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La Red Globo, de la hegemonía golpista a la contestación de la extrema-derecha (III)

Primera parteSegunda parte – Tercera parte

El ascenso evangelista: la amenaza a la hegemonía de Globo

Las sucesivas crisis institucionales de Brasil, sumado al caos social provocado por la crisis económica, instauró un ambiente de desconfianza colectiva aparentemente inédito, por el cual todos los actores políticos convencionales parecen estar siendo arrastrados al ostracismo. Globo, una de los principales responsables de esta situación, no podría estar fuera de esa coyuntura. La emisora, que nunca despertó simpatías entre la izquierda, después de deshacer su alianza con el gobierno de Temer, también ha cosechado el odio – amplificado con facilidad por las redes sociales – de sectores ultraconservadores de la sociedad brasileña.

Una de las fuentes más representativas del rechazo a Globo viene del ascenso del fundamentalismo evangélico en el país, concentrado en parte por las iglesias neopentecostales. El crecimiento del evangelismo ha mostrado ser un desafió al poder histórico de Globo al articularse como fuerza política en el Congreso Nacional y contar con amplios espacios y horarios para predicar en otras emisoras de TV. No por casualidad el principal competidor de Globo es TV Record, propiedad del Obispo Edir Macedo, líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), una de las más poderosas iglesias neopentecostales del país.

El Obispo Edir Macedo en un discurso en la televisión evangélica.

En la programación de Record son habituales los reportajes críticos con Globo. En el ámbito político Record supo explotar la antipatía de su mayor rival, el Partido de los Trabajadores, e intentó una aproximación programática con el gobierno de Lula, presentando una cobertura equilibrada de las políticas del expresidente. Apoyo la elección de la presidenta Dilma Rousseff en 2010, en claro contrapunto a la posición editorial de Globo. El Jornal da Record, principal telediario de la emisora, llegó a desmentir el reportaje de Globo sobre una supuesta agresión sufrida por el candidato de la oposición a la presidencia, José Serra (PSDB). En las elecciones municipales de 2016, Macedo consiguió una victoria política inédita al ver a su sobrino y también obispo de su iglesia, el senador Marcelo Crivella, ser elegido prefecto de Rio de Janeiro, justamente donde la sede nacional de la Red Globo está instalada.

La rivalidad de la emisora de TV del obispo Edir Macedo con Globo creció ha medida en que también creció la población evangélica en Brasil. De acuerdo con el censo de 2010 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), hay 42,3 millones de evangélicos en el país. En función de 40 años, el grupo ha pasado de ser el 5,2% de la población al 22,2%. Para el politólogo Cesar Romero Jacob, una de las razones para esa expansión está en la difusión de la religión en las periferias pobres de las regiones metropolitanas de Brasil, donde existe un vació de poder dejado por la estructura burocrática de la Iglesia Católica. En estos espacios, las iglesias evangélicas no solo inspiran una posibilidad de ascenso social mediante la “Teología de la Prosperidad”, sino que también usan un ideal de “preservación de la familia” como factor de unidad comunitaria en un ambiente socialmente marginalizado y marcado por la violencia.

En el seno del crecimiento evangélico se fortalece un núcleo popular denominado pentecostales, de línea más conservadora y con una visión más tradicional de las costumbres, como la Asamblea de Dios y la propia Iglesia Universal del Reino de Dios. Los adeptos de esas vertientes neopentecostales componen un nicho de mercado importante y también gustan de verse representados en la televisión. Para agradar a esos espectadores, la TV Record viene apostando por la emisión de telenovelas, otrora exclusivas de Globo. La diferencia de TV Record, sin embargo, está en el tipo de telenovelas que emite para disputar la audiencia a Globo en hora punta: todas de temática bíblica.

