La Guerra Civil Siria, por llamar de alguna manera a este complejo conflicto que lleva desde 2011 desangrando al país mediterráneo con la participación de todos sus vecinos y buena parte de las potencias mundiales, ha tenido múltiples frentes, pero ninguno tan cambiante y sorprendente como la antigua frontera entre Siria y Turquía. Este inmenso territorio de más de 600 kilómetros de longitud, ha cobrado una enorme importancia en el conflicto como ruta de suministros y como pie para futuras construcciones políticas tras la guerra. Por ello, durante estos ocho terribles años numerosas facciones han tratado de controlarla: el gobierno sirio, ISIS, las SDF y los rebeldes sirios bajo el paraguas turco. Pero todas ellas, sin excepción y en el último momento, han visto como su objetivo se escapaba de sus manos por la rápida reacción de sus rivales.
Cuando comenzó la guerra, el gobierno sirio dominaba la totalidad del territorio y, como es lógico, daba una importancia fundamental al control de sus fronteras. Sin embargo, la extensión de la rebelión forzó a un repliegue general con el objetivo de mantener la franja que se extiende entre Aleppo/Latakia y Damasco, donde se concentra la mayor parte de la población del país, especialmente la capital y los feudos alauítas, principales bastiones gubernamentales. Esto implicó el abandono de la práctica totalidad de la frontera con Turquía, que cayó en manos de rebeldes islamistas o de las, también rebeldes, milicias kurdas de las YPG-YPJ. Estas, que rápidamente chocaron con sus nuevos vecinos, se organizaron con la definición de Rojava en sus tres originales cantones de Afrin, Kobane y Qamishli/Hassaka, aunque las grandes ciudades de este último siempre mantuvieron presencia gubernamental.
Conforme avanzaba la guerra, la filial de Al Qaeda en Iraq decidió autoproclamar su califato (29 de junio de 2014), conformando junto a buena parte de la filial siria (Al Nusra) la organización que conocemos como ISIS. Esta rápidamente se hizo con los territorios rebeldes orientales cercanos al Eúfrates y la frontera iraquí, estableciendo su capital en Raqqa y extendiendo sus tentáculos en diversas direcciones. El norte de Siria fue una de las zonas que suscitó mayor interés para el grupo, ya que buena parte de sus voluntarios extranjeros y sus suministros llegaban desde la porosa frontera turca, a la vez que las YPG/YPJ no parecían rival capaz de resistir una ofensiva del grupo en su momento más álgido. Esta cayó entre otoño de 2014 y verano de 2015 sobre Hassaka, donde las fuerzas gubernamentales aguantaron un parte sustancial de los combates urbanos, y Kobane, siendo detenida en el último momento gracias la contundente, aunque tardía, intervención internacional. Con los aviones de la Coalición en los cielos y todo tipo de apoyo indirecto, las YPG/YPJ se reorganizaron como SDF (Syrian Democratic Forces) e iniciaron su marcha hacia el sur, tomando uno tras otros los enclaves de ISIS, expulsándolo de buena parte de la frontera con la exitosa ofensiva sobre Tell Abyad (junio-julio 2015).
Las SDF, en vista de su creciente éxito, aspiraron a consolidar su posición tomando toda la frontera, unificando sus tres cantones. Con este fin desencadenaron la costosa ofensiva sobre Manbij (julio-agosto 2016) y empezaron a avanzar hacia el oeste. Pero este movimiento inquietó a Turquía, ya que el YPG es considerado por muchos como el brazo sirio del PKK kurdo, con el cual había retomado la guerra en 2015 tras un fallido proceso de paz. Temerosa de tener un poderoso bloque kurdo en su frontera sur y con numerosos rebeldes sirios en nómina, Turquía optó por evitar la unión de los cantones kurdos con su operación Escudo del Eúfrates (agosto 2016 – marzo 2017), atacando el último enclave de ISIS en la frontera (Jarablus) y avanzando hacia el sur en una carrera para cortar el paso a los kurdos. A pesar de la dura resistencia de ISIS en Al Bab, el objetivo se logró con éxito, enlazando con las líneas gubernamentales.
Sin embargo, la intervención turca decidió ir más allá de evitar la unión entre los tres cantones kurdos y, unos meses después, el gobierno de Erdogán decidió eliminar el cantón de Afrín con la operación Rama de Olivo (enero – marzo 2018), algo que logró con éxito, a pesar de un amago fallido de los kurdos de pactar con el gobierno. Envalentonado por su éxito, y con la esperanza de dar un empuje a sus grupos rebeldes, crear un espacio para refugiados sirios y, sobre todo, salvaguardar su frontera, este mismo 9 de octubre de 2019 Turquía lanzó su órdago final: una invasión para despejar una franja de 30 kilómetros de ancho a lo largo de toda la frontera siria, tras el abandono de EEUU a sus fieles aliados. La ofensiva militar ha tenido como epicentro la parte central del frente, entre Tell Abyad y Ras al Ayn, siendo un claro éxito, hasta el punto de que las SDF se han visto forzadas a acudir a un nuevo patrón: el gobierno sirio. Con la mediación de las grandes potencias (Rusia, EEUU…), Turquía ha aceptado detener su ofensiva a cambio de una retirada kurda de la franja que exige, que ha sido recuperada, salvo la zona ya ocupada por Turquía y junto a otros enclaves, por el gobierno sirio. Si bien es cierto que Turquía ha logrado expulsar a sus temidos kurdos de la frontera, también es cierto que se han evaporado sus esperanzas de controlarla en su conjunto.
