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Hong Kong ante el precipicio

Por Jorge González Márquez

Durante el verano de 2019, las protestas de Hong Kong han ocupado los titulares de gran parte de los medios internacionales. En este artículo trataremos de responder a varias preguntas sobre estos acontecimientos ¿cuál es el origen de las protestas?, ¿por qué es Hong Kong tan importante para el esquema político chino? y ¿cuál es la reacción del gobierno de Pekín?

El origen de la protesta es la propuesta de ley de extradición presentada a finales de febrero de 2019. Esta ley permitiría la extradición, caso por caso, de fugitivos a Taiwán, Macao o la China continental, lo que provocó preocupación entre la población local ya que se teme que a raíz de esta ley empiece a juzgarse a determinados individuos por la ley de China y no por la de Hong Kong, extendiéndose así el control de Pekín sobre la región especial. En consecuencia, las primeras protestas contra la ley de extradición comienzan a finales de marzo de 2019, poco después de hacerse público el proyecto de ley.

Protesta celebrada el 31 de marzo de 2019

Durante los meses de marzo, abril y mayo las protestas no tuvieron particular repercusión fuera de Hong Kong. Esto cambiaría a partir del 9 de junio cuando cientos de miles de personas salieron a la calle a protestar en contra del proyecto ley poco antes de que pasara su segunda lectura.  La jornada de protestas del 9 de junio fue relevante no solo por la masiva participación sino porque fue cuando se produjeron los primeros enfrentamientos entre la policía de Hong Kong y los manifestantes en las cercanías del parlamento de la ciudad.

El 15 de junio la Jefa Ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, anunciaba la suspensión indefinida del proyecto de ley de extradición, pero esto no fue suficiente para calmar a la población que mantuvo las movilizaciones y continuó saliendo a la calle pidiendo su dimisión y la retirada total del proyecto de ley.

Otro día clave de movilizaciones fue el 1 de julio, cuando cientos de miles de manifestantes se incorporaron a las marchas anuales del 1 de julio. Estas marchas se celebran cada año desde 1997 por parte del Frente por los Derechos Humanos de Hong Kong, una organización que agrupa diversas organizaciones no gubernamentales locales.  Durante estas protestas se produjo un asalto a la Cámara Legislativa de Hong Kong por parte de un grupo de manifestantes que vandalizo el lugar y que después de tapar el escudo de armas de la Región Administrativa Especial de Hong Kong  alzó una bandera de la era colonial británica.

El escudo de la Región Administrativa de Hong Kong tras el asalto a la Cámara Legislativa

El puerto de la corona británica

El establecimiento de la colonia británica de Hong Kong vino precedido de la campaña de supresión contra el comercio de opio iniciada en 1839 por el gobierno chino de la Dinastía Qing. Esta campaña llevó al país a una guerra con el Imperio británico, quien se beneficiaba ampliamente de las rutas de comercio de opio, en la que se conoce como la Primera Guerra del Opio. La victoria militar británica en este conflicto llevaría a la firma del Tratado de Nanjing de 1842 por el cual la isla de Hong Kong quedaría bajo dominio británico. El territorio controlado por la colonia se vería expandido posteriormente en dos ocasiones: la primera tras la victoria anglo-francesa en la Segunda Guerra del Opio en 1860 y la segunda, de carácter temporal, tras la firma de la Segunda Convención de Pekín en 1898.

El gobierno de la República Popular China comenzó una campaña diplomática para la recuperación de Hong Kong y Macao en 1971, cuando se le otorgo acceso a su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU en 1971. A partir de ese momento una serie de delegados británicos entre los que se incluían el gobernador de Hong Kong, Murray MacLehose, el secretario de exteriores, Lord Carrington, y el ex primer ministro británico, Edward Heath, visitaron Pekín para negociar el futuro de la isla. Las delegaciones británicas buscaban un acuerdo por el cual se permitiera prolongar su presencia en la isla, pero la posición del gobierno chino defendía el retorno total del territorio ya que “los tratados existentes eran injustos y desiguales” y por lo tanto ningún traspaso de soberanía era reconocido.

 
Margaret Thatcher y Deng Xiaoping

En la reunión entre Margaret Tatcher y Deng Xiaoping, celebrada durante su visita a China en septiembre de 1982, este amenazaría con la posibilidad de que China tomara Hong Kong por la fuerza en caso de que las conversaciones fueran por mal camino. Poco después de esto se modificaría la constitución china, en la 5ª sesión del 5º Congreso Nacional del Pueblo, para incluir la posibilidad de establecer “Regiones Administrativas Especiales”, presentando así el concepto “Un país, dos sistemas” fundamental para la resolución pacífica del traspaso de soberanía de Hong Kong.