Símbolo de Brasil en todo el mundo, las telenovelas de Globo alcanzan el status de producto más rentable de la industria cultural brasileña y forma parte del entretenimiento de millones de espectadores. Muchos evangélicos también crecieron viendo las telenovelas de Globo. Ahora, Record busca conquistar ese mercado por medio de la fe, garantizando audiencia y publicidad para la Iglesia Universal del Reino de Dios y sus obispos. El mayor ejemplo de “teledramaturgia bíblica” es la telenovela de Los Diez Mandamientos, basada en la historia de Moisés. Un producto que amenaza a la audiencia de Globo en el mismo horario que el Jornal Nacional.

Sin embargo, los grupos evangélicos que siguen y apoyan a Record no son suficientes para contrarrestar a Globo. Los pastores ligados al fundamentalismo neopentecostal vienen liderando brutales ataques al contenido de las telenovelas de Globo. El objetivo de Record, y de la iglesia de la cual es propiedad, es entorpecer a su principal competidor y atrapar a la audiencia cristiana en general. La táctica de persuasión se basa en la retórica del miedo, que recuerda a los movimientos norte-americanos del Macartismo en los años 1950 o de las “Guerras Culturales” en los años 1980: “Las telenovelas de Globo buscan corromper a nuestra infancia, destruir la familia tradicional y promover la pedofilia, la homosexualidad y el consumo de drogas”.

La rebelión contra el “progresismo” de Globo

El conservadurismo cristiano está lejos de ser un fenómeno reciente en la historia de Brasil y tiene una dimensión política que es susceptible de manipulación por parte de grupos hegemónicos. Fue el conservadurismo el que motivó a la clase media de São Paulo a promover la Marcha de la Familia con Dios por la Libertad en marzo de 1964, marcha fuertemente católica, que sirvió de base social al Golpe militar. Décadas más tarde, el conservadurismo salió nuevamente a las calles durante las manifestaciones por el impeachment a Dilma Rousseff, en las cuales hicieron aparición grupos partidarios a la “intervención militar” e incluso por la “vuelta de la monarquía”. En ambos momentos históricos, el Grupo Globo dio su total apoyo y fingió no ver el carácter autoritario de esos grupos.

Mientras tanto, si bien el periodismo de Globo siempre fue adepto al conservadurismo político y económico, estas posiciones de derecha no resumen todo el programa de la emisora. Su sector de entretenimiento cuenta con una libertad significativa para la producción artística y, muchas veces, abre espacios para abordar temas progresistas, especialmente en telenovelas o miniseries. De la misma forma durante la dictadura militar Globo fue pionera en llevar la crítica social a la TV. En 1973, la emisora puso en el aire, por ejemplo, la novela El Bien-Amado, una sátira de la política nacional escrita por el dramaturgo comunista Dias Gomes y que tuvo 37 de sus 178 episodios recortados por la censura.

Otro marco en el que Globo desafió a la dictadura y mostro la vocación de la emisora para la contracultura en el campo de las costumbres fue la serie Mala Mujer¸ de 1979, protagonizada por una mujer divorciada. La serie, pionera en la promoción del empoderamiento femenino, fue poco después de la legalización del divorcio en Brasil. A partir de entonces, el discurso en favor de la emancipación de la mujer estuvo presente, con una lengua accesible, en otros programas que se volvieron clásicos de la televisión, como el especial musical Mujer 80, reuniendo algunas de las mayores mujeres cantautoras brasileñas, al igual que el programa Amor & Sexo, popular por abordar de manera didáctica y humorística temáticas feministas, de sexualidad y el papel del género.

Bancada evangélica del parlamento contra la homosexualidad.