Como hemos ido viendo, en este sector de la guerra ha sido determinante la actitud de Turquía, un país de la OTAN que ha obligado a EEUU a abandonar a uno de sus más fieles aliados en la región, precisamente el que había puesto por él las botas sobre el terreno en la campaña contra ISIS y que ofrecía una posición geoestratégica clave. Pero todo lo que las SDF pudieran ofrecer palidece ante las consecuencias de un cambio de bando de Turquía, una potencia media, puerta sureste de Europa, puerta rusa al Mediterráneo y pieza clave en la estrategia de la OTAN desde hace décadas. La intervención turca en la guerra siria se debe a múltiples razones que entremezclan nacionalismo y religión: las reclamaciones históricas de la polémica desmembración del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial; la presencia de las YPG/YPJ, supuesta filial siria del separatista PKK, con el que Turquía está en guerra de nuevo desde 2015; el carácter islamista suní de la rebelión, al que no puede ser insensible un gobierno islamista como el de Erdogan. Si observamos la actitud turca ante el conflicto desde 2011, podemos dividir su implicación en Siria en cuatro fases:
- Apoyo logístico y frontera permeable (2011 – 2015): Turquía da apoyo logístico a la rebelión y es permisiva con el flujo de hombres y material, independientemente de que sea para grupos extremistas. Su actitud ante los kurdos, aun vigente el proceso de paz con el PKK, es de desconfianza. A su vez, millones de refugiados acuden a Turquía y existe una fuerte hostilidad con Rusia, cuyo punto álgido es el derribo de un Su-24 (noviembre 2015).
- Operación Escudo del Eúfrates (2016 – 2017): el enfoque turco cambia de forma decisiva tras la ruptura del proceso de paz con el PKK, el avance imparable del YPG/YPJ sobre ISIS con el apoyo de la Coalición y el golpe de estado contra Erdogan (julio 2016). En consecuencia, se produce un acercamiento a Rusia y una invasión a pequeña escala sobre Jarablus – Al Bab, con el objetivo de impedir que las SDF unan Afrín al resto de cantones. Como resultado, Turquía apadrina ese rincón del norte de Aleppo con sus grupos.
- Invasión de Afrín y protectorado sobre Idlib (2018 – 2019): se profundiza el acercamiento diplomático turco a Rusia e Irán, también interesados en debilitar a las SDF como aliado de EEUU, a la vez que se apuesta por un enfoque más agresivo con los kurdos sirios, atacándolos directamente con la invasión del cantón de Afrín. Además, se establecen una serie de “puestos de observación” turcos en Idlib a lo largo del frente con el gobierno, garantizando una relativa calma mientras los rebeldes se enzarzan en guerras internas. El resultado de todo ello, junto a la operación anterior, es una consolidada cabeza de puente turca en el noroeste de Siria.
- Ofensiva general sobre las SDF (octubre 2019): el 9 de octubre de 2019, previa retirada de EEUU, el gobierno turco a ataca a las SDF con el objetivo de asegurar una franja de 30 kilómetros de ancho a lo largo de la frontera. La operación de esta franja, salvo en la zona intermedia, pero si la retirada de las SDF, que deciden pactar con el gobierno sirio y cederle el frente.
En conclusión, a día de hoy las SDF han perdido la frontera con Turquía, cuyos enclaves se reparte rebeldes sirios bajo el paraguas turco y el gobierno sirio (aunque todavía hay diversos puntos donde no han llegado sus fuerzas, es de prever por el acuerdo que lo hagan). Siempre es imposible hacer de futurólogo, y más en un conflicto como el sirio, pero parece claro que el gobierno ha ganado la guerra, aunque todavía le queda por librar la batalla por Idlib, su siguiente objetivo y el último gran feudo de la rebelión y HTS (antigua Al Nusra). Por su parte, los kurdos han visto evaporarse sus sueños de crear un estado al noroeste del Eúfrates en unas semanas de traiciones, invasiones y acuerdos. Los restos de la rebelión parece que terminarán siendo una serie de apéndices turcos que irán de Afrín a Jarablus y de Tell Abyad a Ras al Ayn. Turquía ha conseguido alejar de su frontera a los temidos kurdos, mientras que Siria en su conjunto deberá abordar en las próximas décadas una costosísima reconstrucción que necesitará de todo el apoyo internacional posible.
Suscríbete y accede a los nuevos Artículos Exclusivos desde 4,99€
Si escoges nuestro plan DLG Premium anual tendrás también acceso a todos los seminarios de Descifrando la Guerra, incluyendo directos y grabaciones.
Apúntate a nuestra newsletter
Te enviaremos cada semana una selección de los artículos más destacados, para que no te pierdas nada.