La Declaración Conjunta Sino-británica sería firmada el 19 de diciembre de 1984 en Pekín. En esta declaración el gobierno chino retomaría el ejercicio de la soberanía sobre Hong Kong a partir del 1 de julio de 1997 garantizando al gobierno británico que esta soberanía sería ejercida en base al principio “Un país, dos sistemas” por el cual se establece que la Región Administrativa Especial de Hong Kong mantendrá un gobierno capitalista semejante al que tenía bajo dominio británico durante 50 años, hasta 2047. Este acuerdo quedaría estipulado en la constitución de Hong Kong, llamada la Ley Básica de Hong Kong que sería redactada por un comité conjunto de hongkoneses y delegados de la china continental.

Ceremonia de traspaso de la soberanía de Hong Kong

 

Desde ese día, los incidentes violentos entre manifestantes y policía comenzaron a incrementarse cada vez más provocando un creciente clima de tensión en la ciudad. Otro momento de suma importancia ocurrió el 21 de julio, cuando un grupo de hombres vestidos de blanco y portando mascarillas atacaron a un grupo de manifestantes en la estación de metro de Yuen Long. Según los manifestantes, este grupo de atacantes pertenecía a organizaciones criminales locales que colaboran con Pekín. Desde ese momento se han producido otros incidentes semejantes en otros puntos de la ciudad, incluyendo cuando el 31 de julio un vehículo lanzó fuegos artificiales contra una agrupación de manifestantes provocando varios heridos.

Los manifestantes han centrado sus actividades en el bloqueo de infraestructuras clave de la ciudad tales como el ferry a Macao o más recientemente el aeropuerto de Hong Kong. También se ha vuelto habitual que pequeños grupos de manifestantes realicen ataques contra comisarías de policía y vandalicen edificios del gobierno chino en la ciudad.

Con la llegada de agosto hemos sido testigos de cómo la escalada de tensiones se ha incrementado aún más principalmente por dos eventos sucesivos. El primero de ellos fue la convocatoria de una huelga general, la primera en la ciudad desde 1967, para el 5 de agosto que provocó el bloqueo de la ciudad y trajo enfrentamientos entre la policía y los manifestantes por toda la ciudad. El segundo y más reciente de estos ha sido la toma del aeropuerto de Hong Kong durante los días 10, 11, 12 y 13 de agosto por parte de miles de manifestantes, una ocupación que durante los días 12 y 13 llevo al bloqueo y cancelación de todos los vuelos desde la isla.   

Mapa de AFP mostrando los principales enfrentamientos durante la huelga general.

No está previsto que las protestas vayan a detenerse pronto y esto ha hecho preguntarse a muchos ¿podría llegar a intervenir el gobierno de Pekín en la ciudad? Hablaremos sobre la respuesta de Pekín en el siguiente apartado.

La respuesta china

Desde su comienzo las protestas han estado controladas de cerca por las fuerzas policiales de Hong Kong, que cuentan según datos de 2018 con cerca de 40.000 efectivos. Durante las protestas se ha acusado a la policía de numerosas infracciones como el uso desproporcionado de la fuerza contra civiles, el abuso de poder, colaboración con grupos criminales, asalto no provocado contra oponentes políticos o no tener en cuenta los derechos a la propiedad privada. Pero a pesar de la polémica existente su actuación dista de ser excepcional y podría cuestionarse si es siquiera una de las más desproporcionadas del año especialmente si la comparamos con el uso desproporcionado de la fuerza por parte de la policía francesa contra los gilet jaunes o la realización de detenciones masivas de manifestantes por parte de la policía rusa en las recientes protestas de Moscú.  

Enfrentamientos entre la policía y manifestantes en Hong Kong.

Desde finales de julio se viene especulando con la posibilidad de que la policía de Hong Kong no sea capaz por si sola de mantener el control de la situación, puesto que el orden de la ciudad ha ido deteriorándose progresivamente debido al mayor número de enfrentamientos con manifestantes y a la paralización de ciertas infraestructuras clave.

Estos temores se han visto reforzados en varias ocasiones durante estos meses ya que el gobierno de Pekín ha realizado varias acciones indicando la posibilidad de una intervención en la ciudad. El primer ejemplo de ello fue la publicación de un Libro Blanco sobre la estrategia nacional de defensa de China en la cual se declara que el separatismo es la principal amenaza que enfrenta el país y ante esta amenaza, el gobierno chino se reserva el uso de la fuerza. Poco después de la publicación de este documento oficial comenzaron a surgir videos en las redes sociales que indicaban la presencia de tropas chinas en movimiento cerca de Shenzen, una ciudad situada a menos de 50 km al norte de Hong Kong.

