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Argelia: hacia un futuro sin Bouteflika

En las últimas semanas se han multiplicado las protestas en las principales ciudades de Argelia, tras anunciar el presidente Abdelaziz Bouteflika su candidatura para la reelección en las elecciones que se celebraran el próximo 18 de abril y que supondrían su quinto mandato consecutivo desde que llegara al poder en 1999.

Bouteflika se encuentra ingresado en el Hospital Universitario de Ginebra desde el 25 de febrero para, según la versión del gobierno argelino someterse a un “chequeo médico”. Sin embargo, una televisión libanesa afirma que se encontraría en un estado crítico en la unidad de cuidados intensivos del centro.

La salud del líder argelino no ha mejorado desde que sufriera un grave accidente vascular cerebral en 2013 que le dejo sin habla y prácticamente paralítico. Desde entonces ha tenido pocas apariciones públicas y sus viajes al extranjero se han limitado en desplazamiento a Francia y Suiza para someterse a tratamientos que mejoraran su imagen pública de cara a las próximas elecciones, pese a ello su estado de salud no ha progresado y se desplaza atado en una silla de ruedas.

El Presidente de Argelia Abdelaziz Bouteflika

Mientras el presidente continua su estancia en el hospital suizo, las protestas en el país van en aumento reuniendo a cerca de un millón de personas y siendo reprimidas por la policía con gases lacrimógenos, reportándose 183 heridos y un muerto en las protestas del día 1 de marzo.                       

Como respuesta a las protestas el ejecutivo de Bouteflika ha cesado al jefe de campaña que lo había acompañado desde las elecciones del año 2003 en las que obtuvo su cuarto mandato.

El foco de las protestas se encuentra en la grave crisis económica que sufre el país desde 2014, que ha aumentado el paro juvenil hasta el 25,3%, y en la percepción de la población que ve a Buteflika como un títere en manos de los clanes que controlan los grandes yacimientos petrolíferos y gasísticos del país. A ello hay que sumar unas elecciones totalmente controladas, en las que siempre gana por mayoría de votos el Frente de Liberación Nacional (FLN).

Dentro del país cuenta con el apoyo, de su hermano Said, de la cúpula militar, de miembros importantes del Frente de Liberación Nacional (FLN) y de las empresas que se han enriquecido con los yacimientos de gas y petróleo.

Por otro lado, según el analista político argelino Akram Jarief, el ejército se encuentra divido en tres facciones: una que apoyaría incondicionalmente al presidente formada por el jefe del Estado Mayor Ahmed Gaid Salah y otros generales, otra compuesta por militares que se encuentran a favor de un cambio en el país y apoyan al exgeneral Ali Ghadri que se presenta como candidato independiente a las próximas elecciones. Y una tercera facción formada por militares neutrales y menos politizados cuyo papel puede ser decisivo en el devenir de los acontecimientos.

Protestas en Argel /Vía Reuters

La situación en Argelia, es seguida muy de cerca por parte de la UE, al ser el país un socio preferente en la importación de gas de países como España (donde supone un 60% del total), Francia e Italia.   

Asimismo, el gas argelino es visto también por parte de la UE como un plan de futuro que garantice la seguridad energética de los países europeos y evite la gran dependencia que poseen países como Alemania, Polonia o Austria del gas procedente de Rusia. Por ello, desde el año 2011, ha concedido a Argelia más de 273 millones en asistencia financiera.

En definitiva, existe un gran interés a nivel europeo y global por la deriva que adquieran los acontecimientos en la mayor potencia del Magreb y en uno de los países más importantes de África, que posee la catorceava reserva de petróleo y la octava reserva de gas del planeta.

En los próximos días se conocerá la decisión que tomara el gobierno que puede seguir dos líneas, por un lado se podría mantener a Buteflika en el mando aunque su débil estado de salud le impediría acudir a actos públicos y ejercer el poder con naturalidad y por otro lado se podría aplazar la elección para llegar a un acuerdo sobre quien será la figura que sustituya al presidente. Esta segunda opción es la más plausible, sin embargo, plantea la gran dificultad de elegir un líder que sea aceptado tanto por la cúpula militar como por un pueblo argelino harto de que se le impongan presidentes títeres de las elites económicas y militares del país.

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