Siempre atenta a las señales de transformación social y cultural del país, la emisora fue pionera en múltiples ocasiones, sobre todo después de la redemocratización de Brasil. La adhesión de Globo a ciertas pautas liberales en materia de costumbres ayudó a generar debate con la sociedad civil organizada. Así, ciertos programas fomentaron de manera inédita entre la población, por ejemplo, discusiones sobre bioética y el mundo islámico con la serie El Clon, fenómeno que llego a ser exportado a más de 90 países, en un contexto tanto de debate sobre la clonación humana como post-atentado 11 de septiembre. La propia dictadura militar, que Globo apoyo editorialmente, fue criticada en las miniseries Años Rebeldes (1992), Queridos Amigos (2008) y Los Días Eran Así (2017), que denunciaron la represión política y el terrorismo de Estado del régimen.

Es probable que la principal motivación para la reacción de los ultraconservadores cristianos a la programación de Globo esté en la presentación de temáticas de tolerancia a la diversidad sexual. Desde la adopción por parte de parejas homosexuales a los conceptos de identidad de género y transexualidad, más de 80 papeles LGBT fueron interpretados en programaciones de Globo desde los años 1970. En colaboración con ONU Mujeres, UNESCO, UNICEF y UNAIDS, la emisora lanzó la plataforma “Todo comienza por el Respeto” para ampliar la divulgación de derechos de minorías sexuales y étnicas.

Sin embargo, la gran polémica surgió con la telenovela Amor a la Vida (2014), que exhibió al primer personaje gay en horario central. La escena dividió a un país que tiene índices anuales record de asesinatos de homosexuales – 343 muertes apenas en 2016, según informe de la ONG Grupo Gay de Bahia – y genero respuestas duras en el ámbito político. El pastor y diputado estatal de Bahia, Sargento Isidório (PSB), que se describe a sí mismo como “ex-gay”, abrió un proceso contra Globo. “La familia es la esencia de la sociedad, y debe ser preservada”, escribió en la petición. Al repetirse en otra serie un beso homosexual el senador Magno Malta (PR) y João Campos (PRB), ambos evangélicos, llegaron a emitir un comunicado oficial de repudio en el Congreso Nacional. “Apología al mal. Producida para destruir familias. Comparta, no dé espacio a esta amenaza con cara amable. No la apoye”, escribió Malta en su página de Facebook.

El Sargento Isidorio sostiene una biblia en el hemiciclo de Salvador de Bahía.

El hecho es que las series de Globo ayudaron a mostrar la situación real de los homosexuales y otras minorías en la sociedad brasileña, y ese movimiento enfrenta de cara la visión de los líderes religiosos tradicionales – neopentecostales, además de católicos – acerca de la mera expresión pública de LGBT y feminismo. Además a raíz de estas polémicas se volvieron comunes las especulaciones de una supuesta “dictadura gay” en Brasil, es decir, la imposición de un poder político de los homosexuales en la esfera pública. El fundamento intelectual de tal “dictadura”, según los conservadores, seria aquello que llaman “ideología de género”, expresión cada vez más difundida.

El término “ideología de género” presupone la identidad de género como objeto de un adoctrinamiento, resultado de un discurso operante para convertir a las personas. Dentro de esa perspectiva reaccionaria, los debates acerca del género y la sexualidad son construidos maquiavélicamente para “invertir” la relación social de las personas con su propio sexo. Los conservadores parten del dogma de que la construcción de la identidad de una persona como hombre o mujer esta necesariamente ligado a lo que sociedad enseña como característico del comportamiento de los niños o las niñas. Así, el estudio de las cuestiones de género en las escuelas supuestamente ocultaría un complot para promover una revolución cultural y sexual entre la infancia y pervertir a las familias tradicionales.

La creencia en esa supuesta “ideología de género” – ideología que no tiene ninguna base analítica o científica para si quiera existir, siendo, por tanto, un mito – adquiere dimensiones peligrosas en Brasil. En 2015, parlamentarios cristianos consiguieron presionar para que se excluyeran los temas de identidad de género y sexualidad del Plan Nacional de Educación. En diciembre de 2017, el Consejo Nacional de Educación (CNE) retiro los mismos términos de la Base Nacional Curricular. Además de las escuelas, tal ideología también estaría teniendo incidencia en los grandes medios, y las telenovelas de Globo representarían la punta de lanza de esa ofensiva de “depravación moral”.