No debemos olvidar que en la ciudad existe una guarnición del PLA (People’s Liberation Army), cuya presencia queda amparada por el artículo 14 del segundo capítulo de la Ley Básica de Hong Kong, que cuenta con aproximadamente 7000 efectivos y que en caso de que las autoridades de Hong Kong lo solicitaran podría intervenir colaborando en las tareas de mantenimiento del orden en la ciudad. El comandante de la guarnición ha declarado en varias ocasiones que están ampliamente preparados para intervenir cuando el gobierno lo solicite.

Sin embargo, en todas sus declaraciones oficiales, el gobierno chino ha declarado confiar en que las autoridades de Hong Kong sean capaces de mantener el control de la situación por sí mismas aunque también han dejando claro que el gobierno central está preparado para intervenir en caso de que la situación continúe deteriorándose.  

Las amenazas han tomado un tono considerablemente más serio después de la ocupación del aeropuerto por parte de los manifestantes, una acción que ha llevó a que el portavoz de la oficina estatal para Hong Kong y Macao afirmara que la situación estaba en un punto crítico y que los ataques a la policía “eran el comienzo de actos de terrorismo”.

Estas palabras coincidieron con el despliegue en Shenzhhen de un contingente de la Policía Armada del Pueblo (PAP), un cuerpo paramilitar especializado en el control de disturbios y el contraterrorismo. Su presencia hizo saltar numerosas alarmas tanto en Hong Kong como en la comunidad internacional. Actualmente, ese contingente sigue desplegado en el Shenzen Bay Sports Center.

Contingente de la PAP desplegado en el Shenzen Bay Sports Center.

Sin embargo, no resulta muy probable que el gobierno de Pekín llegue a intervenir con una fuerza militar o paramilitar en Hong Kong, a pesar del más que conocido y mentado ejemplo de la plaza de Tiananmén de 1989. La principal razón por la que argumentamos esto es la el origen de la propia política “Un país, dos sistemas” y cómo encaja esto dentro de la estrategia política de China.

A menudo se ha interpretado “Un país, dos sistemas” como una política que, si bien se ha aplicado en Macao y Hong Kong, tiene como destinatario principal a Taiwán. Hoy en día, la reunificación de Taiwán con China, es aún una labor pendiente dentro de la política exterior de Pekín y aunque la posibilidad de una reunificación a través de la invasión de Taiwán está muy presente dentro de la planificación estratégica del PLA, la reunificación pacífica continua siendo el objetivo prioritario de la política exterior de China, a pesar de haber sido rechazada muchas veces desde la nación isleña, y esto se enmarca además dentro del principio de la política exterior china conocido como el “ascenso pacífico” de Hu Jintao y posteriormente como “el desarrollo pacífico”. Una intervención en Hong Kong, arruinaría “un país, dos sistemas” y con ello cualquier posibilidad de que en el futuro se llegue a una resolución pacífica con Taiwán.

La caída de Hong Kong

Por último, antes de dar por finalizado este artículo queremos señalar un punto importante. Pese a que la razón principal tras las protestas de Hong Kong es el proyecto de ley de extradición, varios medios se han hecho eco de otro factor importante que podría estar detrás de estas movilizaciones: la decreciente importancia económica de la ciudad.

Pongamos algunos ejemplos de esto: Hace 15 años, el puerto de Hong Kong era uno de los más ajetreados del mundo compitiendo estrechamente con Singapur. Hoy en día ha descendido hasta el 5º puesto siendo superado por Singapur, Shanghái, Ningbo y Shenzhen. Pronto descenderá aún más en la tabla al ser sobrepasado por Guangzhou, Qingdao y Busan. También se puede apreciar esto en la bolsa de Hong Kong que ha perdido peso frente a Shanghái y parece próximo el día en que también lo pierda frente a la vecina Shenzhen.  Y qué decir el porcentaje de PIB que representa actualmente Hong Kong en comparación con lo que representó en el pasado.

Porcentaje del PIB de China representado por Hong Kong.

La que una vez fuera la joya de la corona y la puerta de entrada del mundo a China, ahora palidece y se convierte en uno más de los puertos del gigante de Asia Oriental. Esta situación puede agravarse por las protestas, ya que el rechazo al gobierno de Pekín puede tener un considerable precio económico al perder el favor de la capital frente a otros puertos con Shanghái. Los ciudadanos de Hong Kong protestan en busca de un futuro mejor, pero este camino bien podría conducirles hacia el abismo.  

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