para ejercitar su derecho a voto en una de las muchas localizaciones que hay disponibles, como en la ciudad de Varnița, cerca de Bender.
Hay candidatos que se aprovechan de estas circunstancias, siendo conocedores de las tendencias prorrusas de los votantes transnistrios. Igor Dodon es uno de ellos. Se sabe que Dodon, en las Presidenciales de 2016, movilizó en numerosos autobuses a muchos votantes transnistrios para que votaran a su favor en Moldavia, supuestamente con algún tipo de retribución económica. En la primera vuelta de 2016, en Transnistria, obtuvo 7.000 votos, mientras que en la segunda el número se duplicó, consiguiendo 17.000 votos a su favor. En la segunda vuelta de 2020, el votante transnistrio también ha abogado por Dodon, que se ha llevado el 85% de los sufragios.
Como añadido, cabe recalcar que Transnistria no permite la celebración de mítines políticos moldavos en su territorio, además de no emitir las respectivas campañas publicitarias políticas en sus televisiones. Al parecer, los transnistrios que votan en Moldavia lo hacen sin tener todos los medios electorales a su alcance, en lo que se refiere a poder informarse bien sobre los candidatos y sus propuestas. La OSCE dice estar al corriente de ello. Dodon ha resaltado la importancia del votante transnistrio, a quién otorga el mismo derecho que alguien que vive en otro país siendo parte de la diáspora moldava. Técnicamente razón no le falta, ya que cualquiera con pasaporte moldavo puede ejercitar su voto en Moldavia.
Gagauzia se declaró independiente de Moldavia en 1991, en un intento de no suscribir las pretensiones independentistas de Moldavia, ante la URSS. Sin embargo, la mitad de los diputados gagaúzos en el parlamento acabaron rectificando y abogaron por la independencia moldava, lo que hizo que Moldavia se preocupara más por la región, dotándola de una autonomía y libre-determinación en la Constitución de 1994. Actualmente, Gagauzia es una región autónoma bajo el control de las autoridades moldavas.
Esta pequeña región del sur moldavo resulta más importante a nivel geopolítico de lo que se podría presumir. Turquía, en su afán por abrazar un territorio que le es cercano culturalmente y en una zona que le interesa geopolíticamente, ha mostrado su interés en el desarrollo de la región, dotándola con inversiones, ambulancias, becas para estudiantes o bien libros de texto, queriendo, por lo tanto, mantener el legado túrquico en la región.
Tal es el interés en el enclave que, Recep Tayyip Erdoğan, el presidente turco, hizo una visita oficial a Gagauzia, junto al entonces presidente moldavo Igor Dodon, en octubre de 2018. Tanto Erdoğan como Dodon se reafirmaron en que la integridad territorial de Moldavia es de vital importancia, pero el mandatario turco remarcaba que hay aspectos a mejorar en la autonomía de la región. No parece que Gagauzia vaya a asumir una deriva independentista, al menos, en los próximos años, a pesar de la intención de Turquía en imponer su dominio cultural en la región, beneficiándose de una Moldavia que necesita fondos.
En Comrat, la capital gagaúza, encontramos aún una estatua de Lenin, algo que podemos entender como símbolo de la amistad que profesan los gagaúzos hacia Rusia y su antigua pertenencia a la URSS. Quizás, el hecho de dejar a Lenin intacto es una buena forma de recordar a las autoridades moldavas los orígenes de sus pretensiones de autonomía. Los gagaúzos se han mostrado históricamente más propensos a Rusia y reticentes a la rumanización.
LOS RETOS DE SANDU AL CARGO DE LA PRESIDENCIA
- Combatir una pandemia que prosigue en su avance.
Moldavia fue, como la gran mayoría de los países del este, rápida ante la llegada de la primera ola, en vistas de que era algo de grandes dimensiones en Europa Occidental. El rápido cierre del país contribuyó a su contención. No obstante, la segunda ola parece estar haciendo cada vez más mella en el sistema sanitario moldavo, que se tendrá que enfrentar a niveles inéditos hasta hoy en día. Sandu fue muy crítica con la gestión de la pandemia por parte de Dodon.
Por el momento, la mascarilla es obligatoria en lugares públicos y cerrados, donde la distancia de seguridad no se pueda respetar; las reuniones en lugares públicos de más de 3 personas están prohibidas; las personas de más de 63 años tienen prohibido salir del domicilio salvo necesidad urgente y se han suspendido las bodas y los velatorios. Veremos cómo evolucionan las medidas con la llegada del invierno.
- Revitalizar al país más pobre de Europa
Moldavia está en la cola de la mayoría de ránquines europeos, siendo el peor clasificado en IDH (Índice de Desarrollo Humano) y PIB per cápita (sólo después de Ucrania). Sandu se topará con un país en el que las pensiones rondan de media los 100 € y en el que el 41% de la población vive con menos de 5 € al día, siendo también el peor de Europa en este apartado. Sandu, además, deberá hacer frente a un sistema político con una corrupción estructural de gigantescas dimensiones.
- Contener la gran diáspora
No es generalmente positivo para un país que más del 30 % de la población se encuentre trabajando fuera de este, en busca de oportunidades laborales que no se ofrecen en su lugar de origen. Si Maia Sandu quiere una Moldavia próspera económicamente, deberá enfatizar mucho en mantener la diáspora en casa, evitando además las llamadas ‘’fugas de cerebros’’.
- Conseguir apoyos en el parlamento
A pesar de haber ganado las Elecciones Presidenciales, Maia Sandu aún debe realizar la más importante de las tareas: conseguir apoyos en el parlamento. Una de las formas es disolviéndolo y convocar Elecciones Parlamentarias. Pavel Filip, presidente del Partido Demócrata de Moldavia, ya se ha pronunciado a favor de estas. El Parlamento de Moldavia está compuesto por 101 sillones, de los cuales 37 corresponden al PSRM, 30 al PDM, 26 a la coalición de Sandu, 7 al Partidul Șor y 3 independientes.
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Vladimir Socor. (2019). Transnistrian Voting Raid: A Bad Precedent for Moldova and Other Conflict Theaters. 2020, de The Jamestown Foundation Sitio web: https://jamestown.org/program/transnistrian-voting-raid-a-bad-precedent-for-moldova-and-other-conflict-theaters/
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