Lo más curioso de esta supuesta “cruzada contra los valores morales y las buenas costumbres” está en la asociación creada por parte de los fundamentalistas cristianos, entre la promoción de tal “ideología de género” y… el comunismo. Tildar a los grandes medios de “comunistas” puede ser entendido, al principio, como una mera falla cognitiva. Sin embargo, como afirma la periodista Eliane Blum se trata también de una nueva construcción del concepto, “con poca o ninguna conexión con el concepto original de comunismo”. Tal apropiación del concepto tiene raíces en una gran teoría de la conspiración de la extrema-derecha que, en la práctica, tiene los mismos fallos teóricos que la tesis de la “ideología de género”: el “marxismo cultural”.

En resumen, el “marxismo cultural” es un concepto difundido por los ideólogos del paleoconservadurismo norte-americano, Pat Buchanan y William S. Lind. Según esa teoría, existe una acción conjunta de los gobierno e instituciones a escala global para minar los valores de la “cultura occidental”, incluyendo a la hegemonía del cristianismo, por medio de formas insidiosas de manipulación psicológica. El “marxismo cultural” habría sido creado por los autores de la Escuela de Frankfurt, como Theodor Adorno, Marx Horkheimar, Herbert Marcuse y Walter Benjamin, que supuestamente habrían fomentado la subversión de la moralidad cristiana del hombre europeo y la imposición del relativismo cultural como métodos posibles para destruir el capitalismo. Así, los valores cristianos occidentales serían malévolamente eliminados y sustituidos en la mente de los trabajadores por la conciencia de clase revolucionar, lo que desembocaría en el comunismo.

Cartel anti Dilma, asociandola con el comunismo.

Para promover el “marxismo cultural”, las instituciones dentro del sistema capitalista, incluido los grandes medios estarían implementando perniciosamente agendas de ingeniería social, de la cual forman parte el ateísmo, el feminismo, el secularismo, el ecumenismo, lo “políticamente correcto”, el multiculturalismo y, claro está, el movimiento LGBT. Esas ideólogas estarían supuestamente influenciando a altos cargos de importantes organizaciones sociales, políticas y culturales – de las universidades a los estudios de Hollywood – para corromper a la familia tradicional, a la educación, a la administración pública, a las jerarquías de género convencionales y la heteronormatividad entre otros “valores cristianos occidentales”. Luego, según creen estos conservadores, cuando Globo exhibe manifestaciones de afecto homosexual, esta, en realidad, queriendo manipular la mente de los espectadores por medio del “marxismo cultual”.

Cría cuervos y te sacarán los ojos”

Toda esa engañosa teoría conspiratoria del “marxismo cultural” acabó siendo exportado de los Estados Unidos a Brasil a través de las redes sociales, influenciando a la política real. La mera popularidad de estas tesis desmitifica la creencia en la “horizontalidad” de la “sociedad en la red”, que supuestamente daría a todos el mismo poder de voz e influencia.

En realidad, el ascenso de esos nichos ideológicos ultraconservadores prueba como Internet, muchas veces señalado como “promesa de libertad de información”, solo reproduce las relaciones de poder pre-existentes al mundo virtual. También crea un ambiente de inseguridad informativa por medio de la diseminación de las llamadas “fake news”, muchas propagadas por las organizaciones de extrema-derecha con consecuencias políticas desastrosas.

Ciertos grupos de ultraderecha desarrollan un poder de influencia que se refleja en una estructura de actuación y financiación muy bien organizado. Los grupos organizados en las redes sociales para la divulgación del ideario liberal-conservador cuentan, por ejemplo, con la participación de Atlas Network, una fundación internacional vinculada a think tanks norte-americanos y grupos políticos presuntamente “espontáneos”, como el Movimiento Brasil Libre (MBL) y Vem Para Rua. Atlas Network dispone en toda América Latina de una red de cursos de formación para jóvenes, seminarios intensivos para el uso de las redes sociales, que incluyen la diseminación de falsedades como arma de propaganda.

