Escrito por Christiane Waked
Cuando el conflicto armado en Siria comenzó en 2011 entre los leales al gobierno de Bashar Al Assad y las fuerzas opositoras al gobierno sirio. Francia, Qatar y Turquía respaldaron a la oposición, había una razón detrás de esta unión contra el mandatario, que databa de 2008, e involucraba al Frente de Salvación Nacional en Siria (NSFS) el mayor partido de oposición de Siria en el exilio, fundado por el ex vicepresidente de Siria, Abdel Halim Khaddam.
El partido tenía su sede en Bélgica y una sucursal en París. Todos los meses, los miembros de este partido se reunían en París. Entre otros, asistió el líder sirio de los Hermanos Musulmanes, Ali Sadreddine Al Bayanouni. Estos encuentros tuvieron lugar incluso cuando las conversaciones entre Siria y Francia continuaron a nivel oficial. Fue una diplomacia de doble vía que Francia intentó con Assad y con la oposición. Bajo un acuerdo, el gobierno sirio acordó liberar a los miembros de los Hermanos Musulmanes, que estaban en prisión desde el Levantamiento de Hama en 1982, a cambio de devolver al presidente sirio a la escena internacional y debilitar al NSFS al expulsar a Bayanouni.
Francia creía en el gobernante sirio, y en julio de 2008, Bashar Al Assad participó junto con los líderes mundiales y el ex presidente francés Nicolas Sarkozy en las celebraciones del Día de la Bastilla. El presidente sirio también sostuvo conversaciones con el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, en Damasco.
Semanas más tarde y después de la interferencia del presidente de la Unión Internacional de Académicos Musulmanes, Yusuf Al-Qaradawi, Bayanouni retracto sus palabras respecto a Assad y aprovecho la reciente posición del gobierno sirio contra la “Operación Plomo Fundido” de Israel, también conocida como la Guerra de Gaza para saludar a Bashar Al Assad posicionándose en ese sentido.
El NSFS se debilitó después de tales declaraciones y la oposición siria perdió su credibilidad como sólida y unida.
Semanas más tarde, el líder de la Hermandad Bayanouni cambió su tono, se separó del NSFS y respaldó a Assad, dividiendo así a la oposición y haciéndole perder credibilidad ante los ojos de Francia y Occidente.
Pero el gobierno sirio no se comprometió con su parte del acuerdo a pesar de que Bayanouni cambió de bando. Los prisioneros de los Hermanos Musulmanes nunca fueron liberados y Francia quedo resentida por esta bofetada. Con motivo de las primeras protestas en Siria, en 2011, París respaldó a la oposición y calculó mal la guerra en Siria pensando que seguiría un efecto dominó como lo hizo en Libia y Egipto, donde los viejos autócratas fueron derrocados en lo que se conoció como la Primavera Árabe.
Los mandatarios franceses hicieron la vista gorda cuando miles de yihadís europeos tomaron un billete de ida en Jet Tour para viajar desde el aeropuerto internacional de Charles de Gaulle para ir a luchar contra Assad a través de Antalia en Turquía.
Pensando, por un lado, que sería una buena forma de deshacerse de unos jóvenes alborotadores que no pertenecen a Europa para ir a morir en Siria y, por otro lado, ayudaría a derrotar al ejército sirio.
Bernard Henry Levy, que era el emisario francés del Elysee para la operación logística de la oposición moderada, ya no era necesario ya que los moderados fueron eclipsados poco después por los grupos mas fundamentalistas.
Los leales a Assad comenzaron a perder una gran parte de sus territorios, y este, en señal de desesperación, envió una lista a Paris de nombres de extremistas que planeaban llevar a cabo ataques en Europa, con la esperanza de que el gobierno francés volviese a apoyarlo. El emisario, sin embargo, fue enviado de vuelta con la lista, lo que, en retrospectiva, resultó ser un error estratégico.
Sin el apoyo de los franceses, Assad buscó ayuda en otros aliados, primero Irán, y luego Hezbolá, que anteriormente habían luchado con el ejército sirio. Rusia se unió a la campaña en apoyo de Assad en septiembre de 2015 y proporcionó cobertura aérea a las tropas mientras golpeaba al Estado Islámico y otras posiciones de las fuerzas rebeldes.
Los rusos, iraníes y Hezbolá lograron cambiar la guerra a favor de Assad y salieron fortalecidos. No había otra alternativa para que Estados Unidos, Francia y Europa pudiesen oponerse. Eran conscientes de que la paz en Siria también reduciría los ataques en su territorio.
Para Francia, fue una oportunidad perdida a través de una serie de errores de cálculo, ya queo pudo influir en el curso de los acontecimientos cuando podría haberlo hecho, y mas tarde ya no se encontraba en posición de tomar decisiones sobre Siria.
Hoy en día, las conversaciones sobre una intervención militar francesa carecen de una base sólida. La única forma de que los soldados franceses entren en Siria es bajo una resolución de la ONU que acuerde con Siria golpear a los yihadistas que quedaron y que ahora están reunidos en Idlib.
Después de que los kurdos cumplieron su propósito de expulsar al Estado Islámico de Raqqa y tras la derrota de los yihadistas en importantes ciudades como Aleppo, Deir ez-Zor y Damasco, el resto de los grupos mas extremistas se concentran en Idlib donde se les ha dejado en relativa calma bajo el escudo turco. Por lo que la presencia francesa en Siria sin mandato de la ONU no tiene ninguna justificación.
El objetivo principal ahora es mantenerlos cercados en Idlib, que se encuentra a 59 kilómetros al suroeste de Alepo, hasta que se estabilicen los demás frentes en Siria. Una vez que cumplan su propósito, es probable que Rusia y su aliado Turquía eliminen a los islamistas radicales para favorecer el proceso de reconciliación.
Por ahora, Francia ha de reconocer que no tuvo un papel importante en Siria y tratar de usar a los kurdos como coartada para una reaparición no engañaría a nadie, ya que sabemos que todas las cartas respecto al futuro de Siria están ahora en manos de Rusia e Irán.
Christiane Waked es analista de riesgos, ex agregada de prensa de la Embajada de Francia en Emiratos Árabes Unidos y ha desempeñado su trabajo como lingüista y analista en el Ministerio del Interior francés
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