Lo interesante a observar es que una buena parte de esas organizaciones participaron de las movilizaciones a favor del impeachment de Dilma Rousseff y fueron presentadas por la cobertura de Globo como los símbolos de la democracia y de la “cruzada contra la corrupción” o como los rostros jóvenes del liberalismo político. Durante la destitución del gobierno de Rousseff, los ideólogos de esos grupos conservadores tuvieron vía libre en los grandes medios, siendo invitados a debates y entrevistas sobre la política nacional y el proceso de impeachment.

Marcha del Movimiento Brasil Libre.

El caso del Movimiento Brasil Libre (MBL) refleja como esas organizaciones crecieron con el discurso anti-Partido de los Trabajadores y, con el fin de la administración de Rousseff, tuvieron que diversificar su discurso para abarcar un público más heterogéneo. La ascensión de Michel Temer y la implementación de reformas neoliberales impopulares, apoyadas ideológicamente por el MBL, obligaron al grupo a disminuir las retóricas pro-mercado, pro-Estado mínimo y de “lucha anticorrupción”. El movimiento pasó a defender las políticas de cuño moralista porque ahora no le interesaba derrocar al presidente.

En un episodio de repercusión nacional en septiembre de 2017, el MBL alzó la voz contra la exposición “Queermuseu – Cartografias da Diferença na Arte Brasileira”, en el Santander Cultural de Porto Alegre. La exposición artística, que contaba con más de 270 obras que exploraban la diversidad de género, fue acusada por el MBL de “apología a la pedofilia y la zoofilia” y “blasfemia contra el culto religioso”, fomentando una ola de indignación moral. La repercusión negativa forzó al Santander Cultural a cancelar el evento, y acabo afectando a Globo cuando actores y actrices de la emisora condenaron los ataques del MBL como un acto de censura.

Desde entonces, Globo paso a ser objetivo de campañas de boicot, incentivadas por el MBL, lideres religiosos y otros segmentos de la ultraderecha, después de presentar en el programa dominical Fantástico dos reportajes sobre cuestiones de género en la infancia y la libertad de expresión en Brasil. Los reportajes, que abordaban la intolerancia religiosa y la persecución de la exposición de Santander Cultural, motivaron protestas contra la emisora en las redes sociales. El hashtag #GloboLixo fue primer Trending Topic de Twitter, seguido de publicaciones en la página de Facebook del MBL – que tiene más de 2 millones de seguidores – acusando a Globo de imponer la “ideología de género”. Artistas – vinculados o no a la emisora – crearon el movimiento “342 artes – Contra la censura y la difamación”, como respuesta a los ataques conservadores a la libertad de expresión, que les tildaron de “pedófilos”, “drogadictos” o “degenerados”.

En medio de mensajes contra la supuesta “defensa de la pedofilia de Queermuseu”, era común nuevamente la asociación de Globo y el mismo Banco Santander, que promovió la exposición artística, con el “comunismo”. Este tipo de acusaciones reflejan la popularización de las tesis ultraconservadoras del “marxismo cultural”. Se ha creado en Brasil un ambiente en el que los temas morales son inmediatamente ligados a la “amenaza comunista” de la misma forma que los comités de investigación del macartismo buscaban librar a los Estados Unidos de los “rojos” (comunistas) y los “lavandas” (homosexuales).

Cartel propagandístico que asocia al Partido de los Trabajadores y al Banco Santander como movimientos comunistas.

Así, el periodismo del Grupo Globo, que históricamente ha fomentado el “libre mercado”, es acusado de “izquierdista” cada vez que trata temas como el aborto, la legalización de las drogas, la prohibición de la venta de armas, la inmigración o el calentamiento global. El mero hecho de abordar esas temáticas es el pretexto para que columnistas de blogs de extrema-derecha e incluso publicaciones de gran audiencia, como la revista VEJA, asociaran a Globo con la “implantación de un Nuevo Orden Mundial” y, en menor escala, a una “agenda totalitaria del Foro de São Paulo”, conferencia latino-americana de partidos políticos y organizaciones de izquierda de la cual el Partido de los Trabajadores es fundador.

Imputar un supuesto “apoyo al PT” por parte de Globo, uno de los actores políticos participes del impeachment de Dilma Rousseff, bordea el delirio, y parece ser una opinión más común de lo que se piensa. Los puntos de convergencia entre el PT y Globo, señalados como síntomas de “alineamiento ideológico”, generalmente giran en torno a los derechos individuales. En 2011, el bloguero protestante Julio Severo, por ejemplo, acuso a la emisora de actuar en favor de la “agenda gay” de la Secretaria Especial de Derechos Humanos del gobierno de Dilma Rousseff por una campaña anti-homofobia exhibida en TV.

En el ámbito internacional, el columnista Klauber Pires, de la web Mídia Sem Máscara, fue más allá y acusó a un documental especial del Jornal Nacional sobre Cuba, abiertamente crítico con el gobierno socialista de la isla, de “maquillar la represión política en el país” y “ocultar las atrocidades de los Castro”. El motivo fue la entrevista a la disidente Yoáni Sanchez, que es, en opinión de él, “un agente de desinformación del propio régimen comunista”. Otro ataque fue el del bloguero conservador Luciano Ayan, de la web Ceticismo Político, que afirmó que el portal de noticias de la emisora G1 “intentaba esconder la dictadura en Venezuela” y “beneficiaba al dictador psicópata de Nicolas Maduro”, pues el canal había publicado un documental de la BBC que desmitificaba algunas de las informaciones sobre la crisis política y económica de Venezuela.

2018: una encrucijada inédita para Globo

Otro fenómeno político de la ultraderecha que ha tomado al Grupo Globo como blanco para sus ataques es el diputado Jair Bolsonaro. Partidario de la Dictadura militar, de la pena de muerte y de la tortura como método policial, Bolsonaro es conocido por sus opiniones polémicas sobre la homosexualidad y los derechos de las mujeres. Precandidato a las presidenciales de 2018, es hoy el político más influyente de Brasil en las redes sociales con 4,7 millones de seguidores en Facebook actuando totalmente al margen de los medios convencionales y movilizando un electorado joven reticente a la política tradicional. En segundo lugar en las encuestas electorales, Bolsonaro se volvió un fenómeno difícil de ser ignorado por la prensa, que lo considera un candidato sin condiciones de gobernabilidad y con un comportamiento completamente inestable.

El Grupo Globo no tardó en reaccionar ante el ascenso de su candidatura y el diario O Globo acusó de nepotismo a Bolsonaro por elegir a parientes para su gabinete en la Cámara de los Diputados. La reacción de Bolsonaro fue aumentar sus ataques contra el grupo: amenazando con reducir los fondos publicitarios del Gobierno Federal para Globo en caso de ser elegido presidente. Irónicamente el parlamentario acostumbra a dar su apoyo a la Dictadura leyendo el editorial “Resurge la Democracia” del periódico O Globo, escrito por Roberto Marinho en marzo de 1964, saludando el Golpe militar. Además, su campaña electoral para 2018 cuenta con la asesoría de un periodista de O Globo – el economista liberal Paulo Guedes.

Jair Bolsonaro en su etapa como militar.

El precandidato de extrema-derecha también ve una conspiración pro-PT en las críticas dirigidas a él por el periodismo del Grupo Globo, acusando a la emisora de trabajar para “investir a Lula en 2018”. Según Bolsonaro, Globo desea que Lula sea presidente con el objetivo de “renegociar la deuda de la empresa con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES)”. Tal conspiración llega, paradójicamente, en el momento de mayor hostilidad hacia Lula y el Partido de los Trabajadores por parte de la emisora, y en la que el expresidente defiende un nuevo marco regulatorio para los medios de comunicación, lo que afectaría directamente a los negocios del Grupo Globo. Sin embargo, los rumores de una alianza entre Globo y Lula de cara a las elecciones de 2018 engañó incluso al presidente Michel Temer, que se creyó un audio falso de Whatsapp atribuido al director del programa Fantástico, Luiz Nascimento. El mensaje anunciaba que la emisora “preparaba la vuelta de Lula” e incluso pondrían “tonos rojos” en su logotipo, en una demostración de apoyo a la izquierda.

De todas formas, Bolsonaro alerto a Globo de una posible elección de Lula en 2018 y de los riesgos de que se implementase el proyecto del Partido de los Trabajadores de regular los medios de comunicación: “Lula está prometiendo el ‘control social de los medios’. Ustedes quizá estarán felices cuando estén todos escribiendo para el Granma, ese periódico de Cuba que no sirve ni para poner en la privada”. Este comentario evidencia la única verdad detrás de sus declaraciones – Globo no tiene ningún control sobre el futuro político de Brasil post-Temer.

A pesar de toda la energía utilizada para demonizar al PT hasta la destitución de Dilma Rousseff en 2016, Lula es el candidato a presidente que encabeza las encuestas de 2018, liderando todos los escenarios de intención de voto en primera y segunda vuelta. La asociación selectiva del Partido de los Trabajadores con escándalos de corrupción, promovida por Globo durante años, fue insuficiente para eliminar de la memoria popular las ideas de justicia social y crecimiento económico identificados por la sociedad en los gobiernos de Lula. Simultáneamente la emisora no se ve en condiciones de apoyar a Jair Bolsonaro, un candidato completamente imprevisible, sin experiencia administrativa, sin estructura partidaria y con un significativo rechazo popular. Con Lula en prisión, condenado de forma controvertida en la Operación Lava Jato, y su impedimento de concurrir a la presidencia pone automáticamente a Bolsonaro liderando las encuestas electorales.

Lo que está en juego para Globo es la continuidad de la plataforma reformista de Michel Temer, que se mantengan las políticas económicas del actual presidente y no cambie las reformas impopulares ya aprobadas. Globo se encuentra entre el retorno de Lula y que la extrema-derecha convierta en réditos electorales su popularidad, la emisora busca desesperadamente una “candidatura de centro”, exenta de “radicalismos” y apta para agradar a los “mercados”. Con la clase política tradicional desprestigiada por las denuncias de corrupción, Globo apuesta por un outsider, que represente “lo nuevo”. Globo ha llegado a especular con una candidatura de su presentador de TV, Luciano Huck, quien rechazó la invitación a concurrir a la presidencia.

Por primera vez en décadas, el Grupo Globo parece darse cuenta de su impotencia. La emisora recoge los frutos de su apoyo acrítico a la “judicialización de la política” promovida por los “héroes” de la Operación Lava Jato. También arrastra con las consecuencias de menospreciar e incluso fomentar el activismo de extrema-derecha cuando este era útil a su objetivo de destruir al Partido de los Trabajadores. A pesar del poder de su imperio – Roberto Irineu, João Roberto y José Robert, hijos de Roberto Marinho, siguen siendo la familia más rica de Brasil, con una fortuna estimada en US$28,9 mil millones –, los ejecutivos de la emisora están teniendo que tragarse las palabras de Lula: “Si Globo tiene un candidato en las elecciones del próximo año, voy a estampar en la frente de él el logotipo de la emisora y voy a vencerle”.

Traducido por Angel Marrades.

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La Red Globo, de la hegemonía golpista a la contestación de la extrema-derecha (III)

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